Minuto 94: el pase de Bruno Fernandes, casi la única habilitación que el talentoso portugués pudo concretar en toda la noche, va a parar a los pies de Marcus Rashford. El inglés maniobra, intenta pasar a través de la jauría de "lobos" que no había dejado de acosarlo en toda la noche. Edison Cavani, desmarcado, se la pide desesperado pero el ícono del Manchester United ya decidió que lo definirá él, así que engancha con la derecha y hace restallar el látigo con la izquierda. La pelota rebota en un defensa "naranja" y descoloca al arquero portugués Rui Patricio. Es el único gol del partido, el que parecía que nunca llegaría: Manchester United ha ganado 1 a 0 al durísimo Wolverhampton Wanderers de Nuno Espirito Santo y aprovechando el empate de Leicester City ante Crystal Palace, ya es el escolta del campeón Liverpool.
El técnico portugués planteó un partido cerrado por todos lados. Con facilidad pasmosa, meteóricamente, la engañosa línea de tres se transformó en una cortina metálica de cinco hombres, que por momentos hasta llegaron a ser ocho defensores. Edison Cavani, referente del ataque local, jugando como punta de lanza entre los centrales visitantes, no tuvo espacio ni para respirar porque fue literalmente rodeado y su habilitación fue imposible para Bruno Fernandes, su mejor abastecedor, pero también lo fue para sus laderos, Marcus Rashford y Mason Greenwood o Antony Martial, cuando el francés ingresó por este último.
Aislado el salteño, los demás intentaron resolver por su cuenta pero se dieron una y otra vez contra el dispositivo defensivo de los "lobos". Claro que el Wolves es además un excelente equipo, trabajado en todas sus líneas y por eso, al menos hasta los últimos minutos, no se conformó con poner el candado en su última zona sino que intentó varias veces vulnerar al arquero David De Gea. A veces trató con jugadas elaboradas, pero se encontró con que la defensa del United estuvo bien parada y resolvió las emergencias con éxito. De ese modo las principales incursiones de los "lobos" fueron como consecuencia de jugadas de pelota quieta, pero sus estocadas fueron siempre siempre bien neutralizadas por el cuidavalla español.
Recién en el tramo final Wolves pareció resignar definitivamente la posibilidad de llevarse los tres puntos de Old Trafford. Lo cierto es que extraña demasiado al goleador mexicano Raúl Jiménez, quien se recupera lenta y trabajosamente de la fractura de cráneo sufrida semanas atrás tras un choque aéreo violentísimo con el zaguero de Arsenal David Luiz.
Todo parecía de un cero del tamaño del llamado "Teatro de los Sueños", un cero gigante que sólo pudo ser borrado a través de una maniobra individual, un golpe de inspiración de un gran futbolista, arma letal contra la que sucumben los mejores esquemas defensivos como, por ejemplo, el que planteó Nuno Espirito Santo en la noche de Old Trafford.
Fue 1 a 0 y le alcanzó al equipo de Edison Cavani para treparse al segundo lugar de la tabla de posiciones, como único escolta del actual campeón, Liverpool.
SE QUEDA EL CAMPEÓN. Liverpool volvió a dejar puntos por el camino y tiene al Manchester United de Edison Cavani a sólo tres puntos, casi pisándole los talones y todavía con un partido menos jugado. Esto significa que en una hipotética tabla de puntos perdidos, ambos rivales tradicionales del fútbol inglés terminarían 2020 compartiendo la punta de la Premier League.
En su casa Newcastle se plantó muy firme ante el campeón vigente y tal vez hasta pareció sentir menos el trajín descontrolado que caracteriza a la presente edición de la Premier League. Si bien en la mayor parte del partido, por mejor calidad de sus figuras, por su responsabilidad como actual monarca, hasta por tradición, la iniciativa correspondió a Liverpool, el equipo del norte de Inglaterra nunca se amilanó y por momentos hasta resultó peligroso a través de algunas incursiones penetrantes y hasta hirientes, que exigieron al límite a la última zona de la visita.
Justo es reconocer que el campeón, aún con las energías claramente menguadas, estuvo más cerca de llevarse el partido y que, si no lo consiguió fue en gran parte porque ni Mohamed Salah, ni Roberto Firmino, ni Sadio Mané, parecieron ser los mismos que usualmente conforman un tridente temible y muchas veces letal para sus rivales. Simplemente no estaban en su noche y fue por eso que perdieron muchas, demasiadas, oportunidades propicias de cara al arco del inglés Karl Darlow. Si bien medió una atajada providencial del arquero de las llamadas "Urracas" y alguna dramática salvada en la línea por parte de algún defensor local, el resto de las chances de la visita fueron malogradas por extrañas deficiencias en la culminación de los integrantes de ese tridente ofensivo que normalmente no falla.
Newcastle no se amedrentó nunca y esa fue la gran virtud que tuvo el equipo dirigido por Steve Bruce. Traducido lo anterior, quiere decir que jamás puso "la bañadera" delante de su arco y, por el contrario, siempre intentó manejar la pelota, progresar en la cancha y hasta plantar la bandera roja de peligro en el área rival, al punto de llegar a sufrir una gran atajada del brasileño Alisson Becker, cuando promediaba el segundo tiempo.
Por puntos debió ganarlo Liverpool. También por méritos, por volumen de fútbol y por chances de gol, aunque no haya ejercido una superioridad avasallante ni nada que se le parezca. Sin embargo, por más mentiroso que haya sido el 0 a 0 final, en los hechos ese fue el resultado final.
LA AGONIA DE LEICESTER. A Leicester City apenas le alcanzó para empatar agónicamente el partido ante un Crystal Palace que venía de tomar 10 goles en sus últimos dos partidos. Brendan Rodgers quiere contar sus lesionados pero lo cierto es que no le alcanzan sus manos para hacerlo. Otros soldados necesitaban un mínimo de descanso, dado lo agobiante del calendario impuesto por la organización de la Premier League, en conjunción con la televisión, que todo lo puede y por eso manda, hace y deshace.
En circunstancias normales Palace, que venía más averiado que el acorazado de bolsillo alemán Graff Spee a su llegada al puerto de Montevideo, hubiera sido la víctima ideal para el hasta entonces escolta del líder. Igualmente hasta los 30 minutos de juego el partido no defraudó porque fue de ida y vuelta y con mucho suspenso, hasta que se durmió dominado por el cansancio mostrado por la mayoría de los actores.
Lo sacó de los brazos de Morfeo el gol del marfileño Wilfred Zaha, la estrella de Crystal Palace. Después de la conquista pareció que al encuentro no le sacaba nadie el rótulo clásico de que "gana el que hace el primer gol". Entonces Barnes, el de los goles providenciales de los azules, apareció con uno de sus típicos remates de media distancia y clavó el balón en la red del arco del español Vicente Guaita.
Al final fue 1 a 1. Con el empate Leicester perdió, al menos por ahora, su condición de escolta del líder, pero lo cierto es que, a la luz de una enfermería atestada de clientes y de futbolistas que pedían -y aún piden por supuesto- a gritos aunque sea un pequeño descanso al ajetreo impiadoso de esta edición de la Premier, la igualdad no le resultó para nada un mal resultado. Ni aún jugando ante un equipo que venía moralmente destruido.
UNA BALA DE CAÑÓN. El gol del francés Alexandre Lacazzette, recién ingresado a la cancha, aprovechando una gran corrida del inglés Bukayo Saka, a la postre la figura de la cancha, sentenció para el visitante Arsenal un partido ante Brighton que había sido chato, monótono y aburrido, una muestra muy cabal del desgaste físico que a esta altura de la temporada provoca un calendario de locos, un vértigo de partidos que no conoce de pausa alguna.
Los pases laterales desabridos, insípidos, intrascendentes, produjeron un encuentro claramente jugado con el cansancio a cuestas, casi con la lengua afuera desde el mismo comienzo del lance, un marco acorde para un fixture demencial, traducido exclusivamente a libras esterlinas. A este panorama habrá que acostumbrarse obligadamente, como que hoy día el vértigo de la Premier League, su ritmo endemoniado, su calidad desarrollada a velocidad supersónica, parece cosa de un pasado muy cercano, pero pasado al fin.
Sin poder salirse demasiado de ese panorama gris, al menos Arsenal arrancó el segundo tiempo tratando de romper un poco esa monotonía. Lo hizo en cuentagotas, pero lo cierto es que puso más ganas y por momentos más fútbol. Cuando Lacazzette clavó la pelota en la red del local, nadie dudó que el partido había finalizado, pese a que faltaban todavía unos 25 minutos, descuentos incluidos.
Es que Brighton casi ni intentó igualarlo y no precisamente por el poderío de su rival. Es que no había fuerzas, las piernas no respondían, el cerebro tampoco. Al "Gunner" le bastó un artillero y sólo una bala en el cañón: 1 a 0 y batalla ganada.
GOLAZO PARA ENCUADRAR. Era un partido entre dos equipos igualados en la tabla. Dentro de lo que las energías permitieron, Chelsea y Aston Villa no defraudaron por cierto. Ambos hicieron mucho por el partido e intentaron llevárselo, al punto que se repartieron las ocasiones de gol equitativamente.
Fue 1 a 1, con un golazo del francés Olivier Giroud, ese "9" que muchas veces convierte y que otras tantas asiste como pocos en su puesto. Esta vez su conquista comenzó con una "rabona" extraordinaria del galo para habilitar como con la mano al estadounidense Christian Pulisic, quien derivó el balón al lateral izquierdo Ben Chilwell. Todo fue elaborado a alta velocidad, hasta que el centro-pase del lateral de la selección inglesa salió un poco más bajo de la cuenta, por lo cual Giroud, el titular indiscutido de Didier Deschamps en la selección francesa, se vió obligado a una suerte de contorsión casi inverosímil con su cabeza, para terminar colocando la pelota abajo junto al caño izquierdo de Emiliano Martínez: golazo para encuadrar.
El merecido empate de los "villanos" lo concretó el neerlandés Anwar El Ghazi, quien ya goza de antecedentes de goles salvadores como el que convirtió esta vez en Stamford Bridge.