martes, 1 de febrero de 2011

El nuevo Daniel el travieso

      Daniel el travieso tenía como pan de cada día el hacer perder el juicio al señor Wilson. Su apuesta era volverlo completamente loco mientras la paciente señora Wilson, en cambio, toleraba y aún festejaba las barrabasadas del rubio vecino, ignorando cruelmente la desesperación de su ya veterano esposo. Tiempos de las revistas de kioscos, ideadas quizás por las sufridas madres para mantener "atados" a los adolescentes a la difícil hora de la siesta en las vacaciones de verano, viejos tiempos, demasiado quizás. Pero a falta de TV buenas eran...esas revistas.
      En junio de 2010 "Daniel el travieso" apareció de nuevo. Sus diabluras resurgieron con renovados bríos e incluyeron "meter una mano donde no debía" -o sí?-, dos zapatazos fuera de libreto y un cabezazo demencial. Y todavía, luego de una de sus amargas travesuras, decidió festejarla saltando por encima de los fotógrafos que se habían apostado estratégicamente para documentar debidamente sus depredaciones. Incomprensiblemente uno de dichos profesionales, lejos de sentirse intimidado por los tapones que le rozaron la cabeza, asumió el papel de la venerada señora Wilson y decidió inconcientemente unirse al festejo alocado del muchachito.
      Eso sí, el nuevo "Daniel", el del tercer milenio, cambió de víctima. Probablemente se apiadó del apaleado señor Wilson y en su lugar eligió cercenar sueños de pueblos enteros. Esta vez con sus diabluras rieron sólo unos pocos olvidados del sureste del continente americano, pero en cambio lloraron muchos de otras partes del planeta: demasiados asiáticos, prácticamente todos los africanos y...quiénes más? Ah, sí...también algunos ingleses. Ellos fueron los que fingieron -sólo fingieron, eh?-no entender nada del juego que practicaba "Daniel", algo llamado fútbol, parece que bastante conocido en todo el mundo y casualmente, sólo por pura coincidencia, inventado por los ingleses y cuyo objetivo final es ganar, claro, como en casi todos los juegos.
       Las aventuras del moderno Daniel el travieso llenaron de felicidad en junio de 2010 a un pequeño rincón del planeta. Al mismo tiempo, en un hogar de trabajadores extranjeros ubicado muy cerca de Londres, nacidos todos ellos en el mismo país que el nuevo Daniel, alguien anunció casi proféticamente, refiriéndose al revoltoso muchacho: "éste termina jugando acá (en Inglaterra)". Como de la nada, instantáneamente surgieron  acusaciones de sordera precoz que pesuntamente impedían al autor del inocente comentario, el haber escuchado correctamente las mordaces acusaciones que los especialistas ingleses hacían pesar sobre el chico a la vista de sus horrendas travesuras en ese verano boreal.
      Para colmo de males, meses más tarde, "Daniel" pretendió emular a Mike Tyson, aunque su estilo fue más parecido al del conde Drácula cuando le hincó los dientes en el cuello a un rival, mientras practicaban el mismo juego tan famoso en todo el orbe. Fue en otro lugar de Europa, donde vivía y jugaba "Daniel". El chico fue castigado y las imágenes de la mordedura, merecieron por supuesto el comentario de los mismos ingleses que lo habían enviado al Infierno en junio de 2010. "Vieron?, es el mismo ....... que metió la mano, ahora se entiende lo desleal que es? Eso es ser deportista?"
       "Después de fin de año está jugando acá", repitió tercamente la voz frente al televisor, en la misma casa de la misma gente, ubicada muy ligeramente afuera de Londres.
        Diego Maradona es uno de los personajes más idolatrados por la prensa inglesa. Cuanto más tiempo transcurre luego del desaguisado que les hizo a los ingleses en 1986, ellos más lo aprecian y su imagen aparece en las pantallas de TV con una frecuencia inusitada. Y el ex técnico de Argentina se hace ver -en realidad siempre se hace ver como norma de vida- en Inglaterra en cuanta oportunidad se le presenta. Y ellos, los ingleses, no lo dejan en paz un segundo. Autógrafos, reuniones, fiestas, Masters de Tenis, todos cuentan con el verdugo del '86. Más bien se pelean por su presencia.
         Luis Suárez es jugador del Liverpool inglés. Después de las críticas demoledoras por la mano salvadora de junio de 2010, luego de la mordedura de serpiente en la Eredivise (Liga holandesa) que le valió una nueva metralla de la crítica inglesa, los súbditos de la reina han sido coherentes una vez más. En realidad debieron haber "importado" a Mauricio Espinoza, que fue quien les pegó durísimo en el Mundial, gol de Frank Lampard mediante. Como no era una operación viable, entonces se decidieron por Suárez, con quien se la tomaron luego de la barrabasada del segundo línea de Inglaterra-Alemania.
         "Suárez trae a Liverpool la experiencia que va a ayudar a Carroll (corpulento pero novel goleador del Newcastle adquirido por los "Reds" en el último segundo del período de pases de enero). Además Suárez, en sí mismo, es una máquina de hacer goles y si toma contacto con la pelota adentro del área, sólo Dios y él saben el destrozo que puede llegar a hacer". El comentario de un entrevistado por la cadena Sky Sports News, emitido el martes de mañana, no necesita ningún añadido. O sí? Sí, claro que sí. Es imposible obviar los diferentes videos que a través de Internet los hinchas de Liverpool han hecho circular por la red, todos ellos con canciones alusivas al formidable goleador uruguayo. Destaca nítidamente una frase cantada por dos niños ataviados con la camiseta del equipo del noroeste de Inglaterra. La tonada es de la viejísima canción italiana "Volare". Está entonada en Inglés y dice en un pasaje: "Oh Suáaaarez, oh Suáaaarez (en lugar de Volaaaare, volaaare), hiciste goles por Uruguay justo cuando todos te consideraban el diablo".
         El número 7 se cotiza muy alto en Anfield Road, el estadio de Liverpool. La venta marcha a pasos agigantados y se espera que en los próximos días alcance topes inverosímiles. Tan inverosímil como la cantidad que recibirá Nacional por los derechos de formación de Luis Suárez. Ricardo Alarcón puede tomar asiento cómodamente en cualquiera de las tribunas del Parque Central. Sólo necesitará abrir la bolsa y  todo el maná del cielo le caerá adentro.