lunes, 14 de agosto de 2023

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Corrían sólo 11 minutos cuando Cristian Romero se zambulló como en una piscina y rompió el cero con un frentazo neto. Tottenham Hotspur se ponía 1 a 0 sobre el local Brentford en el oeste de Londres, en el debut de ambos equipos en una nueva edición de la Premier League de Inglaterra. Sus compañeros corrieron presurosos a abrazar al mundialista argentino pero en lugar de hacerlo terminaron pidiendo la asistencia del médico del club. Al menos los gestos fueron claros. Algo raro notaron. Quizás alguna pregunta o reacción fuera de libreto del autor del tanto. Vaya uno a saber qué fue lo que les impulsó, en vez de festejar la conquista, a invocar por gestos a la asistencia.

 Tras ser atendido muy brevemente por la Sanidad de los Spurs, el zaguero se incorporó y se dedicó a esperar, junto a todo el estadio, la decisión final del VAR. Gol!! El argentino lo gritó junto a sus compañeros y a su afición.

 El griego Ange Postecoglou, entrenador de los Spurs de Londres, fue más allá del festejo VAR. No bien el árbitro marcó el centro de la cancha validando la conquista, llamó a Romero con gestos muy visibles. Durante el compás de espera había hablado con el médico del club: el final del partido para el central argentino estaba decretado.

 El zaguero insistió con desesperaciön: "estoy bien, estoy bien, puedo seguir!". Obviamente tuvo que acatar la decisión del técnico basada en el informe médico. Furioso, se sentó junto a sus compañeros en el banco de relevos, hasta que vino la orden de que ingresara inmediatamente a camarines para una revisación más exhaustiva, que incluyó el traslado a una clínica cercana para la tomografía de rigor.

 A pocos minutos de reanudado el partido tras el entretiempo, Romero, muy calmo ahora, regresó al banco para observar los minutos restantes.

 Muchos seres humanos de edad madura piensan que todo tiempo pasado fue mejor. En realidad esto siempre fue así a través de las generaciones. En el mundo del fútbol a los hoy veteranos les gustaba gozar con una pisadita, un sombrerito o una rabona, en épocas en que el futbolista disponía de tiempo y espacio para pensar en deleitar al espectador con esas u otras exquisiteces similares. Y si se le abría la cabeza a uno, veían como lo más normal del mundo que al individuo lo vendaran lo más rápidamente posible y que volviera a la cancha chorreando sangre, con lo cual se ganaba automáticamente la ovación de la tribuna y el título de héroe del equipo.

 Pues no siempre todo tiempo pasado fue mejor y el de Cristian Romero es uno de esos casos que sirven -y mucho- para avalar la afirmación precedente. Hoy la prevención es un elemento imprescindible en el deporte de competencia. No solamente en estos tiempos sería completamente inimaginable que a un futbolista que termina de hacer un paro cardíaco en pleno partido, se le autorizara a continuar jugando, como increíblemente -dicen que, ya que cuesta un montón creerlo- sucedió con Juan Eduardo Hoghberg en el épico Uruguay-Hungría de 1954, sino que la prevención incluye el radiar de un partido oficial a un futbolista que aparentemente se encuentra en perfectas condiciones para continuar en la cancha.

 Hoy día, afortunada y acertadamente, ese "aparentemente" es lo que cuenta, pues a veces las apariencias engañan. Y si no, que le pregunten a Cristian Romero.

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