viernes, 23 de mayo de 2014

La teoría de la conspiración

Van 82', todo está liquidado, son 11 de Liverpool contra 10 de Newcastle, pero además ya nadie se juega más nada. Los "Reds" han perdido la Premier League de la forma más insólita que alguien pudiera imaginarse, tras la distracción y el consecuente resbalón de su capitán Steven Gerrard en el decisivo choque ante el Chelsea del petulante José Mourinho.

Luis Suárez la quiere igual, en realidad es el único que la quiere, la pide a gritos, gesticula desesperado, necesita el gol que le asegure el Botín de Oro de Europa en exclusividad, pero sus colegas no piensan igual: quieren asegurar el resultado, cerrar la temporada con victoria en su casa, evitar el "replay" de la "tragedia" que los había castigado ante Cristal Palace una semana antes, así que tocan en corto para los costados, para atrás, para cualquier lado menos para adelante.

Así planteado, el partido no da para nada. A los 82' Alan Pardew, técnico de Newcastle, le da ingreso a Paul Dummet (19). En realidad no se sabe muy bien para qué, pero lo hace entrar. El galés ni mira la pelota, simplemente espera con infinita paciencia a que la misma le llegue a Luis Suárez. El milagro sucede, alguien se acuerda de pasársela al de Salto, así que Dummet decide "atenderlo" como corresponde. Corre y lo cruza violentamente a la altura de la cara externa de su rodilla izquierda. Suárez queda en el piso, se levanta muy dolorido pero bastante rápido, a la vez que Phil Dowd, el árbitro, no duda en mostrarle la roja directa a Dummet, aún antes de que el galés tuviera siquiera la oportunidad de tocar la pelota.

A los dos días la Federación Inglesa, tras el pedido de Newcastle, decide inmediatamente levantarle la roja al defensa galés, completando una acción coordinada a todas luces y por donde se la mire: un futbolista que entra a la cancha, no se preocupa del balón y agrede tan violenta como alevosamente al mejor jugador rival y a quien el árbitro expulsa inmediatamente, pero sólo para que la FA le levante la suspensión a los dos días, supuestamente como parte de la recompensa por un mandado bien hecho.

Ayer la prensa inglesa, en este caso particular el Mirror Sport, amanece con las fotos de Paul Dummet y de Luis Suárez (recién reincorporado luego del patadón, con un gesto inequívoco de dolor). David Maddock y Jeremy Armstrong titulan "Dummet culpado por el KO de Suárez". Ambos periodistas cuentan que el galés "ha sido víctima de amenazas de muerte luego de ser culpado por la FA uruguaya (AUF, obviamente) por poner en riesgo la Copa del Mundo para Luis Suárez". Además, durante todo el día, la cadena Sky Sports News 24 horas, mostró el maremoto surgido fuera de la Médica Uruguaya, en el mismo momento en que la ambulancia se llevaba a Luis Suárez a su domicilio para iniciar el período de recuperación.

Para Maddock y Armstrong la carrera del futbolista estrella de Liverpool, es contra el tiempo y es desesperada "para poder enfrentar a Inglaterra -supuestamente ni siquiera piensan que pueda llegar al partido ante Costa Rica- en Brasil, luego de una lesión de ligamentos de rodilla (información errónea por supuesto) durante el entrenamiento del miércoles". Agregan que "ésto viene 11 días después que el defensa de Newcastle Dummet fuera expulsado por una entrada sobre el goleador, en el día final de la temporada y ahora los uruguayos están diciendo que 'él (Dummet) hizo eso para ayudar a Inglaterra '.

Enseguida describen cómo el defensa albinegro se encontró de repente el jueves como blanco de una campana concertada, con twiteros en Uruguay atacándolo. "Un twitero dice que, si Dummet viaja alguna vez a ese país (Uruguay), recibirá una bala en la cabeza, mientras otro simplemente estampa: 'Te mataremos'. Así lo detallan los periodistas del Mirror Sport en la página 79 del matutino londinense.

Explican a continuación que el galés fue expulsado por su acción pero que "más tarde la sanción fue anulada por la FA argumentando que el contacto fue 50 y 50. Pero la teoría de la conspiración comenó a ser perpetrada por la media uruguaya, sugiriendo que el sustituto Dummet fue enviado al campo con la misión de cometer una acción criminal que lesionara a Suárez para ayudar a Ingalterra en el Mundial".

Finalmente los hombres de prensa recogen declaraciones del involucrado, el galés Paul Dummet, quien alega que "el choque fue inadvertido, casual. Espero que esté (Luis Suárez) en la Copa del Mundo porque es uno de los mejores jugadores del planeta".

El final de la nota refiere a lo que todos los uruguayos ya conocen de sobra. La operación exitosa de Suárez, el comunicado de la AUF no descartándolo del Mundial y el mensaje del ídolo, "antes de la cirugía, diciendo: 'estén tranquilos, lo lograré'.

Acusaron, recibieron, se sintieron blanco de la denuncia aparecida, como ellos mismos mencionan, en Tenfield.com, en donde se reproducen claramente las declaraciones del autor de esta nota al propio Alberto Kesman, Director del programa deportivo radial "La Oral Deportiva".

 

jueves, 8 de mayo de 2014

En verdad fue un milagro?

-Sacá esta payasada, poné a Sunderland que se está salvando!!
La celeste -otra celeste, la enemiga, no la venerada por todos los uruguayos- se paseaba por el verde y en el banco faltaba que alguien descorchara el champagne y todos brindaran por el nuevo título que la distracción y el resbalón posterior de Steven Gerrard les dejara servido en bandeja de plata.

Ahora los que se florean tienen camiseta rayada roja y blanca y los humillados no visten la albivioleta de Fénix como Aston Villa, sino otra rayada, pero azul y blanca. Es el West Bromwich Albion de Diego Lugano, presente en la cancha una vez más, asistiendo desde adentro a la concreción del ya famoso milagro del Sunderland de Gustavo Poyet. "Los Milagros Suceden Gus", dice la pancarta que no ha faltado ni una vez en muchos partidos, desde cuando la cosa quemaba, cuando estaba brava, cuando el mismo uruguayo declaró públicamente que solamente un milagro los salvaría del temido descenso.

"Ahora creo en milagros, me trajeron para mantener al club en la Premier, lo hemos hecho con cierto estilo y eso será recordado para siempre. La gente hablará de la temporada en que Sunderland estaba 7 puntos hundido en la zona de descenso con sólo 6 partidos por jugar y terminó salvándose hasta holgadamente", declara el eufórico y aliviado entrenador uruguayo.

En el centro de la cancha ya no corre la pelota. Gustavo Poyet abraza a sus jugadores uno por uno y hasta hay alguien del cuadro rival, el derrotado, que se cuela en la felicitación: obviamente es el capitán de la selección uruguaya, Diego Lugano. El técnico del momento en Inglaterra le dice también algo que no parece demasiado difícil de descifrar y que está directamente relacionado con el deseo ferviente de éxito rotundo en el Mundial de Brasil.

Momentos antes, mientras aún se jugaban los últimos minutos, el Stade of Light de Sunderland se rajaba, se movía, temblaba. Todos saltando, todos cantando. Qué coreaban? "No, no cantaban 'Es todo por Poyet', más bien coreaban con un tono especial un "Gustavo Poyet más alargado en las sílabas y sobre todo muy inglesado", aclara el entrenador del otro lado de la línea. Lo cierto es que, en vivo o a través de la TV, era evidente que el canto colectivo estaba dirigido al responsable del milagro. Y erizaba la piel, sí que la erizaba, sobre todo si de uruguayos se trata.

"Este es el mayor logro de mi vida y uno de mis días más felices, pienso en los hinchas, en el staff del club, en el "chairman" (propietario) y estoy encantado de que cada uno regrese a su casa sabiendo que otra vez tendrán fútbol de Premier League la próxima temporada", agrega el ex-River Plate.

Será por eso que, aún antes de saludar a sus futbolistas, desde el círculo central saludó y hasta acicateó todavía más a ese estadio enfervorizado, en cuyas tribunas el abuelo y el nieto, el padre, la madre y el hijo saltaban, cantaban y lloraban abrazados, agradecidos hasta el fondo del alma a ese hombre alto y delgado de pelo negro, que desde allá abajo les ofrecía todo un repertorio de gestos ampulosos impregnados de victoria. Pocas, muy pocas veces, se da el caso de que un entrenador sea condecorado con un porcentaje tan inmenso de responsabilidad a la hora de la victoria de un club de fútbol. Pero lo cierto es que este fue realmente el caso de Gustavo Poyet y Sunderland, así de obvia fue la incidencia del técnico uruguayo en el milagro del "Derland", como familiarmente llaman sus fanáticos a la institución del norte de Inglaterra.

"Ahora a disfrutar ésto, pero eso sí, no quiero ni saber de una temporada más como ésta, fue demasiado duro todo y no me quiero morir todavía, pretendo un Sunderland que juegue con mi estilo y que se pueda disfrutar viéndolo. No, lo de esta vez nunca más para mi, fue demasiado"

La pancarta no se va, no se rinde. Ya está, es la hora del gran festejo pero ellos siguen allí: "Los Milagros Suceden Gus". Es verdad, Poyet la vio muy fea en su momento y pensó sinceramente que sólo un milagro podía salvar a Sunderland. Es más, ni siquiera dudó en declararlo públicamente, no tuvo pudor alguno en hacerlo porque así lo sintió. Pero...y si se autosubestimó? Si él mismo, afincado en su corta experiencia como entrenador, no se dio cuenta que podía cambiarle radicalmente la mentalidad a un plantel que lucía entregado, rendido, abochornado? Y si no percibió que sus dotes como técnico eran mucho más de lo que él mismo suponía y que darles vuelta la cabeza a esos futbolistas era sólo una cuestión de llegar a tiempo o no para evitar el desastre?

Y dicho todo ésto, en verdad fue un milagro?