Darwin Núñez le sigue comprando regalos a los hinchas de Liverpool y estos se los agradecen con ovaciones estruendosas que hacen temblar el viejo templo de Anfield Road y que parecen confirmar que realmente un nuevo ciclo uruguayo está en marcha en la ciudad de los legendarios Beatles. Por supuesto que ellos ni por asomo olvidan las hazañas inigualables de Luis Suárez. Y tampoco comparan, no sólo por aquello tan trillado de que las comparaciones son odiosas, sino porque, en este caso, futbolísticamente hablando, resulta imposible comparar.
Sin embargo hoy los liverpoolenses vuelven a estar felices por obra y gracia de otro goleador nacido muy cerquita del lugar en el que Suárez vio la luz en este mundo. Al despliegue y al genio del argentino Mac Allister, a la magia del egipcio Mohamed Salah y al "diablo en el cuerpo" que tiene el cafetero "Lucho" Díaz, el artiguense Darwin le viene poniendo la frutilla sobre la torta con goles que sellan remontadas o que simplemente definen partidos como el de la tarde del domingo ante el hoy encumbrado West Ham United.
Con un robo cerca de su propia área, Núñez inició la jugada que él mismo culminó con un taquito en el área rival y con Salah en el piso tras ser claramente derribado cuando era inevitable que aprovechara la asistencia del uruguayo para fusilar al francés Alfonse Areola, cosa que el egipcio concretó igualmente desde el punto del penal. Transcurrían sólo 15 minutos y la acuarela ya iba pintando de rojo el césped de Anfield.
Sin embargo lo cierto fue que cerca del cierre del primer tiempo el siempre inquieto Jarrod Bowen, tirándose en palomita, anotó el empate y complicó las cosas para el dueño de casa. Antes del descanso, un remate de Núñez al primer palo fue neutralizado por Areola. El uruguayo amenazaba, anunciaba que no se entregaba y pronosticaba cosas para el complemento: había tiempo.
A 11 minutos de iniciado el segundo tiempo, el artiguense tuvo el segundo pero tras una media vuelta perfecta dentro del área rival, le pegó tan mal a la pelota como para mandarla de obsequio a la tribuna. No hubo que esperar demasiado, sólo 4 minutos, para que se viera sobre el césped la obra de arte que culminó con el segundo gol del local. El mundialista Mac Allister, un genio vestido de rojo, frotó la lámpara. Núñez levantó la cabeza para seguir la trayectoria del balón surcando el cielo de Liverpool, "picó" calculando el punto de aterrizaje del útil y, sin molestarse en intentar pararlo, le dió en el aire un suave toque corto que alcanzó y sobró para dormirlo en el fondo de la red de Areola.
Cuando a los 85 minutos llegó el tercer gol, el del portugués Diogo Jota, ya West Ham había quedado desarmado. Darwin Núñez es hoy día un factor decisivo para que el Liverpool de Jurgen Klopp, Salah, Mac Allister, Luis Díaz y compañía, sea el único escolta, a sólo 2 unidades, del aparentemente imparable Manchester City de Guardiola, Haaland y Foden.
Sin embargo Darwin Núñez viene haciendo carrera como fabricante de sueños y, si esto sigue así, cualquier cosa puede pasar.
DERBY. El clásico del norte de Londres se saldó con un empate: 2 a 2. Hasta los 35 minutos el protagonista exclusivo fue Arsenal, con una presión sostenida sobre la salida del rival, pero con el magro saldo de sólo un gol a favor y encima convertido en propio arco por el mundialista argentino, Cristian Romero. Entre salvadas heroicas del arquero italiano del Tottenham, Guglielmo Vicario, y el gol errado casi insólitamente por el brasileño Gabriel Jesús, fortalecieron el viejo dicho de que "goles errados son goles en contra".
Y claro, ni lerdo ni perezoso el capitán de los Spurs, el goleador coreano Heung-Ming Son, apareció casi en la hora del final del primer tiempo, para hacer respetar esa sentencia y poner el 1 a 1 parcial. Arsenal, que no hacía pie desde el minuto 35, encontró un nuevo regalo del "Cuti" Romero, en una tarde de espanto, que seguro el argentino no olvidará: manos arriba, penal clarísimo que Bukayo Saka transformó en el transitorio 2 a 1 para el local.
Sin embargo el vasco Michel Arteta hizo cambios que nadie entendió: entraron el alemán Havertz, quien desde que tiene minutos en su nuevo club es obligado a jugar en una posición en la que no rinde porque sencillamente no la siente y el ítalo-brasileño Jorginho, el mismo que en su primer toque del balón, lo perdió insólitamente propiciando el segundo gol de Son.
Con el 2 a 2 instalado en el marcador, Arsenal, que ya no podía, siguió sin poder, mientras que Tottenham Hotspur, quizás pudo pero prefirió no arriesgar y asegurar el puntito de visita en el Emirates Stadium.
ATROPELLO. Newcastle United apabulló al local Sheffield United con un 8 a 0 que mucho antes de concretarse había echado del estadio a las tres cuartas partes de la hinchada del dueño de casa.
Más que goleada, fue casi un atropello y un atropello curioso porque, aunque parezca mentira, las "Urracas" del norte de Inglaterra no brindaron una gran exhibición futbolística para llegar a esa cifra, sino que, simplemente, fueron prácticas a la hora de explotar las tremendas falencias de un equipo recién ascendido y con perspectivas demasiado claras de un descenso prematuro, por más que recién esté amaneciendo en la temporada.
Y para que nadie cuestione el ambiente de equipo que reina en los dirigidos por Eddie Howe, debe remarcarse debidamente que los 8 goles fueron anotados por 8 futbolistas diferentes: un récord muy pero muy difícil de igualar.