Lo echaron como a un perro. Esa es la verdad pura, descarnada, sin tapujos y sin adjetivos hipócritas. Que los resultados mandan y que Sunderland venía perdiendo y más que nada igualando partidos en serie, nadie puede discutirlo. Empató como ninguno y eso, hoy en día, con el sistema de adjudicación de puntos instaurado hace ya un buen tiempo por FIFA, es casi como perder. Sumar de a uno es casi como no sumar nada. Luego de cada igualdad los "Black Cats" quedaban cada vez más cerca de la "zona roja" que, al menos en este caso, no es el área tan visitada por el turismo en Amsterdam, la capital de Holanda, sino el Círculo del Infierno de Dante trasladado a la Premier League, o sea el área de los condenados al descenso.
INFIELES. Con el 4 a 0 a cuestas mucho antes de finalizar el primer tiempo en su Stadium of Light, vapuleado a mansalva por un equipo que es rival directo en la pelea de gallos por no irse al fondo del pozo y que hasta hace muy poco no le ganaba a nadie y ni siquiera le hacía fuerza a nadie, no era difícil predecir el desenlace: "uno más para atendeeeeer!!" decía (o dice aún) una conocida publicidad montevideana de una muy popular casa de repuestos de automotores. Ese mismo sábado, con los hinchas abandonando masivamente las tribunas a partir de los 30 minutos del primer tiempo, en una demostración de infidelidad a la causa que realmente estremece y rebela pero que no es nueva ni por asomo en las hinchadas británicas, con algunos desquiciados que, lejos de conformarse con abandonar el "Titanic" a su suerte, en su camino a tierra firme se dedicaron al codiciado deporte de insultar con todos los epítetos habidos y por haber al técnico de turno, se supo sin saberse que Gustavo Poyet, el generoso derrochador de esfuerzo, el laburante, el sacrificado, el inteligente pero también el sanguíneo, el pasional, ya no estaría junto a la línea de cal ante West Ham, el próximo fin de semana.
Lo echaron como a un perro. Claro, podrá afirmarse sin temor a equívocos que le dieron salida como a tantos técnicos cuando los resultados no se dan, porque si bien es una frase hecha y hasta manoseada, continúa siendo cierto que "los resultados mandan". El problema siempre es el mismo, cambian los nombres de entrenadores y de futbolistas, pero la tijera siempre corta el mismo hilo; si es el más fino o no, no interesa, pero el que "vuela" en éstos casos es invariablemente el técnico. "Claro, no vamos a echar a todo el plantel de futbolistas y quedarnos sin nadie!", es una frase repetida e inclusive inútil, de tanto que se sobreentiende.
BIBLIA. El tema es que el procedimiento, tan usual en Sudamérica y en buena parte del mundo, era sistemáticamente rechazado en esta parte del mundo. Más de una década atrás, en Inglaterra los contratos de los entrenadores se respetaban casi como la Biblia y...no mandaban los resultados. Los hinchas podían tirar la sede del club abajo y hasta echar espuma por la boca, profiriendo los insultos más atroces al técnico de turno. Y los diarios eran libre de enchastrar al hombre hasta quedarse sin tinta. Inclusive los futbolistas podían escupir públicamente todas las miserias que se les antojara contra su conductor. Nada, absolutamente nada de lo que sucediera, tocaría al responsable del plantel, inamovible como una roca al frente del plantel en cada entrenamiento y surcando la línea de cal, gritando hasta quedarse ronco durante los 90 minutos de cada partido.
Pero llegaron los jeques árabes, quataríes y demás. El ruso Roman Abramovich compró a Chelsea, inaugurando la era de los multimillonarios "mandamases" que todo lo disponen, mandan, hacen y deshacen a su gusto y placer, sin importar que de fútbol solamente sepan que la pelota es redonda, que la cancha tiene forma rectangular y que en cada extremo yacen dos arcos de fierro con redes adosadas. Ellos, los ignorantes con diamantes incorporados, yates descomunales y mansiones de un lujo indecente, impusieron las nuevas reglas y como parte de ellas decidieron que con los entrenadores había que hacer "la gran Sudamérica".
PALO Y AFUERA. Si el israelí Avran Grant, actual entrenador de Ghana, en 2008 llevó de la mano a Chelsea a la final de la Champions ante Manchester United pero la perdió en el último penal de la serie porque John Terry se resbaló y su remate dió en el fierro izquierdo del arco rival, para Abramovich eso fue culpa del técnico, así que no dudó un segundo en ponerlo de patitas en la calle.
Del mismo modo, luego del desastre causado por el impresentable italiano Paolo Di Canio, Gustavo Poyet llevó a Sunderland a la final de la Capital One 2014 nada menos que ante Manchester City en Wembley, el Templo del Fútbol y tras cartón escaló posiciones en forma casi inverosímil en la tabla de la Premier League, hasta dejar al club sano y salvo en Primera División, No conforme con éstos logros, forjados a pulmón con un plantel muy modesto y limitado, más allá de su inteligencia y capacidad innegables para el cargo, el uruguayo decidió que le iba a ganar todos los clásicos a Newcastle, el rival de Sunderland de todos los tiempos. Y se los ganó ante la incredulidad de todos, incluido su colega inglés Alan Pardew, quien ya llevaba un buen tiempo al frente de las "urracas" del norte de Inglaterra y no entendía que eso pasaba porque un técnico uruguayo con capacidad y con mucho de lo que hay que poner en éstos casos, le hiciera morder el polvo de la derrota.
TEMBLADERAL. Pero nada de todo ésto contó. Tampoco se tuvo en cuenta que a ojos vista los zagueros centrales titulares de Sunderland, el irlandés O'Shea y el inglés WesBrown, ambos ex-Manchester United, tuvieran como hobby principal hacerse expulsar frecuentemente o anotarle goles a su propio arquero, además de cometer horrores defensivos derivados en goles rivales, que hubieran sido "bloopers" insuperables en aquellos viejos programas de Tinelli en la televisión argentina. Adam Johnson, un referente en la delantera de Poyet, un diferente, un desequilibrante, fue una montana rusa: subió y bajó con tanto vértigo como pueda imaginarse...cuando no estuvo lesionado. En cuanto a Jermaine Defoe, Poyet estaba muy entusiasmado y expectante, así que fue muy gráfico con este periodista: "estoy contentísimo, no sabés lo que me costó traerlo, no tanto por el dinero, más bien por la cantidad de ofertas que tenía. Pero me eligió a mi porque ya había trabajado conmigo (cuando el uruguayo era ayudante y traductor del andaluz Juan De Ramos y ganó la Carling Cup en final ante Chelsea)". Pues el ex-goleador de la selección inglesa vino "hecho fleco"y fue un fracaso estrepitoso.
De todos modos Gustavo Poyet dijo ayer al autor de esta nota que "La verdad es que estoy muy tranquilo, demasiado te diría, creo que mi conciencia es la que está muy tranquila, así que ahora a descansar, ver futbol, ver entrenamientos y prepararme para la próxima etapa".
Pero será Stuart Pearce, hoy dirigiendo a Nothingham Forest, ex-técnico de la Sub-20 inglesa y del "Team GB" en los Juegos Olímpicos de 2012, quien cerrará esta nota debido al graficismo de la palabras que vertió tras el infame cese de Gustavo Poyet en Sunderland: "no puede ser que no se deje trabajar al técnico hasta el final de su contrato, debería existir un período de pases para entrenadores y hasta ese momento no podría haber ni ceses ni movimiento alguno de ninguna de las partes"
Nota del autor: Laura #Garracharrua @LBCeleste, tal como se apoda en Twitter, residente en New Yersey y una de las tantas defensoras " a rabiar" de deportistas uruguayos por el mundo, fue la persona (seguidora) que me sugirió a través del Twitter la elaboración de esta crónica. Sólo le contesté "dejame ver cómo la encaro", porque sabía que no tenía otra salida ya que era un "Sí" o un "Sí" y con el máximo gusto. Correspondía.
La salida de Borini y la falta de un "9" de cierta categoría fueron factores decisivos de el cese ed Poyet!!!
ResponderEliminarGracias por leerme y por tu opinión. Abrazo grande.
EliminarMuchas gracias Alvaro. Muy bueno el articulo. Espero Gus tenga suerte y lo podamos seguir viendo como DT en la Premier..
ResponderEliminarCorregido Laura, es la edad, gagagagaga y no Lady Gaga precisamente. Quise poner Stuart Pierce. Abrazo grande.
EliminarNo pasa nada... yo estoy tomando Ginkgo hace tiempo.. ja ja ja... "
ResponderEliminarAlvaro, como siempre, un gusto leerte. Ni que decir de la tristeza y la bronca, para que? Un abrazo.
ResponderEliminarGracias mil, te mando un gran abrazo.
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