La rápida escalada de la economía británica, tras la peor recesión vivida desde los albores del siglo XX (1 siglo), está ahora en claro peligro por el altísimo índice de inmigración que se ha venido dando desde 2004, cuando Tony Blair, el líder laborista entonces Primer Ministro, abrió de par en par las puertas del Reino Unido, tirando abajo como un castillo de naipes todas las restricciones laborales existentes hasta ese momento. La nube de gente venida desde otras tierras por un futuro mejor, no ha hecho otra cosa que bajar la demanda de puestos de trabajo y, por simple decantación, reducir los salarios a la mínima expresión posible, provocando que el poder adquisitivo de la población sea cada vez más bajo, todo lo cual es insostenible para cualquier país que pretenda mantener su economía en un crecimiento progresivamente aceptable.
Max Carney, el principal del Banco de Inglaterra, ha sido dramáticamente claro en las últimas horas en expresiones vertidas desde el corazón de la City, en el centro de Londres. Casi 5 millones de inmigrantes, de los cuales tan sólo 2 millones (menos de la mitad) provienen de países de la Unión Europea, de los cuales un buen porcentaje se dedica a cobrar beneficios sociales, entre ellos el seguro de desempleo, configuran nada menos que la sexta parte de la población potencialmente trabajadora del Reino Unido. Polonia, cuya lengua es por lejos el segundo idioma hablado en estas tierras, encabeza largamente la lista de naciones del Este de Europa que se han hecho con unos 942.000 puestos de trabajo en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.
ACCION. Estos crudos números de la Oficina Nacional de Estadísticas constituyen la fuerza de avanzada principal en la misión de cortar la inmigración, tarea que hace tiempo se ha impuesto el gobierno Conservador de James Cameron quien, alentado por su triunfo electoral de la semana pasada, ya está demandando que Bruselas (sede de la Unión Europea) cambie las reglas y le permita cortar radicalmente el número de inmigrantes al Reino Unido. Y el arma más poderosa que tiene Cameron es la desesperación de los líderes europeos continentales para que los británicos no abandonen la Unión Europea, ya que los necesitan para amortiguar el deterioro socio-económico de sus países y del propio euro.
La explicación para que el mercado laboral británico sea tan atractivo tanto para los inmigrantes provenientes de países de la Unión Europea como para los que, incluso viniendo de otros puntos del orbe obtienen visas de trabajo, es en parte la aceptación de trabajadores más veteranos, ya que por ley está tajantemente prohibido el rechazo de una solicitud laboral, basándose exclusivamente en la edad avanzada del postulante. También el estar dispuesto a trabajar más horas de las usuales 40 semanales, es otro aspecto que acrecienta las posibilidades del aspirante a un puesto laboral, aunque generalmente ésto sucede en ramos en los cuales la remuneración es extremadamente baja.
CIRCULO VICIOSO. Y justamente, el estar amparados por esa desmedida oferta de mano de obra foránea, provoca una lógica ausencia de presión sobre los empleadores para subir los sueldos de los trabajadores, A su vez esos bajos salarios no permiten a la gente común enfrentar un costo de vida que ha ido creciendo vertiginosamente, catapultado casi con violencia por un alza desemesurada de los ya de por sí altos alquileres de las viviendas. Otra vez, la inmensa oferta con la que cuentan, permite a los propietarios de casas y apartamentos fijar precios que son casi inmorales por inmuebles que, en muchos casos, tienen carencias básicas que impiden que el ocupante de los mismos disfrute de una calidad de vida básicamente aceptable. El precio desorbitante del transporte, especialmente de los trenes y del Metro londinense, completa el drama del trabajador. Las buenas intenciones de Tony Blair en 2004, o su inconciencia, según como quiera mirársele, comenzó a dibujar un círculo vicioso que ahora, casi con la fuerza de la desesperación, David Cameron intenta borrar a toda costa,
Llega al Reino Unido en busca de un futuro mejor, pero a través de esas mismas puertas abiertas de par en par, el malón que se le une y que está en su misma situación, crea un exceso de inmigración que conduce a todo lo anteriormente descripto. Los excesos nunca son buenos, por lo cual, con el objetivo mínimo de mitigarlos, Cameron tratará de presionar con el peso de la economía británica entre sus pares de Bruselas.
Nota del redactor: esta publicación está basada en el informe de las páginas 1 y 4 del Daily Mail del jueves 14 de mayo de 2015, elaborado por los periodistas Ian Drury y Hugo Duncan.
mucha gente forma malon, forma ghettos. Eso no es ni bueno para la economia ni bueno para la seguridad del pais
ResponderEliminarY menos para los trabajadores que están tratando de abrirse camino desde hace mucho. Gracias por tu lectura y tu comentario. Abrazo
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