No pudo matar. Por esta vez las balas fueron de goma. Edison Cavani reapareció, quiso como siempre, estuvo como siempre, corrió como siempre, tapó las salidas del rival como siempre, luchó como siempre. Está claro que no todos los días son de fiesta, así que en la laboriosa victoria de Manchester United ante Burnley, el salteño no pudo anotar pero remó para el equipo como lo hace en cada partido que juega la camiseta que defiende.
El local se preocupó muy especialmente de cortar los circuitos que conducían a "El Matador" y lo cierto es que lo hizo muy bien, no entreveró nunca los cables, no falló en las conexiones y de ese modo evitó la explosión en su propio arco. Así y todo Cavani nunca dejó de intentar su gol. A los 38 minutos su media tijera fue detenida por la cara de un rival. A los 52 erró el zurdazo que hubiera culminado una gran jugada colectiva de su equipo. A los 66 tuvo la más clara cuando enganchó para la zurda pero su remate se perdió alto y desvidado. Por último, cuando corría el cuarto minuto de descuento, se la sirvió en bandeja al francés Anthony Martial, pero el delantero, acusando un problema físico, desperdició una clara oportunidad de gol.
El entrevero inteligente que Burnley propició en el primer tiempo derivó en un partido mal jugado, desprolijo y cortado hasta por las intervenciones del VAR. En el complemento aparecieron los espacios y fue así que la visita tomó las riendas del encuentro. Hubo un guía, un conductor. Fue tiempo de Pogba. Mandó, quitó, apoyó, se hizo "el Pogba", el de la fama, el del nombre, el del cartel y simplemente destruyó el trámite apretado del primer tiempo. Las armas que empleó fueron el buen juego, el señorío y ese "latigazo" que sacó con carambola a varias bandas, para que el balón terminara en la red del desconcertado Nick Pope.
Despacito y por las piedras, en puntas de pie y sin hacer ruido, con aquellos tropezones preocupantes de principio de temporada, el Manchester United de Edison Cavani es hoy el líder absoluto de la Premier League y, en esa condición, con ese pergamino, habiendo salvado con lo justo un apronte exigente, irá el domingo a visitar a su escolta, Liverpool, el rival de todas las horas y todas las épocas, que lo sigue en la tabla, tres puntos más abajo.
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