Domingo de enero allá por el amanecer del nuevo milenio. Obviamente una tarde sin fútbol, un pueblo entero colmando los envidiables cientos de kilómetros de playas del Uruguay costero. Una de esas jornadas en las que en la Sección Deportes todos se miran en medio de un silencio que se expresa a grito pelado. Nadie lo exterioriza pero desde los aparatos de aire acondicionado fluyen frases aciagas como el "qué escribimos hoy? o el "no hay nada, ningún dirigente me contesta el teléfono, están todos en Punta panza arriba, qué pongo de Nacional hoy si están de vacaciones y en Los Céspedes no quedan ni los caseros, ni siquiera los perros de los caseros?"
El suplemento de los lunes espera agazapado. Amenazante y al mismo tiempo burlón, muestra su maléfica sonrisa semiescondido detrás de las plantas del reducido patio exterior, resignado al bochorno de enero pero divertido como nunca mientras disfruta de la desesperación de los encargados de llenar las páginas porque, no hay caso, la tétrica hora del cierre se les viene arriba y el espacio permanece dramáticamente vacío.
MILAGRO. De repente se produce el milagro. Alguien contesta una llamada y aprieta el acelerador a fondo de entrada: "me imagino que una tarde como hoy no tiene nada. Bueno, sabe con quién arreglamos hoy?" Y no espera la respuesta del sorprendido hombre de prensa sino que sigue de largo, ya pícaramente entusiasmado: "a ver si adivina, vamos, seguro que usted la emboca, usted es bueno en ésto, déle, le doy el puesto en el que juega y todo. Al final trajimos al zaguero!"
"Lembo?" contesta el periodista y ya en el colmo del éxtasis, agrega: "no me diga que después de toda la novela que se armó con este tema, terminaron concretando ésto un domingo de tarde porque, con todo respeto, no le creo don Walter". La respuesta del bonachón directivo es ya socarrona, triunfante: "como quiera pero yo lo pondría en primera plana porque ésto es como en aquel programa que se llamaba "Aunque usted no lo crea".
La charla se prolongó versando sobre los detalles de la transacción, el contrato, los pesos que habían puesto sobre la mesa y todo lo usual en un pase realmente importante y en aquel momento muy esperado y conversado por público y prensa. Aquel lunes la tapa del Suplemento Deportivo y un gran recuadro en la primera (página) del diario, fue esa gran noticia conseguida casi de "chiripa", tirando la moneda al aire como hace el árbitro antes de cada partido para el clásico sorteo de vallas: "llamo a éste o llamo a aquél? Quién de los dos me atenderá si es que alguno lo hace?".
El resto de la prensa deportiva, lisa y llanamente, se la comió: nadie puso nada sobre el tema porque ninguno habló con ese tal dirigente y en cambio enfocaron la información de Nacional hacia otros derroteros: elucubraciones sobre las perspectivas para aquella temporada que se venía, estadísticas, pases en danza pero no concretados, tantas y tantas cosas para llenar el espacio vacío que no sólo queda cuando un amigo se va, según cantaba el gran Alberto Cortés, sino también cuando un domingo de enero abrasador no se encuentra nada que valga la pena publicar.
Y otros domingos y otros lunes y muchos días, el triunfo fue para la competencia. Y otros fines de semana la victoria se repitió para el mismo lado, es decir para el que dio la primicia del pase de Alejandro Lembo a Nacional, después de mil conflictos e idas y venidas que involucraron a otros futbolistas de aquel Bella Vista que insólitamente tanto dió que hablar, a su presidente y por supuesto a un empresario disfrazado de lobo feroz, que por entonces ya hacía rato que se comía a todas las caperucitas rojas o de cualquier color con las que se topaba en el bosque.
A esta altura el lector se preguntará, con toda la razón del mundo, a qué viene todo éste ajetreo. Y la respuesta es muy sencilla: hubiera sido posible hoy en día haber aplastado a la competencia con el notición de un pase que todos esperaban con ansias e incertidumbre, en medio del mar embravecido por acontecimientos superpuestos y precipitados, marchas y contra marchas, quiebres y re-quiebres, contradicciones, improperios y hasta insultos de todo tipo y color? Hubiera hoy ese mismo periodista mordido el polvo de la derrota. como efectivamente lo hizo en otras ocasiones, frente a la misma competencia que derrotó tan claramente en aquella adormilada tarde de domingo?
OTRAS REDES. La adrenalina del periodista tomó otros rumbos, simplemente se fue a engalanar otros rubros, pero no ciertamente el que involucra a un diario, cuyas noticias de primera plana -y las que no lo son también, por supuesto- no sólo hace rato que no son primicia a la hora que el papel escrito con el alma, con esmero y sacrificio, alcanza los kioskos y supermercados, sino que padecen de una irrelevancia que ya a esta altura de los acontecimientos, no la levanta nada ni nadie.
Las redes sociales ya no tienen marcha atrás, eso luce tan claro como una copa de cristal de Murano, en el archipiélago de Venecia. Con mucho respeto al decirlo, eso sí, pero la verdad no puede omitirse: cualquiera puede vestirse hoy de periodista y largar primicias que reducen a cenizas el papel de los diarios que salen al día siguiente. Los propios secretarios de redacción practican una norma común: los twits y las fotos deben llover desde entrenamientos, tribunas repletas, hoteles donde se alojan las delegaciones en el exterior, canchas de estadios que están siendo reconocidas por el visitante, llegadas de los equipos a los vestuarios previo a los partidos, momentos de esparcimiento en la piscina del establecimiento y más, mucho más. Nada puede ser obviado, cada 2 minutos el enviado debe mandar un twit entrelazado con la foto correspondiente a dicho texto de 140 caracteres.
FRASES MUERTAS. Al otro día el resultado es el morirse de una nueva enfermedad llamada monotonía: todos salen igual. En la dulce historia del viejo y querido periodismo, el verdadero, el de raza, quedó aquello de "buscar siempre el hacer la diferencia con la competencia", matizado con dichos tales como "flaco, esto es por plata flaco, si el otro se va a tomar mate con el Gerente del club, vos tenés que buscarte otra hora para hacerlo, pero es la única forma que el tipo se confiese contigo".
Frases muertas, caducas, flores marchitas y arrasadas por el vértigo de Twitter y Facebook. Es como tratar de jugar al fútbol al ritmo de los '60. Quien ose hacerlo quedará aplastado como el gato de los dibujitos animados de Tom y Jerry, porque simplemente le caminarán por arriba. Entonces el periodista de raza debe olvidarse de su condición y twitear y sacar fotos a la altura de los que recién están viendo el amanecer de su carrera. Y si tiene que hacer todo eso, cómo se las ingenia para escribir la nota sobre el evento que está cubriendo? Esa es otra historia porque entonces entre twit y twit y foto y foto, deberá buscar en algún rincón remoto de su mente, el poder concentrarse adecuadamente para comentar el partido o pintar un panorama más o menos adecuado de lo que está viendo en el vestuario, en el divertimento de los jugadores en la piscina del hotel o acerca de lo que opinan los protagonistas en un reconocimiento de cancha.
Y todo para lograr el gran objetivo del periodismo escrito de hoy, la gran meta inmaculada y sacrosanta del diario edición papel de nuestros días: salir al otro día igual que los demás o, en otras palabras, mantener la monotonía como regla general y universal del periodismo escrito de hoy. Una vichadita rápida a los títulos, otra de reojo a las fotos y dale que va, tenemos material para iniciar el fuego del asadito del domingo. Y bueno, después de todo alguna utilidad les quedó.
Estimado Alvaro: Qué pasa con los periodistas en Uruguay que no comentan siquiera el nivel paupérrimo del seleccionado uruguayo, que partido tras partido nos tiene sorprendidos por su nivel bajísimo , tanto estratégico como técnico y táctico.-Esto viene ocurriendo desde ya hace unos años y no se escucha ni se lee ni en la prensa escrita ni televisiva un serio análisis, objetivo e imparcial de lo mal que se juega al fútbol, de la falta de volúmen de juego, de la carencia de circuitos de juego en el medio campo para trasladar la pelota con fluídez y claridad, de la falta de juego asociado,etc.etc. Qué pasa con el periodismo uruguayo, con su objetividad, con su profesionalidad que no quiere hablar de todos estos temas????
ResponderEliminarLo felicito por su columna y con sus atildados y certeros comentarios.
Antes que nada, vivo en Inglaterra y no leí prensa uruguaya luego del último partido de la selección. Le puedo dar mi parecer personal sobre el tema, eso sí. Cortita y al pie: la selección de SudAfrica2010 era el Barca de Guardiola al lado de ésta de hoy. Ni un punto ni una coma para agregar a tu comentario técnico-táctico. Simplemente decir que se citan jugadores que no juegan en sus clubes hace siglos como Coates y no sé si el Tata González y se deja afuera, como ejemplo, a un baluarte defensivo como Miguel Britos, muralla del Napoli desde hace mucho tiempo ya y que sería un suplente de lujo tanto para Godín como para Giménez. Creo que prensa y público están esperanzados en que igual se den los resultados, tan acostumbrados estamos los uruguayos a conseguirlos aportando lo mínimo para el fútbol y cero para el espectáculo. Pero me palpita que a poco que los resultados comiencen a fallar en serie, se desbarranca todo de una. Ojalá que no, por supuesto pero jugando así no vamos a llegar muy lejos.
EliminarAbrazo.
Alvaro, hace semanas que vengo pensando lo mismo.
ResponderEliminarEn algún momento no nos dimos cuenta y ser periodista se convirtió en googlear y hacer copy-paste y cruzar los dedos para que suban los retweets y likes.
A esta altura se extraña la noticia pausada y narrada en buena forma.
Te mando un abz!
Es así entonces, no? No estoy tan errado. Te agradezco tu lectura y el comentatio y te mando un gran abrazo.
EliminarClaro que si, x suerte tu blig es una saludable excepción !! Saludos desde el paisito
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