sábado, 26 de septiembre de 2015

El intruso

Luis Suárez ya ha concretado dos goles extraidos de su cosecha. No fueron espectaculares, no tuvieron nada que hacer ante otras obras de arte colgadas en las paredes de su museo imaginario, pero fueron lindos goles, muy buenas definiciones. De esa forma, ya en el segundo tiempo, Barcelona hace bien los deberes y le gana claramente por 2 a 0 a uno de los colistas de La Liga, el recién ascendido Unión Deportiva Las Palmas.

Lionel Messi ya hace rato que no está en la cancha. Desde los albores del partido un problema de rodilla lo ha marginado de las canchas por unas tres semanas, día más, día menos. Neymar luce desesperado y no puede disimularlo: el convidado de piedra, en ausencia del patrón de todos, ya ha besado las redes por dos veces consecutivas y en cambio él, el eterno compinche del ídolo rosarino, no está dando pie con bola. "No puede ser, no puede ser", parece decirse a sí mismo mientras echa espuma por la boca. Y cuanto más lo intenta, más lejos parece estar el gol de su alcance, tal cual le sucede a los goleadores toda vez que se desesperan por el codiciado objetivo: la red del arco contrario.

BLOQUEADO. Y llega la jugada del penal. El uruguayo juega al sombrerito con un defensa rival y cuando intenta pasar la pelota por un costado del cuerpo del defensa, éste mete su mano derecha y no le deja al árbitro otra opción que la sanción de la pena máxima. Dos goles, un penal provocado, qué más? Tirarlo y concretar el "Hat Trick"? "No, eso nunca", parece decirse Neymar y para reafirmar el concepto, toma el balón inmediatamente y lo coloca en el punto penal. Mientras espera la orden del árbitro, piensa: "si este cuadro no es el de Messi, es el de Neymar, así que lo tiro yo y lo meto yo". Tras el silbato del colegiado, el brasilero intenta colocar el balón por el centro del arco, pero le sale un remate que hubiera sido bienvenido en el actual Mundial de Rugby que se disputa por estos pagos: arriba del horizontal y no por poco precisamente.

Luis Suárez nunca ha rematado un penal desde que defiende a Barcelona. Está bien, no es su especialidad, tanto es así que en Liverpool, aún siendo el uruguayo su máxima estrella, los ejecutaba el gran Steven Gerrard. Nunca se dio, pero si el formado en Nacional hubiera estado a un gol de un "Hat Trick", con un partido poco menos que definido ante un equipo de mediocre hacia abajo, en esas circunstancias su amigo y capitán jamás le hubiera negado la ejecución de una pena máxima. En cambio Neymar lo bloqueó por cierto y también Messi lo hubiera hecho de haber permanecido en la cancha. El coloso Suárez les molesta, les hace tanta sombra y les asusta tanto a ambos, al punto que que una sóla vez le han otorgado el "gigantesco" privilegio de rematar un tiro libre y el uruguayo lo estrelló en uno de los fierros del arco rival, contrastando con una cantidad incalculable de balones regalados a la tribuna por la "hermosa parejita propietaria" del Barcelona.

INTRUSO. Mientras tanto José Enrique mira y calla. Total, mientras las cosas sigan rodando así, él salva su pellejo, de modo que eso da como para tolerar cualquier injusticia. Además está claro que él no manda. O existe alguien que pueda negar eso?

Además salta a la vista que "el que quiere celeste que le cueste". Suárez quiere celeste y le cuesta. Le cuesta una suspensión casi inmoral, que incluye el haber sido tratado como a un delincuente, aún reconociendo claro está, el sello insólito y lo repetitivo de sus agresiones. Suárez quiso Barcelona y le cuesta. Le cuesta el ser tratado por los actuales "capangas" del club como el intruso que viene a usurparles el trono y sus prebendas reales. Saben que no lograrán echarlo como a Eto'o, Ibrahimovic, Villa y Alexis Sánchez. Y eso es lo peor, lo saben, así que lo que les queda a Messi y a Neymar, es simplemente hacerle la vida imposible, al menos adentro de la cancha...a ver qué pasa, por ahí el hombre se va sólo. Total, qué se pierde?

Y por último está muy claro que, llegados a la cúspide de sus carreras y favorecidos por el entorno, el dinero y el poder, los futbolistas también desarrollan dotes actorales como para que las fotitos que los muestran juntos y sonrientes y que ellos mismos postean raudos en las redes sociales, hagan creer que existe entre ellos una amistad férrea, inquebrantable, única e inamovible.