jueves, 31 de mayo de 2012

A puro control

     Malky tiene 22 años, vive en Kensal Green, un barrio no demasiado cotizado del noroeste de Londres y hace meses ya que trabaja en un Auto Servicio relativamente cercano al Aeropuerto de Heathrow. El contacto es diario con muchos empleados de la enorme terminal aérea que, terminadas sus labores y ya rumbo a casa, estacionan sus coches en la puerta del supermercado para abastecerse de cerveza, refrescos y alimentos, todo para no tener que moverse del hogar hasta el día siguiente.
Y es en ese momento que cuentan con lujo de detalles como el aeropuerto, su lugar de trabajo, ya hace rato que quedó atrapado entre los anillos olímpicos y ni piensa liberarse hasta que languidezca el 13 de agosto, programado para ser el día de más actividad en la vida de la imponente mole. Curiosamente, para Londres esa fecha marcará el comienzo del regreso a la rutina, el día en que cualquier ciudad que haya acunado los increíbles Juegos Olímpicos, comienza a sentir que se le rompe hasta el alma de tristeza y, entres sollozos, intenta entonar un "Amigos para siempre" o, al menos, algo que se le parezca.
      Ya de regreso al barrio, apenas el Double Decker (autobús de dos pisos) lo deposita en la parada más cercana a su domicilio, Malky se encuentra con sus amigos, algunos desocupados, otros que ya han regresado, como él, de sus lugares de trabajo. Son como los encuentros de una logia, todo un rito.
Y ahí Malky se despacha a gusto con todo lo que escuchó en las últimas horas de su jornada de trabajo en el Auto Servicio vecino a Heathrow. Les dice que, aunque pueda sonar increíble, escuchó que una playa de estacionamiento para empleados está siendo transformada en una nueva terminal del aeropuerto, una especie de Terminal 5 B, por llamarla de algún modo. El nuevo predio tendrá solamente tres días de vida. Será utilizado para atender -o más gráficamente despachar- con la máxima eficiencia a los deportistas olímpicos que regresen a sus países luego de finalizados los Juegos. Unas 11.000 personas y casi 40.000 valijas pasarán por la nueva terminal en esos tres días que, por cierto, serán de locos.
      Los cuentos de Malky no tienen fin, sus amigos están como en misa escuchándolo. British Airways, propietaria de Heathrow, piensa gastarse unos 20 millones de libras (más de U$S 30.000.000=) en obras de infraestructura y seguridad que, por supuesto, hace ya un buen tiempo que están en marcha.
     Esa tarde un cliente del Autoservice donde trabaja Malky, contó, asombrándose hasta de sus propias palabras, que la seguridad del aeropuerto prácticamente secuestrará las más de 900 armas de fuego que entrarán al país para las competencias de Tiro Olímpico. La organización asegurará las armas como primer paso y enseguida las transportará en vehículos oficiales a depósitos especialmente vigilados, donde permanecerán hasta ser entregadas a los casi 600 competidores olímpicos y paralímpicos, luego de realizados los controles correspondientes.
      Mientras elegía mercadería de las góndolas, otro comprador le comentaba a su amigo: "lo que pasa también es que los Juegos caen en el momento culminante del verano (boreal), es tremendo, se van a mezclar los turistas normales de todos los años con la multitud que traen los Juegos". Muy fácil de interpretar: eso para la seguridad representa un desafío impresionante, porque significa un aumento del 50% en la cantidad de pasajeros con referencia a días normales. Y a esto el cliente agregó también que Heathrow está empleando gradualmente a unos 300 empleados de seguridad, asignados específicamente a esos ajetetreados y especialmente cálidos días de verano.
      A 138 días de los Juegos Olímpicos, el impresionante Heathrow afina los motores para recibir a atletas y espectadores. Es una gigantesca aspiradora que lo succionará todo, de modo que los filtros deberán funcionar a la perfección...justamente para que no pase nada que no deba pasar.

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