lunes, 7 de diciembre de 2020

EN LLAMAS

 Dos cañonazos hicieron papilla al artillero (Gunner). De Kane a Son, de Son a Kane. Siempre la misma canción. Un cuento de nunca acabar. El inglés y el coreano, dos demonios en llamas disfrazados de jugadores de fútbol. En ambos goles, el primero a los 13 minutos, el segundo a los 45, está la escueta pero meridianamente clara explicación del triunfo clásico de Tottenham Hotspur ante Arsenal, su eterno rival del norte de Londres.

Y sí, porque en esas dos redes sacudidas y hasta conmovidas por las sendas obras de arte que precedieron a ambas conquistas, se refleja como en un espejo lo que sucedió en la cancha ante el delirio de los 2.000 hinchas del local, que regresaron a "sus puestos de trabajo" alentando y cantando sin parar desde las tribunas del "Nuevo White Hart Lane".

Está visto que Penélope se perpetúa en los tiempos modernos, y si no que lo diga Arsenal, que se pasó el partido entero tejiendo juego trabajosamente hasta completar la friolera de 36 pases dentro del área enemiga contra sólo 6 de su oponente, más un 69% de la dichosa posesión del balón. Sin embargo al "Gunner", luego de tanto tejer y tejer, se le terminaron escapando los puntos. Es que los del carismático José Mourinho, fieles a muerte al estilo del portugués, un ganador endémico, obseso, robaron el cañón a sus propietarios en los momentos justos y, acto seguido, dispararon "a muerte". Dos vcces, dos cañonazos, fueron suficientes para ganar la batalla clásica.

Tras el segundo disparo se bajó definitivamenge la cortina del negocio de "Mou", así que en los siguientes 45 minutos no entró nada ni nadie en el feudo del portugués. Arsenal siguió, persistente eso sí, con su tejido interminable. Ya no recibió más cañonazos: no fueron necesarios porque los dados ya estaban echados cuando se fueron a descansar a las trincheras durante el entretiempo. Tejió y tejió pero los puntos que se le escaparon fueron a parar a la vereda de enfrente, para que el líder aparezca más sólido que nunca.

Tras la bajada del telón, el técnico "Gunner" Mikel Arteta se mostró reconocido con el esfuerzo de sus futbolistas, con su juego y con su entrega, aunque solapadamente, entre líneas, al dedicar lo más jugoso de sus declaraciones a la alarmante falta de gol de su equipo, le mandó, sin nombrarlo por cierto, una linda dedicatoria al gabonés Pierre Aubameyang, por quien todos en el "Emirates" siguen esperando. Aguardan a que se le seque la pólvora de una buena vez, a que su inacción, su pasividad y su indolencia sin explicación aparente, lleguen a su fin y así el artillero dispare de nuevo los cañones con efectividad.

Sin embargo, tras la calma -aparente- del entrenador catalán, se percibió a través de un hecho puntual en concreto un estado de desesperación que asoma desde ese puesto número 15 que ocupa Arsenal en la tabla de posiciones de la Premier League. Corren 45 minutos de juego, todo pinta para un contragolpe en ciernes de los Spurs que arrancan a la salida de su propia área. Aún están muy lejos pero el "Gunner" aparece completamente desbalanceado, de modo que queda claro que el ejército local se va a tirar con todo. Ya se ve que habrá diferencia numérica a favor de los de "Mou". En ese momento, con el enemigo ya abalanzándose sobre sus desguarnecidas líneas, se ve que el ganés Thomas Partey, quien reaparecía luego de una rebelde lesión y que había sido por lejos el mejor del local en ese primer tiempo, se dispone a dejar la cancha caminando lentamente.

Arteta, desencajado, salta como impulsado por un resorte, corre hasta la línea de cal y empuja al ganés de nuevo hacia la cancha: demasiado tarde. Tras un cuatro contra dos y una suerte de "monito" entre Lo Celso, Son y Kane, Harry ya está fusilando al arquero alemán Leno: 2 a 0 y segundo tiempo que sobra.    Ahora sí, Partey se va con su lesión y su vergüenza. Arteta mastica su bronca inmedible y se cuestiona probablemente su obsesión por quitarle a toda costa y a cualquier precio -50 millones de euros- el ganés al Atlético Madrid ante la impotencia y la rabia, en su momento, del "Cholo" Simeone.

En el otro rincón Mourinho, feliz, exultante, explicaba que le hubiera gustado plantear el segundo tiempo de otra forma, algo más audaz, pero que el juego fluido del equipo de Arteta lo había obligado a "cerrar el partido", lo cual, como es sabido, no le resulta demasiado acomplejeante, tanto como que así, al estilo Mourinho, los Spurs siguen mirando la tabla desde arriba y no parecen demasiado dispuestos a renunciar a tanto privilegio.


LOS 4 DE LIVERPOOL. Liverpool fue todo contundencia como muy bien lo propaga a los cuatro vientos el 4 a 0 final que lo mantuvo al tope de las posiciones, aunque segundo del Spurs por diferencia de goles. Wolverhampton Wanderers fue todo intención. El campeón vigente terminó paseándose con señorío ante quienes mandan: sus hinchas, los mismos que disfrutaron a rabiar su regreso a Anfield Road. Los "lobos" lloraron más que extrañaron al goledor mexicano Raúl Jiménez, en plena recuperación de su fractura de cráneo tras el tremendo "cocazo" que se pegaron con el brasileño David Luiz durante el Wolves-Arsenal del fin de semana anterior.

El puntero fisiculturista Adama Traore desbordó igual porque siempre lo hace aunque todos, incluido su marcador de turno, sepan exactamente que va a hacerlo. El moreno catalán, con su tremendo físico de levantador de pesas, vuela más que corre, quiebra la cintura como si fuera de mimbre, lo cual es un imposible para cualquiera con esa constitución física, y siempre, absolutamente siempre, desborda y pone el centro con una efectividad milimétrica para que Raúl Jiménez, quien lo conoce como si se hubieran criado juntos, meta el frentazo justo para que la pelota vaya al fondo de la red adversaria.

Sin el mexicano, ayer Adama expuso igual su repertorio, el mismo que le ha valido ser hoy un convocado permanente en la lista de Luis Enrique, el seleccionador español. El problema es que sin receptor, sus precisos centros fueron despejados invariablemente por los defensores locales.

El resultado fue que los Salah, Firmino y Mané, los integrantes del mortífero tridente que Jurgen Klopp volvió a mandar a la cancha ante Wolves, se terminaron haciendo un picnic. Antes de que todo fuera "rojo" los "lobos" aullaron un poco, pero ni siquiera mostraron los colmillos. Intentaron su juego, el de siempre, el del buen trato de pelota inculcado por el lusitano Nuno Espirito Santo, pero lo cierto es que ayer esta suerte de colonia portuguesa instalada en la Premier League, no tuvo "punch". 

En cierto modo y hasta cierto punto Liverpool respetó a su rival, al menos hasta que ya no hubo duda alguna que la ausencia de Jiménez resultaba infinitamente más dolorosa que lo imaginado inicialmente. Entonces cayó la catarata de goles: los 4 de Liverpool. 


LAS LESIONES DE CAVANI. Esta vez no fue la tarde del "Matador". No todos los días son de fiesta y mucho menos aún en fútbol. Además, esos 45 minutos iniciales, los que jugó Edison Cavani antes de dejar su puesto por una lesión muscular en el entretiempo, fueron para archivar en el fondo de un cajón con el fin de no verlos nunca más. En ese primer tiempo ante West Ham United en el "London Stadium" de la ex-Villa Olímpica, no hubo creación, no hubo marca, no hubo concentración, faltó actitud y, lo más importante, faltó Bruno Fernandes, alma y vida de este equipo de Ole Solskjaer.

El portugués lo hace todo bien. Crea, pasa, busca y encuentra espacios y remata de maravillas. Está claro que sin él nada funciona en la oncena de Old Trafford que, directamente y sin vueltas, es "Fernandes dependiente". Cuando ingresó para el segundo tiempo -no había otra opción para el entrenador, por más que pretendió darle al portugués un justo y merecido descanso- contó además con la ayuda del español Juan Mata, quien entró también para el complemento. 

Ya no estaba Cavani, el salteño se perdió la reacción por culpa del recrudecimiento de sus lesiones musculares que parecen negarse a darle sosiego. De ese modo Fernandes, secundado por Mata, se dedicaron a darle el ritmo que le faltaba a la oncena y a explotar a los recién ingresados Mason Greenwood, el juvenil, y al ya consagrado Marcus Rashford.

West Ham, el local, no aguantó la embestida y el resultado fue una remontada fantástica sellada con un contundente 3 a 1 final, completamente inimaginable al término de la primera etapa. Despacito por las piedras, casi a los tropezones, Manchester United ya está en el 5to. lugar de la tabla de la Premier pero, como aún tiene un partido menos jugado, puede afirmarse que los de Old Trafford están un par de puestos más arriba en una supuesta tabla de puntos perdidos.


REMONTADA. El golazo que Patrick Bamford trajo desde el vestuario no pudo evitar la reacción de Chelsea, especialmente dedicada los 2.000 hinchas que alentaron y cantaron desde las tribunas de "Stamford Bridge", al oeste de Londres. El local literalmente atropelló a Leeds, se lo llevó puesto y le negó toda reacción posible.

Olivier Giroud, el mundialista francés, uno de los "9" más infravalorados del mundo, marginado antes por su compatriota Arsene Wenger en Arsenal y ahora mismo por el propio Frank Lampard en Chelsea, pasando largos e interminables minutos en el banco de relevos, anotó su 5to. gol en los últimos 2 partidos de su equipo.

Por Champions League, entre semana, se había descolgado con un "póker" bestial y ante el equipo de Marcelo Bielsa empató el partido iniciando el camino de la remontada y hasta haciéndola sonar simple, fácil y cantada desde que mandó la pelota a la red rival: al final fue 3 a 1. Los de Lampard están hoy en el tercer lugar a sólo dos unidades de Tottenham y Liverpool. Los del "Loco" se hunden cada vez más en la tabla.


AGONICO LEICESTER. Y un día Leicester City volvió al triunfo y gracias a su excelente inicio en esta Premier League, pese al abrupto bajón de los últimos partidos, se trepó a la 4ta. posición de la tabla, detrás de Tottenham, Liverpool y Chelsea. Dar cuenta del último colocado, el Sheffield United, pareció fácil al principio para los dirigidos por Brendan Rodgers. El 1-0 llegó a los 23 minutos y era reflejo fiel de lo que se veía en la cancha.

El tema es que el rápido empate del local desnudó carencias anímicas en cierto modo inexplicables en Leicester City, teniendo en cuenta la modestia indudable del rival que tenía enfrente. Con la igualdad el impulso y el juego agresivo y punzante del comienzo, se diluyeron rápidamente. Los rendimientos de sus figuras claves fueron a menos con el correr de los minutos.

El fútbol a veces recompensa en el momento menos pensado y hasta en el más inadecuado, si se quiere, así que en el minuto 90 Madisson, el creador que no había estado en su punto, metió uno de sus pases antológicos y el vértigo, el pique explosivo y la excelencia en la definición del implacable Jamie Vardy, terminaron con el local: 2 a 1.


Más allá de la humildad de sus últimos rivales, Manchester City sigue con los motores prendidos: chispa, explosión, encendido y a ganar. "Pep" Guardiola está claramente empeñado en que su fútbol "chiche" siga vigente. 

Esta vez le tocó Fulham, otro de los equipos realmente flojos del torneo, así que cuando el belga Kevin De Bruyne embocó el penal a los 25 minutos, decretando el segundo gol, pudo afirmarse sin tapujos que todo se terminaba temprano. El visitante plantó la bandera blanca de rendición y el resto del partido sobró.

Al igual que su tradicional rival Manchester United, hoy City tiene un partido menos jugado, aunque escolta a los de Old Trafford en la tabla de posiciones, con un punto menos, en la 6ta. posición.


Jugando en el reino de la estrategia y del fútbol mecanizado, Burnley y Everton no pudieron superarse. Un par de atajadas espectaculares de los dos arqueros de la selección inglesa, Jordan Pickford, del equipo de Carlo Ancelotti y Nick Pope, del local y algún aislado pase de magia del siempre inestable e intermitente James Rodríguez, fueron los matices que se saltaron lo planificado en el pizarrón: 1 a 1.


West Bromwich Albion lo había igualado -1 a 1- pero una expulsión tan absurda como perfectamente decretada, lo condicionó todo y de ese modo, la visita, Crystal Palace, simplemente lo arrasó: 5 a 1.

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