Al final cayó de rodillas. No se podía levantar. Sufrió como nunca pero sus muchachos le respondieron como siempre, o tal vez más que siempre. Es Ralph Hasenhüttl, el del nombre difícil de escibir y de pronunciar. Es el temperamental técnico austríaco, motivador como pocos en la Premier League. El mismo que la temporada pasada sacó de los pelos a Southampton de las posiciones de descenso, pero que ahora tiene a los "Santos" arriba, metidos en la pelea por las posiciones que clasifican a las copas europeas.
Ante Liverpool, Southampton se paró firme y ordenado. Defendió con uñas y dientes, pero al mismo tiempo con mucha calma y propiedad ese gol madrugador de Danny Ings, surgido tras un error colosal del lateral Trent Alexander Arnold, una temprana conquista que remarcó, una vez más, la indiscutible vigencia de "la inexorable ley del ex", porque el scorer fue "durante una vida" hombre de la casa en Anfield Road.
La noche del "Saint Mary's Stadium mostró con una claridad pocas veces vista que defender en fútbol también es un arte, perfectamente equiparable a atacar, a elaborar juego o a la inspiración individual que origina algún preciosismo oportuno y redituable. Mirar cómo un equipo defiende con orden, con prestancia, pero al mismo tiempo con fiereza, es también agradable a la vista. Además nada sería más falso que creer que Southampton se limitó a frenar al campeón y a resignar toda opción de atacarlo, conformándose con el 1 a 0 que terminó siendo definitivo.
Es decir, el libreto del motivador Hasenhüttl no fue avaro pese a que la embestida del toro herido, un Liverpool enojado y hasta frustrado, quizás lo hubiera justificado. Por varios pasajes los "Santos" no lo fueron tanto, le jugaron al monarca de igual a igual y hasta estuvieron en el umbral de una segunda conquista que hubiera bajado la cortina metálica antes de la hora de cierre.
Es cierto que durante el segundo tiempo la sensación de que la visita podría empatar el partido en cualquier momento, fue fuerte en varios pasajes, pero siempre surgió alguna pierna salvadora, alguna cabeza providencial, algún cierre de emergencia, o bien fallas en la definición por parte de gente que normalmente no erra.
Lo dicho: defender en fútbol es también un arte y el austríaco Ralph Hasenhüttl puede decirlo con absoluta propiedad. Y si no, que le quiten lo bailado al Southampton en esta temporada, hacéndole burlas al descenso y acariciando la suave piel de las copas europeas.
EL CITY DE ANTES. En Stamford Bridge, al oeste de Londres, en el elegante barrio de Chelsea, resurgió el Manchester City de antes. Desplegando en abanico todo su rico repertorio, jugando sus mejores cartas y asestando sus golpes más certeros, los de "Pep" aniquilaron desde muy temprano en el partido al irregular Chelsea de Frank Lampard.
Reaparecieron la intensidad sin pausas, la dinámica, la sincronización de las piezas, el cambio de ritmo letal, pero sobre todo las ganas y el hambre de gloria. Como casi siempre sucede en las mejores tardes del City, su mejor figura es el belga Kevin De Bruyne, el "colorado" de la varita mágica, el director de orquesta, el que marca las pausas y las aceleradas repentinas. Todo este arsenal de recursos hace que una asistencia y un gol del belga, sólo pasen a formar parte de la fría estadística como la frutilla sobre la torta de una actuación gloriosa.
A los 34 minutos, precisamente cuando anotó De Bruyne, se bajó el telón del escenario, que volvió a levantarse sólo esporádicamente para que la imaginaria multitud pudiera continuar vivando, de pie, a la obra del equipo de Guardiola. Los celestes de Manchester se subieron así al quinto lugar de la tabla de posiciones de la Premier, desbancando al desparejo Everton de Carlo Ancelotti.
Es fácil deducir que el futuro inmediato del City en el torneo, depende directamente de que mantenga el nivel mostrado en Stamford Bridge, estampando una victoria mucho más expresiva que el 3 a 1 final. Si la respuesta fuera afirmativa, se hace muy fácil pensar que al fin y al cabo, después de tantos bajones y tropezones, los de "Pep" estarán en la pelea por el título.
ENTRE LOS GRANDES. Leicester City sube y baja. El plantel de Brendan Rodgers es de los que más ha sentido en el físico el rigor de un fixture apretadísimo, de máxima exigencia. Es algo lógico que resulta de que los azules, si bien se han acostumbrado a pelear arriba en las posiciones, dentro de ese grupo selecto de clubes que conforman la parte superior de la tabla, son de los planteles más cortos, por lo cual se han resignado a sufrir más de la cuenta con el rigor de un calendario implacable.
El primer tiempo entre Newcastle United y Leicester City transcurrió sin pena ni gloria. Entrecortado, sin dinámica, carente de ritmo, resultó toda una buena siesta dormida entre "Urracas" (Newcastle) y "Zorros" (Leicester). Cuando recién iniciado el complemento el paraguayo Miguel Almirón trataba de llevar al frente al dueño de casa con su clásica velocidad y algún cambio de frente muy preciso, sobrevino un gran pase del siempre utilitario Mark Albrighton que propició la corrida del peligroso Jamie Vardy y el golazo del "10" visitante James Madisson, tras un remate seco y a media altura.
Ese gol de apertura no le daba a Leicester City para ponerse a hacer la plancha, pero al menos le regaló la tranquilidad suficiente para recuperar parte de su fútbol y pasar a manejar el partido con cierta propiedad, situación que se solidificó cuando otro gran pase del inglés Albrighton encontró recompensa en un gran remate del belga Tielemans que también fue a parar a la red del arco local.
Si bien a los 82 minutos el gol de Andy Carroll, en el primer toque de pelota del de Newcastle, encendió la alarma para los futbolistas de Brendan, éstos no entraron en pánico sino que, por el contrario, mantuvieron la calma y también el resultado, un 2 a 1 que los catapultó a la tercera colocación en la tabla.
BATMAN Y ROBIN. Mueven la pelota de un lado a otro hasta que la marean. Rotan, ocupan todos los espacios posibles, buscan por adentro y por afuera a velocidad máxima, pero los horrores defensivos que cometen y las fallas en la definición de todo lo que crean, lo matan, lo destruyen. Es el Leeds United de Marcelo Bielsa, un equipo que se aniquila a sí mismo anulando de varios plumazos todo lo bueno que propone en una cancha.
Claro que si quienes están enfrente son Batman y Robin todo eso se agrava, porque Kane y Son, Son y Kane, jamás perdonan: sólo matan primero y preguntan después. Son "asesinos" a sueldo, son "sicarios" y como tales, no tienen piedad, jamás la tienen.
Por eso al terminar el primer tiempo del choque entre los del "Loco" y los de "Mou", ya estaba todo liquidado con un gol de Harry (Kane) y otro de Son, por lejos el mejor futbolista coreano que ha dado la historia. A los cinco minutos de comenzado el complemento se agregó la anotación del belga Toby Alderweireld, pero lo cierto es que ya ni hacía falta. Simplemente con practicidad y contundencia los Spurs se comían crudos a los del noreste de Inglaterra.
Es que luego de pagar caros los errores defensivos y la falta de "punch", al Leeds nunca le quedan ni fuerza ni ánimos para mantener ese ritmo vertiginoso que pretende imponer desde el comienzo de los partidos y en ese momento es cuando el rival de turno comienza a florearse.
Eso es lo que sucede casi siempre y fue exactamente lo que pasó ante un gran equipo, trabajado, práctico y contundente como el Tottenham Hotspur de José Mourinho, que ya está de nuevo enroscado en la parte de arriba de la tabla: 3 a 0 y a volver a la burbuja.
GOLEANDO EN LA NIEVE. Arsenal se floreó en la nieve de las Midlands occidentales y vapuleó al disminuido West Bromwich Albion: 4 a 0. Más allá de la debilidad indiscutible del equipo dirigido ahora por el inglés Sam Allardyce, un especialista en sacar de los pelos a equipos que están con un pie en el descenso, sorprendió el ritmo demoledor y la eficacia que mostraron los "Gunners" en todas sus líneas.
Por momentos hasta pareció que Bukayo Saka, el inglés afrodescendiente que ya es parte de la selección de Gareth Southgate, se deslizaba sobre la nieve a velocidad supersónica, mientras los rivales sólo atinaban a mirarle el número "7" de su camiseta. Sus compañeros parecieron contagiarse, porque las ganas y la dinámica que mostró el francés Alexandre Lacazzette, eran justamente las que se le venía pidiendo y casi exigiendo, desde hace mucho tiempo. Por la banda derecha el español Héctor Bellerín jugaba a ser un avión y rompía cronómetros subiendo y bajando con su habitual velocidad. Del lado opuesto el otro lateral, Kieron Tierney, inauguraba el marcador con un gol espectacular y acto seguido se mandaba un partido acorde a la calidad de esa conquista.
Quizás faltaron los esquíes, aunque el Arsenal de Mikel Arteta igual se las arregló para deslizarse sobre la nieve y guiado por una espléndida puesta en escena de Saka y Lacazzette, consiguió su tercera victoria consecutiva y comenzó a escalar posiciones en la tabla de Premier.
Wolverhampton Wanderers lo tenía ganado. Los del portugués Nuno Espirito Santo perdían 1 a 0 en su visita al balneario de Brighton y, tras una remontada estupenda, habían sellado un 3 a 1 que parecía definitivo. Sin embargo el local les cayó encima aún con sus claras limitaciones técnicas y de plantel y consiguió, a mérito puro, el 3 a 3 definitivo.
Crystal Palace se recuperó y en su casa de Selhurst Park liquidó al colista Sheffield United con un 2 a 0 claro y contundente. Al final del primer período el canterano Eberechi Eze construyó desde su propio campo una jugada individual memorable que terrminó en la red visitante sellando el resultado final con un gol que, sin dudarlo, competirá con grandes posibilidades tanto a nivel nacional como internacional para ser coronado como el gol del año. Fue una corrida imparable en la que el británico dejó por el camino a rivales como si fueran soldaditos de plomo y terminó definiendo con la exquisitez de un futbolista consagrado.
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