jueves, 16 de abril de 2015

El Rey del Pánico

Al cabo de los primeros 13 partidos que jugó en Barcelona, Luis Suárez marcó 3 goles. Cuando anoche el inglés Mark Clattenburg dio por terminado el partido de ida de cuartos de final de Champions League, con el triunfo claro de los catalanes ante el Campeón de Francia, el de Salto completó la marca de 13 conquistas en los últimos 17 encuentros disputados con su nuevo club.

Desde sus primeras andanzas en Nacional, el futbolista se destacó siempre por una virtud innata, instransferible, de una rareza tal que sólo la muestran los elegidos del fútbol mundial: una proporción enorme y completamente inusual de sus oportunidades de gol las creaba él mismo, sin la necesidad imperiosa de ser asistido, esa misma que tienen todos los "nueves normales" del planeta Tierra. Los hacía y los erraba, pero pocos se daban cuenta que la puesta en escena, la producción, la dirección y el libreto estaban a cargo del mismo futbolista que, por obra y gracia de sí mismo, quedaba de cara frente al arquero rival para convertir o...también para errar.

ARTISTA. Y erraba muchos, sí que los erraba, tanto que un día se levantó y se dijo a sí mismo, "fin para la 13, no la uso más, pido otro número ya". La herencia del "Loco" Abreu quedó entonces a un lado y los silbidos e insultos de una parte de la hinchada fueron decreciendo a medida que Luis iba concretando en las redes rivales toda esa elaboración artístico-artesanal, que lo marcaba como un goleador diferente, completamente atípico, distinto a los que se movían en Uruguay, en Rusia, en Inglaterra, en China, o bien en Tanganika...

Y en Groningen, Ayax y Liverpool, en este último más que en todos los anteriores, el "diferente" se puso el frac y se transformó en magnate. El mundo habló de él porque él lo hizo hablar con mil métodos distintos: su magia inagotable, sus goles antologícos como los últimos dos, los más frescos, los de la noche parisina ante PSG, compartieron páginas y espacios con el caso "Evra", sus mordidas, la insólita suspensión que le impuso FIFA  ("me trataron peor que a un hoolighan", declararía más adelante) y sus fingimientos -algunos reales, otros inventados- que provocaron hasta tarjetas rojas en defensores rivales y el regocijo de parte de la prensa inglesa, la amarillista, muy ocupada siempre en agregar condimentos picantes a cada uno de los episodios protagonizados por el uruguayo.

META. Al final llegó a Barcelona, ciudad que alberga desde hace mucho tiempo a su invalorable familia política. Lo del Real Madrid, aquel pre-acuerdo tan difundido, había quedado atrás. Los "Gunners" de Arsene Wenger se quedaron con las ganas, previo consejo del capitán de Liverpool, Steven Gerrard, para que no fuera a ningún club de la Premier League, diciéndole que dicha movida no era buena para él, que no le iba a favorecer en nada.

Cracks de la talla del chileno Alexis Sánchez y del sueco Zlatan Ibrahimovic, ya habían rebotado en el "blaugrana", tal como lo hacen las pelotas en el frontón. Difícil convivir con el tal Lionel Messi, el amo del club. Fue complicado para ellos adaptarse al sistema del forjador del actual Barcelona, el actual entrenador del Bayern Munich, Pep Guardiola, con esa historia del "Falso 9" de por medio pero, sobre todo, con el estrellato y el protagonismo exclusivo del crack rosarino, nacido futbolísticamente en la ciudad condal.

TRIDENTE. Sólo Neymar pudo sobrevivir y así llegar a formar un tandem temible con el argentino. Y ahora, con Luis Suárez brillando en todo su esplendor luego de un comienzo dificilísimo, de un período de adaptación que solamente el ex-Nacional podía superar con un temperamento de fierro y una calidad inigualable, Messi y Neymar sonríen y se abrazan con él en las fotos y en los videos de vestuario, a la vez que en la interna casi seguramente se llevan muy bien con el uruguayo, no hay por qué pensar lo contrario.

Pero en la cancha...bueno, en la cancha "es otro cantar". Ahí es donde el charrúa ha tenido que arreglárselas sólo, sin el apoyo de Messi y Neymar, quienes siguen buscándose incansablemente entre ellos y tratando de ignorar a como dé lugar la presencia del super-goleador uruguayo. Luis Suárez no ha rematado jamás un tiro libre desde que pisa suelo catalán. El gran capitán de Liverpol, Steven Gerrard, le había cedido su lugar para la ejecución de faltas cerca del área. Solamente remataba alguna que otra y lo hacía como factor sorpresa, para despistar a los rivales, quienes con toda lógica asumían que todos los tiros libres a favor de los "Reds" eran para el letal "King Luis".

PANICO. Y Suárez las metía de pelota quieta en todos los rincones del arco contrario: no quedaba arquero sin mortificar. Por supuesto que Lionel Messi conoce esta historia y sabe que, con su pésimo récord reciente en la materia, el día que le ceda un tiro libre a Luis Suárez, él va a carecer de argumentos para volverlos a ejecutar alguna vez y, lo que es peor, el uruguayo aumentará así considerablemente su caudal de goleo, en perjuicio del tremendo ego -quizás justificado, por qué no?- del argentino. Messi y en alguna medida -menor casi seguro- también Neymar, tienen pánico al éxito de Suárez en Barcelona. Se resisten a ser opacados por el uruguayo y, peor aún, temen que tarde o temprano los quite su rol estelar.

Y ahora ambas estrellas están simplemente aterrorizadas, porque han podido confirmar en vivo y en directo, cómo el uruguayo, respetando sus comienzos en el tricolor y su carrera en Holanda y en Inglaterra, sigue elaborando las facturas, manejando la Van, bajando la mercadería, pesándola y...cobrando en cash, sin necesidad de ayudantes ni de asistentes. Así que tanto Messi como Neymar pensarán, con toda la razón del mundo, que "si encima nosotros dos lo habilitamos como debemos hacerlo, adiós mi plata, la quedamos del todo con éste".

Samuel Eto'o, ayer presente en la tribuna del Parque de los Príncipes, decorado con un gracioso sombrerito, también pasó las suyas en Barcelona. Se adaptó en base a su calidad y a su capacidad goleadora, pero tuvo una duración limitada. Con el tiempo, al igual que Alexis y el popular "Ibra", tuvo que irse, buscando mejores aires para respirar.

MAGO. Luis Suárez Díaz, oriundo del departamento de Salto, al noroeste de la República Oriental del Uruguay, siempre se arregló sólo. Desde chico las pasó duras,.En Nacional tuvo que dejar la "13" de su amigo el "Loco" para que aparecieran los goles que él mismo fabricaba previamente. En Groningen peleó con todo para ganarse el pase al Ayax. En el épico club de Amsterdam la hinchada ya coreaba su nombre masivamente. Allí Europa comenzó a conocer, aunque por entonces muy por arriba, al diferente, al mago heredero del viejo mago, don Héctor Scarone. Se lo llevó Liverpool pero su historia allí es conocida hasta por demás como para repetirla en éstas líneas.

Barcelona le ganó la cuereada al Madrid y se lo llevó porque él deseaba fervientemente ese destino condal. Y allí se las está arreglando como puede, como siempre fue, con su temperamento, con su determinación, con su fibra, con su magia. Es inteligente y no lo dice, pero Luis Suárez sabe perfectamente que aquellos dos que le sonríen por doquier y lo abrazan "emocionados" en cada gol suyo, le temen, le tienen pánico.

Sabe que tiene que arreglárselas sólo, como siempre fue su vida dentro y fuera de las canchas. Pero también sabe que siempre lo hizo bien, siempre encontró el camino de salida del laberinto. Y el miércoles 15 de abril de 2015 dió un paso gigante, uno más, hacia la perpetuidad futbolística. Y pese a que Messi y Neymar parecían -o pretendían parecer- tan felices como él, el paso de King Kong lo dió sólo...como siempre.


jueves, 2 de abril de 2015

Material de Archivo

Domingo de enero allá por el amanecer del nuevo milenio. Obviamente una tarde sin fútbol, un pueblo entero colmando los envidiables cientos de kilómetros de playas del Uruguay costero. Una de esas jornadas en las que en la Sección Deportes todos se miran en medio de un silencio que se expresa a grito pelado. Nadie lo exterioriza pero desde los aparatos de aire acondicionado fluyen frases aciagas como el "qué escribimos hoy? o el "no hay nada, ningún dirigente me contesta el teléfono, están todos en Punta panza arriba, qué pongo de Nacional hoy si están de vacaciones y en Los Céspedes no quedan ni los caseros, ni siquiera los perros de los caseros?"

El suplemento de los lunes espera agazapado. Amenazante y al mismo tiempo burlón, muestra su maléfica sonrisa semiescondido detrás de las plantas del reducido patio exterior, resignado al bochorno de enero pero divertido como nunca mientras  disfruta de la desesperación de los encargados de llenar las páginas porque, no hay caso, la tétrica hora del cierre se les viene arriba y el espacio permanece dramáticamente vacío.

MILAGRO. De repente se produce el milagro. Alguien contesta una llamada y aprieta el acelerador a fondo de entrada: "me imagino que una tarde como hoy no tiene nada. Bueno, sabe con quién arreglamos hoy?" Y no espera la respuesta del sorprendido hombre de prensa sino que sigue de largo, ya pícaramente entusiasmado: "a ver si adivina, vamos, seguro que usted la emboca, usted es bueno en ésto, déle, le doy el puesto en el que juega y todo. Al final trajimos al zaguero!"

"Lembo?" contesta el periodista  y ya en el colmo del éxtasis, agrega: "no me diga que después de toda la novela que se armó con este tema, terminaron concretando ésto un domingo de tarde porque, con todo respeto, no le creo don Walter". La respuesta del bonachón directivo es ya socarrona, triunfante: "como quiera pero yo lo pondría en primera plana porque ésto es como en aquel programa que se llamaba "Aunque usted no lo crea".

La charla se prolongó versando sobre los detalles de la transacción, el contrato, los pesos que habían puesto sobre la mesa y todo lo usual en un pase realmente importante y en aquel momento muy esperado y conversado por público y prensa. Aquel lunes la tapa del Suplemento Deportivo y un gran recuadro en la primera (página) del diario, fue esa gran noticia conseguida casi de "chiripa", tirando la moneda al aire como hace el árbitro antes de cada partido para el clásico sorteo de vallas: "llamo a éste o llamo a aquél? Quién de los dos me atenderá si es que alguno lo hace?".

El resto de la prensa deportiva, lisa y llanamente, se la comió: nadie puso nada sobre el tema porque ninguno habló con ese tal dirigente y en cambio enfocaron la información de Nacional hacia otros derroteros: elucubraciones sobre las perspectivas para aquella temporada que se venía, estadísticas, pases en danza pero no concretados, tantas y tantas cosas para llenar el espacio vacío que no sólo queda cuando un amigo se va, según cantaba el gran Alberto Cortés, sino también cuando un domingo de enero abrasador no se encuentra nada que valga la pena publicar.

Y otros domingos y otros lunes y muchos días, el triunfo fue para la competencia. Y otros fines de semana la victoria se repitió para el mismo lado, es decir para el que dio la primicia del pase de Alejandro Lembo a Nacional, después de mil conflictos e idas y venidas que involucraron a otros futbolistas de aquel Bella Vista que insólitamente tanto dió que hablar, a su presidente y por supuesto a un empresario disfrazado de lobo feroz, que por entonces ya hacía rato que se comía a todas las caperucitas rojas o de cualquier color con las que se topaba en el bosque.

A esta altura el lector se preguntará, con toda la razón del mundo, a qué viene todo éste ajetreo. Y la respuesta es muy sencilla: hubiera sido posible hoy en día haber aplastado a la competencia con el notición de un pase que todos esperaban con ansias e incertidumbre, en medio del mar embravecido por acontecimientos superpuestos y precipitados, marchas y contra marchas, quiebres y re-quiebres, contradicciones, improperios y hasta insultos de todo tipo y color? Hubiera hoy ese mismo periodista mordido el polvo de la derrota. como efectivamente lo hizo en otras ocasiones, frente a la misma competencia que derrotó tan claramente en aquella adormilada tarde de domingo?

OTRAS REDES. La adrenalina del periodista tomó otros rumbos, simplemente se fue a engalanar otros rubros, pero no ciertamente el que involucra a un diario, cuyas noticias de primera plana -y las que no lo son también, por supuesto- no sólo hace rato que no son primicia a la hora que el papel escrito con el alma, con esmero y sacrificio, alcanza los kioskos y supermercados, sino que padecen de una irrelevancia que ya a esta altura de los acontecimientos, no la levanta nada ni nadie.

Las redes sociales ya no tienen marcha atrás, eso luce tan claro como una copa de cristal de Murano, en el archipiélago de Venecia. Con mucho respeto al decirlo, eso sí, pero la verdad no puede omitirse: cualquiera puede vestirse hoy de periodista y largar primicias que reducen a cenizas el papel de los diarios que salen al día siguiente. Los propios secretarios de redacción  practican una norma común: los twits y las fotos deben llover desde entrenamientos, tribunas repletas, hoteles donde se alojan las delegaciones en el exterior, canchas de estadios que están siendo reconocidas por el visitante, llegadas de los equipos a los vestuarios previo a los partidos, momentos de esparcimiento en la piscina del establecimiento y más, mucho más. Nada puede ser obviado, cada 2 minutos el enviado debe mandar un twit entrelazado con la foto correspondiente a dicho texto de 140 caracteres.

FRASES MUERTAS. Al otro día el resultado es el morirse de una nueva enfermedad llamada monotonía: todos salen igual. En la dulce historia del viejo y querido periodismo, el verdadero, el de raza, quedó aquello de "buscar siempre el hacer la diferencia con la competencia", matizado con dichos tales como "flaco, esto es por plata flaco, si el otro se va a tomar mate con el Gerente del club, vos tenés que buscarte otra hora para hacerlo, pero es la única forma que el tipo se confiese contigo".

Frases muertas, caducas, flores marchitas y arrasadas por el vértigo de Twitter y Facebook. Es como tratar de jugar al fútbol al ritmo de los '60. Quien ose hacerlo quedará aplastado como el gato de los dibujitos animados de Tom y Jerry, porque simplemente le caminarán por arriba. Entonces el periodista de raza debe olvidarse de su condición y twitear y sacar fotos a la altura de los que recién están viendo el amanecer de su carrera. Y si tiene que hacer todo eso, cómo se las ingenia para escribir la nota sobre el evento que está cubriendo? Esa es otra historia porque entonces entre twit y twit y foto y foto, deberá buscar en algún rincón remoto de su mente, el poder concentrarse adecuadamente para comentar el partido o pintar un panorama más o menos adecuado de lo que está viendo en el vestuario, en el divertimento de los jugadores en la piscina del hotel o acerca de lo que opinan los protagonistas en un reconocimiento de cancha.

Y todo para  lograr el gran objetivo del periodismo escrito de hoy, la gran meta inmaculada y sacrosanta del diario edición papel de nuestros días: salir al otro día igual que los demás o, en otras palabras, mantener la monotonía como regla general y universal del periodismo escrito de hoy. Una vichadita rápida a los títulos, otra de reojo a las fotos y dale que va, tenemos material para iniciar el fuego del asadito del domingo. Y bueno, después de todo alguna utilidad les quedó.