lunes, 28 de agosto de 2023

DARWINNER

Se termina, se le va el partido a Liverpool. Desde los 28 minutos está con 10 jugadores porque nada menos que su capitán Virgil Van Dijk vió la tarjeta roja tras bajar a un rival que se iba recto hacia el arco de Alisson Becker: último hombre le llaman, por más que según el reglamento arbitral esa no sea la expresión correcta.

Newcastle en su St. James Park siempre es de temer. Y el nuevo rico Newcastle, en su casa, con más razón. Hace temblar, la tribuna pesa una barbaridad. La presión se hace insoportable para el visitante, por más Liverpool que se llame. Con 10 y perdiendo bien por 1 a 0 la remontada parece cosa de cuento chino.

Jurgen Klopp luce resignado, así que el alemán decide hacer cambios casi como por cumplido. 77 minutos y no pasa nada. 77 minutos y está mucho más cerca Newcastle de aumentar la diferencia que su equipo de igualar el partido. 77 minutos y decide que Darwin Núñez salte a la cancha, más que nada por decir que lo intentó todo, que puso toda la carne en el asador o como se le llame en alemán al hecho de quemar todas las naves.

Sin saberlo, sin siquiera sospecharlo, el técnico teutón se jugó todo a ganador, Claro que se enteró de eso cuando sonó el silbato final y nunca antes. Tan sólo 4 minutos más tarde de haber pisado el campo, un mal pase hacia atrás despertó la voracidad de Núñez, quien tras un pique acalambrante, fusiló a Nick Pope, el arquero internacional de "Las Urracas", con potente remate cruzado y rasante. La pelota no pidió permiso y se metió como un bólido junto al caño derecho del arco local.

Fue una locura. Los pocos miles de hinchas "Red" estuvieron a nada de precipitarse de la tribuna a la cancha. Darwin estaba cumplido, Liverpool también. Más no se podía esperar; o quizás sí. Newcastle, ahora malherido, intentó recomponerse. Se lanzó al ataque con caballería, infantería y armada, a la carga sin miramiento alguno pero también sin precaución alguna, al todo o nada.

Y fue nada, porque se quedó sin nada, sin el pan y sin la torta, porque Darwin se les comió las dos cosas, el pan y la torta. Por allá lejos, a la salida de su propia área, el egipcio Mohamed Salah, puso tercera, cuarta, quinta, levantó su barba y sus rulos bien arriba y metió un soberbio pase para que el artiguense se mandara otro pique demoledor, plantando a un pueblo y deserrajando otro mortal balazo cruzado al mismo caño, el derecho, dejando al pobre Pope navegando entre las peores pesadillas.

Si fue locura el empate, el segundo de Darwin hizo que el silencio del St. James Park compitiera con el que, antes y mucho antes que él, tantos y tantos uruguayos han provocado escribiendo su caprichosa historia en distintos estadios del planeta. Claro que ese silencio de sepulcro no fue por cierto respetado por los fanáticos liverpoolenses que creyeron estar tocando el cielo con las manos. 

Posteriormente las redes sociales vinculadas a los de Anfield, daban su veredicto: Darwin Núñez debe ser titular y el neerlandés Cody Gakpo debe ir -de cabeza si es posible- al banco de suplentes. ¿Resistirá Jurgen Klopp la presión y después de la gesta increíble del domingo Darwin continuará "calentando banco"? Véalo en el próximo capítulo, no tardará nada, ésto se juega, como mínimo, todos los fin de semana.

Por ahora y por toda la semana todo será "DARWINNER", tal como muy ingeniosamente titula el Daily Express del lunes, el día después. Y vaya si fue nomás todo a ganador.

martes, 22 de agosto de 2023

FIGURITAS SELLADAS

El hispano-argentino Alejandro Garnacho está inquieto. Durante todo el primer tiempo su permanente movilidad ha venido siendo un gran problema para el flanco derecho de la defensa de Tothenham Hotspur. No lo pueden contener, su velocidad es pesadilla para el dueño de casa y el rubio teñido es potencial carta de triunfo para Manchester United.

Con las cosas planteadas en esos términos se acerca el final del primer período en el norte de Londres. En eso el pibe Garnacho recibe, se perfila y no duda en rematar al arco ahora defendido por el italiano Guglielmo Vicario, sustituto del eterno Hugo Lloris, de quien se dice que su futuro estaría en la Lazio de Roma. El tiro sale bien, tiene grandes posibilidades de colarse dentro del marco, allá junto al caño derecho.

 Es como si la película se detuviera por un segundo mortal. El brazo derecho del mundialista Cristian "Cuti" Romero, inamovible central derecho de los Spurs, se extiende y en el mismo movimiento hasta se levanta, consiguiendo que la pelota rebote en su mano de modo que, en vez de meterse en el trampero, se pierde afuera haciéndole mimos al fierro derecho del arco local.

El árbitro es Michael Oliver, el uno sin discusión posible en el fútbol inglés. Sin embargo, pese a sus credenciales, no ve el claro penal. Es atendible: la rapidez de la acción, el hecho de que perfectamente su visual pudo ser obstruida por los cuerpos de algunos futbolistas u otras razones que puedan esgrimirse.

El oficial del Video Arbitraje para todo, el potencial tiro de esquina tarda en ejecutarse, todos en el estadio remodelado del Tottenham Hotspur esperan -resignados los locales, entusiasmados y expectantes los visitantes- que Oliver sea irremediablemente convocado al monitor sólo para que compruebe que de una u otra manera, con excusas atendibles o sin ellas, "se devoró crudo" un penal monumental.

El convencimiento general domina el estadio, también los confortables ambientes donde la familia está viviendo el partido con alma y vida, así como los pubs con decenas de televisores mostrando una incidencia en la que, como muy pocas veces, hay acuerdo tácito entre los hinchas de uno y de otro equipo. Es un penal enorme, hasta grotesco si cabe la expresión para hacerlo aún más gráfico.

Por todo eso, cuando Michael Oliver, en vez de la seña de que irá a ver la acción en el monitor, elige autorizar la ejecución del tiro de esquina, el estupor es tan grande que ni los futbolistas ni el técnico neerlandés del United, Erik Ten Haag, atinan siquiera a protestar.

El fuego se comenzó a encender en el post partido y en los días que siguieron al encuentro que finalmente los Spurs terminaron ganando por 2 a 0, ya que para Manchester United todo había terminado tras el despojo sufrido, por más que muchos, no sin cierta razón, atinaran a recordar las veces que los de Old Trafford han sido favorecidos por fallos arbitrales a lo largo y a lo ancho de la extensa historia del legendario y laureado club inglés.

Gran parte de la verdad de lo acontecido es que desde el principio, desde el instante mismo de su instalación, los árbitros ingleses han rechazado el VAR. Nunca lo quisieron porque no lo han tomado como una ayuda para su trabajo sino como un estorbo instalado en el camino de su petulancia, de su soberbia, del creerse y, lo que es aún peor, del saberse absolutamente intocables.

Y dentro de esta figura de monarcas sin corona, se destacan con nitidez dos nombres que aparecen como infinitamente más intocables que los demás colegiados: el propio Michael Oliver y el número dos de los árbitros ingleses, el "pelado" Antony Taylor. Debe entenderse, ante todo, que técnicamente hablando son dos excelentes árbitros y eso no admite discusión alguna.

También debe putualizarse que muy difícilmente un oficial VAR se anime a hacerles ver alguna vez a estas dos figuritas selladas del álbum arbitral inglés, que la han embarrado feo. Tal osadía, traducida en llamarles al monitor para hacerles notar un error, podría costarle muy caro al oficial en cuestión, quizás hasta un alejamiento definitivo de las pantallitas.

lunes, 14 de agosto de 2023

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Corrían sólo 11 minutos cuando Cristian Romero se zambulló como en una piscina y rompió el cero con un frentazo neto. Tottenham Hotspur se ponía 1 a 0 sobre el local Brentford en el oeste de Londres, en el debut de ambos equipos en una nueva edición de la Premier League de Inglaterra. Sus compañeros corrieron presurosos a abrazar al mundialista argentino pero en lugar de hacerlo terminaron pidiendo la asistencia del médico del club. Al menos los gestos fueron claros. Algo raro notaron. Quizás alguna pregunta o reacción fuera de libreto del autor del tanto. Vaya uno a saber qué fue lo que les impulsó, en vez de festejar la conquista, a invocar por gestos a la asistencia.

 Tras ser atendido muy brevemente por la Sanidad de los Spurs, el zaguero se incorporó y se dedicó a esperar, junto a todo el estadio, la decisión final del VAR. Gol!! El argentino lo gritó junto a sus compañeros y a su afición.

 El griego Ange Postecoglou, entrenador de los Spurs de Londres, fue más allá del festejo VAR. No bien el árbitro marcó el centro de la cancha validando la conquista, llamó a Romero con gestos muy visibles. Durante el compás de espera había hablado con el médico del club: el final del partido para el central argentino estaba decretado.

 El zaguero insistió con desesperaciön: "estoy bien, estoy bien, puedo seguir!". Obviamente tuvo que acatar la decisión del técnico basada en el informe médico. Furioso, se sentó junto a sus compañeros en el banco de relevos, hasta que vino la orden de que ingresara inmediatamente a camarines para una revisación más exhaustiva, que incluyó el traslado a una clínica cercana para la tomografía de rigor.

 A pocos minutos de reanudado el partido tras el entretiempo, Romero, muy calmo ahora, regresó al banco para observar los minutos restantes.

 Muchos seres humanos de edad madura piensan que todo tiempo pasado fue mejor. En realidad esto siempre fue así a través de las generaciones. En el mundo del fútbol a los hoy veteranos les gustaba gozar con una pisadita, un sombrerito o una rabona, en épocas en que el futbolista disponía de tiempo y espacio para pensar en deleitar al espectador con esas u otras exquisiteces similares. Y si se le abría la cabeza a uno, veían como lo más normal del mundo que al individuo lo vendaran lo más rápidamente posible y que volviera a la cancha chorreando sangre, con lo cual se ganaba automáticamente la ovación de la tribuna y el título de héroe del equipo.

 Pues no siempre todo tiempo pasado fue mejor y el de Cristian Romero es uno de esos casos que sirven -y mucho- para avalar la afirmación precedente. Hoy la prevención es un elemento imprescindible en el deporte de competencia. No solamente en estos tiempos sería completamente inimaginable que a un futbolista que termina de hacer un paro cardíaco en pleno partido, se le autorizara a continuar jugando, como increíblemente -dicen que, ya que cuesta un montón creerlo- sucedió con Juan Eduardo Hoghberg en el épico Uruguay-Hungría de 1954, sino que la prevención incluye el radiar de un partido oficial a un futbolista que aparentemente se encuentra en perfectas condiciones para continuar en la cancha.

 Hoy día, afortunada y acertadamente, ese "aparentemente" es lo que cuenta, pues a veces las apariencias engañan. Y si no, que le pregunten a Cristian Romero.