Promedia el primer tiempo en el "Emirates Stadium" del norte de Londres y hay corner para el local. Defiende el centrodelantero mexicano del Wolverhampton Wanderers, Raúl Jiménez y ataca el zaguero brasileño de Arsenal, David Luiz. Saltan. El choque de cabezas es terrorífico. El ruido de hueso roto se escucha nítido en el silencio del estadio vacío en tiempos de pandemia. El árbitro Michael Oliver, el uno de Inglaterra, no necesita del silbato para que el partido se detenga de inmediato.
En el palco los suplentes se paran. Mientras los técnicos, el portugués Nuno Espirito Santo y el catalán Mikel Arteta, se miran en silencio. En la cancha trabaja la sanidad mientras los jugadores comentan casi en susurros lo que ha pasado. A los pocos minutos se sienta David Luiz y comienzan a vendarlo. No agarra, la venda se sale, es el pelo. El brasileño se lo estira hacia atrás y ahora sí, la tela se adhiere a la frente. Parece estar bastante bien, de pie, conversa con los médicos, comenta la incidencia.
Raúl Jiménez no puede decir lo mismo. No se levanta. Los paramédicos trabajan con él frenéticamente. Las cámaras no toman la escena. No hay primeros planos, es lógico y humano. Nuno, el técnico, llama al suplente, otro portugués, uno más en el Wolves, una especie de selección portuguesa anexa jugando en la Premier League, junto a algún español y un inglés que oficia de capitán del equipo, como para compensar.
Los futbolistas esperan. Conversan y siguen aguardando noticias sobre el caído. Algunos calientan porque, como dice el relator de TV, hace frío en el norte de la capital y, por más preocupación que haya, el calentamiento termina resultando imprescindible pese a la gravedad extrema que se intuye en la lesión del mexicano.
David Luiz ya está de pie y trata de sonsacarle algo a los paramédicos sobre el estado de Jiménez. Finalmente acomodan al herido en la camilla y ponen rumbo hacia la ambulancia mientras el brasileño camina al lado del mexicano, desentendiéndose por el momento de la reanudación del partido.
Finalmente el zaguero se reincorpora al equipo local pero se nota que no está bien, Vienen los goles y el moreno catalán, Adama Traore, una suerte de fisiculturista disfrazado de futbolista, suelta todo su repertorio. Si quiere desbordar, desborda, si quiere quebrar, quiebra, si quiere ganar en velocidad, gana siempre, si quiere ponerle la pelota en la cabeza a un compañero, pues se la pone y punto. Es un super dotado infravalorado por demás, aunque no tanto como para que a José Enrique se le haya pasado por alto, así que hoy por hoy el musculoso moreno tiene voz y voto en la mismísima selección española.
Termina el primer tiempo 2 a 1 para la visita y con David Luiz ensangrentado de nuevo. La venda no ha sido suficiente pero increíblemente el árbitro Oliver le permite seguir en la cancha hasta el final del período. Para el complemento el brasileño ya no vuelve: lo sustituye Robb Holding.
Terrmina el partido con ese 2 a 1 para los "lobos". El Arsenal de Arteta amenazó a principio de la temporada, pintó bastante bien, pero hoy ha quedado relegado, casi perdido entre las sombras.
El lunes amanece con un comunicado de Wolverhampton Wanderers informando que Raúl Jiménez ha sufrido fractura de cráneo tras chocar su cabeza con la de David Luiz, pero que ha sido intervenido con éxito e inicia su recuperación en compañía de su pareja. El club especifica que su futbolista necesita tranquilidad y sobre todo privacía para sobrellevar el momento de la mejor manera posible.
Casi simultáneamente el Director de una institución denominada "Asociación de Lesiones Cerebrales de Inglaterra" emite un extenso comunicado fustigando a los clubes de fútbol, específicamente a sus entrenadores y cuerpos médicos, en una reacción casi furiosa ante la resolución de los médicos y técnico de Arsenal en el sentido de haber permitido que David Luiz prosiguiera en la cancha con signos claros de haber sufrido una comoción cerebral, aunque la misma hubiera sido de corte pasajero.
"¿Cuántas advertencias más necesita el fútbol?" se preguntó dicha autoridad en ese comunicado público emitido en la mañana del lunes. Y sí, todo un tema. En el fútbol y en el rugby muy especialmente.
FURIA ROJA. Un discutido penal vía VAR le permitió a Brighton llevarse en los descuentos un empate ante el campeón Liverpool que vale oro, plata y diamantes. El gol de los de Anfield fue anotado otra vez por su nueva estrella, el portugués Diogo Jota, a los 55 minutos de juego. En el primer tiempo también el VAR, que pareció esta vez haberse ensañado con el monarca, le anuló un gol a Mohamed Salah porque, según las "benditas" rayitas que usa el sistema de video arbitraje, parece que el egipcio tenía un dedo gordo en posición prohibida.
Está claro que no son los oficiales del VAR los responsables de estas atrocidades, sino el reglamento del offside elaborado por "petimetres" de escritorio que seguramente jamás en su vida pisaron una cancha de fútbol. La posición adelantada, para sancionarse como tal, debe ser clara y punto. Como dijo en su momento Hugo De León luego del gol anulado infamemente a Edison Cavani en el dichoso Uruguay-Perú que echó a los celestes de la última Copa América: "es que Cavani tenía el pelo más largo de lo habitual". También otro histórico, Pablo Forlán, el padre de Diego, protestó agriamente contra la barbaridad que el mundo del fútbol está viviendo con la sanción de la posición adelantada: "es infame, de esta forma nos están privando del gol, están quitándole el gol al fútbol, la escencia de este deporte".
Sin embargo la polémica tras el empate del campeón no termina en las sanciones del VAR contra los de Anfield Road. Jurgen Klopp, el alemán que llevó al club a la cima de todo, echó chispas durante la entrevista televisiva posterior al partido. El carismátio entrenador la emprendió contra el fixture elaborado por las autoridades de la Premier League ya que, según afirmó, "atenta contra la salud física de los futbolistas de los clubes que, como nosotros (Liverpool) participan entre semana en los torneos de la UEFA. A este paso dudo que terminemos la temporada con once jugadores (sanos) en total en nuestro plantel". Cabe aclarar que Liverpool FC tiene, en verdad, una auténtica enfermería instalada en su actual plantel.
RESPETO. El Chelsea de Frank Lampard y el Tottenham de José Mourinho representaron el papel de dos boxeadores que se estudian y se miden desde el principio hasta el final de la pelea, casi sin tocarse, respetándose al punto de llegar al final del combate sin una sóla marca ocasionada por los puños del rival.
Ambos entrenadores se saludan correctamente pero mantienen una fría distancia entre sí, pese a haber compartido glorias imborrables en el pasado del club de Stamford Bridge. Tuvieron algunas palabras en el último cruce, se gritaron algunas cosas nada bonitas, ningún piropo por cierto, así que hoy por hoy la relación es de un respeto extremo, frío y sobre todo, distante.
Esa situación pareció trasladarse increíblemente a los futbolistas de ambos equipos y fue así que el 0 a 0 final fue el reflejo fiel, exacto, milimétrico, de ese respeto. El empate de Liverpool ayudó mucho por cierto a la especulación de "Mou", quien es un auténtico rey en el tema. Y Frank no se animó demasiado a aprovechar la situación para entronar a su Chelsea como líder de las posiciones, así que todo quedó igual al tope de la tabla, habida cuenta que increíblemente y por añadidura Leicester City, que con un simple triunfo como local ante un pobre equipo como Fulham pudo haber retomado el liderazgo, aunque fuere compartido, decidió continuar a la baja como el fin de semana anterior, y cayó increíblemente -fue 2 a 1 como local- dejando la tabla incambiada.
LA ORQUESTA. Manchester City volvió a las andadas y se devoró al modesto Burnley: 5 a 0. A toda orquesta, con el belga De Bruyne como director y el marroquí Mahrez en la ejecución, hattrick mediante, el citizen desplegó todo el "repertorio Pep", aunque por supuesto que se necesita verlo ante rivales de mayor enjundia para calibrar exactamente si la recuperación tiene el carácter de transitoria o definitiva.
Un gol de Rafinha a los 78 minutos definió todo para el Leeds United de Marcelo Bielsa a expensas del alicaído Everton de Carlo Ancelotti y el colombiano James Rodríguez, quien continúa, como muchas otras veces en su carrera, desaparecido en acción. Pudo ser para cualquiera de los dos, pero el KO lo puso el brasileño con un golpe muy preciso por cierto. Fue un típico partido de los que se dice "el que hace el primer gol gana". Y así fue, sin mucho más para extenderse: 1 a 0.
West Bromwich Albion decidió saltarse la cola y zafó momentáneamente de los puestos de descenso al imponerse por 1 a 0 ante el último de la tabla, Sheffield United.
Newcastle lo liquidó al final y se llevó como visitante, ganando 2 a 0, un partido que había sido muy parejo ante Crystal Palace.