Liverpool manejó el partido desde el principio. Arrancó con prudencia pero fue acelerando progresivamente cuando promediaba el primer tiempo. Mané estaba mucho más inquieto que últimamente, Firmino le seguía la corriente a la perfección y por eso ambos terminaron complotándose para que el brasileño anotara la apertura sobre el final del período.
Mourinho metió cambios para el complemento pero no pudo impedir que el señorío y la superioridad de los de Jurgen Klopp aumentara aún más. Así Alexander Arnold mandó a la red el balón tras capitalizar un magro rebote concedido por el arquero mundialista francés Hugo Lloris. Enseguida, casi sin respirar, los Spurs amagaron reaccionar con un formidable gol del danés Hojbjerg, pero cuando el senegalés Sadio Mané culminó con una pincelada magistral una fantástica obra de arte colectiva de los de Anfield, quedó muy claro que el partido se había terminado antes de tiempo. A "Mou" no le dió ni para enfurecerse a tiempo. Kane y Son, Son y Kane, el dúo dinámico, los Batman y Robin de los Spurs, no aparecieron, fue como si se los hubiera tragado la tierra.
Entre las cenizas de la gran depresión resurgió el formidable tridente de Salah, Firmino y Mané y tras ellos reapareció el Liverpool que tanto extrañaba más de medio Merseyside y pintó de rojo sangre el nuevo "White Hart Lane" del norte de Londres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario