miércoles, 30 de diciembre de 2020

CAVANI RUMBO A LA CIMA

 Minuto 94: el pase de Bruno Fernandes, casi la única habilitación que el talentoso portugués pudo concretar en toda la noche, va a parar a los pies de Marcus Rashford. El inglés maniobra, intenta pasar a través de la jauría de "lobos" que no había dejado de acosarlo en toda la noche. Edison Cavani, desmarcado, se la pide desesperado pero el ícono del Manchester United ya decidió que lo definirá él, así que engancha con la derecha y hace restallar el látigo con la izquierda. La pelota rebota en un defensa "naranja" y descoloca al arquero portugués Rui Patricio. Es el único gol del partido, el que parecía que nunca llegaría: Manchester United ha ganado 1 a 0 al durísimo Wolverhampton Wanderers de Nuno Espirito Santo y aprovechando el empate de Leicester City ante Crystal Palace, ya es el escolta del campeón Liverpool.

El técnico portugués planteó un partido cerrado por todos lados. Con facilidad pasmosa, meteóricamente, la engañosa línea de tres se transformó en una cortina metálica de cinco hombres, que por momentos hasta llegaron a ser ocho defensores. Edison Cavani, referente del ataque local, jugando como punta de lanza entre los centrales visitantes, no tuvo espacio ni para respirar porque fue literalmente rodeado y su habilitación fue imposible para Bruno Fernandes, su mejor abastecedor, pero también lo fue para sus laderos, Marcus Rashford y Mason Greenwood o Antony Martial, cuando el francés ingresó por este último.

Aislado el salteño, los demás intentaron resolver por su cuenta pero se dieron una y otra vez contra el dispositivo defensivo de los "lobos". Claro que el Wolves es además un excelente equipo, trabajado en todas sus líneas y por eso, al menos hasta los últimos minutos, no se conformó con poner el candado en su última zona sino que intentó varias veces vulnerar al arquero David De Gea. A veces trató con jugadas elaboradas, pero se encontró con que la defensa del United estuvo bien parada y resolvió las emergencias con éxito. De ese modo las principales incursiones de los "lobos" fueron como consecuencia de jugadas de pelota quieta, pero sus estocadas fueron siempre siempre bien neutralizadas por el cuidavalla español.

Recién en el tramo final Wolves pareció resignar definitivamente la posibilidad de llevarse los tres puntos de Old Trafford. Lo cierto es que extraña demasiado al goleador mexicano Raúl Jiménez, quien se recupera lenta y trabajosamente de la fractura de cráneo sufrida semanas atrás tras un choque aéreo violentísimo con el zaguero de Arsenal David Luiz.

Todo parecía de un cero del tamaño del llamado "Teatro de los Sueños", un cero gigante que sólo pudo ser borrado a través de una maniobra individual, un golpe de inspiración de un gran futbolista, arma letal contra la que sucumben los mejores esquemas defensivos como, por ejemplo, el que planteó Nuno Espirito Santo en la noche de Old Trafford.

Fue 1 a 0 y le alcanzó al equipo de Edison Cavani para treparse al segundo lugar de la tabla de posiciones, como único escolta del actual campeón, Liverpool.



SE QUEDA EL CAMPEÓN. Liverpool volvió a dejar puntos por el camino y tiene al Manchester United de Edison Cavani a sólo tres puntos, casi pisándole los talones y todavía con un partido menos jugado. Esto significa que en una hipotética tabla de puntos perdidos, ambos rivales tradicionales del fútbol inglés terminarían 2020 compartiendo la punta de la Premier League.

En su casa Newcastle se plantó muy firme ante el campeón vigente y tal vez hasta pareció sentir menos el trajín descontrolado que caracteriza a la presente edición de la Premier League. Si bien en la mayor parte del partido, por mejor calidad de sus figuras, por su responsabilidad como actual monarca, hasta por tradición, la iniciativa correspondió a Liverpool, el equipo del norte de Inglaterra nunca se amilanó y por momentos hasta resultó peligroso a través de algunas incursiones penetrantes y hasta hirientes, que exigieron al límite a la última zona de la visita.

Justo es reconocer que el campeón, aún con las energías claramente menguadas, estuvo más cerca de llevarse el partido y que, si no lo consiguió fue en gran parte porque ni Mohamed Salah, ni Roberto Firmino, ni Sadio Mané, parecieron ser los mismos que usualmente conforman un tridente temible y muchas veces letal para sus rivales. Simplemente no estaban en su noche y fue por eso que perdieron muchas, demasiadas, oportunidades propicias de cara al arco del inglés Karl Darlow. Si bien medió una atajada providencial del arquero de las llamadas "Urracas" y alguna dramática salvada en la línea por parte de algún defensor local, el resto de las chances de la visita fueron malogradas por extrañas deficiencias en la culminación de los integrantes de ese tridente ofensivo que normalmente no falla.

Newcastle no se amedrentó nunca y esa fue la gran virtud que tuvo el equipo dirigido por Steve Bruce. Traducido lo anterior, quiere decir que jamás puso "la bañadera" delante de su arco y, por el contrario, siempre intentó manejar la pelota, progresar en la cancha y hasta plantar la bandera roja de peligro en el área rival, al punto de llegar a sufrir una gran atajada del brasileño Alisson Becker, cuando promediaba el segundo tiempo.

Por puntos debió ganarlo Liverpool. También por méritos, por volumen de fútbol y por chances de gol, aunque no haya ejercido una superioridad avasallante ni nada que se le parezca. Sin embargo, por más mentiroso que haya sido el 0 a 0 final, en los hechos ese fue el resultado final.  


LA AGONIA DE LEICESTER. A Leicester City apenas le alcanzó para empatar agónicamente el partido ante un Crystal Palace que venía de tomar 10 goles en sus últimos dos partidos. Brendan Rodgers quiere contar sus lesionados pero lo cierto es que no le alcanzan sus manos para hacerlo. Otros soldados necesitaban un mínimo de descanso, dado lo agobiante del calendario impuesto por la organización de la Premier League, en conjunción con la televisión, que todo lo puede y por eso manda, hace y deshace.

En circunstancias normales Palace, que venía más averiado que el acorazado de bolsillo alemán Graff Spee a su llegada al puerto de Montevideo, hubiera sido la víctima ideal para el hasta entonces escolta del líder. Igualmente hasta los 30 minutos de juego el partido no defraudó porque fue de ida y vuelta y con mucho suspenso, hasta que se durmió dominado por el cansancio mostrado por la mayoría de los actores.

Lo sacó de los brazos de Morfeo el gol del marfileño Wilfred Zaha, la estrella de Crystal Palace. Después de la conquista pareció que al encuentro no le sacaba nadie el rótulo clásico de que "gana el que hace el primer gol". Entonces Barnes, el de los goles providenciales de los azules, apareció con uno de sus típicos remates de media distancia y clavó el balón en la red del arco del español Vicente Guaita.

Al final fue 1 a 1. Con el empate Leicester perdió, al menos por ahora, su condición de escolta del líder, pero lo cierto es que, a la luz de una enfermería atestada de clientes y de futbolistas que pedían -y aún piden por supuesto- a gritos aunque sea un pequeño descanso al ajetreo impiadoso de esta edición de la Premier, la igualdad no le resultó para nada un mal resultado. Ni aún jugando ante un equipo que venía moralmente destruido.


UNA BALA DE CAÑÓN. El gol del francés Alexandre Lacazzette, recién ingresado a la cancha, aprovechando una gran corrida del inglés Bukayo Saka, a la postre la figura de la cancha, sentenció para el visitante Arsenal un partido ante Brighton que había sido chato, monótono y aburrido, una muestra muy cabal del desgaste físico que a esta altura de la temporada provoca un calendario de locos, un vértigo de partidos que no conoce de pausa alguna.

Los pases laterales desabridos, insípidos, intrascendentes, produjeron un encuentro claramente jugado con el cansancio a cuestas, casi con la lengua afuera desde el mismo comienzo del lance, un marco acorde para un fixture demencial, traducido exclusivamente a libras esterlinas. A este panorama habrá que acostumbrarse obligadamente, como que hoy día el vértigo de la Premier League, su ritmo endemoniado, su calidad desarrollada a velocidad supersónica, parece cosa de un pasado muy cercano, pero pasado al fin.

Sin poder salirse demasiado de ese panorama gris, al menos Arsenal arrancó el segundo tiempo tratando de romper un poco esa monotonía. Lo hizo en cuentagotas, pero lo cierto es que puso más ganas y por momentos más fútbol. Cuando Lacazzette clavó la pelota en la red del local, nadie dudó que el partido había finalizado, pese a que faltaban todavía unos 25 minutos, descuentos incluidos.

Es que Brighton casi ni intentó igualarlo y no precisamente por el poderío de su rival. Es que no había fuerzas, las piernas no respondían, el cerebro tampoco. Al "Gunner" le bastó un artillero y sólo una bala en el cañón: 1 a 0 y batalla ganada.


GOLAZO PARA ENCUADRAR. Era un partido entre dos equipos igualados en la tabla. Dentro de lo que las energías permitieron, Chelsea y Aston Villa no defraudaron por cierto. Ambos hicieron mucho por el partido e intentaron llevárselo, al punto que se repartieron las ocasiones de gol equitativamente.

Fue 1 a 1, con un golazo del francés Olivier Giroud, ese "9" que muchas veces convierte y que otras tantas asiste como pocos en su puesto. Esta vez su conquista comenzó con una "rabona" extraordinaria del galo para habilitar como con la mano al estadounidense Christian Pulisic, quien derivó el balón al lateral izquierdo Ben Chilwell. Todo fue elaborado a alta velocidad, hasta que el centro-pase del lateral de la selección inglesa salió un poco más bajo de la cuenta, por lo cual Giroud, el titular indiscutido de Didier Deschamps en la selección francesa, se vió obligado a una suerte de contorsión casi inverosímil con su cabeza, para terminar colocando la pelota abajo junto al caño izquierdo de Emiliano Martínez: golazo para encuadrar.

El merecido empate de los "villanos" lo concretó el neerlandés Anwar El Ghazi, quien ya goza de antecedentes de goles salvadores como el que convirtió esta vez en Stamford Bridge.




lunes, 28 de diciembre de 2020

PINCHO EL PUNTERO

West Bromwich Albion, el penúltimo de la tabla, se paró en los pedales en la tarde de Anfield, robó un empate casi a escondidas y dejó al campeón frustrado, todavía encabezando las posiciones pero sin los 5 puntos de diferencia que en lo previo al partido pensaba sacarle a su escolta Everton, que además es su rival de todas las horas en los pagos de Merseyside.

El gol del senegalés Sadio Mané, a tan sólo 12 minutos de comenzado el choque, auspiciaba otra cosa muy distinta a la que se terminó dando al final del lance. Liverpool hizo gala de propiedad y hasta suficiencia en su juego. El local fue una especie de todo terreno porque se mandó a fondo por las bandas a través de sus laterales Alexander Arnold y Andy Robertson, siempre en modo avión a la hora de desbordar o de pasar como el viento, fabricando el clásico doble puntero.

Por adentro Mohamed Salah, Sadio Mané y en menor medida el brasileño Roberto Firmino, buscaron por arriba y por abajo, triangularon entre ellos y con sus mediocampistas. En resumen, los de Jurgen Klopp usaron todo su repertorio habittual, no se dejaron nada en el vestuario, intentaron terminar la tarea iniciada con ese gol tempranero del senegalés, asegurando un partido que por lógica en lo previo le era absolutamente favorable.

Dentro de la misma tonada, el complemento  mostró que ya el dueño de casa no estaba tan claro en su elaboración de fútbol. Por supuesto que siguió intentando ponerle el broche de oro al encuentro, precisamente para evitar lo que luego increíblemente terminó pasando. En esas estaban los del técnico alemán cuando Grant, el punta del Albion, el llanero solitario de la tarde, aprovechó un pase largo que partió desde la última línea de la visita, dejó plantado con su pique al recién ingresado zaguero juvenil Williams, quien había suplantado en el local al desgarrado -cuando no- Joe Matip y enfrentó al experimentado arquero brasileño Alisson, quien le terminó ganando el mano a mano.

Fue un aviso y había que atenderlo. Liverpóol hizo el gasto, no economizó combustible, quiso asegurarlo, pero la realidad indicó que ese mano a mano había sido, hasta ese momento y excluyendo al gol de Mané, la chance de gol más clara del encuentro, hasta que faltando 9 minutos el larguirucho Ajayi ganó de arriba tras un corner y decretó el empate definitivo en Anfield Road.

Ese 2 a 2 final fue castigo para el local por no haber sabido poner la rúbrica a tiempo y premio a la visita por haber plantado una defensa de hierro, con una disciplina y un temperamento muy típicos ambos del nuevo técnico, el inglés Sam Allardyce, todo un especialista en sacar de los pelos a equipos desahuciados que acarician la zona roja del descenso.

Parecía que se iba la novia, era toda una invitación para que el campeón vigente comenzara a rememorar lo que pasó en la temporada anterior cuando a esta altura del torneo ya había sacado una ventaja sideral, todo indicaba que tras este partido el monarca empezaría a saludar desde lejos a sus oponentes, aún a los más cercanos en las posiciones. El 2 a 2 final dice que pinchó el puntero de la carrera en su ruta hacia un nuevo título, así que continúa el panorama incierto y también el suspenso de una Premier League más caliente y entreverada que nunca.


EL SEGUNDO. Everton necesitó de un gol postrero, un remate del islandés Sigurdsson a los 79 minutos, para conseguir treparse al segundo lugar en el podio de la Premier.

Los de Ancelotti habían jugado un partido de plafón bajo, pese a que su rival, el Sheffield United, era ni más ni menos que el último en la tabla de posiciones del torneo. El italiano no se apeó nunca de su esquema conservador, un émulo del viejo "catenaccio" pero modernizado y adaptado al fútbol moderno y, más específicamente, al ritmo endemoniado de la Premier League.

El popular "Karleto" no arriesgó nada, ni un poquito, exageró los cuidados, es como que los spaghetti se le pasaron de cocción y se le apelmazaron. En otras palabras, es como si no hubiera caído en que el rival era un equipo débil, hoy por hoy el más flojo del torneo y, por lo tanto, pasible de ser atacado casi de continuo. Incluso Ancelotti optó por incluir demasiado tarde al portugués André Gomes, mediocampista escencialmente de talla ofensiva y capaz de cambiarle la cara a un once que hasta entonces se había mostrado timorato y nada audaz por cierto.

Básicamente la situación y la perspectiva que tenía Everton a su frente, el subirse casi al tope de la tabla, no daba para tomar tantas precauciones frente al último de la tabla, un equipo discreto por demás que no fue capaz siquiera de intentar hacerle daño a la última zona azul, salvo cuando el partido se moría y ya estaba instalado el 1 a 0 a raíz de ese gol de Sigurdsson.


PLATO FUERTE. Nuno y Mou frente a frente. Hoy día Wolverhampton Wanderers recibiendo a Tottenham Hotspur es un plato fuerte en Premier League. No defraudaron, Ambos respondieron como se esperaba. Frente al gol madrugador de N'Dombele, Nuno Espirito Santo le tiró encima toda su batería a José Mourinho: juego pulido, atildado, prolijo, con el fisiculturista catalán Adama Traore desbordando como siempre, aunque encajando centros que, a falta del mexicano Raúl Jiménez, nadie aprovechó, porque aunque el juvenil Fabio Silva intentó disfrazarse de goleador, sus esfuerzos resultaron infructuosos.

Podence, el portugués, sintió demasiado la movida de carrocería a la que le sometieron de pique los Eric Dier y los Davison Sánchez, quizás bajo la supervisión del propio Mou. "Controlamos el partido durante 90 minutos pero carecimos de ambición para liquidarlo", confesaba Mourinho luego del agónico empate final de los "lobos" de Nuno. La afirmación lleva a una moraleja: "en Premier League no alcanza con controlar el juego, hay que knockear". Pasando al otro rincón del ring, el de los Wolves, resulta irónico que los equipos prolijos, puntillosos, que cocinan el fútbol "al dente", al punto justo, muchas veces terminan salvándose con un gol de pelota quieta, que vale tanto como una anotación derivada de veinte toques trillados a lo largo y ancho de la cancha.

Ese fue justamente el caso de Wolves, cuando a los 86 minutos el "cocazo" del marroquí Romain Saiss, anticipando como un rayo a toda la defensa visitante, se coló junto al segundo caño del arco del francés Hugo Lloris. Fue el 1 a 1 que impidió a los de Mourinho subirse de nuevo al podio de Premier y permitió al Leicester City, pese al empate ante el Manchester United de Edison Cavani, encaramarse al tercer lugar de la tabla de posiciones.


SANGRE JOVEN. Arsenal se sacó la modorra, sacudió su melena y vapuleó a Chelsea en su estadio de "Emirates": 3 a 1. El juego que se vió en el primer tiempo no fue sino el resultado de la realidad de ambos hasta hoy. Sus bajos momentos se tradujeron en un trámite letárgico y monótono, situación que se rompió abruptamente con el dudoso penal convertido por el francés Alexandre Lacazzette y casi enseguida con el tiro libre espectacular ejecutado por el suizo Xhaka.

El segundo tiempo arrancó clara y lógicamente condicionado por ese 2 a 0 parcial impuesto por el local. Mikel Arteta había apelado a sangre joven para enfrentar este partido, quizás en aras de regalarle incentivación a un once que llegaba desfalleciente tras derrotas sucesivas que lo pusieron muy cerca de la cola de la tabla de posiciones. Esa camada - Smith-Rowe, el brasileño Martinelli, el español Pablo Mari- se comió la cancha, puso ganas, tradujo hambre y todo eso conjuntado, más el resultado que ya le era favorable desde el final del primer tiempo, fue demasiado para un Chelsea apagado, sin reacción y casi desganado.


"ES DIVERTIDO JUGAR CONTRA BIELSA". "Es divertido ver jugar al equipo de Bielsa pero más divertido todavía es jugar contra él". La frase, atrevida si se quiere, tal vez hasta insolente, es de autoría del épico goleador inglés del Mundial de México 1986, Gary Lineker. Sin embargo, en opinión de muchos, es lo más gráfico que pueda traducirse en palabras acerca del equipo del popular "Loco". Vistoso pero endeble. Interesante pero poco práctico. Rengo porque maneja la pierna de la creación pero no la de la marca.

Claro que a su rival de turno, el modesto Burnley, no le dió por divertirse porque además de sus muchas limitaciones, como frutilla sobre la torta, un bisoño árbitro, en increíble complicidad con un omiso y negligente VAR, le cambió un clarísimo penal del arquero francés de Leeds, por un inventado foul de ataque.

Un gol madrugador del ariete local Patrick Bamford condicionó todo el partido. Los de Bielsa no saben defender, de modo que intentaron aumentar el marcador, pero fueron desordenados y desprolijos. El encuentro se transformó en un loquero, con Leeds tratando de explotar los espacios pero sin tino y Burnley intentando llegar al empate pero sin saber cómo.

Al final, en medio de tanta anarquía futbolística, terminó primando ese gol tempranero de Bamford y, tristemente, esa barbaridad maquinada entre árbitro y VAR, que mandaron al tacho al humide Burnley.

Aston Villa, que cuenta con dos partidos menos jugados y por tanto en una supuesta tabla de puntos perdidos se encontraría segundo, como único escolta del líder Liverpool, se aprovechó y abusó de un destruido Crystal Palace, que en la fecha anterior había sido arrasado por el campeón vigente. Los "villanos", jugando con 10 hmbres la mayoría del partido por una temprana expulsión, se impusieron con un cómodo 3 a 0, contraviniendo la "norma" de que en Premier League el equipo que queda en inferioridad numérica es perdedor seguro, sin apelaciones.

Ante Fulham, uno de los coleros de la tabla, no apareció esta vez el Southampton que asombra a propios y a extraños. No fue el mismo y, más allá de un gol anulado a Theo Walcott con el sello de la nueva y absurda regla del offside, que estipula que un tobillo, un dedo gordo, una nariz demasiado larga o un mechón de cabellos no pueden estar en posición prohibida, el equipo fue una pálida sombra del que se movió en casi todos sus partidos de esta Premier y firmó junto al modesto Fulham un 0 a 0 expresivo, muy gráfico por cierto.

Pese a los cuatro goles que marcaron el 2 a 2 final, West Ham United y Brighton jugaron en el London Stadium un partido que fue parejo para abajo. El visitante fue un poco más prolijo, el local más expeditivo, pero escencialmente el encuentro se jugó casi siempre en borrador. Ninguno de los dos logró pasarlo en limpio porque básicamente no tuvieron con qué clarificarlo.

 

sábado, 26 de diciembre de 2020

LA VARITA MAGICA DE CAVANI

Edison Cavani entró a jugar ante Leicester City cuando faltaban sólo 15 minutos para el final. Lo cuida. Ole Solskjaer lo cuida y hace bien. Durante dos años y medio, arrancando en el Uruguay 2 Portugal 1 del Mundial de Rusia 2018, el salteño ha caído de lesión en lesión y todas musculares, porque sus músculos tienen también 33 años de vida, al igual que su ilustre propietario, algo que por si acaso merece recordarse. 

Tan sólo tres días atrás Cavani había sentenciado el pasaje de Manchester United a semifinales de la Carabao Cup, o Copa de la Liga, como más guste llamársela. Luego de participar activamente en todo lo importante que hizo la ofensiva de su equipo durante 90 minutos, liquidó al Everton de Carlo Ancelotti con un zurdazo inapelable: la pelota entró abajo, junto al caño izquierdo del arquero local, luego de una vertiginosa diagonal de derecha a izquierda, muy típica, por cierto, del goleador nacido en Salto. Fue el final de un partido cerrado como pocos en la primera división inglesa.

El entrenador noruego lo cuida y hace bien, sólo que podría pensarse un poco apresuradamente que esta vez, en la visita del United al segundo de la tabla en el "King Power Stadium" se le fue un poco la mano y demoró demasiado en darle entrada. Sin embargo Solskjaer aclaró después que había planificado darle unos 25 minutos a "El Matador", pero su plan se vió truncado por la lesión del zaguero sueco Viktor Lindelof, circunstancia que le obligó a "quemar" anticipadamente uno de los tres cambios permitidos en la Premier League.

Todo esto pasó en el partido inaugural del dichoso "Boxing Day" que enfrentaba al segundo de la tabla, Leicester City de Brendan Rodgers, con el tercero, Manchester United. Justificadamente entonces, tardó el sueco Ole en darle paso a "El Matador", claro que el ex-Danubio, Palermo, Napoli y PSG, no demoró como su técnico y tan sólo 4 minutos después de pisar el verde, metió un antológico pase entre líneas para que el portugués Bruno Fernandes, el alma y la vida del equipo, cruzara el balón al segundo caño del arquero danés Kasper Schmeichel para poner el 2 a 1 en el marcador. 

Fernandes, ex-compañero de Sebastián Coates en Sporting de Lisboa, por todo festejo, hizo la mímica de sacarse el sombrero delante del uruguayo de la varita mágica. Todo dicho, y debió ser partido, se lo merecían Fernandes y Cavani, tal vez Marcus Rashford y el meritorio brasileño Fred, pero ciertamente pocos más en el equipo de Old Trafford, que jamás dió la sensación de solidez defensiva a lo largo de un partido en el que se puso a ganar dos veces pero no supo mantener la diferencia, ni tampoco se dió tiempo para ampliarla.

Miraron, atentamente miraron los defensas visitantes en las jugadas previas a ambos goles de Leicester City. Puntualmente, en ocasión del 2 a 2 que sería definitivo, al lateral-volante Luke Shaw, al zaguero y capitán Harry Maguire y al otro central Bailey, les faltó aplaudir, pero en general, independientemente de los nombres, Manchester United es un equipo que no sabe defender su ventaja luego de obtenerla.

Le faltan dientes apretados al grito de "no pasarán". El rival se les tira encima y lo miran contemplativamente, como diciendo "y bueno, ahora es tu turno, te toca a ti". Hoy el United sigue arriba en la tabla, sus aspiraciones al título lucen intactas, muestra material para al menos intentar la hazaña -remota, claro está- de destronar al campeón vigente, pero el corregir esa desidia, ese casi desinterés cuando el rival lo ataca, ese mirar pasivamente como juega el oponente, es algo perentorio, una exigencia ineludible, si pretende pelearle la Premier a Liverpool y compañía.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

MASACRADOS POR EL MONARCA

Crystal Palace usualmente se hace muy fuerte en su bunker de Selhurst Park y eso es algo que acá en Inglaterra se sabe, es conocido, pero lo cierto es que esta vez el campeón Liverpool utilizó toda su artillería pesada para asaltar su fortaleza y simplemente lo masacró. Fue 7 a 0 y a disfrutar Navidad como solitario puntero -una vez más- de esta edición de la Premier League.

El local, como siempre hace en su reducto del sur de Londres, intentó protagonismo, quiso pelea, fue al frente y hasta puso nervioso al campeón, pero está claro que a la contundencia no hay con qué darle en esto del fútbol y Liverpool la tuvo a raudales. El nipón Minarmino, el senegalés Sadio Mané y el brasileño Roberto Firmino no perdonaron la indecisión del Palace, ni su falta de resolución y de confianza en los últimos metros.

Con el 3 a 0 del final de la primera etapa, la tempestad del complemento estaba en todos los pronósticos. Era alerta roja a voces, así que un zapatazo del capitán Jordan Henderson, otra rúbrica de Firmino y dos firmas del recién ingresado egipcio Mohamed Salah, transformaron el partido en exhibición.  Cerró el fútbol y abrió el circo, la magia del espectáculo y además todo eso no fue sino el desquite de aquel 7 a 2 ante el asombroso Aston Villa, que hoy parece perdido y difuso en el tiempo.


EL ESCOLTA. Leicester City volvió a ganar, confirmó su recuperación y ya está de nuevo como escolta exclusivo del actual monarca. Tottenham Hotspur totalizó un sólo punto de los últimos seis disputados y ello le significó quedar relegado en las posiciones, pasando del liderazgo absoluto a caer hasta la sexta colocación.

El primer tiempo había transcurrido desabrido. No había pasado nada. Frío por aquí, tibio por allá. Baja temperatura para los arqueros que pasaron frío y sólo pensaron en el cafecito caliente que les esperaba en el vestuario. Eso sucedía hasta que en los descuentos el lateral marfileño Serge Aurier le dió un "topetazo" a un rival que estaba de espaldas al arco del francés Hugo Lloris y, por tanto, sin posibilidades de hacer daño, con nulas aspiraciones de gol pero, eso sí, dentro del área de los Spurs.

Claro está que a Jamie Vardy, el goleador de las huestes de Brendan Rodgers, todo eso no le importó y con remate fuerte y al medio del arco, transformó el penal en la apertura del marcador para la visita. Cuando los de Mourinho machacaban e intentaban, pero sin ideas claras, un acrobático salto de Vardy derivó en el gol en contra del zaguero belga Toby Alderweireld y ahí se bajó la cortina. 

A los de "Mou" ya "no les dió la nafta" para pelear el resultado, un 2 a 0 claro, indiscutible, inamovible y lapidario para los del norte de Londres.


PALIZA MEMORABLE. Manchester United no quiso ser menos que su eterno rival, Liverpool, y entonces le propinó una paliza memorable al Leeds United del argentino Marcelo Bielsa: 6 a 2. Los de Old Trafford caminando casi en puntas de pie, callados y a veces hasta a los tropezones, están terceros en la tabla de Premier y todavía con un partido menos jugado, por lo cual hoy, en una supuesta tabla de puntos perdidos, marcharían segundos, a sólo dos puntos de los de Anfield.

Estancias y no chacras. Interminables extensiones de verde disponibles para que el rival corra, pase, diagrame, dibuje y hasta "chivee" a su costa. Esta es hoy la postal permanente del equipo del "Loco" Bielsa aunque, eso sí, el United tuvo el gran mérito de aprovechar todas y cada una de las ventajas que gentilmente regaló, una vez más, la formación del técnico argentino. Hoy Leeds muestra en la tabla la friolera de 30 goles en contra siendo, por supuesto, el club más goleado, hasta ahora, de la presente edición de la Premier League, incluidos los tres que están en las posiciones de descenso.

Está muy claro que ese auténtico récord no es casual. Es que realmente no se ve que haya un trabajo defensivo específico. No hay marcas y los relevos brillan por su ausencia. Los campeones del ascenso descuidan  a ojos vista uno de los "ABC" del fútbol, parecen desdeñar el claro hecho de que marcar en fútbol, también es un arte. Y un arte imprescindible, por cierto.

El mediocampista McTominay marcó el ritmo del United. Se hizo un "picnic" con el equipo de Bielsa. El escocés anotó dos goles en los primeros 3 minutos de juego y ese fue el despegue para un partido soñado, el inicio de un concierto de fútbol que hizo bailar al endeble sistema defensivo visitante.

Tras su lesión Edison Cavani reapareció para jugar los últimos minutos, cuando el partido ya no era tal y su equipo había entrado en "stand by", guardando energías para el cruel fixture que se avecina a nivel de Premier League y copas parelelas de la Federación Inglesa.


A LA ITALIANA. Una nueva victoria del Everton de Carlo Ancelotti catapultó a los vecinos del campeón Liverpool a la cuarta posición, último escalón de la tabla de Premier que clasifica a Champions League al final de la temporada. Esta vez la víctima fue el sufrido, doliente y muy venido a menos Arsenal, del técnico catalán Mikel Arteta: 2 a 1.

Por momentos Arsenal fue agresivo, punzante, mostró los dientes y hasta pareció armarse para la guerra. Sin embargo Everton llegaba "con viento en la camiseta", confiado en sus propias fuerzas, dispuesto a no dejar pasar nada y a lastimar no bien se le presentaran las ocasiones de hacerlo. El local, con un planteo más italiano que nunca, fue cerrado, no dió ventajas, escalonó marcas y todo sin replegarse demasiado, sin regalar metros de cancha al visitante.

Y cuando las chances llegaron, los de "Karleto" no las desaprovecharon, no las dejaron pasar, habida cuenta de un buena dosis de suerte  en el gol en contra del zaguero "Gunner" Rob Holding y de la cabeza de oro del colombiano Yerry Mina para desnivelar el partido tras el empate que había decretado, cuando aún corría el primer tiempo, el marfileño Pepe.

Everton supo siempre dónde estaba parado y lo que quería, típicos atributos de la vieja usanza italiana a la que parece querer regresar, hasta ahora con éxito indiscutido, el carismático Carlo Ancelotti. Ni siquiera la embestida final de Arsenal, una suerte de estertor agónico del moribundo, consiguió mover ni conmover la estructura edificada por el popular "Karleto".


TRES ESTOCADAS. El conocido salto de tigre  del central brasileño Tiago Siva y el oportunismo del largirucho inglés Abraham, fueron los ingredietes que utilizó el Chelsea de Frank Lampard y que alcanzaron para hacer la diferencia ante un inoperante West Ham United. De esa forma, con tres estocadas profundas, se inició la recuperación del equipo del oeste de Londres luego de dos derrotas sucesivas que lo habían relegado considerablemente en la tabla de posiciones de la Premier.

Pinchó Southampton en pleno repecho, cuando escalaba posiciones rumbo al tope de la tabla. Manchester City, sin sobrarle demasiado pero al mismo tiempo sin muchos sobresaltos, consiguió imponerse como visitante por 1 a 0 a los "Santos". Pese al temprano gol de Rahem Sterling, el local mostró vestigios de partidos anteriores en los cabezazos del zaguero danés Jan Vestegaard, en las siempre vertiginosas incursiones del inglés Theo Walcott, en certeros cambios de frente y en continuos movimientos del balón de un lado a otro de la cancha. Esta vez no fue suficiente porque les faltó "punch" en los últimos metros y entonces los de Guardiola se llevaron el triunfo final.

Jugando a voluntad Jack Grealish y su banda de Aston Villa recitaron un monólogo y se quedaron con un cómodo triunfo ante un West Bromwich Albion que estrenaba técnico en el inglés Sam Allardyce, tras el cese del croata Slaven Bilic. Fue un 3 a 0 expresivo e inapelable.

El modesto Burnley fue sorpresa al derrotar a Wolverhampton Wanderers por 2 a 1. El local jugó su mejor partido hasta ahora en esta Premier League, metiendo cambios de frente exactos, moviendo la pelota constantemente y aplicando la receta del "doble puntero" a la hora de atacar a la visita. Los Wolves se vieron sorprendidos y además carecieron de uno de los elementos claves del fútbol: contundencia.

Paridad, intenciones frustradas, esfuerzo y derroche físico al por mayor. Todo eso se vió en el norte de Inglaterra donde Newcastle recibió al londinense Fulham. Ambos repartieron honores: 1 a 1. 

A Brighton, en su casa del balneario principal de Inglaterra, no le alcanzaron 55 minutos de fútbol para  capitalizar una expulsión sufrida por Sheffield United a los 40 minutos de partido. Tras un primer tiempo para el olvido, llegaron los goles y el tiempo para la inoperancia del local: 1 a 1.

viernes, 18 de diciembre de 2020

DESPEGO EL CAMPEON

Casi nunca defraudan por más que esté en juego el oro y el moro, la corona y las joyas, los diamantes y los rubíes. Es norma de la Premier. Es ley. Si el partido promete, el partido cumple. Esta es la premisa en la que se basaron Liverpool y Tottenham, los dos punteros del torneo hasta el choque entre ambos en Anfield.

A un ritmo endemoniado, a todo fútbol, así comenzó y así terminó el partido entre los cabezas de la tabla. El local comenzó mandando. Tuvo la pelota, marcó el ritmo, mandó, creó y llegó varias veces sembrando la alarma y el nerviosismo en las huestes de José Mourinho. El gol del egipcio Mohamend Salah no fue sino la rúbrica de ese dominio. Tras dos rebotes casi simultáneos en defensores de los Spurs, la pelota llovió sobre el arco de Hugo Lloris y cayó en picada, casi como desmayada, pegando contra el costado izquierdo de la red. Literalmente fue un gol como caído del cielo, pero fiel reflejo de lo que se había expuesto sobre el gramado.

Tottenham no había llegado nunca, casi no había pasado la mitad de la cancha. Entonces, de repente, como de la nada, apareció un pase profundo, la corrida imparable, como siempre, del coreano Son y una definición maestra, con el sello del asíatico, quien no sabe de nervios cuando se encuentra cara a cara con el arquero rival. Abrió el cuerpo como para cachetear la pelota con la cara interna de su pie derecho y mandarla al segundo palo de Alisson Becker. Todo fue suficiente para engañar al brasileño, porque terminó dándole al balón con el empeine y no con la cara interna del pie, para enviarlo pegadito al primer palo y no al segundo.

 Liverpool, que estaba para aumentar, que se paseaba orondo y suficiente luego de la apertura, desfalleció con ese empate, con ese balde de agua helada que lo caló hasta los huesos. Los Spurs trataron de aprovechar ese "shock" del local, pero el final del primer tiempo los sorprendió en las inmediaciones del arco de Alisson, hurgando, escarbando y buscando, pero sin encontrar.

En el complemento la torta estuvo más repartida. Si bien la posesión de pelota continuó perteneciendo al local en un 80%, el equipo de Mourinho amenazó permanentemente con estocadas profundas, incluido un remate al caño izquierdo de Becker y alguna situación desperdiciada ante la desesperación del técnico portugués.

Empataban y quedaban como estaban en la tabla. Empataban y era fiel reflejo del partidazo que habían jugado. Empataban y era premio, tipo aplauso, medalla y beso para ambos, porque los dos se lo merecían. Hasta que vino el corner ejecutado por Andy Robertson desde la izquierda y el frentazo al ángulo del brasileño Roberto Firmino, inatajable para el mundialista francés Hugo Lloris.

Ganó Liverpool. Fue 2 a 1 y ahora el campeón amenaza con el operativo despegue, emulando como dulce añoranza sus correrías de la temporada pasada. Las fechas subsiguientes dirán si el lindo entrevero y la atractiva incertidumbre que han prevalecido hasta ahora en esta Premier se mantienen o si, por el contrario, el campeón se encarga de terminar con ellos.

LE TOMARON LOS PUNTOS. El City  de Guardiola no tiene variantes y parece no anunciarlas tampoco. Desprecia un cambio de frente preciso y oportuno. Descarta un pelotazo al vacío que tome a la defensa rival a contrapié y deje a uno de sus delanteros de cara ante el arquero rival. 

West Bromwich Albion, uno de los peores equipos de la Premier League, le sacó un empate -fue 1 a 1- en el Etihad del Gran Manchester, con sólo cerrarse herméticamente atrás y aprovechar una de las dos chances claras que tuvo en todo el partido. El mismo Albion cuya cúpula, después del partido y hasta despreciando el resultado obtenido, cesó al técnico croata Slaven Bilic, quien había llevado de la mano al equipo a la Premier desde la Championship (2da. División).

Hoy en día cualquier hijo del vecino que se plante bien atrás y aguante concentrado los 90 minutos, está en condiciones de obtener aunque sea un puntito ante el City. Hace mucho ya que le tomaron los puntos a "Pep" en el fútbol inglés y es más que probable que su sistema de juego esté progresivamente acercándose al ocaso. Es que los propios futbolistas ya no aparecen convencidos de que lo que hacen sea lo mejor, lucen como aburridos de jugar siempre a lo mismo, de no intentar jamás algo diferente, un cambio que estimule su adrenalina y, al mismo tiempo, que acorrale y amedrente al rival de turno.


NOCHE DE LOBOS. La resurreccción de los "lobos" de Wolverhampton Wanderers trajo la segunda caída consecutiva -en sólo 4 días- del Chelsea de Lampard. Los de Frank comenzaron cotrolando juego y pelota, cosa que hicieron por largos minutos, marcando el ritmo del juego.

Incluso Olivier Giroud, el "9" mundialista francés que ahora se ha ganado minutos en el once titular por mérito propio, a puro tesón y a fuerza de sacarle las castañas del fuego a Lampard con goles claves, como antes lo había hecho con su coterráneo Arsene Wenger en Arsenal, una vez más rompió el cero anotando la apertura tras excelente centro-pase del lateral izquierdo Ben Chilwell,

El problema para los del oeste de Londres fue que el portugués Podence, cuya forma de jugar cada vez hace recordar más y más al belga Eden Hazard, hoy batallando contra sus lesiones en Real Madrid, respondió con una de sus maravillas, amagando dos veces y colocando el balón lejos del arquero Mendy. Tras cartón su compatriota Pedro Neto, otro ilustre integrante de esta auténtica colonia portuguesa que el técnico Nuno Espirito Santo ha introducido en el corazón de la Premier League, sentenció la remontada final de los "lobos": 2 a 1 para Wolverhampton Wanderers y Chelsea que pasa a mirar desde lejos la cabeza de la tabla.

 Es que la Premier se ha vuelto un torneo en el que casi todos los equipos ganan y pierden con absoluta naturalidad. Y por más que el campeón vigente ya se cortó sólo en la punta, tres lánguidos puntos de diferencia no parecen significantes en el torbellino actual, de modo que el monarca necesitará inyectarse una buena dosis de regularidad para impedir que le arrebaten la corona. 


SOUTHAMPTON QUIERE CHAMPIONS. El asombroso Southampton estuvo cerca de robarse los tres puntos del Emirates Stadium del norte de Londres. Insólitamente, sobre la hora, también estuvo a un tris de perder el punto que terminó llevándose para el sur de Inglaterra.

Tal cual ha sido detallado en la nota anterior, Ralph Hassenhuttl, el austríaco de gesto rudo, el técnico motivador que sacó de los pelos a los "Santos" cuando corrían serio riesgo de hundirse en las profundas aguas del descenso la temporada pasada, se viene ocupando hoy de mechar esa faceta de temple, coraje y agresividad bien entendida, con una dosis de fútbol bien jugado, prolijo, atildado, pero al mismo tiempo muy vertical, con explotación de las bandas, paredes precisas pero al mismo tiempo productivas, así como triangulaciones exactas y penetrantes.

Ese repertorio fue el que se vió durante el primer tiempo de la visita de Southampton al alicaído Arsenal de Mikel Arteta. El entrenador austríaco contó obviamente con las piezas adecuadas para aplicar su receta. El goleador ex-Liverpool Danny Ings, así como Adams, un delantero prometedor y, sobre todo, un desacatado Theo Walcott, ex-Arsenal y actual jugador de Everton a préstamo en el club del sur del país, que al mismo tiempo es el club que vió su nacimiento futbolístico. "Theo está imposible", decía el relator inglés del partido. Y no exageraba ni un ápice. El Walcott de hoy es incansable, va a todas las pelotas, colabora en la marca, sube, baja, se maneja a gran velocidad siempre, según su propio sello claro y, sobre todo, define con una precisión milimétrica, como pudo comprobarse cuando a velocidad de tren bala "picó" el balón sutilmente sobre la salida del arquero alemán Leno, para poner a su equipo en ganancia.

Al segundo tiempo lo cambiaron dos hechos puntuales. El primero fue el reencuentro con el gol del gabonés Pierre Aubameyang. Venía triste y de capa caída, desmotivado, con el mal típico que ataca a los goleadores cuando se les moja la pólvora y ven que todo el equipo lo siente hasta en sus fibras más íntimas. En este caso Pierre Emerick culminó un entretejido colectivo excepcional, de otro Arsenal, de uno muy lejano a este que hasta había caído en la fecha anterior ante el muy modesto Burnley, también en casa, con los mismísimos cañones haciendo guardia a las puertas del estadio de Emirates.

El segundo hecho puntual del complemento fue que poco después del empate del gabonés, se hizo expulsar tontamente, por agarrar a Theo Walcott, cuando ya venía con tarjeta amarilla, el zaguero brasileño de Arsenal, Gabriel Magalhaes. Para el local, un equipo que llegaba malherido y sensible, tocado en sus fibras más íntimas por una campaña desastrosa, ese contratiempo bastó para que renunciara a tratar de remontar el marcador pese a la inyección de positividad que le había regalado ese gol de Aubameyang y también, claro que sí, al alivio provocado por el propio reencuentro con las redes rivales del goleador del equipo.

Los "Santos", con una ficha más en el tablero, se ablanzaron sobre su presa, pero encontraron un Arsenal abroquelado en el fondo, cuidando su área con celo, escalonando marcas y cerrando caminos a diestra y siniestra. Así y todo, Redmond, la carta ofensiva más importante que suele jugar desde el banco de relevos el técnico austríaco, consiguió penetrar una vez las líneas enemigas pero su acrobático remate dió en el ángulo superior derecho del arco local.

En el minuto 90 el zaguero "Gunner" Rob Holding, aprovechando una pelota quieta, metió un "cocazo" en el horizontal y así todo terminó en empate: 1 a 1.  El sorprendente Southampton se coló, al menos por ahora, en los puestos de Liga de Campeones. El triste Arsenal de hoy comenzó a remar para zafar de la cola de la tabla.


LA NOCHE DE RASHFORD. Mc Goldrick, el número 17 de Sheffield United, encontró un "blooper" en su casillero del vestuario y no tuvo mejor idea que llevárselo a la cancha. A los 4 minutos "garroneó" limpiamente a Henderson, el arquero sustituto de De Gea en Manchester United. Le quitó el balón de sus pies y lo incrustó en el arco visitante.

Fue un espejismo. No es que Sheffield United se durmiera en los laureles. No lo hizo y Mc Goldrick continuó trajinando sobre la última zona visitante, aunque le faltó ayuda, fue como "El Llanero Solitario" y todavía sin el indio "Toro", su eterna compañía. En cambio en el United apareció Marcus Rashford en todo su esplendor. Otra vez sin la competencia -o el apoyo- de Cavani, recuperándose de su lesión, el espigado delantero se hizo pesado para los defensas locales.

Marcus destacó más aún porque el volumen de fútbol brilló por su ausencia ante la noche sin inspiración que castigó al portugués Bruno Fernandes, el habitual creador de los de Old Trafford. En base a contundencia pura y dura fue la reacción casi inmediata del visitante. Comenzó con un gran pase largo del zaguero danés Lindelof que Rashford controló sin bajar siquiera un cambio en su carrera, durmiendo el balón con la punta de su pie derecho, para castigarlo de inmediato con la misma pierna y mandarlo por abajo del cuerpo del arquero local, sorprendido de pies a cabeza por el vértigo de la acción.

Enseguida vino otra gran definición, aunque no tan exultante ni lujosa como la anterior. Esta vez el protagonista fue el francés Antony Martial y de ese modo el United ya estaba al frente: 2 a 1. Rashford seguía prendido fuego, así que tras carrera de velocista de 100 metros llanos, definió impecablemente para el 3 a 1.

Insólitamente el partido se le complicó al final a los de Solskjaer, básicamente porque Mc Goldrick seguía debatiéndose como un demonio, aunque el descuento llegara tras una carambola entre las cabezas del batallador delantero local y del danés Lindelof, con quede del arquero Henderson incluido.

En la agonía del partido, en el minuto 92, Henderson, el arquero que relegó a David De Gea al banco de relevos, el de las fallas en ambos goles de Sheffield United, cacheteó al corner, en una atajada monumental y se quedó con el partido para Manchester United.


SPAGHETTIS A LA CATENACCIO. Carlo Ancelotti se relame: su Everton, esta vez sin el inestable y frágil colombiano James Rodríguez, lesionado por enésima vez, se comió otro bocado grande, jugoso y apetitoso al quedarse con los tres puntos en casa de Leicester City. Los de Brendan Rodgers venían embalados mirando la tabla desde arriba y soñando dulcemente con los tiempos de otro italiano, el gran Claudio Ranieri, aquel que le pegó un cachetazo a la opulencia de los poderosos llevando de la mano al equipo hasta el título de Campeón Inglés.

Tan solo tres días atrás Everton se había devorado nada menos que a Chelsea. Hoy los de "Karleto", con estas dos significativas victorias, quedaron a las puertas de las posiciones que conducen a la Champions League, sólo una unidad por detrás de su último derrotado. Un corrida acalambrante del brasileño Richarlison terminó con la pelota en la red del local, tras pasar muy oronda por debajo del cuerpo del arquero Kasper Schmeichel. El segundo y definitivo gol se dió tas un corner cuando, luego de una doble salvada del cuidavallas danés, Mason Holgate mandó la pelota adentro del arco del local.

Ya ante Chelsea Ancelotti había aplicado con éxito la vieja receta italina, consistente en un buen plato bien suculento de "spaghettis a la catenaccio", una suerte de viaje a un pasado ya lejano, cuando los "tanos" ponían el candado, lo cerraban con una combinación indescifrable y entonces el cero en su arco era una especie de garantía firmada y sellada. Esta vez, al igual que ante los de Frank Lampard, el popular "Karleto" lo volvió a hacer y su equipo olfatea de nuevo, como al principio del torneo, las ansiadas posiciones de Liga de Campeones.


EL DE LAS MEDIAS CAIDAS. Pocas veces un 0 a 0 final tiene una nariz tan o más larga que la de Pinocho: mentiroso. Si bien Aston Villa era el local y favorito, por lo cual llevó siempre la iniciativa, el modesto Burnley respondió con bastante atrevimiento. Se vieron salidas rápidas desde el fondo, transportes de pelota eficientes, remates desde afuera de las áreas, cabezazos y todo el repertorio posible de un concierto de fútbol con el sello de la Premier League.

Dentro de esa vorágine el Villa fue más que su visita. El horizontal del arquero de Burnley y de la selección inglesa, Nick Pope, rechazó dos veces el balón. El argentino Emiliano Martínez, custodiando el otro arco, el del dueño de casa, también fue exigido, aunque no con la misma frecuencia que su colega, pero respondió con la categoría que viene siendo su sello desde sus últimos partidos defendiendo a Arsenal.

Aston Villa puso ideas, velocidad, control y hasta vértigo, pero falló en el punto clave del fútbol: la definición. Incluso lo de su capitán y titiritero, Jack Grealish, el "10" de las medias caídas y claro aire  rioplatense, fue por momentos espectacular, una fantástica muestra retroactiva de inspiración y creatividad que sólo vive en el pasado, mucho antes del fútbol robótico y mecanizado que hoy nos obsequian los cráneos del momento.

Fue tan grato a la vista lo que una vez más mostró Jack Greslish y lo que hizo jugar a sus compañeros, que resultó una verdadera y gran infamia que los errores de definición hayan impedido que el Villa se quedara con los tres puntos.

lunes, 14 de diciembre de 2020

EL ARQUERO Y LA VIBORA

 Tottenham Hotspurs se dejó dos puntos en las manos del arquero español Vicente Guaita, el héore de Crystal Palace en la bulliciosa tarde del Selhurst Park, al sur de Londres, casi tocando el meridiano de Greenwich.

 Sólo una víbora pudo con el cuidavallas hispano cuando, tras un remate de Harry Kane a los 23 minutos de juego, la pelota se transformó en reptil y, tras rumbear hacia el centro del arco, ligeramente a la derecha del arquero, torció el curso abruptamente engañando al sorprendido Guaita y clavándose en la red del Palace. Antes y después de esa suerte de accidente, el "1" del equipo local se robó la tarde y la ovación de la hinchada más bullanguera de Londres, aún en el escaso número permitido por la actual cuotificación gubernamental para asistencia a partidos de fútbol en ciertas zonas -por ahora privilegiadas- de Inglaterra.

Cuando un arquero se transforma en araña y es con luz la figura de un partido, les queda poco por hacer a los delanteros rivales y también deja un nulo margen para el comentario del partido en cuestión. En este caso puntual puede decirse que Palace puso toda la carne en el asador desde el silbato inicial, sintiendo el aliento sin igual de una hinchada incomparable, aún en número ultra reducido. 

También puede argumentarse que las figuras de los Spurs aparecieron sólo en cuentagotas y puede asimismo remarcarse que la defensa local fue una roca. Pueden contarse mil cosas sobre el partido pero si uno de los arqueros se transforma en el actor protagónico y se roba la película, todo lo demás, es decir, el color, la fotografía, la puesta en escena, el decorado, la música y los demás actores, todo, absolutamente todo, juega un rol secundario.

El Tottenham Hotspur de José Mourinho, líder de la Premier League por diferencia de goles porque acto seguido Liverpool no pudo con el modesto Fulham en el oeste de Londres, perdió dos puntos de oro ante Crystal Palace en Selhurst Park por exclusiva culpa del arquero español Vicente Guaita: 1 a 1 y a otra cosa.


UN PUNTO DEL TAMESIS. Liverpool pescó sólo un mísero empate en las aguas del Támeses, cuando a orillas del río, jugando en el mítico Craven Cottage, uno de los estadios de fútbol más ancestrales del planeta, un penal ejecutado con mucha suerte por Mohamed Salah, sentenció la igualdad tras que la pelota pegara en el arquero del local para introducirse en el arco de los dirigidos por Scott Parker.

La presa se le escapaba con los tres puntos, con el legendario reducto engalanado por el regreso de los hinchas quienes, al igual que lo que había sucedido en el Selhurst Park minutos antes, pesaron y mucho para que su Fulham estuviera a poco y nada de quedarse con el botín. El golazo de Reid fue la culminación de una inclaudicable presión en la salida desde el fondo del sorprendido visitante, fue el premio al afán y también al orden mostrado por el local hasta ese minuto 25 y mantenido, luego de la apertura, hasta el final del primer período.

Antes del gol de Reid el árbitro Andre Marriner le había birlado al dueño de casa un claro penal correctamente reportado por el VAR pero insólitamente denegado por el juez de cancha, quien en el monitor pudo ver claramente como le barrían una pierna al atacante local pero, en cambio, decidió simplemente que no quería reconocer que se lo "había comido" en tiempo real y así despojó a Fulham indecentemente, en un acto de burda arrogancia realmente asombroso, de lo que pudo haber sido la apertura del tanteador.

En el complemento Fulham aflojó la presión casi naturalmente, porque Liverpool se le tiró encima, pero salvo alguna atajada espectacular de Alfonso Areola, el arquero francés ex-PSG, las huestes de Klopp no hicieron demasiado daño a los locales, al punto de haber necesitado que Marriner cobrara un dudoso penal a su favor, esta vez sancionado sin siquiera consultar al video arbitraje.

Está claro que en todos lados se cuecen habas e Inglaterra no configura excepción al respecto. Aunque en menor medida que en otras naciones, en el país principal de las Islas Británicas los árbitros también favorecen a los clubes grandes y ese 1 a 1 final de Craven Cottage, a orillas del Támesis, es testigo fiel de esta premisa.


SHOW EN AZUL. El show de James Madisson, con dos goles y una maquinita de jugar al fútbol en sus pies, dejó a Leicester City tercero en la tabla de posiciones de la Premier League y con el sueño intacto de repetir hazañas del pasado cercano.

Desde el comienzo se vió que no iba a ser partido, sino un monólogo azul. Brighton fue casi un mero sparring que asimiló los golpes con resignación: uno, dos, tres y KO. El goleador habitual de los de Brendan Rodgers, Jamie Vardy, también estuvo implacable y entonces fue así como todo se terminó muy rápido. La visita supo siempre que el 3 a 0 de los primeros 45 minutos era sentencia, así que en el complemento Leicester simplemente descansó y Brighton miró y se resignó.

El 3 a 0 fue claro, contundente, lapidario y así Leicester City se trepó de nuevo a los puestos de Champions League.


LOS SANTOS VIENEN MARCHANDO. Ralph Hassenhuttl fue contratado la temporada pasada como técnico utilitario para sacar de los pelos al Southampton de las posiciones de descenso. Lo logró con creces y entonces este austríaco con cara de malo decidió mostrar otra faceta.

Hoy los "Santos" del puerto de donde partió el Titanic para su viaje sin retorno, son la sensación de la poderosa Premier League inglesa. Su defensa, liderada por el danés Vestegaard, es firme por demás, su mediocampo, con el español Oriol Romeu como abanderado, es sólido, práctico y dueño de una transición de vértigo para encontrarse con el goleador Danny Ings y con el hoy descarado Theo Walcott quien, de regreso a donde todo comenzó para él, muestra una voracidad y unas ganas sólo comparables a las que mostrara en sus albores como futbolista.

Esa columna vertebral envidiable desplegó ante el modesto Sheffield United un fútbol sólido, prolijo y vertiginoso que sencillamente aplastó al visitante. Un 3 a 0 con todos los ingredientes para que disfrutaran como locos los heroicos hinchas "santos" que desafiaron estoicos el viento y la lluvia del inhóspito mediodía a orillas del Canal de la Mancha.

Cuando los santos vienen marchando...arrasan.


ITALIAN JOB. El nuevo capítulo de la irregularidad que este Everton de Carlo Ancelotti ha demostrado esta temporada incluyó esta resonante victoria por 1 a 0 ante el Chelsea de Frank Lampard, al que literalmente bajó en forma abrupta de las posiciones de vanguardia en el torneo.

Antes y después del gol de penal del islandés Sigurdsson, a los 22 minutos, "Karletto" planteó un partido a la italiana, pero a la italiana de antes, cuando a los "tanos" no les entraban ni las balas: arquero con garantía incluida, última línea bien plantada y marca escalonada e implacable en el mediocampo.

Chelsea no supo quebrar ese andamiaje. El alemán Havertz, el fichaje que despertara en su momento tantas ilusiones y esperanzas en los "blues", no termina de adaptarse al cambio de Liga y entonces no pesa, no influye. La soledad con que Kovacic intenta hacerlo todo, da hasta lástima.

Con el inesperado y resonante triunfo en su casa de Godison Park, Everton se trepó al séptimo lugar de la tabla, mientras que Chelsea cayó al quinto puesto de una Premier más cerrada y peleada que nunca.


CLASICO DILUIDO. Un clásico venido a menos simplemente porque ambos vienen bastante relegados en las posiciones, aunque los dos tengan un partido menos jugado y los puntos que los separan de los vanguardistas sean realmente escasos en esta curiosa y enredada edición de la Premier League.

En Old Trafford Manchester United y su homólogo City comenzaron el derby con gran intensidad, "a todo candombe", plenos de buenas intenciones, por momentos mostrando un típico carga a carga con la adrenalina a mil, un clásico "toma y daca".

Ese panorama duró hasta los 10 minutos del complemento, momento en el cual el fuego se apagó con la facilidad con que se apaga una vela. Los de Guardiola aprovecharon la caída de tensión para hacer correr el balón en toda la cancha, pero sin llegar a mortificar nunca ni a David De Gea ni a la última línea local. Por su parte United, con la baja de Edison Cavani quien continúa lesionado, cayó una vez más en esa indolencia que mandó en muchos de sus últimos partidos y entonces el 0 a 0 cantó un sólo estridente al final.


DIA DEL ARQUERO. Emiliano Martínez para un lado, Emiliano Martínez para el otro. Emiliano Martínez de arriba, Emiliano Martínez de abajo. El hoy segundo arquero de la selección argentina fue, por lejos y sobradamanete, la figura de la cancha en la victoria de su equipo, Aston Villa, por 1 a 0, ante el local Wolverhampton Wanderers.

Pudo haber sido la explicación de un empate a cero, pero ese gol agónico de El Ghazi, cuando corría el minuto 93, hizo que la actuación descollante de Martínez fuera la razón de la victoria final del Villa. Como en el caso del español Guaita en el empate entre Crystal Palace y Tottenham Hotspurs, todo lo demás pasa a ser irrelevante.

Igual resulta interesante remarcar la conducción del portugués Podence, quien intentó con su fútbol atildado y de pelota al pie, que los "lobos" se abalanzaran sobre su presunta víctima. También pueden destacarse, una vez más, los mil piques, quiebres y requiebres, a alta velocidad, del fisiculturista puntero catalán, Adama Traore o el gran remate cruzado rechazado por un caño, ejecutado por el luso Fabio Silva, el fichaje más caro de la historia de los "Wolves" y actual sustituto del mexicano Raúl Jiménez, quien continúa recuperándose de la fractura de cráneo experimentada semanas atrás ante Arsenal.


EL "LOCO" EN LA MALA. Dos goles tomados de pelota quieta ya no son novedad para el Leeds United de Marcelo Bielsa. El equipo del "Loco" no sabe defender pero si encima tiene que soportar los centros hacia su área del rival de turno, es boleta. West Ham multiplicó por dos los centros y cabezazos y le remontó el partido: 2 a 1.

Al "Loco" lo atacan y le duele, lo atacan y le arde, lo atacan y le lastiman, lo atacan y "cobra", siempre "cobra". El problema es que, además, su equipo sigue perdiendo creación, inspiración, sorpresa y fútbol. Ni qué hablar de la contundencia, de la soledad sin remedio del goleador Patrick Bamford. 

A Leeds le está yendo mal, muy mal y, si no hay cambios, le va a ir aún peor.


El ingreso de Dwight Gale hizo la diferencia para Newcastle al cabo de un partido parejo ante West Bromwich Albion. Las "Urracas" terminaron ganándolo 2 a 1.

lunes, 7 de diciembre de 2020

EN LLAMAS

 Dos cañonazos hicieron papilla al artillero (Gunner). De Kane a Son, de Son a Kane. Siempre la misma canción. Un cuento de nunca acabar. El inglés y el coreano, dos demonios en llamas disfrazados de jugadores de fútbol. En ambos goles, el primero a los 13 minutos, el segundo a los 45, está la escueta pero meridianamente clara explicación del triunfo clásico de Tottenham Hotspur ante Arsenal, su eterno rival del norte de Londres.

Y sí, porque en esas dos redes sacudidas y hasta conmovidas por las sendas obras de arte que precedieron a ambas conquistas, se refleja como en un espejo lo que sucedió en la cancha ante el delirio de los 2.000 hinchas del local, que regresaron a "sus puestos de trabajo" alentando y cantando sin parar desde las tribunas del "Nuevo White Hart Lane".

Está visto que Penélope se perpetúa en los tiempos modernos, y si no que lo diga Arsenal, que se pasó el partido entero tejiendo juego trabajosamente hasta completar la friolera de 36 pases dentro del área enemiga contra sólo 6 de su oponente, más un 69% de la dichosa posesión del balón. Sin embargo al "Gunner", luego de tanto tejer y tejer, se le terminaron escapando los puntos. Es que los del carismático José Mourinho, fieles a muerte al estilo del portugués, un ganador endémico, obseso, robaron el cañón a sus propietarios en los momentos justos y, acto seguido, dispararon "a muerte". Dos vcces, dos cañonazos, fueron suficientes para ganar la batalla clásica.

Tras el segundo disparo se bajó definitivamenge la cortina del negocio de "Mou", así que en los siguientes 45 minutos no entró nada ni nadie en el feudo del portugués. Arsenal siguió, persistente eso sí, con su tejido interminable. Ya no recibió más cañonazos: no fueron necesarios porque los dados ya estaban echados cuando se fueron a descansar a las trincheras durante el entretiempo. Tejió y tejió pero los puntos que se le escaparon fueron a parar a la vereda de enfrente, para que el líder aparezca más sólido que nunca.

Tras la bajada del telón, el técnico "Gunner" Mikel Arteta se mostró reconocido con el esfuerzo de sus futbolistas, con su juego y con su entrega, aunque solapadamente, entre líneas, al dedicar lo más jugoso de sus declaraciones a la alarmante falta de gol de su equipo, le mandó, sin nombrarlo por cierto, una linda dedicatoria al gabonés Pierre Aubameyang, por quien todos en el "Emirates" siguen esperando. Aguardan a que se le seque la pólvora de una buena vez, a que su inacción, su pasividad y su indolencia sin explicación aparente, lleguen a su fin y así el artillero dispare de nuevo los cañones con efectividad.

Sin embargo, tras la calma -aparente- del entrenador catalán, se percibió a través de un hecho puntual en concreto un estado de desesperación que asoma desde ese puesto número 15 que ocupa Arsenal en la tabla de posiciones de la Premier League. Corren 45 minutos de juego, todo pinta para un contragolpe en ciernes de los Spurs que arrancan a la salida de su propia área. Aún están muy lejos pero el "Gunner" aparece completamente desbalanceado, de modo que queda claro que el ejército local se va a tirar con todo. Ya se ve que habrá diferencia numérica a favor de los de "Mou". En ese momento, con el enemigo ya abalanzándose sobre sus desguarnecidas líneas, se ve que el ganés Thomas Partey, quien reaparecía luego de una rebelde lesión y que había sido por lejos el mejor del local en ese primer tiempo, se dispone a dejar la cancha caminando lentamente.

Arteta, desencajado, salta como impulsado por un resorte, corre hasta la línea de cal y empuja al ganés de nuevo hacia la cancha: demasiado tarde. Tras un cuatro contra dos y una suerte de "monito" entre Lo Celso, Son y Kane, Harry ya está fusilando al arquero alemán Leno: 2 a 0 y segundo tiempo que sobra.    Ahora sí, Partey se va con su lesión y su vergüenza. Arteta mastica su bronca inmedible y se cuestiona probablemente su obsesión por quitarle a toda costa y a cualquier precio -50 millones de euros- el ganés al Atlético Madrid ante la impotencia y la rabia, en su momento, del "Cholo" Simeone.

En el otro rincón Mourinho, feliz, exultante, explicaba que le hubiera gustado plantear el segundo tiempo de otra forma, algo más audaz, pero que el juego fluido del equipo de Arteta lo había obligado a "cerrar el partido", lo cual, como es sabido, no le resulta demasiado acomplejeante, tanto como que así, al estilo Mourinho, los Spurs siguen mirando la tabla desde arriba y no parecen demasiado dispuestos a renunciar a tanto privilegio.


LOS 4 DE LIVERPOOL. Liverpool fue todo contundencia como muy bien lo propaga a los cuatro vientos el 4 a 0 final que lo mantuvo al tope de las posiciones, aunque segundo del Spurs por diferencia de goles. Wolverhampton Wanderers fue todo intención. El campeón vigente terminó paseándose con señorío ante quienes mandan: sus hinchas, los mismos que disfrutaron a rabiar su regreso a Anfield Road. Los "lobos" lloraron más que extrañaron al goledor mexicano Raúl Jiménez, en plena recuperación de su fractura de cráneo tras el tremendo "cocazo" que se pegaron con el brasileño David Luiz durante el Wolves-Arsenal del fin de semana anterior.

El puntero fisiculturista Adama Traore desbordó igual porque siempre lo hace aunque todos, incluido su marcador de turno, sepan exactamente que va a hacerlo. El moreno catalán, con su tremendo físico de levantador de pesas, vuela más que corre, quiebra la cintura como si fuera de mimbre, lo cual es un imposible para cualquiera con esa constitución física, y siempre, absolutamente siempre, desborda y pone el centro con una efectividad milimétrica para que Raúl Jiménez, quien lo conoce como si se hubieran criado juntos, meta el frentazo justo para que la pelota vaya al fondo de la red adversaria.

Sin el mexicano, ayer Adama expuso igual su repertorio, el mismo que le ha valido ser hoy un convocado permanente en la lista de Luis Enrique, el seleccionador español. El problema es que sin receptor, sus precisos centros fueron despejados invariablemente por los defensores locales.

El resultado fue que los Salah, Firmino y Mané, los integrantes del mortífero tridente que Jurgen Klopp volvió a mandar a la cancha ante Wolves, se terminaron haciendo un picnic. Antes de que todo fuera "rojo" los "lobos" aullaron un poco, pero ni siquiera mostraron los colmillos. Intentaron su juego, el de siempre, el del buen trato de pelota inculcado por el lusitano Nuno Espirito Santo, pero lo cierto es que ayer esta suerte de colonia portuguesa instalada en la Premier League, no tuvo "punch". 

En cierto modo y hasta cierto punto Liverpool respetó a su rival, al menos hasta que ya no hubo duda alguna que la ausencia de Jiménez resultaba infinitamente más dolorosa que lo imaginado inicialmente. Entonces cayó la catarata de goles: los 4 de Liverpool. 


LAS LESIONES DE CAVANI. Esta vez no fue la tarde del "Matador". No todos los días son de fiesta y mucho menos aún en fútbol. Además, esos 45 minutos iniciales, los que jugó Edison Cavani antes de dejar su puesto por una lesión muscular en el entretiempo, fueron para archivar en el fondo de un cajón con el fin de no verlos nunca más. En ese primer tiempo ante West Ham United en el "London Stadium" de la ex-Villa Olímpica, no hubo creación, no hubo marca, no hubo concentración, faltó actitud y, lo más importante, faltó Bruno Fernandes, alma y vida de este equipo de Ole Solskjaer.

El portugués lo hace todo bien. Crea, pasa, busca y encuentra espacios y remata de maravillas. Está claro que sin él nada funciona en la oncena de Old Trafford que, directamente y sin vueltas, es "Fernandes dependiente". Cuando ingresó para el segundo tiempo -no había otra opción para el entrenador, por más que pretendió darle al portugués un justo y merecido descanso- contó además con la ayuda del español Juan Mata, quien entró también para el complemento. 

Ya no estaba Cavani, el salteño se perdió la reacción por culpa del recrudecimiento de sus lesiones musculares que parecen negarse a darle sosiego. De ese modo Fernandes, secundado por Mata, se dedicaron a darle el ritmo que le faltaba a la oncena y a explotar a los recién ingresados Mason Greenwood, el juvenil, y al ya consagrado Marcus Rashford.

West Ham, el local, no aguantó la embestida y el resultado fue una remontada fantástica sellada con un contundente 3 a 1 final, completamente inimaginable al término de la primera etapa. Despacito por las piedras, casi a los tropezones, Manchester United ya está en el 5to. lugar de la tabla de la Premier pero, como aún tiene un partido menos jugado, puede afirmarse que los de Old Trafford están un par de puestos más arriba en una supuesta tabla de puntos perdidos.


REMONTADA. El golazo que Patrick Bamford trajo desde el vestuario no pudo evitar la reacción de Chelsea, especialmente dedicada los 2.000 hinchas que alentaron y cantaron desde las tribunas de "Stamford Bridge", al oeste de Londres. El local literalmente atropelló a Leeds, se lo llevó puesto y le negó toda reacción posible.

Olivier Giroud, el mundialista francés, uno de los "9" más infravalorados del mundo, marginado antes por su compatriota Arsene Wenger en Arsenal y ahora mismo por el propio Frank Lampard en Chelsea, pasando largos e interminables minutos en el banco de relevos, anotó su 5to. gol en los últimos 2 partidos de su equipo.

Por Champions League, entre semana, se había descolgado con un "póker" bestial y ante el equipo de Marcelo Bielsa empató el partido iniciando el camino de la remontada y hasta haciéndola sonar simple, fácil y cantada desde que mandó la pelota a la red rival: al final fue 3 a 1. Los de Lampard están hoy en el tercer lugar a sólo dos unidades de Tottenham y Liverpool. Los del "Loco" se hunden cada vez más en la tabla.


AGONICO LEICESTER. Y un día Leicester City volvió al triunfo y gracias a su excelente inicio en esta Premier League, pese al abrupto bajón de los últimos partidos, se trepó a la 4ta. posición de la tabla, detrás de Tottenham, Liverpool y Chelsea. Dar cuenta del último colocado, el Sheffield United, pareció fácil al principio para los dirigidos por Brendan Rodgers. El 1-0 llegó a los 23 minutos y era reflejo fiel de lo que se veía en la cancha.

El tema es que el rápido empate del local desnudó carencias anímicas en cierto modo inexplicables en Leicester City, teniendo en cuenta la modestia indudable del rival que tenía enfrente. Con la igualdad el impulso y el juego agresivo y punzante del comienzo, se diluyeron rápidamente. Los rendimientos de sus figuras claves fueron a menos con el correr de los minutos.

El fútbol a veces recompensa en el momento menos pensado y hasta en el más inadecuado, si se quiere, así que en el minuto 90 Madisson, el creador que no había estado en su punto, metió uno de sus pases antológicos y el vértigo, el pique explosivo y la excelencia en la definición del implacable Jamie Vardy, terminaron con el local: 2 a 1.


Más allá de la humildad de sus últimos rivales, Manchester City sigue con los motores prendidos: chispa, explosión, encendido y a ganar. "Pep" Guardiola está claramente empeñado en que su fútbol "chiche" siga vigente. 

Esta vez le tocó Fulham, otro de los equipos realmente flojos del torneo, así que cuando el belga Kevin De Bruyne embocó el penal a los 25 minutos, decretando el segundo gol, pudo afirmarse sin tapujos que todo se terminaba temprano. El visitante plantó la bandera blanca de rendición y el resto del partido sobró.

Al igual que su tradicional rival Manchester United, hoy City tiene un partido menos jugado, aunque escolta a los de Old Trafford en la tabla de posiciones, con un punto menos, en la 6ta. posición.


Jugando en el reino de la estrategia y del fútbol mecanizado, Burnley y Everton no pudieron superarse. Un par de atajadas espectaculares de los dos arqueros de la selección inglesa, Jordan Pickford, del equipo de Carlo Ancelotti y Nick Pope, del local y algún aislado pase de magia del siempre inestable e intermitente James Rodríguez, fueron los matices que se saltaron lo planificado en el pizarrón: 1 a 1.


West Bromwich Albion lo había igualado -1 a 1- pero una expulsión tan absurda como perfectamente decretada, lo condicionó todo y de ese modo, la visita, Crystal Palace, simplemente lo arrasó: 5 a 1.