viernes, 17 de febrero de 2012

La isla de los cínicos

        Habían inventado el fútbol -bueno, eso dicen ellos y quizás no existan argumentos suficientemente sólidos para discutirlo- pero nunca habían besado la gloria de quedarse con una medalla de oro olímpica en esa disciplina o, más tade, a partir de 1930, con aquella Copa Mundial llamada por entonces "Jules Rimet".
        De modo que la urgencia apretaba muy especialmente. Primero debían obtener el derecho a organizar SU propia Copa del Mundo y luego sería deber ineludible a la casta, el ganarla a como diera lugar y con los procedimientos a los que fuera necesario apelar. En un concepto corto y claro: era un "sí" o "sí, sin el menor espacio para un "no".
        El primer monstruo a matar era Brasil, por entonces el campeón vigente -bi campeón en la época- y aguzar el ingenio para bajarlo se transformó en asunto nacional. Así sus rivales de serie fueron especialmente conminados a destrozar a coces -mucho más que a puntapiés- al gran Pelé, la estrella suprema del fútbol universal. Con la "Perla Negra" (uy!, perdón por lo de "Negra") fuera de carrera y algún error del arquero Manga, quien luego en Nacional se transformó en uno de los mejores goleros del mundo, Brasil dejó libre uno de los caminos hacia el título, en lo previo nada menos que el más difícil de despejar.
          Debido a que en la época el fútbol rioplatense era netamente superior al europeo, el siguiente objetivo fueron los rivales del Plata. Argentina tenía que ir a Wembley a vérselas con Inglaterra y Uruguay a Sheffield a topárselas con los poderosos alemanes. Cómo los sacamos para afuera del torneo? Qué asunto complicado para los anfitriones! Es que aún los ingleses y los alemanes eran todos rubios y de ojos azules y la mezcla étnica que luego invadió Europa estaba todavía muy lejos de instalarse para quedarse y transformar las costumbres del viejo continente. Así que acusar a los rioplatenses de racistas y fomentar una cruzada contra ellos por ese motivo, nunca estuvo en el tapete en el '66. Qué hacer entonces para sacarlos del ruedo y mantener el camino al título libre de incómodos escollos?
          Pero claro! Si no era tan difícil! Cómo no se nos ocurrió antes? Los ingleses estamos pensando poco últimamente, qué cosa no? Crucemos los jueces! Para eso tenemos a nuestro querido Stanley Rous (inglés presidente de la FIFA en la época). Que él nombre un fantástico alemán para que arbitre "justicieramente" el partido de cuartos de final en Wembley, entre Inglaterra y Argentina. Y seguro que, para Alemania-Uruguay en Sheffield, el respetable Sir Rous le dará la tarea a un árbitro inglés.
           Y así, casi por decantación, nos encontramos de frente y mano ante el famoso caso de los jueces cruzados, el cual muchos recuerdan aún en nuestros días, sea porque ya tienen muchas canas para peinar o porque, al contrario, no tienen ninguna para cuidar o simplemente por haberlo leído o escuchado hasta el cansancio, desmenuzado por las viejas anécdotas de los mayores.
         El resto es cosa juzgada...por los ingleses, claro. El capitán argentino Ubaldo Ratín expulsado luego de fallos escandalosos a favor de los locales. Un defensa alemán captado por el lente de una honesta revista germana -que no dudó luego en publicar la escena-  mientras saltaba atléticamente en la línea de su propio arco con la pelota pegada a su palma derecha como si tuviera "Poxipol". Los uruguayos Horacio Troche y Hector "Lito" Silva, expulsados luego de haber alcanzado la cima de la exasperación ante aquella tremenda injusticia que se consumaba delante de sus propios ojos.
          Ya está, tenemos a los tres poderosos de Sudamérica afuera. Los sacamos por knock-out técnico. Rusia y Portugal también quedaron luego por el camino porque eran futbolísticamente inferiores, así que el gran dilema ahora es inventar la fórmula para traicionar a nuestros aliados alemanes y así asegurarnos la final y quedarnos con nuestro Mundial. Tiene que haber alguna manera de clavarles el cuchillo por la espalda y herirlos de muerte. Para colmo de males durante el partido todo se estaba dando mal. Dos a uno Alemania y el final que se acercaba. Entonces Geoffrey Hurst remató alto y fuerte, la pelota dio en la base de la madera horizontal -sí, era madera en aquella época- picó claramente unos pocos centímetros dentro del área chica pero el árbitro, que sabía perfectamente lo que tenía que hacer, nos concedió a los ingleses un gol que ni por asomo existió.
          Dos a dos, alargue con los alemanes destrozados por la injusticia y la traición de sus aliados del torneo, dos goles más de Inglaterra y...por fin lo conseguimos! Campeones mundiales. De la injusticia, del fraude, del cinismo, de la hipocresía. Y qué importa? No era que los inventonres del fútbol jamás lo habíamos logrado y teníamos que conseguirlo a como diera lugar? Bueno, entonces no empecemos con falsos remordimientos ni estúpidos autoreproches. Somos campeones mundiales y se terminó. Y no digamos "que no ni no" porque esa no es expresión nuestra. Digamos simplemente "we've got it" y chau. Y sin pronunciar mucho el "ve" para que quede más fuerte todavía.
          De esa talla de anfitriones, de esa madera, se puede esperar cualquier clase de astilla. Casi medio siglo después, luego de condenar por un racismo inventado, sin pruebas ni testigo alguno, injusta e implacablemente a un excelente profesional extranjero, la "transparencia" de siempre los llevó a rogar desesperadamente -y conseguir- ante la UEFA la reducción de la suspensión decretada al goleador de su selección, Wayne Rooney, quien había sido castigado con cuatro partidos sin jugar por haberle propinado un puntapié en la espalda a un rival que había caído delante de él, durante un partido por las eliminatorias de la Eurocopa 2012, que Inglaterra simplemente disputaba para cumplir con el fixture, ya que había obtenido mucho antes la clasificación para la fase final del torneo.
            Pero nos queda todavía una misión para cumplir. Qué hacemos ahora con el desubicado de John Terry, que se regaló en otro episodio racial insultando a Anton Ferdinand, del Queens Park Rangers, hermano menor del célebre Río, otrora capitán de la selección nacional? Nos está arruinando el estofado. Ya está! Nosotros los ingleses tenemos inteligencia para todo. Primero, para disimular y hacer ver que hacemos algo, le quitamos el capitanato de la selección. Pero, eso sí, después juntamos a las autoridades del Chelsea y del Queens Park Rangers para que se pongan de acuerdo y soliciten en conjunto a la justicia que no falle en el caso "Terry" hasta después de la Eurocopa.
            Cóoooomo? Que el juez que lauda en el tema dio el visto bueno y no dicta sentencia hasta después de la Eurocopa? Qué bárbaro, qué increíble, nos salió todo redondo, se nos fue Capello eso sí, pero qué importa si igual nos lo íbamos a sacar de encima luego de la Eurocopa.
            Pero ché, qué barbaridad este chico Suárez, otra vez armando escándalo, no le quiso dar la mano al pobre Evra...

Nota aclaratoria: Cuando llegué a este maravilloso país, a fines de octubre de 2002, nunca hubiera imaginado encontrarme con un pueblo tan increíblemente solidario y caritativo como es el inglés. Puertas abiertas para todos los credos, razas y pensamientos. Prohibición tajante del gobierno para los empleadores en cuanto a establecer límite de edad alguna como condición de otorgamiento de trabajo, actitud considerada entonces y aún ahora, como altamene discriminatoria. En pocos meses -y cuento con muchos, pero muchos testigos- conseguimos, mi familia y yo, es cierto que con mucho trabajo y sacrificio, los logros que jamás pudimos lograr en toda una vida de lucha en el Uruguay. Es verdad que mi pasaporte italiano -extensivo a toda mi familia- me abrió todos los caminos. Pero este país y su maravillosa gente -sin conocernos ni por asomo- nos abrió, a mi familia y a mi mismo, todas las puertas para que pudiéramos transitar con éxito por esos caminos que nuestros ancestros itálicos nos habían marcado. Soy periodista deportivo, es la profesión que amo y que siento, de modo que es mi deseo que quede suficientemente claro que esta nota, como cualquiera que se refiera al ámbito futbolístico inglés, sea considerada pura y exclusivamente enfocada hacia ese aspecto de la actividad de este país, con algunas de cuyas actitudes -tampoco con todas- discrepo abiertamente. Todos los demás aspectos de la vida social y política de este país, quedan automáticamente excluidos de las conceptos que vierto en esta nota -incluido el título por cierto- o en otras que puedan resultar similares.