miércoles, 9 de noviembre de 2011

ACORRALADOS

       "Paciente inestable, presión arterial 18/10, temperatura 40 grados, funcionamiento alterado de los órganos, arritmia aguda, bloqueo intestinal y renal. La complicación máxima se genera en una insuficiencia aguda de irrigación cerebral, su estado general puede rotularse de grave a desesperante".
       Europa está en el CTI y cada día parecen más difusas e inciertas las posibilidades de una recuperación que al menos le permita un traslado a Cuidados Intermedios. Los mercados mundiales de valores están prisioneros de un sube y baja permanente, como si estuvieran controlados por los caprichos de un infante malcriado en un parque de diversiones. La demencial idea de un conflicto armado que transformaría al mundo en algo semejante a "El Planeta de los Simios", se paseó siniestra por las cumbres de los mandatarios del viejo continente.
      Los políticos se miran de reojo, se menean en una triste danza de impotencia, no entienden a sus colegas pero tampoco se entienden a sí mismos, en realidad no entienden nada. Los pueblos asisten resignados a esta obra cumbre de la impotencia universal, en la cual los actores principales, los más laureados, hacen de la inutilidad absoluta su papel favorito. Efectivamente la sangre ya no llega al cerebro, las ideas se desvanecieron en la bruma de la inestabilidad. No hay más líderes, estandartes que las masas elevaban con orgullo y pasión, cálidos refugios de los más desamparados. Desaparecieron algunos, se hicieron pedazos otros, dejaron ya de ser una especie en extinción, simplemente porque ya son recuerdo desde hace mucho tiempo. El mundo no tiene timoneles y Europa, a merced de esta marea loca y asesina en que está sumida, es la que más los reclama.
      En medio del caos hay todavía algunos que decidieron jugar a la ruleta. Apostaron en grande, todo a color, o a pleno. Son los casos de Grecia y de Italia, dos países cuyos políticos estuvieron hasta último momento muy ocupados en priorizar su poder irreverente, indecente, inmoralmente irrespetuoso. Minimizaron el drama, casi lo ignoraron, prefirieron intentar ganarse a sus pueblos desparramando demagogia hacia los cuatro vientos, manteniendo prebendas, ignorando el ahorro público y haciendo la vista gorda a la ola que los tapaba.
      Y terminaron jugando a la ruleta...rusa. Porque al final, como era indefectible que sucediera, la bala salió de la recámara. Los demás damnificados no los aguantaron más, se hartaron de tanta desidia, inconciencia y ambición. Están sitiados, acorralados irremisiblemente, prisioneros de su propia ambición de poder. La furia de la tormenta no amaina, las olas continúan amenazando con taparlo todo, pero al menos ahora los que intentan salvarse tratan de remar parejo.

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