Con Luis Suárez en sus filas Liverpool jugó 77 partidos; sin él disputó sólo 14; a su vez con el uruguayo en la cancha los "Reds" ganaron 30, empataron 23 y perdieron 24. De los 14 encuentros en los que faltó el número "7" su equipo ganó 9, igualó 2 y perdió 3.
95.000 personas abarrotan el estadio en Melbourne. La mayoría de ellos son hinchas de Liverpool radicados en Australia. "Mueren" cuando caen en la cuenta que su ingreso a la cancha es inminente. Deliran, cantan la canción que le han dedicado. Los flashes de sus cámaras asemejan a miles de luciérnagas curiosas. Están todos al asecho, a la espera del gran momento. "Esta foto la saqué cuando Luis Suárez iba a entrar a la cancha", explicarán más tarde a sus familiares cuando regresen al hogar.
Cuando el telón vuelve a levantarse, la escenografía se ha mudado a Thailandia. En la capital Bangkock la multitud no es tanta como en el inmenso Melbourne, pero igual alcanza para que se vean pancartas muy grandes que le ruegan al ídolo que no los abandone, que no deje el gran "Imperio Red". Ellos están convencidos que, luego del que ellos adoran con unción, sólo el Imperio Romano abarcó alguna vez tantos kilómetros de tierras a lo largo y a lo ancho del mundo, de modo que no entienden que el gran Emperador Luis quiera abandoner sus dominios. Una vez más, cuando el gran hombre calienta los motores para ingresar al coliseo, dejan la razón a un lado. No consideran que la cordura sea de este mundo, al menos en ese instante crucial, el que muchos habitantes de Bangkock, pintados de rojo de la cabeza a los pies, han estado aguardando desde hace mucho tiempo. Se repiten las pancartas, hay ligeros cambios en la letra pero el ruego es el mismo: "Luis, quedate con nosotros"! Y cada vez que toca la pelota, Mr. Suárez acciona un mecanismo automático y un "Ohhh!" estruendoso parte de los cuatro costados y se hace uno cuando llega a sus oídos.
Los actores vuelven a su teatro original. Ahora el telón que se levanta es el de Anfield Road. El estadio revienta, cantan todos de pie el "Nunca caminarás sólo", el gran himno del Liverpool de Inglaterra. Es hora de homenajear al capitán de siempre, a uno de los grandes en la historia de un histórico: el gran Steven Gerrard. Hoy juegan hasta los que ya supieron colgar los botines: Robbie Fowler se calza la número "9" otra vez y Jamie Carragher decide tomarse la penúltima. Pero pasa de nuevo, se repite. Esta vez él no es el centro, ni por lejos el homenajeado de la tarde. No importa, la ovación destroza los tímpanos de nuevo, las pancartas se despliegan y empapelan el estadio entero, el sentimiento es único. Pero Luis Suárez no les retribuye nada, no saluda siquiera a los hinchas, no los aplaude por su fervor y por su apoyo sin condiciones. Su expresión es seria, adusta y su mueca de frustración choca con tanta pasión desbordante, con el torrente de amor por el ídolo, con el deseo irrefrenable de retenerlo. "Qué amargo!", dice alguien con mucha bronca frente a al televisor de un pub. Pero mientras tanto en Anfield el furor se quedó sin frenos. A ellos no les importa nada, lo siguen ovacionando.
De todas maneras el técnico Brendan Rodgers decide que debe asumir su rol, así que lo condena a entrenar separado del plantel hasta que se disculpe por su desidia, por sus dichos y su mala actitud ante sus colegas de equipo y frente a los incondicionales hinchas "Reds". Es justo y desde ningún sector se objeta la decisión.
Melwood, Complejo de Entrenamiento del Liverpool FC, en una jornada de verano, tan buena como insólitamente han sido casi todas las de 2013 en estas latitudes dominadas por las nubes. Los hinchas están trepados a los techos de los autos estacionados junto al muro de la cancha donde practica el plantel principal del club...con Luis Suárez integrado plenamente al grupo. Todo se ha solucionado de una forma que uno de los improvisados espías del entrenamiento sintetiza casi sin darse cuenta: "tuvo que irse al Japón (con Uruguay para la fecha FIFA) para que ésto se arreglara?" Siguen llegando hinchas y ahora tienen que turnarse para encaramarse a los coches, asomar la cabeza por encima del gran muro gris y así transmitirle al resto que "Luis se ríe, que parece muy pero muy contento, que...".
Promedio de goles por partido de Liverpool con Luis Suárez en la cancha: 1.6; sin su estrella, 1.8.
Allí está Don Luis en el palco de Anfield Road esperando el arranque de su equipo en la Premier League. Su hija Delfina sostenida por el brazo izquierdo del goleador, el criollo más viejo, el mate, el "Southamerican tea" como lo ha bautizado la televisión inglesa, en su mano derecha. A su lado su esposa Sofía y su familia, todos con distintivos de los "Reds". De repente le da el arranque, como tantos, buenos y malos, que le han atacado en la pasada temporada y en la anterior también. Falta como una hora para comenzar el partido ante Stoke City y a él le da por salir a la cancha con su hija en brazos. Viste campera roja con el escudo del club, pantalón deportivo negro y championes blancos. Es una vestimenta para la ocasión, no es casualidad, lo tenía todo preparado para reconquistar a su gente. Lo aplauden moderadamente, un poco por lo sorpresiva de su jugada -igual a las que usualmente perpetra dentro de la cancha- y mucho porque todavía la gente no se ha instalado en sus butacas. No importa, esta vez él sonríe a diestra y siniestra y hasta le da la mano efusivamente a un periodista televisivo. El cronista le dice algo y él, sin dejar de sonreír ni un instante, le levanta el pulgar asintiendo amistosamente.
Porcentaje de partidos ganados por Liverpool con Luis Suárez en la cancha: 39%; sin él 64.3%. Promedio de puntos obtenidos por partido de Liverpool jugando Suárez: 1.5; sin el uruguayo, 2.1.
La estadística de la cadena televisiva Sky Sports arroja con claridad que a Liverpool le ha ido bastante mejor cuando no ha jugado Luis Suárez, nunca por lesión es cierto y siempre a raíz de las diferentes suspensiones que ha recibido desde el tristemente célebre episodio con el francés Patrice Evra y el del dedito índice levantado en forma insultante hacia la hinchada del Fulham en Craven Cottage. El trabajo periodístico, profesional al cien por ciento como es costumbre en estas tierras, es ante todo auténtico, verdadero, cierto, irrefutable. No hay nada inventado como podría suponerse luego del hostigamiento sufrido por el uruguayo a nivel de la prensa de estas Islas. Su explicación es estrictamente futbolística y será motivo de una nueva nota del "Ojo".
El objetivo de la presente publicación no es entonces buscarle los "por qué" a ese trabajo estadístico. Está muy claro, el lector ha visto y comprobado a través de estas líneas que al hincha de Liverpool éstos números le importan tan poco como nada. Es más, la enorme mayoría de ellos ni se enteró de su existencia porque están demasiado ocupados suspirando de alivio por haber retenido a su ídolo, demasiado extasiados y sorprendidos al comprobar el enorme éxito que coronó su tarea de convencer a la estrella de que se quedara donde está. Ellos sólo ven el resultado del Liverpool fan's job. Fuera de eso no les importa nada y menos aún una estadística de la que no quieren ni siquiera saber que existe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario