Se termina, se le va el partido a Liverpool. Desde los 28 minutos está con 10 jugadores porque nada menos que su capitán Virgil Van Dijk vió la tarjeta roja tras bajar a un rival que se iba recto hacia el arco de Alisson Becker: último hombre le llaman, por más que según el reglamento arbitral esa no sea la expresión correcta.
Newcastle en su St. James Park siempre es de temer. Y el nuevo rico Newcastle, en su casa, con más razón. Hace temblar, la tribuna pesa una barbaridad. La presión se hace insoportable para el visitante, por más Liverpool que se llame. Con 10 y perdiendo bien por 1 a 0 la remontada parece cosa de cuento chino.
Jurgen Klopp luce resignado, así que el alemán decide hacer cambios casi como por cumplido. 77 minutos y no pasa nada. 77 minutos y está mucho más cerca Newcastle de aumentar la diferencia que su equipo de igualar el partido. 77 minutos y decide que Darwin Núñez salte a la cancha, más que nada por decir que lo intentó todo, que puso toda la carne en el asador o como se le llame en alemán al hecho de quemar todas las naves.
Sin saberlo, sin siquiera sospecharlo, el técnico teutón se jugó todo a ganador, Claro que se enteró de eso cuando sonó el silbato final y nunca antes. Tan sólo 4 minutos más tarde de haber pisado el campo, un mal pase hacia atrás despertó la voracidad de Núñez, quien tras un pique acalambrante, fusiló a Nick Pope, el arquero internacional de "Las Urracas", con potente remate cruzado y rasante. La pelota no pidió permiso y se metió como un bólido junto al caño derecho del arco local.
Fue una locura. Los pocos miles de hinchas "Red" estuvieron a nada de precipitarse de la tribuna a la cancha. Darwin estaba cumplido, Liverpool también. Más no se podía esperar; o quizás sí. Newcastle, ahora malherido, intentó recomponerse. Se lanzó al ataque con caballería, infantería y armada, a la carga sin miramiento alguno pero también sin precaución alguna, al todo o nada.
Y fue nada, porque se quedó sin nada, sin el pan y sin la torta, porque Darwin se les comió las dos cosas, el pan y la torta. Por allá lejos, a la salida de su propia área, el egipcio Mohamed Salah, puso tercera, cuarta, quinta, levantó su barba y sus rulos bien arriba y metió un soberbio pase para que el artiguense se mandara otro pique demoledor, plantando a un pueblo y deserrajando otro mortal balazo cruzado al mismo caño, el derecho, dejando al pobre Pope navegando entre las peores pesadillas.
Si fue locura el empate, el segundo de Darwin hizo que el silencio del St. James Park compitiera con el que, antes y mucho antes que él, tantos y tantos uruguayos han provocado escribiendo su caprichosa historia en distintos estadios del planeta. Claro que ese silencio de sepulcro no fue por cierto respetado por los fanáticos liverpoolenses que creyeron estar tocando el cielo con las manos.
Posteriormente las redes sociales vinculadas a los de Anfield, daban su veredicto: Darwin Núñez debe ser titular y el neerlandés Cody Gakpo debe ir -de cabeza si es posible- al banco de suplentes. ¿Resistirá Jurgen Klopp la presión y después de la gesta increíble del domingo Darwin continuará "calentando banco"? Véalo en el próximo capítulo, no tardará nada, ésto se juega, como mínimo, todos los fin de semana.
Por ahora y por toda la semana todo será "DARWINNER", tal como muy ingeniosamente titula el Daily Express del lunes, el día después. Y vaya si fue nomás todo a ganador.