El Chelsea, el nuevo, el del alemán Thomas Tuchel, el posterior a Frank Lampard, nuevo protagonista de "Crónica de una Muerte Anunciada", mostró protagonismo, abundante posesión de pelota y acertado "pressing" sobre la salida rival. También primó el cuidado, el respeto al cartel de "Pare", el pie de plomo y el ancla bien enterrada en el fondo del río para que el barco no se moviera más de la cuenta.
Traducido todo lo precedente, se vió un equipo local que ganó en hacerse respetar por el rival de turno pero perdió en contundencia. Esa fue la primera impresión del Chelsea de "TT". Muy ajustada a la más pura lógica, la que suele manejar un técnico que debuta en un club de primera línea de batalla. Y así fue que Chelsea fue más que Wolverhampton Wanderers, jugó más y mejor, tuvo la pelota y el control del partido, mostró dinámica y variantes ofensivas y lo hizo justamente ante un equipo que, como el del portugués Nuno Espirito Santo, se caracteriza justamente por el afán y hasta el patrón de ser protagonista.
Los "Wolves" se defendieron bien, fueron aplicados y prolijos, pero esta vez, quizás hasta extrañamente, resignaron su poderío atacante, hasta puede decirse que renunciaron a él y claro, con dichas premisas sobre el césped, no ganaron ni perdieron.
Debió ser para Chelsea pero el local no supo culminar todo lo bueno que el nuevo técnico trajo en sus valijas, no metió la pelota en el arco rival y resignó así dos puntos que debieron ser de la casa.
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