viernes, 23 de octubre de 2015

El diariero más grande del planeta

Es una temporada tremenda para Chelsea, Mourinho y su multimillonario propietario, el ruso Roman Abramovich y eso es algo que no tiene dos opiniones. Luego de haber ganado la Premier 2014-2015 de punta a punta, así como cuanta copa local se cruzó en el camino del Chelsea, el cimbronazo de un pésimo comienzo conmueve hasta los cimientos a la institución del centro-oeste de Londres. Lo que resulta muy claro es que los insólitos errores cometidos por su laureado técnico fueron decisivos para ello.

Primero se jugó un pleno al cascoteado y mal curado Radamel Falcao García; el colombiano, arrojado como un deshecho por Loui Van Gaal tras su penoso pasaje por Manchester United, encontró inesperadamente cobijo bajo el techo de Stamford Bridge, pero hasta ahora el espectro del gran goleador "cafetero" continúa arrastrándose lastimosamente por la cancha durante los minutos en que Mourinho se ha arriesgado a incluirlo. Si Diego Costa se lesiona -y es propenso a ello- son pocas las opciones que le quedan al portugués para la perforación de las redes rivales.

A propósito del ariete nacido en las favelas de Río de Janeiro, su entrenador le ha fomentado el papel de "malo de la película", un rol de tipo agresivo por demás que tan bien le sale al brasilero-espanol y que, por cierto, no necesita que nadie se lo incentive aún más. Por supuesto que tras esos desplantes del "9", si no aparece la roja en la cancha, llega inexorablemente la suspensión de oficio del tribunal independiente al que la Federación Inglesa asigna dicha función.

Tras cada derrota Mourinho ha apuntado infaliblemente al pecho del árbitro del partido, dando vuelta rápidamente la hoja en la cual quedaban inexorablemente escritos, como en un papiro,  los errores propios y de sus futbolistas, mucho más determinantes en el resultado negativo que la actuación del colegiado de turno. "Está claro que incrementarle el monto de las multas, no es un método confiable para detener los comentarios inapropiados de Mourinho a la prensa tras los partidos", fue el comentario oficial de la Federación Inglesa pocos días atrás, luego de haber penalizado al entrenador en 50.000 libras (unos 68.000 dólares). Eso fue tras el 3-1 con que Southampton vapuleó a Chelsea, partido en el cual hubo tres penales claros no sancionados por el juez del encuentro. Pero la clave está en que dos de ellos fueron cometidos en el área de los "blues", mientras que el más dudoso tuvo lugar en el área del local Southampton. Pese a ello Mourinho salió diciendo, muy suelto de cuerpo y "ultrajantemente ofendido", que los árbitros tenían miedo de sancionar las penas máximas a favor de su equipo.

La Dra. Eva Carneiro ocupó portadas en su momento. No era para menos: Chelsea le había asignado a una mujer la responsabilidad de tratar y curar las lesiones de sus encumbrados futbolistas y eso era algo nuevo, inédito más precisamente en el fútbol inglés. Pocas semanas atrás la profesional volvió a las portadas pero por una razón muy distinta: Mourinho, luego de insultarla en plena cancha y tildarla más tarde públicamente de inepta por no saber "leer" los partidos, restringió su tarea al campo de entrenamiento del club, marginándola de sus funciones durante los partidos. El portugués adujo que Carneiro, durante un partido que Chelsea buscaba desnivelar en su propio estadio, se había apresurado a ingresar a la cancha para atender al belga Eden Hazard. "No sabe leer los partidos, perdió tiempo e hizo que el árbitro -reglamentariamente al haber sido atendido por la sanidad dentro del campo- hiciera salir al futbolista del terreno, cuando empatábamos en casa con 10 jugadores contra 11 del rival". Pero mientras tanto todos pudieron ver en vivo en Stamford Bridge y por supuesto también por televisión, que Hazard mostró signos de dolor más que suficientes para merecer la atención de la sanidad del club.

Una barbaridad, una enorme injusticia lo que hizo Mourinho con una profesional responsable y muy apreciada por los futbolistas, un sentimiento combinado incluso con el del respeto, que siempre estuvo muy al margen, completamente separado de los apreciables atributos femeninos de la doctora. Nada se dijo, pero resultó más que obvio que, con dicha medida absurda, injusta y sobre todo discriminatoria y hasta machista, el portugués comenzó a perder las riendas del vestuario "blue", que ya venía yéndosele de las manos cuando, aparentemente sin mayor explicación y cuando siempre lo había encumbrado hasta lo más alto del podio tras los partidos, comenzó a excluir del primer equipo al capitán y símbolo del club John Terry. En un partido, el defensor pasó de la cancha al banco durante el intervalo y ese avatar en un zaguero no es para nada normal, todo lo contrario: es como decirle "fuiste decisivo en los goles del rival, así que te saco ya".

En resumen, el jugarse al disminuido e irreconocible Falcao, el haber marginado a JohnTerry y expulsado a la Dra. Eva Carneiro, las ácidas críticas, clásicas del mal perdedor, a los árbitros, el defender y hasta acicatear los desplantes y agresiones de Diego Costa en lugar de ponerles coto a tiempo, fueron algunos de los factores que llevaron a la desestabilización de Chelsea, un campeón inglés con todos las galones, venido a menos justamente por quien lo encumbró a la cima del podio.

Claro, él se sigue quejando de los que se quejan de él. Está enfrentado en un duelo "a muerte" con la prensa inglesa, la misma que reproduce sus quejas sobre los árbitros y cada cosa que salga de sus labios. Asume el papel de víctima de la sociedad, diciendo: "estoy viviendo en un mundo diferente, no tengo poder, soy un tipo solitario en esta era moderna del fútbol". Tómelo o déjelo, pero en la gloria o en la humillación, en la victoria más resonante o en la derrota más ultrajante, se sigue hablando de José Mourinho porque vende, vende, vende y nunca deja de vender...diarios, espacios televisivos, programas radiales.

El portugués detesta a la media pero vive y actúa para ella.