Parece el anuncio de un thriller pero lamentablemente es una descripción muy somera de lo que a esta hora les está pasando a Phaedra Almajid y a Bonita Meljiades, como consecuencia directa de haber compartido su verdad con el abogado neyorquino Michael García, investigador oficial de FIFA de los procesos de adjudicación de los Mundiales 2018 y 2022, respectivamente otorgados a Rusia y a Quatar, tras más que dudosas maniobras que, según ambas valientes mujeres, incluyeron sobornos flagrantes a altos ejecutivos africanos del máximo organismo del fútbol mundial.
Como ya se sabe, el alemán Hans-Joaquim Eckert, en su cargo de Juez de Etica de FIFA, desconoció y dejó incompletos en su Resumen final varios pasajes medulares del "Informe García", lo cual motivó que el estadounidense formulara una apelación oficial ante el organismo correspondiente de los presididos por el suizo Josepp Blatter. Horas después se conocería que ambos jerarcas, es decir Eckert y García, agendaron para este jueves una reunión "de altos mandos", con el único fin de llegar a un acuerdo sobre el diferendo.
DOS MUJERES. Esa venía siendo la noticia más fresca hasta que aparecieron ambas mujeres y sus respectivas cartas de denuncia dirigidas al matutino británico The Guardian y al propio Michael García, las cuales conforman todo un alegato contra una corrupción que aparece como brutal, despiadada, cruda, alevosa, que inclusive emplea métodos más propios de la Edad Media y de la Inquisición, que de nuestros días. En su momento, Phaedra Almajid había denunciado que los altos ejecutivos de FIFA, los africanos Issa Hayatou, Jacques Anouma y Amos Adamu, se habían embolsado un millón y medio de euros cada uno para que emitieran su voto por Qatar para organizar el Mundial 2022. Dicha acusación, obviamente, fue negada enfáticamente por todos ellos. Pero Almajid veía la cosa desde adentro, como que trabajaba en ese momento ejerciendo un alto cargo en la candidatura del país asiáico, de modo que pocas dudas pueden caber sobre la veracidad de sus cargos.
Pero casi enseguida a Phaedra la presión se le hizo insostenible, por lo cual tuvo que retractarse de lo dicho. El Comité Organizador del Mundial de Quatar la conminó a retirar sus acusaciones mediante la firma de un estamento en el cual ella juraba que sus dichos eran falsos, que los había inventado y que para emitir dicha declaración de retractación, en ningún momento había sido puesta bajo presión ni recibido aliciente económico alguno. De todos modos, Almajid, pese a no trabajar más en el fútbol, accedió a confiarle al investigador Michael García todas sus denuncias, "en el convencimiento de que esos hechos verdaderos conocidos por mi, lo ayudarían en la investigación que estaba llevando adelante", según declaró a The Guardian.
TRAICION. No sospechaba que sería traicionada y no precisamente por Gacía, sino por el alemán Hans-Joaquim Eckert, asombrosamente exhibiendo el pomposo título de...Juez de Etica de la FIFA, aunque ciertamente semejante rótulo resulte en él algo casi imposible de entender. "Como le he explicado a usted y a sus colegas, la promesa de confidencialidad, hecha de palabra y también por escrito, fue crucial para mi cooperación con su investigación, sobre todo considerando mis circunstancias personales, particularmente la seguridad de mis dos hijos y la mía", explica Almajid en la carta dirigida al investigador, el abogado estadounidense Michael García.
Phaedra es lapidaria con el alemán. Por supuesto, dirige la carta-protesta al abogado García, pues fue la cara visible con la que trató, en quien confió para que su identidad fuera guardada en estricto secreto luego de sus detonantes revelaciones, pero sabe que Michael (García) apeló el resumen de la investigación, emitido por Eckert, basado en un sinnúmero de razones, entre las que posiblemente está la violación del secreto de la identidad de las dos mujeres que, valientemente, le pusieron el pecho a las balas y enfrentaron la corrupción a capa y espada.
En la carta al abogado estadounidense, jefe de la investigación, Phaedra Almajid termina crucificando a quien denomina "Herr Eckert", cuando dice que "no sólo su sumario es una cruda, cínica y fundamentalmente errónea descrpción de mi misma y de la información y materiales que suministré para su investigación (la del estadounidense García), sino que directamente rompe en mil pedazos las seguridades que FIFA me había dado sobre mi confidencialidad".
DESENMASCARADAS. Por su parte Bonita Mersiades, la australiana que trabajó precisamente por la candidatura de su país para la organización del Mundial de 2022, dice en The Guardian, que lo que hizo el alemán Eckert, es una simple y burda denigración de dos mujeres valientes, que se animaron a contar al investigador las irregularidades que vieron. "El Resumen del Juez Eckert rompe claramente nuestras garantías de confidencialidad. Justamente el hecho de que se decidiera no publicar completo el "Informe García" y sustituirlo por un Resumen, se basaba en ese específico fin de mantener en secreto la identidad de los testigos", dice Mersiades en su carta al investigador y agrega que "si bien no somos nombradas en el reporte, aparecemos en el mismo como claramente identificables, completamente desenmascaradas".
Finalmente la australiana da el golpe definitivo al Juez alemán...de Etica: "para completar la situación El Juez Eckert usó su Resumen para cuestionar nuestra credibilidad y deteriorar nuestras personalidades".
Ellas hablaron e identificaron individuos corruptos. Los denunciados saben perfectamente cómo se llaman ellas, dónde viven, cuál es su familia, a qué escuelas van sus hijos. Lo saben todo. Están fichadas, sus familias también lo están. Son testigos de cargo...desprotegidas. Las mismas manos que se extendieron sin pudor alguno para tomar aquel dinero sucio, pueden ejecutarlas. Y cuando llegue la hora, no dudarán en hacerlo.
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