lunes, 21 de diciembre de 2015

La infamia de Coates

Los jugadores de Chelsea arrancan el motor como poseídos por Satanás. Al mismo tiempo que ponen primera, encajan en vertiginosa sucesión segunda, tercera, cuarta, quinta y hasta sexta. Quieren refregarle por la cara un triunfo claro y contundente a la tribuna de Stamford Bridge que los hostiga, los insulta, les muestra pancartas insultantes al tiempo que se yerguen miles de "Mourinhos" construidos en cartón. Saben que la pérdida del camarín fue una de las claves para el segundo despido de portugués, así que de paso los gritos, las pancartas y los "Mou" de cartón apuntan también al palco del omnipotente propietario Roman Abramovich, quien se apresta a ver el partido junto al nuevo técnico -interino, eso sí- y al icono del club Didier Drogba, quien con mucho tino, dada la amistad del africano con los referentes del plantel, fue designado Ayudante Técnico del holandés Guus Hiddink hasta el final de la temporada.  

En ese clima encendido, polémico, de infierno, con unos insultando y con los otros -los jugadores azules- decididos a comerse crudo al rival de turno con tal de darle por la cabeza al ex-entrenador y a sus partidarios los exacerbados hinchas, se para Sunderland FC con sus problemas de costumbre, como siempre tratando de hacer pie para no hundirse más y más en la tabla. Sólo que ésta vez el mar donde debe mantenerse a flote, está más embravecido que nunca. Ondea la bandera roja de "Peligro" pero el al "Black Cat" no lo queda otra que ignorarla y aventurarse en las olas asesinas.

EL DIABLO. A los 3' viene un corner de la derecha a favor del local y la pelota cae entre el serbio Ivanovic -el mismo de la penúltima mordida de Luis Suárez- y el uruguayo Sebastián Coates. El balón aéreo se viene abriendo en comba hacia afuera -el típico "centro-banana"- y así le queda entonces muy favorable para el cabezazo del lateral de Chelsea, a la vez que bastante complicado para la defensa del ex-Nacional, quien estira su larga humanidad lo más que puede, pero no logra impedir el cocazo de un avezado cabeceador como el serbio: es el primer y tempranero gol del "blue".

A los 10' un pase rastrero al área visitante no puede ser rechazado por Coates. El zaguero viene cerrando a la carrera con la intención de interceptar el peligroso servicio, pero con tanta mala fortuna que el balón da en sus piernas y tras un nuevo rebote queda servido en bandeja para el catalán Pedro, quien con remate corto anota el segundo del local, todo un desquite personal para la falta de minutos que había tenido con José Mourinho.

 El gigante rubio, descendiente de escoceses, abre los brazos en claro signo de impotencia y frustración, el mismo gesto, casi exacto, que había realizado tras el gol inicial del rival. A los 23' el técnico de Sunderland, el inglés Sam Allardyce, decide excluir a Coates del equipo para darle entrada a Adam Johnson. La formación visitante dejaría la línea de tres y pasaría a jugar con cuatro en el fondo, al tiempo que Johnson, inexplicablemente suplente en un equipo más que mediocre como Sunderland, se movería por derecha para intentar emparejar la lucha con sus habituales dotes, la velocidad y la habilidad con su pierna izquierda.

Sebastián pasa raudo por el costado del entrenador. No mira al técnico pero Allardyce tampoco lo palmotea siquiera y menos aún le da una explicación por un cambio tan intempestivo como inusual. Era cuestión de paladar, un tema de gustos el concluir si la culpa por los dos tempraneros goles recibidos era del ex-Liverpool o no. Para el periodista la explicación exacta descansa más arriba en éstas líneas, o sea que el uruguayo ligó rematadamente mal en los dos goles. Intentó la mejor defensa posible, pero el diablo metió la cola, como tantas veces lo hace en el fútbol y en la vida también claro está.

LO MATO. Sam Allardyce había consolidado a Coates como titular y hasta había declarado en la semana que si Sebastián no se recuperaba de una afección que le aquejaba, debía cambiar el sistema defensivo, ya que la línea de tres estaba ensayada y hasta afirmada con el uruguayo por derecha, el irlandés John O'Shea al centro y Younes Kaboul por izquierda. El entrenador debió percibir que los dos primeros goles de Chelsea no vinieron por errores estructurales ni individuales sino por pura mala fortuna y, en el caso de la apertura, también por méritos del rival en el centro combado hacia afuera y luego en el preciso cabezazo de Invanovic.

De cualquier manera hasta puede resultar aceptable que el entrenador lo haya visto diferente. Después de todo, como va dicho más arriba, era cuestión de paladar, de gusto o, más precisamente quizás, de óptica. Lo que verdaderamente no tiene atenuante es que Allardyce ni siquiera palmoteara a Coates cuando pasó por su lado al ser sustituido o que al menos murmurara a la pasada una palabra de aliento. La verdad cruda y descarnada es que el técnico "lo mató" a Coates, sencillamente "lo mató".

TIMIDO. Y todavía, para empeorar las cosas, muchos "se suben al carro" hoy. Tal es el caso de un comentarista de la BBC, quien calificó a Sebastián de "tímido", suponiéndose que habrá querido decir irresoluto o algo parecido porque, según agregó, "le tocó a Sunderland el único charrúa tímido, ya que si hay algo que los futbolistas uruguayos no tienen es tímidez".

Está en los pies y en la cabeza de Coates el demostrarle a su entrenador que estuvo mal, que se equivocó, que si había confiado en él hasta ayer al punto de declarar públicamente que el mantenimiento del sistema de línea de tres zagueros dependía de su presencia en el equipo, lo que pasó ayer no es suficiente para que cambie de parecer. Y para ello al uruguayo le sobran condiciones y...temperamento.  

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Muertos vivos

El campeón está muerto.

Antes de finalizar la temporada 2014-2015 el multimillonario ruso Roman Abramovich, apoyado por la cúpula de Chelsea FC, extendía por cuatro temporadas más el contrato de José Mourinho, a quien por entonces consideraba el mejor técnico del mundo. Abramovich, Bruce Buck, Marina Granovskaia y Eugene Tenenbaum, firmaron los papelos con los ojos cerrados. Y tan ciegos estaban que ni se les pasó por sus cabezas de avezadas personalidades de las finanzas, el redactar una cláusula de eventual despido del entrenador. "Es nuestro dios" dijeron los magnates por aquellos días, de modo que cerraron los ojos y estamparon sus rúbricas en el nuevo contrato del gran "Mou".

De la misma manera que hay ídolos con pies de barro, en el caso del entrenador portugués se comprobó también que hay dioses con pies de barro. Hoy la compensación que deberá pagar Abramovich, en caso que la cúpula "blue" decida abrirle la puerta de salida al controvertido técnico, sobrepasa las 40 millones de libras, o sea unos 65 millones de dólares americanos. Está claro que el ruso tiene ese dinero e infinitamente más todavía, pero el caso es que cuando le abrió la puerta de atrás en 2007, ya había tenido que abonar al Cuerpo Técnico comandado por "Mou", la nada despreciable suma de 16 millones de la moneda británica.

El campeón está muerto.

En la presente temporada Mourinho se equivocó ya en las primeras de cambio. Aquella tarde del 8 de agosto pasado iba a abrir un surco en su relación con los futbolistas, que ya no se llenaría más. Eden Hazard, la figura del equipo y de la Premier League 2014-2015, caía aparentemente lesionado, al tiempo que el árbitro del encuentro autorizaba el ingreso del Cuerpo Médido de Chelsea, comandado en ese entonces por la Dra. Eva Carneiro. Chelsea, que empataba con West Bromwich Albion en Stamford Bridge (su estadio), jugaba en ese momento con 10 futbolistas debido a la expulsión del mediocampista Nemanja Matic. De ese modo el ingreso de la Sanidad para atender al afamado Hazard, significaba que, al menos por algunos segundos, el local quedaría con nueve hombres en la cancha, ya que reglamentariamente luego de ser asistido en el terreno de juego, el belga debería esperar -muy brevemente por supuesto- la anuencia del juez para reingresar a la lucha.

Aunque resulte difícil de creer por la insignificancia de la situación creada, Mourinho se puso como loco apenas vio entrar a la Dra. y al masajista a la cancha, corriendo diligentemente para atender al futbolista lesionado. Al regreso de ambos las cámaras mostraron que les dijo de todo un poco, ante lo cual la profesional no se quedó callada por cierto.

Tras el empate final el portugués, quien consideró -arbitrariamente por cierto- que Hazard no necesitaba realmente atención médica para recuperarse, se despachó a gusto ante las cámaras. "No entienden el fútbol, no saben leer un partido", dijo refiriéndose obviamente a la Dra. Carneiro y a su ayudante. "Por ahora no estarán más en los partidos y su actividad se limitará al campo de entrenamiento", culminó "Mou", sin percatarse en lo más mínimo que en ese mismo momento y con dicha resolución, estaba quebrando la armonía de su vestuario, es decir, abría esa brecha que hasta el día de hoy no sólo no se cerraría sino que se transformaría en un cráter vomitando lava.

Un par de semanas después de los hechos relatados la Dra. oriunda de Gibraltar decidió dejar el club, a la vez que abrió una causa legal contra el técnico, incluyendo también a la institución que no la respaldó ante el atropello de que fuera víctima. Discriminación sexual es tan sólo uno de los items incluidos en la acción por los abogados de la profesional.

Mientras tanto el rendimiento de los futbolistas fue mermando partido a partido hasta convertir al equipo en algo patético e inaceptable. El entrenador cambiaba referentes como John Terry en la mitad de los partidos, sin mayor explicación. Por otra parte Mourinho nunca intentó siquiera frenar los desplantes permanentes del intempestivo Diego Costa, pese a que era evidente que las actitudes siempre hostiles del delantero le traían al club un dolor de cabeza detrás del otro.

Ante cada tropiezo el técnico atacaba metódicamente al árbitro del partido de marras. Nunca un "mea culpa", pocas veces un reconocimiento de los errores propios y las virtudes del rival de turno pero eso sí, siempre atacando a los fallos referiles, a veces con razón pero en la mayor parte de las ocasiones sin asidero alguno.

 La relación del entrenador con la estrella del equipo, precisamente el belga Eden Hazard, se fue desintegrando rápidamente, en especial luego del episodio de la tarde nefasta de aquel 8 de agosto, ya que el futbolista se sintió en parte culpable o al menos protagonista activo del episodio que derivó en el divorcio de Carneiro con la institución de Stamford Bridge. El "10" se fue desflecando rápidamente, hasta que el lunes último, durante el choque ante el líder Leicester City, se fue de la cancha caminando en pleno partido, alegando una lesión cuya entidad todavía el Cuerpo Médico de Chelsea está por aclarar

El campeón está muerto.,

En la cancha cualquiera sacaba partido (literalmente hablando) de las miserias de "Mou" y su séquito de futbolistas resentidos, heridos en su amor propio ante cada actitud y/o cada palabra del técnico luego de los partidos. Eran -y son aún- "muertos vivos" deambulando con pena y sin gloria por un terreno de juego. Empates -muy pocos- derrotas -muchas más de la cuenta por cierto- hasta desembocar el lunes último en la debacle impresentable ante el asombroso Leicester City, actual líder en solitario de la Premier League, dirigido con mano experta por el veterano entrenador italiano Claudio Ranieri, el mismo a quien Abramovich echó sin compasión para darle entrada al entonces prometedor José Mourinho, en aquel ya lejano 2004.

Antes del comienzo del complemento de dicho encuentro ante Leicester, las cámaras sorprendieron al siempre irascible Diego Costa increpando a sus companeros de defensa por su responsabilidad en la conquista de Jamie Vardie, el sorprendente goleador del torneo. Los reiterados gestos de "están dormidos" eran inconfundibles, más que claros.

El campeón está muerto.

Terminado el encuentro del lunes último, consumada la derrota inapelable ante el inesperado líder de la Premier, las cámaras no tomaron a un Mourinho enojado, furioso, resentido como tantas veces en esta temporada. Un rostro lívido, prisionero de "una palidez muy blanca", desencajado, miraba a la cámara sin ver, al tiempo que reconocía -por fin- que había perdido el control de sus futbolistas. No empleó justamente esas palabras pero fue lo mismo, porque balbuceó -literalmente balbuceó- que los jugadores lo habían traicionado, que los campeones de la temporada pasada ya no se comportaban como tales. Por una vez no descargó su frustración creciente en el arbitraje ni en la prensa ya que, por un lado la labor del juez del partido había sido intachable y por el otro, ya "Mou" no tenía esta vez ni fuerzas ni ganas para atacar a sus dos víctimas preferidas.

El campeón está muerto. Hoy no se habla de otra cosa en Inglaterra. Abramovich y su séquito están en sesión permanente. Hace un par de semanas habían hecho pública la ratificación del apoyo a Mourinho. Pero el problema es que cuando eso sucede, todos los que están medianamente cerca del ambiente del fútbol, sea en la China, en Tanganika, en Uruguay o en Inglaterra, saben lo que viene después....

EL DIA DESPUES

"El club y José han acordado que los resultados no han sido buenos y entienden que lo mejor para las partes es tomar caminos separados". Sí, 24 horas después de escrita esta nota la cúpula de Chelsea, encabezada por Roman Abramovich, decidió prescindir de los servicios de José Mourinho, agregando que el portugués "deja el club en buenos términos y será siempre amado y respetado en Stamford Birdge". El comunicado, todo un terremoto que sacudió y saturó media y redes sociales en Inglaterra y el mundo, agrega que "Chelsea está ahora enfocado en asegurar que nuestro talentoso plantel alcance su auténtico potencial". Con ésta última frase queda evidenciado claramente el hecho de que el mediático entrenador había perdido por lejos el control de sus futbolistas, tal cual se detalla en la nota escrita en la víspera.

Estaba cantado, no había otra salida, Abramovich y su séquito no iban a esperar sentados a ver qué pasaba en febrero en el cruce ante el PSG de Cavani y mientras tanto seguir perdiendo pie en la Premier League. Se fue Mourinho para no volver, eso también está claro pese a todos los elogios que "pour la galerie" salen del comunicado "blue".