miércoles, 20 de febrero de 2019

La trama del "Brexit"

"Sombras nada más..." Como en el viejo bolero, sombras nada más se ciernen sobre la economía británica, por ahora, todavía una de las más fuertes del planeta, lo cual no es secreto para nadie, sea idóneo en la materia o no.

Todo comenzó en 2010, cuando el Partido Conservador recuperó el gobierno del país tras muchos años de ostracismo. La falta de mayoría parlamentaria obligó al Primer Ministro electo, David Cameron, a forzar una alianza con el Partido Liberal Demócrata, tradicionalmente la tercera fuerza política del Reino Unido pero históricamente más cercana en ideas y proyectos al Partido Laborista, la segunda corriente política del país. Fue entonces una alianza hecha "con forceps", obligada por las circunstancias y, consecuentemente, condenada al fracaso a mediano o largo plazo..

Las discrepancias no demoraron en aparecer y la coalición se resquebrajó en varias partes, aunque a la postre consiguió llegar al fin del período del gobierno de Cameron. Sin embargo, para entonces el Primer Ministro ya había adoptado las providencias necesarias para que la situación no volviera a repetirse en los comicios de 2015, en los cuales presentaría nuevamente su candidatura como líder del Partido Conservador. Agazapado en las sombras, conspiraba un grupo ultraderechista, de claro corte neo fascista, xenófobo por excelencia, que promovía, entre otros tópicos, la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Cameron no quería mas alianzas forzadas para su siguiente período de gobierno, así que decidió que necesitaba asegurarse en las urnas a los seguidores de ese grupo de su Partido, muy cercano por cierto al naciente partido de extrema derecha denominado UKIP.

Y entonces en 2014, un año antes de las siguientes elecciones generales, les prometió lo que querían: un plebiscito, a realizarse en junio de 2016, en el que se decidiría la permanencia o no del Reino Unido en la Unión Europea. Entonces, en 2015, a cuenta de dicha promesa y con los votos de quienes seguían a los que pretendían escindir al país del bloque continental, David Cameron no sólo volvió a ser elegido para comandar a su nación, sino que también obtuvo la tan ansiada e imprescindible mayoría parlamentaria para poder gobernar el país...gracias a ese plebiscito prometido el año anterior.

Trascendió que Cameron, en su intimidad, se jactó de haber usado esa corriente de extrema derecha de su Partido para lograr los votos que necesitaba imperiosamente en aras de conseguir esa dichosa mayoría parlamentaria, clave para enfrentar un nuevo período de gobierno, ya que, según confesó alguna voz muy próxima al entonces Primer Ministro, para Mr. Cameron era literalmente imposible que en el mentado plebiscito se impusiera la corriente que deseaba abandonar la Unión Europea. Meses después de asumir su segunda magistratura y ante algunos resultados de encuestas realmente alarmantes, de cara al prometido plebiscito de junio de 2016, el Primer Ministro y sus Secretarios de Estado encendieron las alarmas y comenzaron una campaña casi desesperada por impedir que los votantes inclinaran la balanza para que el país abandonara la Unión Europea. El gobierno repartió prospectos casa por casa a lo largo y a lo ancho de todo el país, detallando las consecuencias desastrosas de un presunto triunfo del luego bautizado "Brexit". Pérdida de empleos, fuga de capitales, bancos y empresas, caída en picada de la economía, nada faltó en el pequeño libro que recibió cada familia del Reino Unido.

Todo fue inútil. Del otro lado, los ultraderechistas le simplificaron las cosas a sus seguidores, mayoritariamente gente de la tercera edad, con escaso nivel intelectual y provenientes de zonas mayormente agrarias, reduciéndolo todo al tema de la inmigración. Era salir de la Unión Europea y las fronteras quedaban cerradas a la corriente de gente que, sin solución de continuidad, había venido entrando al Reino Unido durante cinco décadas. Les dijeron que había que recuperar la Gran Bretaña de sus antepasados, hecha por los británicos sólo para los británicos. Jamás les aclararon a sus nacionales que los inmigrantes llegaban para ocuparse de los trabajos duros y hasta insalubres algunos, que ellos, los británicos, deshechaban sistemáticamente. Tampoco les dijeron que la mayoría de la inmigración provenía de visas otorgadas a corrientes migratorias llegadas desde distintos países de Asia y de Africa y no precisamente de las naciones de la Unión Europea. Menos aún se les aclaró a los votantes que la salida del bloque aparejaría un proceso complejo por demás, una telaraña casi imposible de desenredar, a la que se le agregaría el colapso financiero, la caída de la economía, la pérdida masiva de puestos de trabajo, la fuga de capitales, de bancos y de empresas.

Todo fue inútil. Por más que el entonces Primer Ministro y su gabinete apelaron a todo lo que tuvieron a su alcance para desalentar el voto de salida de la Unión Europea, terminaron ganando quienes se aprovecharon de la ignorancia, del entorno y de la edad avanzada de muchos de quienes sufragaron en el plebiscito de junio de 2016. Al día siguiente, David Cameron renunció como Primer Ministro de Gran Bretaña, aduciendo que no se consideraba la persona adecuada para conducir al país a través del proceso complejo y crítico que se avecinaba.

Cameron inventó un plebiscito para conseguir la mayoría parlamentaria en las elecciones de 2015. El precio que pagó por su ambición política fue desorbitado, ya que debió renunciar a su cargo. Claro que mucho peor es el precio que injustamente está pagando su país. El próximo 29 de marzo es la fecha de salida de la Unión Europea pero mientras tanto el plan de la Primera Ministra Theresa May, es decir el acuerdo al que llegó con los líderes de la Unión Europea, rebota una y otra vez en la Casa de los Comunes. El pésimo manejo del tema por ambos Partidos mayoritarios ha provocado once renuncias de parlamentarios conservadores y laboristas, partidarios de devolver el tema a los votantes para que decidan, ahora sin engaños y con mayor participación de los jóvenes, si realmente desean que Gran Bretaña deje la Unión Europea.

La sombra de una salida sin acuerdo asusta a todos, ya que sería una auténtica catástrofe económica y financiera, con cierre masivo de empresas, traslados de bancos y consiguientes pérdidas de puestos de trabajo. La fuga de empresas, sobre todo en la industria automovilística, es ya alarmante sin necesidad de esperar a una salida del bloque continental sin acuerdo previo. Primero fue la "Jaguar-Land Rover", hoy la fuga más fresca es la de "Honda", cerrando su planta de la ciudad de Swindon y dejando a 3.500 familias en situación de calle. Sus ejecutivos adujeron razones de "marketing" para dicho cierre, pero fuentes extra oficiales aseguraron que el funesto"Brexit" tuvo una parte clave y medular en la resolución.

Muchos rezan hoy en Gran Bretaña para que el grupo de "Independientes" que abandonaron entre lunes y miércoles a sus fracciones políticas, consiga muchos más adeptos -se asegura que así será- y logre en el Parlamento los votos necesarios para que la consideración del "Brexit" vuelva a las urnas, previo postergación de la fecha de salida inicialmente prevista para el próximo 29 de marzo.