miércoles, 31 de octubre de 2012

El nuevo miedo de Halloween

El nuevo Halloween viene con otra imagen. Tanto en las redes sociales como en algunos diarios ingleses, un ingenioso dibujo reproduce un contorno familiar en una pose no menos habitual y conocida, mientras que más arriba el nombre de Luis Suárez resalta en grandes letras blancas sobre una suerte de nubarrones, tan oscuros que, de ser reales, darían miedo.
Y justamente esa es la palabra clave: "Miedo". En Inglaterra Luis Suárez mete miedo y ellos, los locales, no tienen ningún interés en ocultarlo. Al revés, lo divulgan, aunque sea aplicando una dosis de humor inglés, al asociarlo a la tradicional fiesta del 31 de octubre.
Ocultar el miedo que le tienen? Al periodista del Daily Mail, Ian Ladyman, la idea ni se le pasa por la cabeza. El hombre está en otra, mira más allá de sus narices, se da cuenta que detrás del rechazo, las críticas y la persecución está precisamente el miedo. Y qué miedo!
Por donde se lo mire, el material de la página 76 del martes 30 de octubre de esa publicación londinense, no tiene desperdicio, entre muchas cosas, porque desnuda la verdad que se esconde detrás de la repulsión a Luis Suárez: una vez más, el miedo.
"Quince minutos antes del final del clásico de Merseyside (Everton-Liverpool), el hombre sentado delante mío se dio vuelta y confesó su presentimiento: 'Suárez tendrá una chance más y ganará el partido'. Como sabemos ahora el hombre acertó y erró al mismo tiempo. El uruguayo tuvo su gran chance pero sólo para que el asistente se la negara infamemente. Claro que ese horror del línea no sirvió para quitarle de la cabeza a nadie que Suárez es el tipo de jugador al que no se le puede sacar los ojos de encima, ya que es capaz de producir mágicamente, en una fracción de segundo, el momento que pone el punto final a la novela"
Ese comienzo de la nota de Ian Ladyman, es sólo el plato de entrada. Lo que sigue, el plato central, es tan jugoso como pueda serlo un buen entrecotte de carne uruguaya de exportación. "Al técnico de Everton, David Moyes, no le gusta Suárez. Tampoco al conductor de Manchester United, Sir Alex Ferguson. Pero ellos no están sólos en esa aversión porque verdaderamente 'la foja delictiva' de Suárez es demasiado larga para un futbolista que no ha cumplido todavía los dos años jugando en Inglaterra". Enseguida el periodista pasa a meter el dedo a fondo en la llaga: "Moyes se equivocó al sugerir que jugadores como Suárez alejan a la gente del fútbol. La verdad es lo opuesto porque Suárez tiene ese temperamento difícil y complicado que a menudo caracteriza a los grandes deportistas en el mundo". Y claro, a continuación Ladyman los pasa a nombrar y resulta que hay británicos -al menos un par- en esa selecta lista. Pero lo realmente cómico del concepto que sigue es que está ligado, involuntariamente claro está, a un famoso dicho de un técnico uruguayo de excepción, un personaje de la historia de nuestro fútbol, el gran "Pulpa" Etchamendi. Cierta vez, al responder a la pregunta de un periodista sobre la personalidad rebelde y díscola de Julio Montero Castillo, en aquel épico Nacional del '71, se despachó muy suelto de cuerpo: "pero mire que yo no lo quiero para yerno sino para que juegue al fútbol, eh". Al respecto, el hombre del Daily Mail se expresó de la forma que sigue: "John McEnroe, Eric Cantoná, Roy Keane, Paul Gascoigne, no eran en su momento hombres con los cuales usted casaría a su hija. Pero hubiera usted pagado lo que fuera para verlos en acción? Por supuesto que sí, verdad? Y a cada rato si fuera posible".
 "Los mejores siempre representan una amenaza al asecho para sus rivales, incluso cuando son perseguidos y están en inferioridad de condiciones debido a eso", continúa Ladyman, solo para agregar que "esto es lo que Suárez hace acá, así provoca la esperanza que su gente (los hinchas de Liverpool) siente cuando lo ven  ponerse al cuadro entero sobre sus hombros, ir a cada pelota pletórico de confianza y energía física y mental. Y eso pasa aún cuando ellos saben muy bien que todo está en su contra, a la vez que esa es también la razón por la cual él (Suárez) hace sentirse muy incómoda a gente como Moyes y Ferguson".
Ian Ladyman reconoce también que Luis Suárez ha cometido -y aún comete- algunos errores dentro y fuera de la cancha, pero que no se trata de cosas que no puedan corregirse a tiempo. Esa tarea Ladyman se la encomienda al técnico de Liverpool, Brendan Rodgers. "Darle a Suárez el balance que necesita debe transformarse en su gran desafío", finaliza.

lunes, 29 de octubre de 2012

Un 007 uruguayo

Corre sin freno, esquiva los brazos de sus compañeros, ríe sin parar. Al principio parece sin rumbo, pero enseguida aparece la meta: el cuadrado marcado fuera de la cancha dentro del cual se ha ubicado durante una década David Moyes, el tercer técnico más antiguo del fútbol inglés. Llegado al destino,  salta y cae tan pesada como aparatosamente junto a la línea del outball, a escasos dos metros del conductor del Everton y todo su séquito. Moyes sonríe. Forzadamente, pero sonríe. Sus ayudantes se agachan y le dicen de todo. Los hinchas del local salen como por milagro del impacto del mazazo del gol de apertura, así que se levantan como impulsados por un resorte y sus caras se deforman por la furia y los terribles insultos que le dedican.
Antes, durante la semana, a pocas horas del derby de Meresyde, David Moyes se había entretenido calentando la olla a presión: "Andre Marriner (árbitro del Everton-Liverpool del domingo pasado) deberá estar muy atento porque en el último derby jugado en Godison Park (estadio de Everton) sufrimos una expulsión injusta ya que Luis Suárez se tiró aparatosamente sin ser tocado por nuestro jugador. Espero que esto no se repita".
El uruguayo remata fuerte y rasante, la pelota da en la pierna derecha del lateral de la selección inglesa Leyton Baines y se mete en el arco del americano Tim Howard. Es gol en contra pero a Luis no le importa eso, lo toma como si fuera de él, así que decide que es hora de revancha. Corre, ríe y se zambulle casi a los pies de Moyes como diciéndole: "tomá, mirá como me tiro, te clavo y me tiro, viste?"
Es cierto también que, con mucha cancha, el conductor de Everton declaró luego públicamente que "fue gracioso (el festejo), yo como jugador lo hubiera hecho, pero lo va a tener que repetir frente a muchos técnicos (que también lo fustigan casi a diario)".
Everton lo remonta casi fácilmente. Del vertiginoso 0-2 inicial fuerza rápidamente un 2-2. Liverpool se pone a remar de nuevo. En la mitad del segundo tiempo Suárez pisa inexplicablemente al lateral derecho de Everton. El pie del defensor se dobla pero, casi por milagro, no se quiebra. Feísimo, pero sobre todo sin sentido. Andre Marriner, el juez, sólo le muestra amarilla al salteño. Luis se disculpa con el agredido y palmotea al árbitro, no se sabe si por condescendencia o, lo más factible, por agradecimiento.
Sebastián Coates, que había ingresado desde el comienzo del segundo tiempo para reforzar una defensa que temblaba, pega un salto tremendo. Dada su enorme estatura el brinco le da hasta para inclinarse sobre la cabeza del zaguero de Everton, la cual queda entonces a la altura del ombligo del gigante rubio, cuyas manos se apoyan en la espalda del defensor aunque sin llegar a desequilibrarlo. Con el cabezazo hacia abajo del ex-Nacional, el tiro libre maestro ejecutado tres segundos antes por el capitán Steven Gerrard termina en los pies de Suárez quien lo impulsa como bala de cañón hacia dentro del arco de Howard: golazo por donde se lo mire y, sobre todo, legítimo, intachablemente legítimo.
En otro partido trascendente "Chicharito" Hernández, el mexicano, anotó el tercer gol del visitante Manchester United casi en la hora de finalización del choque ante el líder Chelsea. Volvía tardíamente del offside, tocó de primera la pelota y definió un partido clave, pero luego todos estuvieron de acuerdo en que la jugada fue tan rápida como la luz, que la posición adelantada de Hernández era realmente muy "fina" y, como si fuera poco, la visión del línea estaba claramente dificultada por la presencia de varios futbolistas.
En cambio en el gol anulado a Suárez, los expertos en materia referil calificaron de "Horror", mucho más que de "Error", el fallo del juez de raya. "Inexcusable", expresó públicamente un connotado miembro de lo que en nuestro Uruguay sería el Colegio de Arbitros. Y agregó para rematar, o más bien para rematar al línea: "al menos yo, no se por qué cobró offside, era demasiado clara la licitud de la jugada".
Sea como fuera, otra vez y van...Luis Suárez es el tema y la comidilla de los medios ingleses el lunes después de una nueva y -como siempre- apasionante etapa de la Premier League. La diferencia es que, hoy por hoy, el cócktail, tan cargado y explosivo como siempre, es todavía más variado 
que de costumbre. Una medida de veneno, la misma de todas las semanas aunque esta vez justificada, por el pisotón descalificador que mereció la roja pero solo ligó la amarilla. Una medida de simpatía por la zambullida con buceo incluido delante de la corte de Everton. Y, al final, esta vez hasta entró una medida de compasión por haber sido víctima de un "horror" injustificable del primer línea.
El lunes después todos hablan de Luis Suárez. Siempre es igual, lo odian, lo aman, lo admiran, lo rechazan, le temen, lo respetan. Pero hablan, siempre están hablando de Suárez. Pero lo más sugestivo es que, aún antes que empiecen los partidos de Liverpool, ya saben que van a terminar hablando del uruguayo. Como ayer en la previa del clásico de Meresyde, cuando a alguien con mucha imaginación -algo normal en Inglaterra cuando se trata de armar cualquier tipo de producciones- se acordó que este mes se están conmemorando los 50 años del inolvidable y épico personaje creado por el novelista Ian Fleming. Sí, adivinaron. En la previa de Everton-Liverpool una mágica mente creadora le quitó a Luis Suárez el mote de "Pistolero" y se lo cambió por el de "Agente 007". Las imágenes mostraban el número en su espalda y encontraban los movimientos más adecuados del goleador para combinarlos con la clásica música de las películas. Fue la tarde en que apareció un James Bond uruguayo. Lo que nos faltaba, no?

sábado, 13 de octubre de 2012

Que se calle el cantor

"Vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas..."
Es seguro que, al menos por respeto, los uruguayos no le van a entonar un insolente "Que se calle el cantor" al gran Joan Manuel Serrat, todo un símbolo de la cultura hispano-catalana, si es que cabe el término y, por sobre todo un viejo amigo del pequeño país del Plata.
No, sin dudas que Joan Manuel es demasiado grande y respetable para tanto atrevimiento, de modo que simplemente se le podría pedir que haga algunas modificaciones a la letra de aquella composición, uno de sus recordados éxitos de los '70.
Por lo pronto "Que vuelva el rico a su riqueza..." o que de hecho ya haya vuelto, es algo que tiene sin cuidado a los orientales. Después de todo es justo reconocer que el rico -al menos por lo visto en los últimos tiempos- merece volver a disfrutar de su riqueza. Tras haber quebrado dramáticamente en julio de 2011, contrató un nuevo administrador de sus incontables bienes, un tal Alejandro Sabella. Inteligente, ubicado pese a que de su sapiencia depende una de las fortunas más grandes del mundo, sabio a la hora de obtener el máximo rédito posible de los enormes bienes gananciales de quien lo contrató y, además, por si todo esto fuera poco, hábil declarante en vísperas de jornadas decisivas, tras las cuales las acciones de su empleador pueden llegar a tocar el cielo o, por lo contrario, caer hasta arrastrarse por el piso.
Por añadidura el ejecutivo más encumbrado de la empresa, un tal Lionel Messi, apodado "El Pulga", extendió a Sudamérica el éxito rotundo de sus transacciones en Europa, algo que el hombre tenía en el debe, con números rojos bien grandes que centelleaban furiosamente hasta hace muy poco. Por todo lo dicho, está claro que el rico puede volver tranquilamente a su riqueza -de hecho ya lo hizo- porque lo tiene bien merecido.
Por otra parte, que el señor cura vuelva a sus misas tampoco es algo que moleste a los uruguayos, por más que consideran que no estaría de más rogarle que las dedique al pobre para que, justamente, no vuelva a su pobreza. Ese sería uno de los cambios en la letra a solicitarle al gran cantautor catalán.
Concretamente, como principal argumento para semejante pedido, habría que tratar de hacerle entender a Serrat que al pobre le costó mucho -demasiado- salir de su pobreza y llegar a un nivel de clase media alta, razón por la cual se resiste enconadamente a perder esa condición.
Es más que eso, al pobre le aterroriza el sólo pensar en que tal debacle pueda llegar a suceder. Es que él comenzó la escuela hace seis años. El maestro de la clase, el que durante todo el período estuvo a cargo  de su educación, un tal Oscar Tabárez, lo formó, lo hizo crecer y le regaló una preparación que muy pronto lo dejó en inmejorables condiciones de enfrentar y hasta superar a algunos de los alumnos mas aventajados de las escuelas más caras y prestigiosas del mundo.
Ese proceso fue durísimo. Costó sangre, sudor y lágrimas, pero finalmente de su mano llegó la merecida y ansiada graduación. Se transformó en uno de los mejores alumnos del planeta, de hecho fue el mejor de América como muchas veces antes lo habían sido sus ilustres antepasados.
Por todo eso es que, utilizando términos ciclísticos, al aventajado alumno le dolería muchísimo volver a la cola del pelotón, ya que pretende con total fundamento y justicia seguir a rueda de los punteros, por más laureados que estos sean.
El alumno, pobre pero digno, leal, meritorio, capaz, luchador de dientes apretados, con muchos cuadernos y libros poblados de páginas gloriosas en su portafolio escolar, no quiere y no va a tolerar que la canción termine mal, con un "Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta".
Así que sus padres, los padres del alumno, o sea todos los uruguayos, le van a pedir a Joan Manuel, el catalán, que sea bueno y cambie la letra: que el pobre no vuelva a su pobreza, que el señor cura vuelva a sus misas pero que rece para que al final la fiesta en la calle no se acabe y para que el pobre nunca baje la cuesta. En buen romance, para que haya Uruguay para rato!

sábado, 6 de octubre de 2012

Cambiar a tiempo

Agiornarse, despertarse, despabilarse, son expresiones que con un poco de buena voluntad pueden llegar a ser sinónimos. Son pasibles de ser aplicadas en cualquier orden de la vida y entonces, por supuesto, también en el fútbol, que es una de las tantas actividades del ser humano en este mundo.
Poco antes de que estas modestas líneas comenzaran a brotar en la pantalla, Arsenal, dirigido por el ya legendario Arsene Wenger, terminaba de derrotar al local West Ham por 3 a 1, regalando una exquisita demostración de buen fútbol combinado con una buena dosis de determinación y mucha practicidad. "Van a ver que hemos diversificado nuestro juego", había dicho el técnico francés del equipo más popular de Londres, cuando estaba a punto de sonar el pistoletazo de largada de la nueva temporada (2012-2013).
Y sí, ya se vió, el "tiqui-tiqui" tan inexorable e incondicional como por momentos frío, intrascendente e improductivo, tendió rampas para que transiten por ellas el pelotazo largo, el desborde de vértigo, el remate letal de media distancia y hasta el  disparo mortal de las pelotas quietas. La apuesta a la cantera no se retiró, pero en cambio se subordinó a una columna vertebral de futbolistas experientes, esos con los que se ganan campeonatos. Arsenal cambió porque Wenger se dio cuenta que para sobrevivir tenía que cambiar. Tuvo cintura, razonó y cambió. Ahora le pisa los talones a Chelsea y vive el mejor comienzo de temporada desde mucho tiempo a esta parte. Porque cambió cuando todavía estaba a tiempo de hacerlo.
Diego Lugano significa mucho para Uruguay, para su técnico Oscar Tabárez, para la gente, para sus amigos y colegas vestidos de celeste. El técnico habla de lo que transmite el capitán, además ya todos lo saben, es demasiado evidente y visible. Claro que cuesta -y mucho- hacerse a la idea de que hay algo más importante que todo eso a la hora de tener en cuenta al líder para integrar el once titular en las guerras -perdón, quise decir partidos- por las Eliminatorias sudamericanas. Pero existe, eso existe, vive, pesa, duele. Lugano no juega, no tiene ni un minuto en el París Saint Germain, su actual equipo. No tiene fútbol de competencia, solamente practica y todos los que han visto cientos de minutos de prácticas y miles de minutos de partidos oficiales, saben perfectamente que la diferencia entre una cosa y la otra es sideral y, lo peor, saben que el mal no tiene cura, salvo que se dé un giro de 180 grados en la situación creada.
Respetar un proceso que ha dado frutos jugosos y hasta exquisitos, es hasta un deber de los involucrados, especialmente de los cabecillas de la revolución. Pero esa postura no obliga a cerrarse a cambios tan obvios que, aunque están impuestos por situaciones o voluntades ajenas, no pueden ignorarse porque, de no concretarse a tiempo, pueden poner en peligro toda la obra edificada hasta el momento.
Wenger parecía de hierro pero cambió, entonces Arsenal cambió...y le va bien, al menos por ahora. A veces en la vida lo más sencillo se transforma en la escalera al éxito. Y, al menos en este caso, lo más sencillo es imitar lo que a otros les da resultado. Y después de todo, quién le prohibe a Tabárez cambiar a tiempo?