lunes, 28 de diciembre de 2020

PINCHO EL PUNTERO

West Bromwich Albion, el penúltimo de la tabla, se paró en los pedales en la tarde de Anfield, robó un empate casi a escondidas y dejó al campeón frustrado, todavía encabezando las posiciones pero sin los 5 puntos de diferencia que en lo previo al partido pensaba sacarle a su escolta Everton, que además es su rival de todas las horas en los pagos de Merseyside.

El gol del senegalés Sadio Mané, a tan sólo 12 minutos de comenzado el choque, auspiciaba otra cosa muy distinta a la que se terminó dando al final del lance. Liverpool hizo gala de propiedad y hasta suficiencia en su juego. El local fue una especie de todo terreno porque se mandó a fondo por las bandas a través de sus laterales Alexander Arnold y Andy Robertson, siempre en modo avión a la hora de desbordar o de pasar como el viento, fabricando el clásico doble puntero.

Por adentro Mohamed Salah, Sadio Mané y en menor medida el brasileño Roberto Firmino, buscaron por arriba y por abajo, triangularon entre ellos y con sus mediocampistas. En resumen, los de Jurgen Klopp usaron todo su repertorio habittual, no se dejaron nada en el vestuario, intentaron terminar la tarea iniciada con ese gol tempranero del senegalés, asegurando un partido que por lógica en lo previo le era absolutamente favorable.

Dentro de la misma tonada, el complemento  mostró que ya el dueño de casa no estaba tan claro en su elaboración de fútbol. Por supuesto que siguió intentando ponerle el broche de oro al encuentro, precisamente para evitar lo que luego increíblemente terminó pasando. En esas estaban los del técnico alemán cuando Grant, el punta del Albion, el llanero solitario de la tarde, aprovechó un pase largo que partió desde la última línea de la visita, dejó plantado con su pique al recién ingresado zaguero juvenil Williams, quien había suplantado en el local al desgarrado -cuando no- Joe Matip y enfrentó al experimentado arquero brasileño Alisson, quien le terminó ganando el mano a mano.

Fue un aviso y había que atenderlo. Liverpóol hizo el gasto, no economizó combustible, quiso asegurarlo, pero la realidad indicó que ese mano a mano había sido, hasta ese momento y excluyendo al gol de Mané, la chance de gol más clara del encuentro, hasta que faltando 9 minutos el larguirucho Ajayi ganó de arriba tras un corner y decretó el empate definitivo en Anfield Road.

Ese 2 a 2 final fue castigo para el local por no haber sabido poner la rúbrica a tiempo y premio a la visita por haber plantado una defensa de hierro, con una disciplina y un temperamento muy típicos ambos del nuevo técnico, el inglés Sam Allardyce, todo un especialista en sacar de los pelos a equipos desahuciados que acarician la zona roja del descenso.

Parecía que se iba la novia, era toda una invitación para que el campeón vigente comenzara a rememorar lo que pasó en la temporada anterior cuando a esta altura del torneo ya había sacado una ventaja sideral, todo indicaba que tras este partido el monarca empezaría a saludar desde lejos a sus oponentes, aún a los más cercanos en las posiciones. El 2 a 2 final dice que pinchó el puntero de la carrera en su ruta hacia un nuevo título, así que continúa el panorama incierto y también el suspenso de una Premier League más caliente y entreverada que nunca.


EL SEGUNDO. Everton necesitó de un gol postrero, un remate del islandés Sigurdsson a los 79 minutos, para conseguir treparse al segundo lugar en el podio de la Premier.

Los de Ancelotti habían jugado un partido de plafón bajo, pese a que su rival, el Sheffield United, era ni más ni menos que el último en la tabla de posiciones del torneo. El italiano no se apeó nunca de su esquema conservador, un émulo del viejo "catenaccio" pero modernizado y adaptado al fútbol moderno y, más específicamente, al ritmo endemoniado de la Premier League.

El popular "Karleto" no arriesgó nada, ni un poquito, exageró los cuidados, es como que los spaghetti se le pasaron de cocción y se le apelmazaron. En otras palabras, es como si no hubiera caído en que el rival era un equipo débil, hoy por hoy el más flojo del torneo y, por lo tanto, pasible de ser atacado casi de continuo. Incluso Ancelotti optó por incluir demasiado tarde al portugués André Gomes, mediocampista escencialmente de talla ofensiva y capaz de cambiarle la cara a un once que hasta entonces se había mostrado timorato y nada audaz por cierto.

Básicamente la situación y la perspectiva que tenía Everton a su frente, el subirse casi al tope de la tabla, no daba para tomar tantas precauciones frente al último de la tabla, un equipo discreto por demás que no fue capaz siquiera de intentar hacerle daño a la última zona azul, salvo cuando el partido se moría y ya estaba instalado el 1 a 0 a raíz de ese gol de Sigurdsson.


PLATO FUERTE. Nuno y Mou frente a frente. Hoy día Wolverhampton Wanderers recibiendo a Tottenham Hotspur es un plato fuerte en Premier League. No defraudaron, Ambos respondieron como se esperaba. Frente al gol madrugador de N'Dombele, Nuno Espirito Santo le tiró encima toda su batería a José Mourinho: juego pulido, atildado, prolijo, con el fisiculturista catalán Adama Traore desbordando como siempre, aunque encajando centros que, a falta del mexicano Raúl Jiménez, nadie aprovechó, porque aunque el juvenil Fabio Silva intentó disfrazarse de goleador, sus esfuerzos resultaron infructuosos.

Podence, el portugués, sintió demasiado la movida de carrocería a la que le sometieron de pique los Eric Dier y los Davison Sánchez, quizás bajo la supervisión del propio Mou. "Controlamos el partido durante 90 minutos pero carecimos de ambición para liquidarlo", confesaba Mourinho luego del agónico empate final de los "lobos" de Nuno. La afirmación lleva a una moraleja: "en Premier League no alcanza con controlar el juego, hay que knockear". Pasando al otro rincón del ring, el de los Wolves, resulta irónico que los equipos prolijos, puntillosos, que cocinan el fútbol "al dente", al punto justo, muchas veces terminan salvándose con un gol de pelota quieta, que vale tanto como una anotación derivada de veinte toques trillados a lo largo y ancho de la cancha.

Ese fue justamente el caso de Wolves, cuando a los 86 minutos el "cocazo" del marroquí Romain Saiss, anticipando como un rayo a toda la defensa visitante, se coló junto al segundo caño del arco del francés Hugo Lloris. Fue el 1 a 1 que impidió a los de Mourinho subirse de nuevo al podio de Premier y permitió al Leicester City, pese al empate ante el Manchester United de Edison Cavani, encaramarse al tercer lugar de la tabla de posiciones.


SANGRE JOVEN. Arsenal se sacó la modorra, sacudió su melena y vapuleó a Chelsea en su estadio de "Emirates": 3 a 1. El juego que se vió en el primer tiempo no fue sino el resultado de la realidad de ambos hasta hoy. Sus bajos momentos se tradujeron en un trámite letárgico y monótono, situación que se rompió abruptamente con el dudoso penal convertido por el francés Alexandre Lacazzette y casi enseguida con el tiro libre espectacular ejecutado por el suizo Xhaka.

El segundo tiempo arrancó clara y lógicamente condicionado por ese 2 a 0 parcial impuesto por el local. Mikel Arteta había apelado a sangre joven para enfrentar este partido, quizás en aras de regalarle incentivación a un once que llegaba desfalleciente tras derrotas sucesivas que lo pusieron muy cerca de la cola de la tabla de posiciones. Esa camada - Smith-Rowe, el brasileño Martinelli, el español Pablo Mari- se comió la cancha, puso ganas, tradujo hambre y todo eso conjuntado, más el resultado que ya le era favorable desde el final del primer tiempo, fue demasiado para un Chelsea apagado, sin reacción y casi desganado.


"ES DIVERTIDO JUGAR CONTRA BIELSA". "Es divertido ver jugar al equipo de Bielsa pero más divertido todavía es jugar contra él". La frase, atrevida si se quiere, tal vez hasta insolente, es de autoría del épico goleador inglés del Mundial de México 1986, Gary Lineker. Sin embargo, en opinión de muchos, es lo más gráfico que pueda traducirse en palabras acerca del equipo del popular "Loco". Vistoso pero endeble. Interesante pero poco práctico. Rengo porque maneja la pierna de la creación pero no la de la marca.

Claro que a su rival de turno, el modesto Burnley, no le dió por divertirse porque además de sus muchas limitaciones, como frutilla sobre la torta, un bisoño árbitro, en increíble complicidad con un omiso y negligente VAR, le cambió un clarísimo penal del arquero francés de Leeds, por un inventado foul de ataque.

Un gol madrugador del ariete local Patrick Bamford condicionó todo el partido. Los de Bielsa no saben defender, de modo que intentaron aumentar el marcador, pero fueron desordenados y desprolijos. El encuentro se transformó en un loquero, con Leeds tratando de explotar los espacios pero sin tino y Burnley intentando llegar al empate pero sin saber cómo.

Al final, en medio de tanta anarquía futbolística, terminó primando ese gol tempranero de Bamford y, tristemente, esa barbaridad maquinada entre árbitro y VAR, que mandaron al tacho al humide Burnley.

Aston Villa, que cuenta con dos partidos menos jugados y por tanto en una supuesta tabla de puntos perdidos se encontraría segundo, como único escolta del líder Liverpool, se aprovechó y abusó de un destruido Crystal Palace, que en la fecha anterior había sido arrasado por el campeón vigente. Los "villanos", jugando con 10 hmbres la mayoría del partido por una temprana expulsión, se impusieron con un cómodo 3 a 0, contraviniendo la "norma" de que en Premier League el equipo que queda en inferioridad numérica es perdedor seguro, sin apelaciones.

Ante Fulham, uno de los coleros de la tabla, no apareció esta vez el Southampton que asombra a propios y a extraños. No fue el mismo y, más allá de un gol anulado a Theo Walcott con el sello de la nueva y absurda regla del offside, que estipula que un tobillo, un dedo gordo, una nariz demasiado larga o un mechón de cabellos no pueden estar en posición prohibida, el equipo fue una pálida sombra del que se movió en casi todos sus partidos de esta Premier y firmó junto al modesto Fulham un 0 a 0 expresivo, muy gráfico por cierto.

Pese a los cuatro goles que marcaron el 2 a 2 final, West Ham United y Brighton jugaron en el London Stadium un partido que fue parejo para abajo. El visitante fue un poco más prolijo, el local más expeditivo, pero escencialmente el encuentro se jugó casi siempre en borrador. Ninguno de los dos logró pasarlo en limpio porque básicamente no tuvieron con qué clarificarlo.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario