Trancada fuerte, en el límite. Corrida vertiginosa, desborde, centro atrás, palomita, golazo de los rojos. Festejo, abrazos, compaces de baile en la mañana dominguera. Es el Regent's Park, en pleno centro de Londres. La entrada principal queda apenas a un empujón del Museo de los Beatles y de su homónimo del místico Sherlock Holmes. Después de mucho verde y montones de flores multicolores, docenas de canchas de fútbol y más allá, pero mucho más allá, el famoso Zoo de Londres.
Final del primer tiempo. Para aquel visitante ocasional es nada más que un partido entre los "Rojos" y los "Verdes". Se va a quedar media horita más y luego continuará disfrutando del milagro del cielo azul, sin una sóla nube. Quizás decida asomarse a la ribera del Támesis, pero aún no lo sabe. No importa, ya lo decidirá.
El arquero de los rojos comenta con el "4" el titular del Daily Mirror. Lo despliega y entonces el visitante puede ver lo que dice: "Luis rey de los rojos? Chelsea confía que puede contratar a Suárez si Guardiola se transforma en su técnico". Impactante, sobre todo cuando las cenizas todavía están tibias luego de la "arrimadita" del Manchester City para intentar quedarse con el jugador más importante de la Premier League. Y claro, es entendible, luego de sus dos nuevos sablazos, esta vez partiendo al Wigan por la mitad, es comprensible que hagan cola por el nuevo goleador absoluto de la mejor liga del mundo. El ostentoso Robin Van Persie ya le mira el número al uruguayo, ha quedado segundo en la tabla de goleadores.
Para el visitante la letra chica de la nota pasa a ser cuestión de aguzar el oído. De todos modos, a medida que el arquero de los rojos avanza en la lectura, se nota que el "4" pide el cambio en cualquier momento. Su expresión denuncia que su ánimo para enfrentar el complemento no es exactamente el ideal. Pánico? Puede ser pánico? El arquero lee en voz alta: "Chelsea quiere a Luis Suárez y se da cuenta que la estrella puede aterrizar en Stamford Bridge (estadio de Chelsea) si coloca a Pep Guardiola como técnico".
No, definitivamente el "4" no podrá reingresar al campo. Es que está lívido, más que pálido, blanco casi transparente, malherido. En ese momento, más que el receptor de una nota-bomba que un compañero de equipo le está leyendo, mucho más que eso, es la muestra viva del pánico de un hincha de Liverpool. "Otra vez?" atina a balbucear, sólo para agregar: "pero si todavía no pasaron ni dos días que Mancini dijo que no le interesaba Suárez. Sí, ya sé que no es cierto, pero al menos se dio cuenta que ni Liverpool lo vende ni Luis quiere irse, entonces, para salvar la dignidad, qué otra cosa iba a decir? Pero esto no me lo esperaba, lo peor es que si Abramovich (Roman, dueño de Chelsea) lo quiere, se lo lleva".
La tortura para el "4" sigue. Está enmascarada en una simple lectura de una crónica escrita. El arquero no perdona. Es que no ha tenido trabajo durante el primer tiempo. Los verdes no le han llegado nunca, así que ha tomado la decisión de divertirse con su compañero de equipo: "el representante de Suárez es Pere, hermano de Guardiola y Liverpool teme que ese vínculo terminará forzando la salida del uruguayo".
El "4" niega con movimientos de cabeza: impotencia total. Pero el torturador no parará hasta que el árbitro llame a los actores para reiniciar el encuentro: "Roman Abramovich quiere a Guardiola como nuevo técnico y sueña con juntar a Suárez con el goleador del Atlético de Madrid Radamel Falcao. Si bien Mourinho, quien se mantiene en buenos términos con Abramovich, adoraría vincularse nuevamente a Chelsea y además mantiene a su hija Tita estudiando en un colegio de Londres, los hinchas azules piensan que Guardiola es la mejor opción siempre y cuando el catalán pueda garantizar la firma de Suárez".
El "4" vuelve a la cancha. Se arrastra, así que lo pasan como a un poste. Al arquero la "judeada" le resulta un perfecto boomerang. Los "verdes" resucitan como Lázaro y terminan ganando de atrás: 2 a 1. Los goles, claro está, ambos, vinieron por el lado del "4" rojo, el hincha de Liverpool aterrorizado.
Moraleja: Luis Suárez siembra el pánico en extraños y...en propios.
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