Los futboleros de verdad viven tiempos que no les gustaría vivir. La FIFA ha impuesto parámetros que, al menos a la mayoría de los de la vieja guardia, no le entran con nada. Manda la televisión y con ella la cámara lenta o detenida, el retroceso de la imagen, la discusión del panel en el Estudio de si fue o no fue penal, si tenía el dedo gordo medio centímetro adelantado y entonces era offside, si era para roja directa o con la amarilla estaba bien, si en el salto hubo codazo artero o solamente un manotazo instintivo, si lo mordió con toda intención o solamente golpeó su boca entreabierta contra el hombro del rival. Demasiadas cosas para que el árbitro o sus colaboradores puedan apreciarlas en una fracción de segundo, máxime si dichas incidencias insumen muchísimos costosos minutos de discusión radial o televisiva.
EPOPEYAS. Obviamente no se puede volver atrás en el tiempo y por supuesto que tampoco es lo más aconsejable, por más que quizás a los veteranos no les disgustaría para nada. Imposible revivir las crudas escenas de aquellas épicas Libertadores de los '60 y los '70. Jamás un Manga volverá a patear a un Juan Joya hacia adentro del arco de la Amsterdam, ni un Aguirre Suárez, el zaguero derecho del Estudiantes de Bilardo, Pachamé y toda la banda, correrá de nuevo 40 metros para pegarle un patadón en la espalda al caído Gianni Rivera, el capitán del Milan, por una de las batallas intercontinentales que por entonces se dirimían en partidos de ida y vuelta. La carnicería era tanta que el Ayax de Johan Cruiff se aterrorizó y entonces decidió no viajar a Uruguay para enfrentar al Nacional de Cubilla, Artime, Maneiro y el inolvidable "Pulpa" Etchamendi, entre una auténtica constelación de estrellas. Aquel tricolor del '71 era un equipo limpio y plenamente dedicado a jugar buen fútbol, pero terminó pagando los platos rotos por aquel terrible Estudiantes, que en aquel momento había sido Campeón de América en 1968, 1969 y 1970, Antes, bastante antes, en 1965, el enorme "Pepe" Sasía había juntado tierra suelta del área chica y con la pelota en el aire tras un corner, se la tiró en la cara del por entonces famoso arquero de Independiente, Miguel Santoro. Era la final de ida de la Libertadores, en Avellaneda, pero esa vez al menos el árbitro no necesitó replay televisivo: lo vio, lo expulsó inmediatamente y el gran centro delantero aurinegro se perdió la revancha en Montevideo.
La historia está hasta la boca de hechos como los descriptos, que son solamente ejemplos que no llegan ni a una milésima parte del total de episodios parecidos, acaecidos en el fútbol de esa época y que ameritarían kilómetros de escritura distribuida en decenas y decenas de notas sobre el tema. Y ni qué hablar de las tenidas gigantescas de los Mundiales, sobre todo el de 1962 en Chile, cuando la famosa batalla campal protagonizada por los anfitriones y los italianos y el de 1966 en Inglaterra, cuando a patada limpia los europeos se encargaron de echar al inmenso Pelé de la magna justa universal, no fuera cosa que el más grande de todos los tiempos fuera a repetir delante de la Reina las conquistas mundiales de 1958 y 1962.
Sí, queda claro que no es posible accionar la máquina del tiempo hacia atrás y además también es muy obvio que pocos -o más bien casi nadie- querrá hacerlo porque tampoco es lo ideal. Para los de la vieja guardia el consuelo pasará solamente por volver la vista atrás y encender el receptor de los recuerdos en las pocas tenidas de boliche que aún quedan, si es que realmente existen aún en el Uruguay de hoy, extremo más que dudoso por supuesto.
Entonces qué? Habrá que seguir consumiendo tontamente minutos en polémicas como las descriptas en el primer párrafo de esta nota? Y todo para terminar la discusión como al principio, o sea sin que nada quede clarificado por las palabras que, como siempre, terminarán evaporándose en el éter, dejando al oyente o al televidente tan perplejo e ignorante respecto al tema, como cuando encendió el aparato de radio, el celular o el televisor.
Entonces qué? Muy sencillo, no se puede volver el tiempo atrás ni se quiere hacerlo por razones tan obvias como contundentes. Por otro lado, está claro lo inconducente de las discusiones con la cámara hacia atrás, detenida o lenta. Además, aún en los casos en que estos procedimientos permitan una dilucidación del tema, la emisión de un fallo que sería "entró", "fue penal", "se equivocó, no estaba en offside" o "era para roja, es codazo artero, intencional", la situación ya no tiene marcha atrás. La injusticia está consumada y ni el árbitro ni nadie puede revocarla.
TECNOLOGIA. Entonces qué? Muy sencillo, entonces llegó la hora de la tecnología, que ella resuelva las situaciones, todas ellas, que ni una incidencia dudosa quede en el tintero y amerite luego tontas polémicas que a nada conducen. Es simple, la vista del árbitro y sus colaboradores ya no puede seguir el ritmo vertiginoso del fútbol actual, eso está más claro que el agua de la Fuente del Puma. Toni Pulis, actual entrenador del West Bromwich Albion y durante mucho tiempo del Stoke City, habló claro este fin de semana y propuso que cada entrenador o capitán de club tengan un número limitado de "challenges" por partido, que serían más que desafíos (traducción literal), reclamos. Tal cual se hace en el rugby, en una cabina personal idóneo, seguramente otros árbitros, decidirían la incidencia reclamada con una productiva observación con cámara detenida, hacia atrás o lenta y en muy pocos segundos comunicaría la decisión final, inapelable por supuesto, al colegiado principal del encuentro.
El fútbol está entre dos aguas. No es el de antes, donde casi ni se discutía porque no había televisión que gobernara el juego y de esa forma todo pasaba desapercibido, incluidas las atrocidades, las vivezas criollas y las carnicerías perpetradas por algunos equipos. Y no es el de la tecnología instalada, que resolvería en un santiamén instancias que por su vertiginosidad escapan a la vista humana normal, aún de las personas que están en la cancha con esa única función, la de ver cada incidencia del juego. "Están para eso, es lo único que tienen que hacer" se suele afirmar. Y es verdad, pero también lo es que el fútbol de nuestros días es supersónico, mientras que la vista humana aún no ha llegado a serlo.
Basta de discusiones huecas, llegó la hora de la tecnología. Ya, ahora.
lunes, 23 de marzo de 2015
martes, 17 de marzo de 2015
La Biblia ultrajada
Lo echaron como a un perro. Esa es la verdad pura, descarnada, sin tapujos y sin adjetivos hipócritas. Que los resultados mandan y que Sunderland venía perdiendo y más que nada igualando partidos en serie, nadie puede discutirlo. Empató como ninguno y eso, hoy en día, con el sistema de adjudicación de puntos instaurado hace ya un buen tiempo por FIFA, es casi como perder. Sumar de a uno es casi como no sumar nada. Luego de cada igualdad los "Black Cats" quedaban cada vez más cerca de la "zona roja" que, al menos en este caso, no es el área tan visitada por el turismo en Amsterdam, la capital de Holanda, sino el Círculo del Infierno de Dante trasladado a la Premier League, o sea el área de los condenados al descenso.
INFIELES. Con el 4 a 0 a cuestas mucho antes de finalizar el primer tiempo en su Stadium of Light, vapuleado a mansalva por un equipo que es rival directo en la pelea de gallos por no irse al fondo del pozo y que hasta hace muy poco no le ganaba a nadie y ni siquiera le hacía fuerza a nadie, no era difícil predecir el desenlace: "uno más para atendeeeeer!!" decía (o dice aún) una conocida publicidad montevideana de una muy popular casa de repuestos de automotores. Ese mismo sábado, con los hinchas abandonando masivamente las tribunas a partir de los 30 minutos del primer tiempo, en una demostración de infidelidad a la causa que realmente estremece y rebela pero que no es nueva ni por asomo en las hinchadas británicas, con algunos desquiciados que, lejos de conformarse con abandonar el "Titanic" a su suerte, en su camino a tierra firme se dedicaron al codiciado deporte de insultar con todos los epítetos habidos y por haber al técnico de turno, se supo sin saberse que Gustavo Poyet, el generoso derrochador de esfuerzo, el laburante, el sacrificado, el inteligente pero también el sanguíneo, el pasional, ya no estaría junto a la línea de cal ante West Ham, el próximo fin de semana.
Lo echaron como a un perro. Claro, podrá afirmarse sin temor a equívocos que le dieron salida como a tantos técnicos cuando los resultados no se dan, porque si bien es una frase hecha y hasta manoseada, continúa siendo cierto que "los resultados mandan". El problema siempre es el mismo, cambian los nombres de entrenadores y de futbolistas, pero la tijera siempre corta el mismo hilo; si es el más fino o no, no interesa, pero el que "vuela" en éstos casos es invariablemente el técnico. "Claro, no vamos a echar a todo el plantel de futbolistas y quedarnos sin nadie!", es una frase repetida e inclusive inútil, de tanto que se sobreentiende.
BIBLIA. El tema es que el procedimiento, tan usual en Sudamérica y en buena parte del mundo, era sistemáticamente rechazado en esta parte del mundo. Más de una década atrás, en Inglaterra los contratos de los entrenadores se respetaban casi como la Biblia y...no mandaban los resultados. Los hinchas podían tirar la sede del club abajo y hasta echar espuma por la boca, profiriendo los insultos más atroces al técnico de turno. Y los diarios eran libre de enchastrar al hombre hasta quedarse sin tinta. Inclusive los futbolistas podían escupir públicamente todas las miserias que se les antojara contra su conductor. Nada, absolutamente nada de lo que sucediera, tocaría al responsable del plantel, inamovible como una roca al frente del plantel en cada entrenamiento y surcando la línea de cal, gritando hasta quedarse ronco durante los 90 minutos de cada partido.
Pero llegaron los jeques árabes, quataríes y demás. El ruso Roman Abramovich compró a Chelsea, inaugurando la era de los multimillonarios "mandamases" que todo lo disponen, mandan, hacen y deshacen a su gusto y placer, sin importar que de fútbol solamente sepan que la pelota es redonda, que la cancha tiene forma rectangular y que en cada extremo yacen dos arcos de fierro con redes adosadas. Ellos, los ignorantes con diamantes incorporados, yates descomunales y mansiones de un lujo indecente, impusieron las nuevas reglas y como parte de ellas decidieron que con los entrenadores había que hacer "la gran Sudamérica".
PALO Y AFUERA. Si el israelí Avran Grant, actual entrenador de Ghana, en 2008 llevó de la mano a Chelsea a la final de la Champions ante Manchester United pero la perdió en el último penal de la serie porque John Terry se resbaló y su remate dió en el fierro izquierdo del arco rival, para Abramovich eso fue culpa del técnico, así que no dudó un segundo en ponerlo de patitas en la calle.
Del mismo modo, luego del desastre causado por el impresentable italiano Paolo Di Canio, Gustavo Poyet llevó a Sunderland a la final de la Capital One 2014 nada menos que ante Manchester City en Wembley, el Templo del Fútbol y tras cartón escaló posiciones en forma casi inverosímil en la tabla de la Premier League, hasta dejar al club sano y salvo en Primera División, No conforme con éstos logros, forjados a pulmón con un plantel muy modesto y limitado, más allá de su inteligencia y capacidad innegables para el cargo, el uruguayo decidió que le iba a ganar todos los clásicos a Newcastle, el rival de Sunderland de todos los tiempos. Y se los ganó ante la incredulidad de todos, incluido su colega inglés Alan Pardew, quien ya llevaba un buen tiempo al frente de las "urracas" del norte de Inglaterra y no entendía que eso pasaba porque un técnico uruguayo con capacidad y con mucho de lo que hay que poner en éstos casos, le hiciera morder el polvo de la derrota.
TEMBLADERAL. Pero nada de todo ésto contó. Tampoco se tuvo en cuenta que a ojos vista los zagueros centrales titulares de Sunderland, el irlandés O'Shea y el inglés WesBrown, ambos ex-Manchester United, tuvieran como hobby principal hacerse expulsar frecuentemente o anotarle goles a su propio arquero, además de cometer horrores defensivos derivados en goles rivales, que hubieran sido "bloopers" insuperables en aquellos viejos programas de Tinelli en la televisión argentina. Adam Johnson, un referente en la delantera de Poyet, un diferente, un desequilibrante, fue una montana rusa: subió y bajó con tanto vértigo como pueda imaginarse...cuando no estuvo lesionado. En cuanto a Jermaine Defoe, Poyet estaba muy entusiasmado y expectante, así que fue muy gráfico con este periodista: "estoy contentísimo, no sabés lo que me costó traerlo, no tanto por el dinero, más bien por la cantidad de ofertas que tenía. Pero me eligió a mi porque ya había trabajado conmigo (cuando el uruguayo era ayudante y traductor del andaluz Juan De Ramos y ganó la Carling Cup en final ante Chelsea)". Pues el ex-goleador de la selección inglesa vino "hecho fleco"y fue un fracaso estrepitoso.
De todos modos Gustavo Poyet dijo ayer al autor de esta nota que "La verdad es que estoy muy tranquilo, demasiado te diría, creo que mi conciencia es la que está muy tranquila, así que ahora a descansar, ver futbol, ver entrenamientos y prepararme para la próxima etapa".
Pero será Stuart Pearce, hoy dirigiendo a Nothingham Forest, ex-técnico de la Sub-20 inglesa y del "Team GB" en los Juegos Olímpicos de 2012, quien cerrará esta nota debido al graficismo de la palabras que vertió tras el infame cese de Gustavo Poyet en Sunderland: "no puede ser que no se deje trabajar al técnico hasta el final de su contrato, debería existir un período de pases para entrenadores y hasta ese momento no podría haber ni ceses ni movimiento alguno de ninguna de las partes"
Nota del autor: Laura #Garracharrua @LBCeleste, tal como se apoda en Twitter, residente en New Yersey y una de las tantas defensoras " a rabiar" de deportistas uruguayos por el mundo, fue la persona (seguidora) que me sugirió a través del Twitter la elaboración de esta crónica. Sólo le contesté "dejame ver cómo la encaro", porque sabía que no tenía otra salida ya que era un "Sí" o un "Sí" y con el máximo gusto. Correspondía.
INFIELES. Con el 4 a 0 a cuestas mucho antes de finalizar el primer tiempo en su Stadium of Light, vapuleado a mansalva por un equipo que es rival directo en la pelea de gallos por no irse al fondo del pozo y que hasta hace muy poco no le ganaba a nadie y ni siquiera le hacía fuerza a nadie, no era difícil predecir el desenlace: "uno más para atendeeeeer!!" decía (o dice aún) una conocida publicidad montevideana de una muy popular casa de repuestos de automotores. Ese mismo sábado, con los hinchas abandonando masivamente las tribunas a partir de los 30 minutos del primer tiempo, en una demostración de infidelidad a la causa que realmente estremece y rebela pero que no es nueva ni por asomo en las hinchadas británicas, con algunos desquiciados que, lejos de conformarse con abandonar el "Titanic" a su suerte, en su camino a tierra firme se dedicaron al codiciado deporte de insultar con todos los epítetos habidos y por haber al técnico de turno, se supo sin saberse que Gustavo Poyet, el generoso derrochador de esfuerzo, el laburante, el sacrificado, el inteligente pero también el sanguíneo, el pasional, ya no estaría junto a la línea de cal ante West Ham, el próximo fin de semana.
Lo echaron como a un perro. Claro, podrá afirmarse sin temor a equívocos que le dieron salida como a tantos técnicos cuando los resultados no se dan, porque si bien es una frase hecha y hasta manoseada, continúa siendo cierto que "los resultados mandan". El problema siempre es el mismo, cambian los nombres de entrenadores y de futbolistas, pero la tijera siempre corta el mismo hilo; si es el más fino o no, no interesa, pero el que "vuela" en éstos casos es invariablemente el técnico. "Claro, no vamos a echar a todo el plantel de futbolistas y quedarnos sin nadie!", es una frase repetida e inclusive inútil, de tanto que se sobreentiende.
BIBLIA. El tema es que el procedimiento, tan usual en Sudamérica y en buena parte del mundo, era sistemáticamente rechazado en esta parte del mundo. Más de una década atrás, en Inglaterra los contratos de los entrenadores se respetaban casi como la Biblia y...no mandaban los resultados. Los hinchas podían tirar la sede del club abajo y hasta echar espuma por la boca, profiriendo los insultos más atroces al técnico de turno. Y los diarios eran libre de enchastrar al hombre hasta quedarse sin tinta. Inclusive los futbolistas podían escupir públicamente todas las miserias que se les antojara contra su conductor. Nada, absolutamente nada de lo que sucediera, tocaría al responsable del plantel, inamovible como una roca al frente del plantel en cada entrenamiento y surcando la línea de cal, gritando hasta quedarse ronco durante los 90 minutos de cada partido.
Pero llegaron los jeques árabes, quataríes y demás. El ruso Roman Abramovich compró a Chelsea, inaugurando la era de los multimillonarios "mandamases" que todo lo disponen, mandan, hacen y deshacen a su gusto y placer, sin importar que de fútbol solamente sepan que la pelota es redonda, que la cancha tiene forma rectangular y que en cada extremo yacen dos arcos de fierro con redes adosadas. Ellos, los ignorantes con diamantes incorporados, yates descomunales y mansiones de un lujo indecente, impusieron las nuevas reglas y como parte de ellas decidieron que con los entrenadores había que hacer "la gran Sudamérica".
PALO Y AFUERA. Si el israelí Avran Grant, actual entrenador de Ghana, en 2008 llevó de la mano a Chelsea a la final de la Champions ante Manchester United pero la perdió en el último penal de la serie porque John Terry se resbaló y su remate dió en el fierro izquierdo del arco rival, para Abramovich eso fue culpa del técnico, así que no dudó un segundo en ponerlo de patitas en la calle.
Del mismo modo, luego del desastre causado por el impresentable italiano Paolo Di Canio, Gustavo Poyet llevó a Sunderland a la final de la Capital One 2014 nada menos que ante Manchester City en Wembley, el Templo del Fútbol y tras cartón escaló posiciones en forma casi inverosímil en la tabla de la Premier League, hasta dejar al club sano y salvo en Primera División, No conforme con éstos logros, forjados a pulmón con un plantel muy modesto y limitado, más allá de su inteligencia y capacidad innegables para el cargo, el uruguayo decidió que le iba a ganar todos los clásicos a Newcastle, el rival de Sunderland de todos los tiempos. Y se los ganó ante la incredulidad de todos, incluido su colega inglés Alan Pardew, quien ya llevaba un buen tiempo al frente de las "urracas" del norte de Inglaterra y no entendía que eso pasaba porque un técnico uruguayo con capacidad y con mucho de lo que hay que poner en éstos casos, le hiciera morder el polvo de la derrota.
TEMBLADERAL. Pero nada de todo ésto contó. Tampoco se tuvo en cuenta que a ojos vista los zagueros centrales titulares de Sunderland, el irlandés O'Shea y el inglés WesBrown, ambos ex-Manchester United, tuvieran como hobby principal hacerse expulsar frecuentemente o anotarle goles a su propio arquero, además de cometer horrores defensivos derivados en goles rivales, que hubieran sido "bloopers" insuperables en aquellos viejos programas de Tinelli en la televisión argentina. Adam Johnson, un referente en la delantera de Poyet, un diferente, un desequilibrante, fue una montana rusa: subió y bajó con tanto vértigo como pueda imaginarse...cuando no estuvo lesionado. En cuanto a Jermaine Defoe, Poyet estaba muy entusiasmado y expectante, así que fue muy gráfico con este periodista: "estoy contentísimo, no sabés lo que me costó traerlo, no tanto por el dinero, más bien por la cantidad de ofertas que tenía. Pero me eligió a mi porque ya había trabajado conmigo (cuando el uruguayo era ayudante y traductor del andaluz Juan De Ramos y ganó la Carling Cup en final ante Chelsea)". Pues el ex-goleador de la selección inglesa vino "hecho fleco"y fue un fracaso estrepitoso.
De todos modos Gustavo Poyet dijo ayer al autor de esta nota que "La verdad es que estoy muy tranquilo, demasiado te diría, creo que mi conciencia es la que está muy tranquila, así que ahora a descansar, ver futbol, ver entrenamientos y prepararme para la próxima etapa".
Pero será Stuart Pearce, hoy dirigiendo a Nothingham Forest, ex-técnico de la Sub-20 inglesa y del "Team GB" en los Juegos Olímpicos de 2012, quien cerrará esta nota debido al graficismo de la palabras que vertió tras el infame cese de Gustavo Poyet en Sunderland: "no puede ser que no se deje trabajar al técnico hasta el final de su contrato, debería existir un período de pases para entrenadores y hasta ese momento no podría haber ni ceses ni movimiento alguno de ninguna de las partes"
Nota del autor: Laura #Garracharrua @LBCeleste, tal como se apoda en Twitter, residente en New Yersey y una de las tantas defensoras " a rabiar" de deportistas uruguayos por el mundo, fue la persona (seguidora) que me sugirió a través del Twitter la elaboración de esta crónica. Sólo le contesté "dejame ver cómo la encaro", porque sabía que no tenía otra salida ya que era un "Sí" o un "Sí" y con el máximo gusto. Correspondía.
viernes, 13 de marzo de 2015
Los bebés lloran y ríen
"Lo peor fue la actitud de los jugadores de Chelsea. Sentí que había 11 bebés rodeándome", dijo Zlatan Ibrahimovic luego de lo que la prensa inglesa califica como "The Battle of the Bridge" ("La Batalla del Puente"), que terminó con la eliminación de Chelsea, actual líder la Premier League, de la Liga de Campeones.
Un 2 a 2 tras 120 minutos de juego a los que no les faltó absolutamente nada para ser lo más parecido que alguien pudiera imaginar a aquellos épicos choques de las Libertadores de los '60 y los '70. Roces de todos los colores, presión de ambos técnicos durante la semana, un árbitro que lució en todo momento condicionado, primero por el local y su entrenador fuera y dentro de la cancha y luego por su propia decisión desmedida en la roja mostrada al polémico sueco del PSG, tres goles convertidos por zagueros en jugadas de pelota quieta y el restante de penal y definición a falta de 5 minutos para el final del el último "chico", fueron los ingredientes de un explosivo choque por la Liga de Campeones.
PRESION. Mientras José Mourinho reconocía en una larga, puntual y muy certera exposición, la justicia de la derrota de sus dirigidos, Laurent Blanc admitió que ambos clubes pusieron presión sobre el rival y sobre el árbitro sueco Bjorn Kuipers, situación que el local había echado a andar ya en los días previos al partido, a través de su entrenador, como parte de sus ya clásicos "juegos mentales". "Dentro de ese clima los míos (PSG) fueron mejores que Chelsea en cada metro de terreno", culminó el campeón mundial de 1998.
El problema para los equipos ingleses a este nivel se da cuando un partido jugado a todo voltaje y con una dosis casi enfermiza de temperamento, como es el caso del disputado el miércoles 11 de marzo en Stamford Bridge, recibe como juicio lapidario el "el dedito para abajo" de connotados periodistas que para empeorar las cosas, en el caso de Jamie Carragher por ejemplo, son ex-futbolistas recién retirados. El ex-zaguero, junto a Graeme Souness, también épico triunfador -pero de otros tiempos- en Anfield Road, calificaron de "patética" la reacción de los futbolistas de Mourinho al caerle en malón al árbitro nórdico luego de la aparentemente dura infracción de Ibrahimovic sobre el local Oscar.
"Por ese tipo de reacciones los equipos de Mourinho no son queridos por más respetados que sean", descargó Carragher ante las cámaras de la televisión inglesa luego del partido. Y continuó su crítica agregando que "intentan ganar recurriendo a esas tácticas (presión al árbitro en este caso) que otros equipos o entrenadores no usan. Todos queremos ganar pero en el caso de Chelsea reacciones de sus jugadores similares a la de hoy (ante PSG), definitivamente siempre han tenido su parte en los triunfos del club".
En cambio su actual colega y antiguo rival en las canchas, Gary Neville, ex-defensor de Manchester United, admitió que él y su equipo reaccionaron muchas veces de la misma forma que lo hicieron los futbolistas de Mourinho el martes, "simplemente tratando de presionar al árbitro y de influir en sus decisiones. A la gente en casa (Inglaterra) puede no gustarle ésto, es más, si la cosa hubiera venido del lado del rival, los llamaríamos sucios. Pues aquí tenemos a un equipo sucio, simplemente porque Mourinho sabe como jugar los partidos".
PERDEDORES. Mientras la mayoría de los ingleses piensan como Carragher y Souness en este punto, sólo una lánguida minoría está del lado de Gary Neville. Poco antes del Mundial de Brasil, Gustavo Poyet les había hablado fuerte, remarcándoles que hasta que la selección inglesa no presionara, "raspara" y hasta provocara, aunque fuere sutilmente, a rivales y árbitros, mostrando un mínimo de viveza dentro de una cancha de fútbol, seguirían sin ganarle a los equipos grandes. Poco después Italia malograba el debut inglés en el Mundial y enseguida Luis Suárez, recién operado de meniscos, con un histórico doblete tiraba a Inglaterra para afuera de Brasil 2014.
Hoy, aplicando el criterio de Carragher y de Souness y el de la gran mayoría de la gente de fútbol de este país, prácticamente todos los equipos ingleses están fuera de las dos magnos torneos europeos. Está bien, por ésta vez a Chelsea no le quedó bien embarrada la cancha, pero si hay que remitirse a la historia reciente, los de Mourinho, aún sin haber sido dirigidos en la ocasión por el portugués pero con su huella siempre marcada, son los únicos de estas Islas que han ganado la Champions League en los últimos tiempos. Hoy a los bebés de Ibrahimovic les tocó soltar el llanto, pero otras veces han reído a carcajadas aplicando esas mismas tácticas.
Y los nenes de Mou volerán a matarse de risa probablemente bastante antes de que termine la Premier League. Mientras tanto, los demás...seguirán sin ganarle a nadie.
Un 2 a 2 tras 120 minutos de juego a los que no les faltó absolutamente nada para ser lo más parecido que alguien pudiera imaginar a aquellos épicos choques de las Libertadores de los '60 y los '70. Roces de todos los colores, presión de ambos técnicos durante la semana, un árbitro que lució en todo momento condicionado, primero por el local y su entrenador fuera y dentro de la cancha y luego por su propia decisión desmedida en la roja mostrada al polémico sueco del PSG, tres goles convertidos por zagueros en jugadas de pelota quieta y el restante de penal y definición a falta de 5 minutos para el final del el último "chico", fueron los ingredientes de un explosivo choque por la Liga de Campeones.
PRESION. Mientras José Mourinho reconocía en una larga, puntual y muy certera exposición, la justicia de la derrota de sus dirigidos, Laurent Blanc admitió que ambos clubes pusieron presión sobre el rival y sobre el árbitro sueco Bjorn Kuipers, situación que el local había echado a andar ya en los días previos al partido, a través de su entrenador, como parte de sus ya clásicos "juegos mentales". "Dentro de ese clima los míos (PSG) fueron mejores que Chelsea en cada metro de terreno", culminó el campeón mundial de 1998.
El problema para los equipos ingleses a este nivel se da cuando un partido jugado a todo voltaje y con una dosis casi enfermiza de temperamento, como es el caso del disputado el miércoles 11 de marzo en Stamford Bridge, recibe como juicio lapidario el "el dedito para abajo" de connotados periodistas que para empeorar las cosas, en el caso de Jamie Carragher por ejemplo, son ex-futbolistas recién retirados. El ex-zaguero, junto a Graeme Souness, también épico triunfador -pero de otros tiempos- en Anfield Road, calificaron de "patética" la reacción de los futbolistas de Mourinho al caerle en malón al árbitro nórdico luego de la aparentemente dura infracción de Ibrahimovic sobre el local Oscar.
"Por ese tipo de reacciones los equipos de Mourinho no son queridos por más respetados que sean", descargó Carragher ante las cámaras de la televisión inglesa luego del partido. Y continuó su crítica agregando que "intentan ganar recurriendo a esas tácticas (presión al árbitro en este caso) que otros equipos o entrenadores no usan. Todos queremos ganar pero en el caso de Chelsea reacciones de sus jugadores similares a la de hoy (ante PSG), definitivamente siempre han tenido su parte en los triunfos del club".
En cambio su actual colega y antiguo rival en las canchas, Gary Neville, ex-defensor de Manchester United, admitió que él y su equipo reaccionaron muchas veces de la misma forma que lo hicieron los futbolistas de Mourinho el martes, "simplemente tratando de presionar al árbitro y de influir en sus decisiones. A la gente en casa (Inglaterra) puede no gustarle ésto, es más, si la cosa hubiera venido del lado del rival, los llamaríamos sucios. Pues aquí tenemos a un equipo sucio, simplemente porque Mourinho sabe como jugar los partidos".
PERDEDORES. Mientras la mayoría de los ingleses piensan como Carragher y Souness en este punto, sólo una lánguida minoría está del lado de Gary Neville. Poco antes del Mundial de Brasil, Gustavo Poyet les había hablado fuerte, remarcándoles que hasta que la selección inglesa no presionara, "raspara" y hasta provocara, aunque fuere sutilmente, a rivales y árbitros, mostrando un mínimo de viveza dentro de una cancha de fútbol, seguirían sin ganarle a los equipos grandes. Poco después Italia malograba el debut inglés en el Mundial y enseguida Luis Suárez, recién operado de meniscos, con un histórico doblete tiraba a Inglaterra para afuera de Brasil 2014.
Hoy, aplicando el criterio de Carragher y de Souness y el de la gran mayoría de la gente de fútbol de este país, prácticamente todos los equipos ingleses están fuera de las dos magnos torneos europeos. Está bien, por ésta vez a Chelsea no le quedó bien embarrada la cancha, pero si hay que remitirse a la historia reciente, los de Mourinho, aún sin haber sido dirigidos en la ocasión por el portugués pero con su huella siempre marcada, son los únicos de estas Islas que han ganado la Champions League en los últimos tiempos. Hoy a los bebés de Ibrahimovic les tocó soltar el llanto, pero otras veces han reído a carcajadas aplicando esas mismas tácticas.
Y los nenes de Mou volerán a matarse de risa probablemente bastante antes de que termine la Premier League. Mientras tanto, los demás...seguirán sin ganarle a nadie.
jueves, 5 de marzo de 2015
La nueva versión de Titanic
"Lote número sieteeee!!!! Equipamiento médico y de gimnasio que pertenecía al Parma FC, avaluado en 400.000 euros y un banco del vestuario del Estadio "Ennio Tardini", todo con una base de 1.465 euros, quién da más? Vamos, vamos, escucho las ofertas!!!!". Es jueves 5 de marzo y comienzan los remates de los implementos que eran propiedad del malogrado club italiano. Arengas como la que encabeza esta nota podrán escucharse de aquí en más con una demoledora asiduidad. Obviamente lo recaudado irá a parar a las arcas de los acreedores de la demolida institución italiana.
TRAPITOS AL SOL. El miércoles 25 de febrero último el autobús que llevaba a los futbolistas de la institución a los diferentes estadios de la "bota", debió ser reintegrado a sus anteriores propietarios. Y ese antiguo dicho futbolero -o no tanto- de que "la ropa sucia se lava en casa", en la lastimosa situación del Parma F,C, cobra una autenticidad que roza los perfiles de una cruel sátira: la lavandería cercana al estadio le cortó el crédito al club, de modo que los jugadores están lavando su propia ropa de entrenamiento.
Los cristales de la sede del club ya perdieron su transparencia debido al vapor exhalado por decenas de bocas de periodistas e hinchas, que pasan unas 12 horas diarias atisbando hacia adentro, esperando que un milagro brote como por arte de magia de esos escritorios cada vez más pelados...de papeles y de valores.
Los primeros signos de la catástrofe se vieron cuando la UEFA prohibió a Parma su participación en la presente edición de la Europa League, luego de haberse ganado un lugar en el torneo a partir de la sexta colocación obtenida en la Serie A, el campeonato de la Liga Italiana. La razón fue contundente: haber llegado a los 300.000 euros de evasión impositiva, fue demasiado, algo que superaba todo lo razonablemente permitido.
Tommaso Ghirardi había comprado el club en 2006, pagando unos 30 millones de euros. Por entonces la deuda de 15 millones de euros parecía manejable, sobre todo comparándola con la actual, que asciende a casi 160 millones de la moneda europea.
MERCADO DE GANADO. Pero Ghirardi comenzó su "Operativo Debacle": desde 2006 hasta hoy la friolera de 240 jugadores desfilaron por el Parma FC,, la gran mayoría de ellos en préstamo de otras instituciones europeas. "Este es el proyecto" aseguró el propietario, pero en realidad nadie sabía muy bien como funcionaba. En principio se suponía que el plan de Ghirardi era pagar bajos salarios y paralelamente enviar a los pocos jugadores que realmente eran del club, a desarrollarse futbolísticamente en otras instituciones. Los que resultaran exitosos serían vendidos por buen dinero, los otros permanecerían en Parma FC a cambio de salarios tan bajos como el propietario pudiera pagarles. El nefasto resultado del "Proyecto Ghirardi" fue que desde 2006 hasta 2013, su club vendió 300 futbolistas por un total de...7 millones de euros!!! El diario italiano "La Reppublica" describió al proceso como "Mercado de Ganado" y a ojos vista dicha denominación, en apariencia fuerte, parece haber resultado demasiado "light".
Los cuatro torneos europeos, las tres Copas de Italia y el vicecampeonato del "Calcio", todos logros conseguidos en la brillante década de los '90, lagrimean en las vitrinas del club. Hernán Crespo, Faustino Asprilla, el "Burrito" Ortega, la "Brujita" Verón, Gigi Buffon, Lilian Thuram y Favio Cannavaro, todos forjadores de dichas conquistas, parecen a esta altura más lejanos en el tiempo que las mismísimas huestes de Garibaldi.
EL TITANIC. Y entonces Ghirardi comenzó con el pasamanos. Con la monstruosa deuda impositiva a rastras, en diciembre último el hombre vendió el club al empresario albano Rezart Taci...por 1 euro!! El nuevo propietario jamás vió a los futbolistas de su club y en cambio vendió de nuevo al Parma FC -otra vez en 1 euro- luego de menos de dos meses de haberlo comprado, al actual titular Giampietro Manenti. "Lo primero que hizo (Manenti) fue mostrarnos un documento bancario que establecía la existencia de 100 millones de euros para invertir en Parma FC", confiesa el capitán del equipo, Alessandro Lucarelli, quien agrega que "tuvimos algunas dudas (al ver el papel)".
De ahí en más, de Manenti sólo han salido excusas y más excusas, nunca un euro para el plantel ni para nadie vinculado al club. Todos quedaron "colgados": administrativos, profesionales, cancheros, utileros, técnicos, no hay excepciones. Las dos bolsas conteniendo rollos de papel higiénico que un miembro del staff trae al local de entrenamiento, son producto de una colecta que hicieron los futbolistas. Las puertas del estadio están cerradas y alguien ha colocado un gran cartel, bien visible, en el que se lee "Cerrado por Robo". Los e-mails enviados a las oficinas del club no tienen ya contestación y la razón es muy simple: la empresa que arrendó el equipamiento electrónico a la institución, ya retiró las computadoras y los printers.
Hace muy poco el "Cebolla" Christian Rodríguez había declarado a una radio uruguaya que "yo no tengo representante, me represento yo y la verdad que la gente que me trajo acá, lo hizo sabiendo lo que pasaba y me engatusaron". Claro, pobre lacazino, fue como si le dijeran "tengo un puesto de novela para vos en el Titanic. Querés retroceder en el tiempo y subirte al barco?"
TRAPITOS AL SOL. El miércoles 25 de febrero último el autobús que llevaba a los futbolistas de la institución a los diferentes estadios de la "bota", debió ser reintegrado a sus anteriores propietarios. Y ese antiguo dicho futbolero -o no tanto- de que "la ropa sucia se lava en casa", en la lastimosa situación del Parma F,C, cobra una autenticidad que roza los perfiles de una cruel sátira: la lavandería cercana al estadio le cortó el crédito al club, de modo que los jugadores están lavando su propia ropa de entrenamiento.
Los cristales de la sede del club ya perdieron su transparencia debido al vapor exhalado por decenas de bocas de periodistas e hinchas, que pasan unas 12 horas diarias atisbando hacia adentro, esperando que un milagro brote como por arte de magia de esos escritorios cada vez más pelados...de papeles y de valores.
Los primeros signos de la catástrofe se vieron cuando la UEFA prohibió a Parma su participación en la presente edición de la Europa League, luego de haberse ganado un lugar en el torneo a partir de la sexta colocación obtenida en la Serie A, el campeonato de la Liga Italiana. La razón fue contundente: haber llegado a los 300.000 euros de evasión impositiva, fue demasiado, algo que superaba todo lo razonablemente permitido.
Tommaso Ghirardi había comprado el club en 2006, pagando unos 30 millones de euros. Por entonces la deuda de 15 millones de euros parecía manejable, sobre todo comparándola con la actual, que asciende a casi 160 millones de la moneda europea.
MERCADO DE GANADO. Pero Ghirardi comenzó su "Operativo Debacle": desde 2006 hasta hoy la friolera de 240 jugadores desfilaron por el Parma FC,, la gran mayoría de ellos en préstamo de otras instituciones europeas. "Este es el proyecto" aseguró el propietario, pero en realidad nadie sabía muy bien como funcionaba. En principio se suponía que el plan de Ghirardi era pagar bajos salarios y paralelamente enviar a los pocos jugadores que realmente eran del club, a desarrollarse futbolísticamente en otras instituciones. Los que resultaran exitosos serían vendidos por buen dinero, los otros permanecerían en Parma FC a cambio de salarios tan bajos como el propietario pudiera pagarles. El nefasto resultado del "Proyecto Ghirardi" fue que desde 2006 hasta 2013, su club vendió 300 futbolistas por un total de...7 millones de euros!!! El diario italiano "La Reppublica" describió al proceso como "Mercado de Ganado" y a ojos vista dicha denominación, en apariencia fuerte, parece haber resultado demasiado "light".
Los cuatro torneos europeos, las tres Copas de Italia y el vicecampeonato del "Calcio", todos logros conseguidos en la brillante década de los '90, lagrimean en las vitrinas del club. Hernán Crespo, Faustino Asprilla, el "Burrito" Ortega, la "Brujita" Verón, Gigi Buffon, Lilian Thuram y Favio Cannavaro, todos forjadores de dichas conquistas, parecen a esta altura más lejanos en el tiempo que las mismísimas huestes de Garibaldi.
EL TITANIC. Y entonces Ghirardi comenzó con el pasamanos. Con la monstruosa deuda impositiva a rastras, en diciembre último el hombre vendió el club al empresario albano Rezart Taci...por 1 euro!! El nuevo propietario jamás vió a los futbolistas de su club y en cambio vendió de nuevo al Parma FC -otra vez en 1 euro- luego de menos de dos meses de haberlo comprado, al actual titular Giampietro Manenti. "Lo primero que hizo (Manenti) fue mostrarnos un documento bancario que establecía la existencia de 100 millones de euros para invertir en Parma FC", confiesa el capitán del equipo, Alessandro Lucarelli, quien agrega que "tuvimos algunas dudas (al ver el papel)".
De ahí en más, de Manenti sólo han salido excusas y más excusas, nunca un euro para el plantel ni para nadie vinculado al club. Todos quedaron "colgados": administrativos, profesionales, cancheros, utileros, técnicos, no hay excepciones. Las dos bolsas conteniendo rollos de papel higiénico que un miembro del staff trae al local de entrenamiento, son producto de una colecta que hicieron los futbolistas. Las puertas del estadio están cerradas y alguien ha colocado un gran cartel, bien visible, en el que se lee "Cerrado por Robo". Los e-mails enviados a las oficinas del club no tienen ya contestación y la razón es muy simple: la empresa que arrendó el equipamiento electrónico a la institución, ya retiró las computadoras y los printers.
Hace muy poco el "Cebolla" Christian Rodríguez había declarado a una radio uruguaya que "yo no tengo representante, me represento yo y la verdad que la gente que me trajo acá, lo hizo sabiendo lo que pasaba y me engatusaron". Claro, pobre lacazino, fue como si le dijeran "tengo un puesto de novela para vos en el Titanic. Querés retroceder en el tiempo y subirte al barco?"
Suscribirse a:
Entradas (Atom)