Resuenan las campanas de la iglesia cercana, el helicóptero de la BBC se detiene sobre la multitud a ambos lados del puente Putney Bridge, sobre el Támesis, al oeste de Londres. Los policías que abren la marcha de la gran caravana hacen sonar sus sirenas, saludan con la mano a la gente, hacen piruetas con sus motos provocando sonoras exclamaciones, viven la fiesta a pleno sin pudores ni prejuicios.La prueba de ciclismo en ruta se acerca al punto final. Se vienen los ciclistas, también se avizora el gran fracaso de Mark Cavendish y el Team G.B. que lo secunda, pero igual la chica le confiesa al hombre que tiene al lado que está excitada con el momento único, inigualable. Le dice que se le ha puesto la piel de gallina, que no puede creer que esté allí.
Claro, por supuesto que no están más las "Spica" pegadas al oído que le cantan a la gente por dónde van los ciclistas, cuánto les falta para pasar por donde ellos esperan ansiosamente, si hay escapados o si llegan todos juntos. Simplemente el vecino circunstancial abre su I Pad e inicia el rastreo: "esa bandera es de Uruguay, no? A ver, a ver". El pulgar se desliza expertamente por la pantalla: "acá está, Soto se llama?, sí, viene en el lugar 118". Enseguida comenta con los de su derecha, portadores de una de las miles de banderas británicas, que aparentemente ni Mark Cavendish ni el propio Wiggins, flamante ganador del Tour de Francia, llegan con chance alguna de ganar oro, plata o bronce. Y cierra su cibernética información: "les faltan 12 kms. para llegar aquí". El sentimiento surge solito: pobre "Spica", qué tiempos aquellos!
Atrás quedan los sandwiches consumidos sobre el césped del parque cercano al puente, mientras la pantalla gigante atrapa a decenas de familias con escenas que dicen de escapadas y trepadas de dientes apretados, mientras a un costado una orquesta de adolescentes de una isla muy chiquitita del Pacífico sur comparte con el tibio sol la amenización de la espera. Un viejo estadio desnudo mira al parque desde arriba. "Son uruguayos? Bueno, este es el estadio donde vuestro Suárez (Luis) nos levantó el dedito mayor de su mano izquierda, ja, ja", aclara simpáticamente Mick, hincha del Fulham de la Premier League inglesa, mientras su cabeza mira hacia el gigante dormido, un estadio tan ancestral como histórico y pintoresco.
Después la historia sigue en el The Mall, la avenida que termina prácticamente besando al Palacio de Buckingham, punto de partida y de llegada de las dos pruebas de ciclismo en ruta, la de los hombres y la de las mujeres. El mismo papel le cabrá en las dos maratones, la masculina y la femenina. Allí los colombianos saltan, se abrazan, se sacan fotos, acaparan micrófonos y cámaras aclamando al "Gran Urán", como ellos han bautizado al brillante medalla de plata de la prueba de ciclismo en ruta. El lugar se ha vaciado pero ellos no quieren irse, pretenden que la fiesta siga para siempre, simplemente no lo pueden creer.
Muy cerca de allí, en el otro extremo del The Mall, a un salto de la épica Trafalgar Square, una multitud abandona el estadio de Volleyball Playa, erigido como un fantasma nada menos que en la explanada del edificio de los guardias de a caballo de la Reina. Los policías, distendidos como siempre, sonríen con ganas y posan junto a la gente, mientras alguien, megáfono en mano, incita al público a circular por la derecha de la calzada desnuda de autos y de buses.
Londres está mas exhuberante que nunca. La fiesta comenzó y la viven todos. Paralelamente la organización es fantástica, brilla, se destaca y...no necesita del "stress". Al "stress" lo ahogaron en el Támesis y ni piensan en reflotarlo...
martes, 31 de julio de 2012
domingo, 29 de julio de 2012
No se nos pueden escapar
"Parece el Uruguay de antes, el que no quería nada". Luis Suárez, para el deleite venenoso de los ingleses que una vez más lo habían abucheado sin motivo alguno durante toda la tarde, termina de redondear una jornada atroz mandando afuera un cabezazo de gol que todos cantaron antes. Y entonces, cuando luego de ese traspié monumental del capitán y referente máximo, el equipo todo se evapora como por encanto en la tarde de Wembley, aparece esa frase de Jorge, de Punta Gorda, envuelto como tantos en la bandera de un sol y nueve franjas. Punzante, lapidaria, pero por sobre todo dolorosamente cierta, porque así lo atestigua el asentimiento de todos a sus alrededor.
Uruguay sale a calentar en el Templo del Fútbol, un resorte mágico levanta a hinchas, banderas y camisetas celestes. Todos dejan sus asientos y bajan las escaleras. Ahora están a nivel de cancha, entonan el "Soy celeste..." subiendo el alma hasta la garganta. Están ilusionados "al mango", se sacan una y mil fotos con conocidos y desconocidos, porque todos son uno y uno son todos como los Tres Mosqueteros.
Muchos de ellos, la mitad o tal vez más, no se quedan a ver al local ante Emiratos. Enfilan cabizbajos hacia los cientos de salidas de esa ciudad con una cancha de fútbol en el medio. Uno de esos grupos se cruza con una pintoresca familia senegalesa, de los pocos hinchas del ganador presentes ayer en Wembley. Los africanos, ataviados con sus clásicas túnicas de colores llamativos, los detienen y ponen sus manos sobre el corazón: "lo sentimos mucho, de verdad, es que además nos dió mucha rabia escuchar como los abuchearon todo el partido, sobre todo a Suárez. No había motivo para eso". Camelo? Tomada de pelo? No, nada de eso, solo el sentimiento profundo de gente noble y fundamentalmente sufrida, como todos los africanos. Los uruguayos tuvieron que contestarles que no se preouparan, que habían ganado bien jugando con diez la mayoría del partido, que Uruguay, más allá de la mala suerte, había sido...una lágrima.
Les sobra una entradita? Se las compro, se las compro, dale". El azul, el blanco, el sol, el celeste, la euforia en carne viva, es una enorme marea que cubre el largo y el ancho del enorme corredor que une a la estación de Wembley Park con el épico estadio. Los que preguntan, imploran, ruegan por esa entrada salvadora son también uruguayos que se han quedado afuera. Todos, los que entran y los que se quedan afuera, están dominados por la ansiedad, el entusiasmo, la ilusión, la fiebre celeste.
Todos, los que entraron y los que se quedaron afuera, quedaron "muertos" por la forma que en la cancha tomó la gran caída, muchísimo más que por la derrota en sí misma. "Parece el Uruguay de antes, el que no quería nada". Todos, los que entraron, los que se quedaron afuera y los que están a 14.000 kms. de distancia, se fueron con el firme deseo de que el miércoles esa frase de Jorge vuelva a descansar en paz. Esteban, residente uruguayo en Inglaterra, lo tradujo todo bien cortito: "es justo contra ellos (los británicos), con las ganas que les tenemos no se nos pueden escapar, se van a tener que meter los abucheos..."
Uruguay sale a calentar en el Templo del Fútbol, un resorte mágico levanta a hinchas, banderas y camisetas celestes. Todos dejan sus asientos y bajan las escaleras. Ahora están a nivel de cancha, entonan el "Soy celeste..." subiendo el alma hasta la garganta. Están ilusionados "al mango", se sacan una y mil fotos con conocidos y desconocidos, porque todos son uno y uno son todos como los Tres Mosqueteros.
Muchos de ellos, la mitad o tal vez más, no se quedan a ver al local ante Emiratos. Enfilan cabizbajos hacia los cientos de salidas de esa ciudad con una cancha de fútbol en el medio. Uno de esos grupos se cruza con una pintoresca familia senegalesa, de los pocos hinchas del ganador presentes ayer en Wembley. Los africanos, ataviados con sus clásicas túnicas de colores llamativos, los detienen y ponen sus manos sobre el corazón: "lo sentimos mucho, de verdad, es que además nos dió mucha rabia escuchar como los abuchearon todo el partido, sobre todo a Suárez. No había motivo para eso". Camelo? Tomada de pelo? No, nada de eso, solo el sentimiento profundo de gente noble y fundamentalmente sufrida, como todos los africanos. Los uruguayos tuvieron que contestarles que no se preouparan, que habían ganado bien jugando con diez la mayoría del partido, que Uruguay, más allá de la mala suerte, había sido...una lágrima.
Les sobra una entradita? Se las compro, se las compro, dale". El azul, el blanco, el sol, el celeste, la euforia en carne viva, es una enorme marea que cubre el largo y el ancho del enorme corredor que une a la estación de Wembley Park con el épico estadio. Los que preguntan, imploran, ruegan por esa entrada salvadora son también uruguayos que se han quedado afuera. Todos, los que entran y los que se quedan afuera, están dominados por la ansiedad, el entusiasmo, la ilusión, la fiebre celeste.
Todos, los que entraron y los que se quedaron afuera, quedaron "muertos" por la forma que en la cancha tomó la gran caída, muchísimo más que por la derrota en sí misma. "Parece el Uruguay de antes, el que no quería nada". Todos, los que entraron, los que se quedaron afuera y los que están a 14.000 kms. de distancia, se fueron con el firme deseo de que el miércoles esa frase de Jorge vuelva a descansar en paz. Esteban, residente uruguayo en Inglaterra, lo tradujo todo bien cortito: "es justo contra ellos (los británicos), con las ganas que les tenemos no se nos pueden escapar, se van a tener que meter los abucheos..."
jueves, 26 de julio de 2012
Que lo sufran...
A los 88' Sordel revienta el horizontal en el intento desesperado de rescatar un triunfo que se escapaba. Un minuto después el punta senegalés Mane le copia al "Chengue Morales" en Japón-Corea 2002, justamente ante Senegal, y cabecea el balón afuera más como sacándola al corner que definiendo un partido ante el local en Juegos Olímpicos.
Y todo porque a Konate, en el minuto 81', cuando se moría inexorablemente la esperanza africana de igualarle al anfitrión, se le había ocurrido picarla por encima del hasta entonces inexpugnable Jack Butland, ni más ni menos que como había hecho su compinche Mane, a los 25' del primer tiempo. Claro que esta vez la pelota tomó la dirección correcta y decidió besar suavemente la red del arco local. Y allí se desató la guerra, como en el ciclismo cuando todos ruedan en paz en el pelotón y a algún audaz bien ubicado en la general, se le da por escaparse.
El tedio se cambió por vértigo y cualquiera pudo ganar. Mucho más temprano Craig Bellamy había aprovechado a la perfección un rebote originado tras un tiro libre desde el costado derecho del área rival, efectuado como el otro veterano galés del equipo, Ryan Giggs, sabe hacerlo. Después fue un reparto de limosnas entre el ímpetu y las ganas de Bellamy, los contados toques de pelota de Giggs y el quiero y no puedo de Senegal: Mane que picaba a todas, el volante Souare que bajaba a marcar y trepaba incansable una y mil veces, Balde que veía su media vuelta dentro del área británica anulada por la formidable tapada de Butland, otra vez Mane cabeceando solo para que el lateral Rose se la sacara en la línea.
"A Uruguay le cuestan todos y a todos les cuesta Uruguay". La frase, tan corta como auténtica por donde se la mire, fue volcada en el Twitter poco después de la sufrida victoria celeste en Manchester, por el periodista uruguayo Ignacio Quartino, hoy radicado en Buenos Aires. Porque si se necesita un espejo para que Uruguay se mire y a ambos lados aparezcan también las camisetas del Team G.B. y de Senegal, el paisaje global que se verá reflejará -y reafirmará-ese concepto. Los dos próximos rivales tienen armas diferentes, sellos distintos, producto de una formación futbolística tan antagónica como pueden serlo las características completamente disímiles de los continentes a que ambas naciones pertenecen.
Los dos tienen también como herir a Uruguay, tal como lo hizo con dureza Emiratos Arabes en el primer tiempo del debut, mientras los celestes no salían de la sorpresa porque veían que el juego del gato y el ratón que habían planificado confiadamente, se hacía trizas a las primeras de cambio.
Pero "a todos les cuesta Uruguay" y esta premisa no tendrá por qué cambiar ahora, en estos dos próximos choques. Los de Tabárez tienen armas infinitamente más contundentes que Senegal y el Team G.B. Ya se evaporó el vértigo y la incertidumbre del debut, de modo que de aquí en más todo será cuestión de hacer valer las credenciales. Un Uruguay bien parado en la cancha, manejando el balón con la virtud de la paciencia y, fundamentalmente, con sus goleadores inspirados, es una fuerza mucho más potente que sus próximos rivales en la Serie.
Parece estar en la tapa del libro que ante Senegal hay que controlar a como de lugar las subidas incansables del número 16 Souare, el trepador incansable. La última línea, particularmente la zaga central, deberá atender constantemente al "10" Mane, quien jamás se cansa de picar a espaldas de la línea final adversaria y al propio Konate, autor del gol del empate de ayer ante el Team G.B. Y adelante no hay duda alguna respecto a que Suárez y Cavani deberán enchufarse y descargar todo su voltaje mortal sobre una defensa que, como la de casi todos los equipos africanos, muestra frecuentes lagunas de concentración.
El local ratificó en los hechos la influencia de los veteranos galeses, Ryan Giggs y sobre todo Craig Bellamy. Las precauciones serán pocas a la hora de ir sobre ellos y sobre el punta del Chelsea Daniel Sturridge. Y sí, claro, defensivamente son más fuertes que los africanos, pero parece demasiado obvio que hoy por hoy, si Ramírez y Lodeiro andan claros y, una vez más, Suárez y Cavani rugen y muestran sus colmillos, son pocas las defensas en el mundo que pueden resistir.
No va a ser fácil porque esa palabra no está en el diccionario -general o futbolístico, como más guste- de los que viven al este del río Uruguay. Pero habrá que aceitar la máquina para transformar el concepto: que no les cueste Uruguay, que lo sufran...
Y todo porque a Konate, en el minuto 81', cuando se moría inexorablemente la esperanza africana de igualarle al anfitrión, se le había ocurrido picarla por encima del hasta entonces inexpugnable Jack Butland, ni más ni menos que como había hecho su compinche Mane, a los 25' del primer tiempo. Claro que esta vez la pelota tomó la dirección correcta y decidió besar suavemente la red del arco local. Y allí se desató la guerra, como en el ciclismo cuando todos ruedan en paz en el pelotón y a algún audaz bien ubicado en la general, se le da por escaparse.
El tedio se cambió por vértigo y cualquiera pudo ganar. Mucho más temprano Craig Bellamy había aprovechado a la perfección un rebote originado tras un tiro libre desde el costado derecho del área rival, efectuado como el otro veterano galés del equipo, Ryan Giggs, sabe hacerlo. Después fue un reparto de limosnas entre el ímpetu y las ganas de Bellamy, los contados toques de pelota de Giggs y el quiero y no puedo de Senegal: Mane que picaba a todas, el volante Souare que bajaba a marcar y trepaba incansable una y mil veces, Balde que veía su media vuelta dentro del área británica anulada por la formidable tapada de Butland, otra vez Mane cabeceando solo para que el lateral Rose se la sacara en la línea.
"A Uruguay le cuestan todos y a todos les cuesta Uruguay". La frase, tan corta como auténtica por donde se la mire, fue volcada en el Twitter poco después de la sufrida victoria celeste en Manchester, por el periodista uruguayo Ignacio Quartino, hoy radicado en Buenos Aires. Porque si se necesita un espejo para que Uruguay se mire y a ambos lados aparezcan también las camisetas del Team G.B. y de Senegal, el paisaje global que se verá reflejará -y reafirmará-ese concepto. Los dos próximos rivales tienen armas diferentes, sellos distintos, producto de una formación futbolística tan antagónica como pueden serlo las características completamente disímiles de los continentes a que ambas naciones pertenecen.
Los dos tienen también como herir a Uruguay, tal como lo hizo con dureza Emiratos Arabes en el primer tiempo del debut, mientras los celestes no salían de la sorpresa porque veían que el juego del gato y el ratón que habían planificado confiadamente, se hacía trizas a las primeras de cambio.
Pero "a todos les cuesta Uruguay" y esta premisa no tendrá por qué cambiar ahora, en estos dos próximos choques. Los de Tabárez tienen armas infinitamente más contundentes que Senegal y el Team G.B. Ya se evaporó el vértigo y la incertidumbre del debut, de modo que de aquí en más todo será cuestión de hacer valer las credenciales. Un Uruguay bien parado en la cancha, manejando el balón con la virtud de la paciencia y, fundamentalmente, con sus goleadores inspirados, es una fuerza mucho más potente que sus próximos rivales en la Serie.
Parece estar en la tapa del libro que ante Senegal hay que controlar a como de lugar las subidas incansables del número 16 Souare, el trepador incansable. La última línea, particularmente la zaga central, deberá atender constantemente al "10" Mane, quien jamás se cansa de picar a espaldas de la línea final adversaria y al propio Konate, autor del gol del empate de ayer ante el Team G.B. Y adelante no hay duda alguna respecto a que Suárez y Cavani deberán enchufarse y descargar todo su voltaje mortal sobre una defensa que, como la de casi todos los equipos africanos, muestra frecuentes lagunas de concentración.
El local ratificó en los hechos la influencia de los veteranos galeses, Ryan Giggs y sobre todo Craig Bellamy. Las precauciones serán pocas a la hora de ir sobre ellos y sobre el punta del Chelsea Daniel Sturridge. Y sí, claro, defensivamente son más fuertes que los africanos, pero parece demasiado obvio que hoy por hoy, si Ramírez y Lodeiro andan claros y, una vez más, Suárez y Cavani rugen y muestran sus colmillos, son pocas las defensas en el mundo que pueden resistir.
No va a ser fácil porque esa palabra no está en el diccionario -general o futbolístico, como más guste- de los que viven al este del río Uruguay. Pero habrá que aceitar la máquina para transformar el concepto: que no les cueste Uruguay, que lo sufran...
viernes, 20 de julio de 2012
El ostracismo del Team GB
Saint Albans fue el primer mártir cristiano de las Islas Británicas. La catedral de esta ciudad, que es casi un suburbio de Londres saliendo de la capital hacia el noroeste, es tan majestuosa e imponente, que asusta. Allí la ancestral ciudad romana de Verulamium cedió su lugar a un parque maravilloso, desde el cual los restos de las murallas delimitantes casi se hablan con el anfiteatro romano y con la Casa del Mosaico, testigo de lo increíble, como que los romanos fueron los inventores de la calefacción de losa radiante, utilizando un sofisticado sistema de vapor subterráneo.
Pero muy claro está que en Saint Albans nadie podía suponer que a todo ese impactante artefacto turístico le iba a surgir, casi como de la nada, una competencia tan imponente como puedan llegar a ser los desplazamientos de Neymar y de Oscar, la flamante adquisición del Chelsea del millonario Roman Abramovich. Es que nada menos que el Brasil olímpico eligió las canchas de entrenamiento del Arsenal, allí ubicadas, para calentar los motores previo a su participación en los Juegos Olímpicos.
Así que hoy las ruinas se quedaron sólas con su historia. Media población de Saint Albans copa las gradas admirando los movimientos de los verdugos del equipo olímpico británico en el partido de preparación jugado la noche anterior en la ciudad de Middlesbrough. Jenny (31) es fanática del fútbol y ahora su lucha es mantener quietos a sus dos hijos varones, al menos lo suficiente como para permitirse disfrutar, aunque sea en cuentagotas, de los garabatos de Neymar y su séquito.
Ella, como tantos y tantos a lo largo y ancho del país, no cree en el Team GB de fútbol y explica por qué: "es que por más que lo nieguen, para los escoceses, los nor-irlandeses y hasta para los galeses que tienen varios jugadores en el equipo, la gran preocupación es el impacto que un equipo de las Islas Británicas pueda tener en el 'status' de independencia y autonomía de sus respectivas naciones. Piensan que si sus futbolistas integran una representación del Reino Unido, sus asociaciones están traicionando esos principios". Jeny refuerza su convencimiento rematando con que "desde el principio estuvieron en contra y después nunca se logró consenso, al revés, sus posiciones se fueron fortaleciendo cada vez más contra el concepto de un Team GB aglutinado, uniendo bajo la bandera de la "Union Jack" a las cuatro asociaciones de fútbol. Eso no va con ellos para nada, no lo conciben".
Muy cerca suyo Greg (43), quien es precisamente escocés, la ha escuchado y asiente elocuentemente, al tiempo que agrega que "por eso al final Stuart Pierce (el técnico del Team GB) no convocó a ningún escocés ni nor-irlandés para integrar el plantel definitivo, a pesar de que había incluido a varios en la lista preliminar. Incluso muchos de ellos habían manifestado públicamente su deseo ferviente de quedar en el grupo, pero el técnico terminó eliminándolos porque la verdad es que nunca pensó retenerlos en el plantel que enfrentará los Juegos. Si ni siquiera fue nunca a ver al menos un partido de la Liga escocesa!! Jamás se interesó porque sabía que al final no convocaría a ninguno para los Juegos aunque anduviera volando por la cancha".Sin embargo, al mismo tiempo el escocés, quien lleva una década residiendo en Saint Albans, reconoce que "tampoco se puede protestar demasiado justamente debido a esa falta de apoyo mostrado por la Asociación Escocesa al equipo olímpico del Reino Unido. Es que quedaron locos de la vida con la actitud del técnico no citando a los jugadores. Es más, lo deben haber llamado para agradecércelo".
Greg completa su pensamiento explicando que "a los futbolistas galeses Pierce los retuvo en el plantel definitivo porque juegan todos en la Premier League inglesa. Y bueno, como consecuencia ahí tenemos a todos los galeses, directivos de la asociación, periodistas, público, todos, poco menos que aullando de dolor y de frustración porque sus futbolistas van a defender al equipo olímpico".
Alastair (41) es hermano de Greg. Ambos trabajan juntos en el negocio familiar, el cual han dejado en manos de sus esposas porque no pudieron resistirse a la atracción del imán "verde-amarelho". Ahora Alastair agrega un condimento para la olla (de grillos) en que se cocina todo lo relativo al anfitrión: "Pierce no estuvo vivo tampoco, porque si al menos hubiera convocado a Beckham (David) se ganaba a gran parte de la opinión pública y de la prensa. Es que no importa que David no esté en su mejor forma, es lo que representa dentro y fuera de la cancha, lo que puede influir en el equipo".
Está clarísimo. Más allá de la notoria debilidad futbolística que el Team GB pueda haber mostrado en el partido de Middlesborough ante el siempre todopoderoso Brasil, la orfandad de apoyo popular, directriz, mediático y de todo tipo, lo transforman en un anémico "in extremis" sin solución posible, simplemente porque la transfusión que podría regalarle un pasar al menos un poco más decoroso y digno, jamás le va a llegar.
Pero muy claro está que en Saint Albans nadie podía suponer que a todo ese impactante artefacto turístico le iba a surgir, casi como de la nada, una competencia tan imponente como puedan llegar a ser los desplazamientos de Neymar y de Oscar, la flamante adquisición del Chelsea del millonario Roman Abramovich. Es que nada menos que el Brasil olímpico eligió las canchas de entrenamiento del Arsenal, allí ubicadas, para calentar los motores previo a su participación en los Juegos Olímpicos.
Así que hoy las ruinas se quedaron sólas con su historia. Media población de Saint Albans copa las gradas admirando los movimientos de los verdugos del equipo olímpico británico en el partido de preparación jugado la noche anterior en la ciudad de Middlesbrough. Jenny (31) es fanática del fútbol y ahora su lucha es mantener quietos a sus dos hijos varones, al menos lo suficiente como para permitirse disfrutar, aunque sea en cuentagotas, de los garabatos de Neymar y su séquito.
Ella, como tantos y tantos a lo largo y ancho del país, no cree en el Team GB de fútbol y explica por qué: "es que por más que lo nieguen, para los escoceses, los nor-irlandeses y hasta para los galeses que tienen varios jugadores en el equipo, la gran preocupación es el impacto que un equipo de las Islas Británicas pueda tener en el 'status' de independencia y autonomía de sus respectivas naciones. Piensan que si sus futbolistas integran una representación del Reino Unido, sus asociaciones están traicionando esos principios". Jeny refuerza su convencimiento rematando con que "desde el principio estuvieron en contra y después nunca se logró consenso, al revés, sus posiciones se fueron fortaleciendo cada vez más contra el concepto de un Team GB aglutinado, uniendo bajo la bandera de la "Union Jack" a las cuatro asociaciones de fútbol. Eso no va con ellos para nada, no lo conciben".
Muy cerca suyo Greg (43), quien es precisamente escocés, la ha escuchado y asiente elocuentemente, al tiempo que agrega que "por eso al final Stuart Pierce (el técnico del Team GB) no convocó a ningún escocés ni nor-irlandés para integrar el plantel definitivo, a pesar de que había incluido a varios en la lista preliminar. Incluso muchos de ellos habían manifestado públicamente su deseo ferviente de quedar en el grupo, pero el técnico terminó eliminándolos porque la verdad es que nunca pensó retenerlos en el plantel que enfrentará los Juegos. Si ni siquiera fue nunca a ver al menos un partido de la Liga escocesa!! Jamás se interesó porque sabía que al final no convocaría a ninguno para los Juegos aunque anduviera volando por la cancha".Sin embargo, al mismo tiempo el escocés, quien lleva una década residiendo en Saint Albans, reconoce que "tampoco se puede protestar demasiado justamente debido a esa falta de apoyo mostrado por la Asociación Escocesa al equipo olímpico del Reino Unido. Es que quedaron locos de la vida con la actitud del técnico no citando a los jugadores. Es más, lo deben haber llamado para agradecércelo".
Greg completa su pensamiento explicando que "a los futbolistas galeses Pierce los retuvo en el plantel definitivo porque juegan todos en la Premier League inglesa. Y bueno, como consecuencia ahí tenemos a todos los galeses, directivos de la asociación, periodistas, público, todos, poco menos que aullando de dolor y de frustración porque sus futbolistas van a defender al equipo olímpico".
Alastair (41) es hermano de Greg. Ambos trabajan juntos en el negocio familiar, el cual han dejado en manos de sus esposas porque no pudieron resistirse a la atracción del imán "verde-amarelho". Ahora Alastair agrega un condimento para la olla (de grillos) en que se cocina todo lo relativo al anfitrión: "Pierce no estuvo vivo tampoco, porque si al menos hubiera convocado a Beckham (David) se ganaba a gran parte de la opinión pública y de la prensa. Es que no importa que David no esté en su mejor forma, es lo que representa dentro y fuera de la cancha, lo que puede influir en el equipo".
Está clarísimo. Más allá de la notoria debilidad futbolística que el Team GB pueda haber mostrado en el partido de Middlesborough ante el siempre todopoderoso Brasil, la orfandad de apoyo popular, directriz, mediático y de todo tipo, lo transforman en un anémico "in extremis" sin solución posible, simplemente porque la transfusión que podría regalarle un pasar al menos un poco más decoroso y digno, jamás le va a llegar.
martes, 17 de julio de 2012
En busca del oro y la plata
"Un pasito pa'delante, un pasito para atrás. Y la pelota dónde está? Andá a buscarla adentro". Los rumanos Pavel y Goran aplican con los turistas de las famosas ramblas de Barcelona lo que ellos mismos bautizaron como "La gran Ronaldinho", una táctica basada en la plasticidad de movimientos y en pases de magia. El gol se concreta cuando tras la gran jugada se le quedan a la gente con la billetera, el I Pod, el I Phone, la cámara HD o hasta con el pasaporte. Pero como todo gran equipo, Pavel y Goran aplican variantes tácticas en su juego, así que de tanto en tanto uno de ellos se coloca por delante de la víctima desplegando un mapa de la ciudad a la vez que acribilla al desprevenido con mil preguntas, mientras su compinche, con tanto sigilo como un gato montés, abre la mochila que cuelga de la espalda del viajero y sustrae de allí todo lo que puede.
Pero Pavel y Goran se consiguieron el pase del siglo, porque en pocos días aplicarán "La Gran Ronaldinho" y sus otras estratagemas durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Es que, según confiesan abiertamente, "nosotros también nos queremos quedar con el oro y la plata, pero de la gente, ja, ja". Ambos esperan que su incursión por Londres les termine reportando infinitamente más que los 1.200 euros que levantan por día en las turísticas ramblas de la ciudad condal. "Después de todo son horas extras", comentan a las risas. Les interesa darse a conocer, la publicidad los seduce y sobre todo les regala poder frente a sus pares, al tiempo que les ayuda a cotizar más alto el producido de sus depredaciones.
Hablan un castellano sencillamente perfecto. Pavel roba desde que tiene uso de razón y lo arrestaron 30 veces en pocos meses. Su cinismo no conoce límites: "a Londres voy a ir (desde Barcelona) en autobús, porque así puedo ir robando en el camino, por ejemplo cuando paremos para que la gente baje para ir a los sevicios higiénicos dejando sus pertenencias en el asiento. Pienso quedarme un mes y llevarme unos 12.000 euros. Todo va a ser más fácil que aquí (en Barcelona) porque ya sabemos que en Londres si te agarran por primera vez te sueltan enseguida".
Su compinche Goran no se le queda atrás en cuanto a caradurismo se refiere. Además es arrogante y desafiante: "han visto como está el desempleo acá (Barcelona)? Pero además lo que hago me divierte muchísimo, me encanta. La gente que va a los Juegos tiene los bolsillos llenos y espero que tambien los tengan bien abiertos, ja, ja".
Sin embargo el embajador rumano en Londres defiende la integridad de sus compatriotas: "el 85% de los rumanos radicados en Inglaterra tienen trabajos decentes, punguistas hubo y habrá siempre en todos lados, con Juegos Olímpicos o sin ellos, no es una actividad solamente de mis compatriotas". Claro que su criterio encuentra fuerte oposición en voceros de la organización de la gesta olímpica, quienes afirman a rajatabla que "esta modalidad de robo tiene el sello indiscutible de rumanos y moldavos y si no, pregúntenle a los italianos, particularmente a los romanos que tienen una guerra sin fin con ellos".
Jack es inglés, vive justamente en Stratford, a pocos metros del Estadio Olímpico. Es el hombre-puente, él recibe cámaras, celulares, I Pod, pasaportes y lo que venga. Cada uno de esos valores tiene una cotización pre-establecida. Jack hace una llamada y a los 15 minutos tiene al comprador con el dinero. Parte del mismo va a parar a su propio bolsillo, mientras que el resto pasa a engrosar el botín de los ejecutores materiales de los robos. Con total desparpajo confiesa que piensa obtener unas 15.000 libras por el botín durante los Juegos Olímpicos, aunque reconoce que "otros podrán llegar a las 25.000".
Los compradores, según Jack, son generalmente asiáticos, "gente que ha vivido desde siempre en este país (Inglaterra) y tienen comercios establecidos desde los que revenden las cosas". Cuidadosamente cubierto con una gran capucha, el inglés sigue su camino: "ahora mismo voy a entregar y a cobrar un I Phone en un comercio que está acá cerca del Estadio Olímpico".
Durante los Juegos Olímpicos de Londres la opción para el turista no es tal, sino que más bien se transforma en un imperativo: las precauciones defensivas tienen que ser mucho más fuertes que las tácticas endemoniadas de los miles de Pavel y Goran que con sus maniobras inverosímiles harán lo imposible para arruinarle la gran fiesta.
Pero Pavel y Goran se consiguieron el pase del siglo, porque en pocos días aplicarán "La Gran Ronaldinho" y sus otras estratagemas durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Es que, según confiesan abiertamente, "nosotros también nos queremos quedar con el oro y la plata, pero de la gente, ja, ja". Ambos esperan que su incursión por Londres les termine reportando infinitamente más que los 1.200 euros que levantan por día en las turísticas ramblas de la ciudad condal. "Después de todo son horas extras", comentan a las risas. Les interesa darse a conocer, la publicidad los seduce y sobre todo les regala poder frente a sus pares, al tiempo que les ayuda a cotizar más alto el producido de sus depredaciones.
Hablan un castellano sencillamente perfecto. Pavel roba desde que tiene uso de razón y lo arrestaron 30 veces en pocos meses. Su cinismo no conoce límites: "a Londres voy a ir (desde Barcelona) en autobús, porque así puedo ir robando en el camino, por ejemplo cuando paremos para que la gente baje para ir a los sevicios higiénicos dejando sus pertenencias en el asiento. Pienso quedarme un mes y llevarme unos 12.000 euros. Todo va a ser más fácil que aquí (en Barcelona) porque ya sabemos que en Londres si te agarran por primera vez te sueltan enseguida".
Su compinche Goran no se le queda atrás en cuanto a caradurismo se refiere. Además es arrogante y desafiante: "han visto como está el desempleo acá (Barcelona)? Pero además lo que hago me divierte muchísimo, me encanta. La gente que va a los Juegos tiene los bolsillos llenos y espero que tambien los tengan bien abiertos, ja, ja".
Sin embargo el embajador rumano en Londres defiende la integridad de sus compatriotas: "el 85% de los rumanos radicados en Inglaterra tienen trabajos decentes, punguistas hubo y habrá siempre en todos lados, con Juegos Olímpicos o sin ellos, no es una actividad solamente de mis compatriotas". Claro que su criterio encuentra fuerte oposición en voceros de la organización de la gesta olímpica, quienes afirman a rajatabla que "esta modalidad de robo tiene el sello indiscutible de rumanos y moldavos y si no, pregúntenle a los italianos, particularmente a los romanos que tienen una guerra sin fin con ellos".
Jack es inglés, vive justamente en Stratford, a pocos metros del Estadio Olímpico. Es el hombre-puente, él recibe cámaras, celulares, I Pod, pasaportes y lo que venga. Cada uno de esos valores tiene una cotización pre-establecida. Jack hace una llamada y a los 15 minutos tiene al comprador con el dinero. Parte del mismo va a parar a su propio bolsillo, mientras que el resto pasa a engrosar el botín de los ejecutores materiales de los robos. Con total desparpajo confiesa que piensa obtener unas 15.000 libras por el botín durante los Juegos Olímpicos, aunque reconoce que "otros podrán llegar a las 25.000".
Los compradores, según Jack, son generalmente asiáticos, "gente que ha vivido desde siempre en este país (Inglaterra) y tienen comercios establecidos desde los que revenden las cosas". Cuidadosamente cubierto con una gran capucha, el inglés sigue su camino: "ahora mismo voy a entregar y a cobrar un I Phone en un comercio que está acá cerca del Estadio Olímpico".
Durante los Juegos Olímpicos de Londres la opción para el turista no es tal, sino que más bien se transforma en un imperativo: las precauciones defensivas tienen que ser mucho más fuertes que las tácticas endemoniadas de los miles de Pavel y Goran que con sus maniobras inverosímiles harán lo imposible para arruinarle la gran fiesta.
jueves, 12 de julio de 2012
El fuego olímpico quema
Las banderas de los países participantes de los Juegos Olímpicos 2012 se desperezan de vereda a vereda en la clásica Oxford Street, ocupando el pasacalles que cada noviembre pasan a ser propiedad privada de los adornos luminosos de Navidad. El colorido creado se trenza en una lucha singular con la artesanía sin igual de las vidrieras de la principal arteria del centro de Londres.
A pocos metros de todo ese vértigo descansa en paz el Hyde Park, el espacio verde más épico y tradicional de la capital inglesa. Zafar del encandilamiento de la Oxford Street a la altura del gigantesco arco de Marble Arch, caminar escasos cien metros y zambullirse en el Mar de la Tranquilidad del Hyde Park, es una experiencia absolutamente recomendable, nueva y muy curiosa.
Ahora las reposeras de alquiler descansan vacías, tanto como el bolsillo de quienes, como tantos otros, lloran amargamente por el verano que, una vez más, no fue tal. En una de las orillas de La Serpentina, el gran lago central del parque, el salvavidas mata su tiempo leyendo un libro mientras cisnes y pelícanos son, una vez más, los reyes del espacio acuático. Dos adolescentes hacen trotar sus respectivos caballos de alquiler a lo largo de la orilla del gran lago. Son los únicos, no hay más, otro negocio sumergido en el agua, no del lago sino de la lluvia implacable.
"No hay verano eh? Y lo peor es que esto va a seguir así. En fin, el escenario hay que levantarlo igual, la gente viene". En el medio de la interminable estancia verde, Peter, uno de los capataces de las obras que erigirán al Hyde Park en una suerte de segundo Parque Olímpico, justifica su optimismo: "en este país la gente no deja de hacer nada por el clima, porque si así fuera nadie haría nunca nada, así que no tengo dudas de que los Juegos Olímpicos serán un éxito enorme pese al tiempo".
La actividad es febril y contrasta con la tranquilidad absoluta del resto del lugar. Es que hay que armar nada menos que cuatro pantallas gigantes que mostrarán el próximo 27 de julio a una multitud de miles y miles de personas, la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. El himno olímpico se escuchará con unción y luego vendrán el desfile de los atletas, el izamiento de la bandera del COI, la llegada de la antorcha y el encendido de la llama olímpica.
Peter y los suyos también armarán el enorme escenario desde el cual "Snow Patrol" y los legendarios "Durán Durán" harán delirar a la gente horas antes de la inauguración, durante lo que se dio en denominar "Concierto de celebración de la Ceremonia Inaugural". Al otro día, 28 de julio, tomará la posta sobre el escenario el interminable Tom Jones, el Tigre de Gales, mientras al mismo tiempo las diferentes competencias rivalizarán por acaparar la atención de los espectadores en las cuatro pantallas gigantes del gran parque.
Y así será hasta el final del máximo evento deportivo universal, cuando el 12 de agosto, pocas horas antes de que las cuatro pantallas gigantes muestren la Ceremonia de Clausura de los Juegos Olímpicos, sobre el gran escenario la laureada banda británica "Blur" lidere el gran concierto de despedida, en el que también actuarán los grupos "New Order" y "The Specials".
Y eso no sólo sucederá en el Hyde Park sino también en el Victoria Park, donde además de dos pantallas gigantes que mostrarán las competencias, se erigirá una gran plataforma desde donde se disfrutará de una vista única del propio Parque Olímpico. Y así se vivirá la fiesta también en la épica Trafalgar Square, que no podía quedar ausente de semejante cita. Allí el Almirante Nelson, vencedor de la batalla de Trafalgar, vigilará desde lo alto de su obelisco que no falte la música en vivo y que londinenses y visitantes se entretengan con las actuaciones de los artistas especialmente contratados para la ocasión, mientras las pantallas gigantes les obsequian con las performances de sus atletas favoritos.
Ahora sí la ciudad soltó sus amarras. Se despertó del letargo. El fuego olímpico quema, incendia, calcina. Londres se prepara para la mayor fiesta que jamás le haya tocado vivir, la saborea, la disfruta por anticipado. Ahora sí, se largó la gran carrera, la más importante, la obra cumbre del deporte universal. Londres vibra hasta sus cimientos con sus Juegos Olímpicos 2012, los grita, los siente...
A pocos metros de todo ese vértigo descansa en paz el Hyde Park, el espacio verde más épico y tradicional de la capital inglesa. Zafar del encandilamiento de la Oxford Street a la altura del gigantesco arco de Marble Arch, caminar escasos cien metros y zambullirse en el Mar de la Tranquilidad del Hyde Park, es una experiencia absolutamente recomendable, nueva y muy curiosa.
Ahora las reposeras de alquiler descansan vacías, tanto como el bolsillo de quienes, como tantos otros, lloran amargamente por el verano que, una vez más, no fue tal. En una de las orillas de La Serpentina, el gran lago central del parque, el salvavidas mata su tiempo leyendo un libro mientras cisnes y pelícanos son, una vez más, los reyes del espacio acuático. Dos adolescentes hacen trotar sus respectivos caballos de alquiler a lo largo de la orilla del gran lago. Son los únicos, no hay más, otro negocio sumergido en el agua, no del lago sino de la lluvia implacable.
"No hay verano eh? Y lo peor es que esto va a seguir así. En fin, el escenario hay que levantarlo igual, la gente viene". En el medio de la interminable estancia verde, Peter, uno de los capataces de las obras que erigirán al Hyde Park en una suerte de segundo Parque Olímpico, justifica su optimismo: "en este país la gente no deja de hacer nada por el clima, porque si así fuera nadie haría nunca nada, así que no tengo dudas de que los Juegos Olímpicos serán un éxito enorme pese al tiempo".
La actividad es febril y contrasta con la tranquilidad absoluta del resto del lugar. Es que hay que armar nada menos que cuatro pantallas gigantes que mostrarán el próximo 27 de julio a una multitud de miles y miles de personas, la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. El himno olímpico se escuchará con unción y luego vendrán el desfile de los atletas, el izamiento de la bandera del COI, la llegada de la antorcha y el encendido de la llama olímpica.
Peter y los suyos también armarán el enorme escenario desde el cual "Snow Patrol" y los legendarios "Durán Durán" harán delirar a la gente horas antes de la inauguración, durante lo que se dio en denominar "Concierto de celebración de la Ceremonia Inaugural". Al otro día, 28 de julio, tomará la posta sobre el escenario el interminable Tom Jones, el Tigre de Gales, mientras al mismo tiempo las diferentes competencias rivalizarán por acaparar la atención de los espectadores en las cuatro pantallas gigantes del gran parque.
Y así será hasta el final del máximo evento deportivo universal, cuando el 12 de agosto, pocas horas antes de que las cuatro pantallas gigantes muestren la Ceremonia de Clausura de los Juegos Olímpicos, sobre el gran escenario la laureada banda británica "Blur" lidere el gran concierto de despedida, en el que también actuarán los grupos "New Order" y "The Specials".
Y eso no sólo sucederá en el Hyde Park sino también en el Victoria Park, donde además de dos pantallas gigantes que mostrarán las competencias, se erigirá una gran plataforma desde donde se disfrutará de una vista única del propio Parque Olímpico. Y así se vivirá la fiesta también en la épica Trafalgar Square, que no podía quedar ausente de semejante cita. Allí el Almirante Nelson, vencedor de la batalla de Trafalgar, vigilará desde lo alto de su obelisco que no falte la música en vivo y que londinenses y visitantes se entretengan con las actuaciones de los artistas especialmente contratados para la ocasión, mientras las pantallas gigantes les obsequian con las performances de sus atletas favoritos.
Ahora sí la ciudad soltó sus amarras. Se despertó del letargo. El fuego olímpico quema, incendia, calcina. Londres se prepara para la mayor fiesta que jamás le haya tocado vivir, la saborea, la disfruta por anticipado. Ahora sí, se largó la gran carrera, la más importante, la obra cumbre del deporte universal. Londres vibra hasta sus cimientos con sus Juegos Olímpicos 2012, los grita, los siente...
lunes, 2 de julio de 2012
El día después
La ambición de esparcimiento de Londres no tiene límites ni pausas. La más reciente etapa de crecimiento de la ciudad había comenzado a principios de los '90. Fue una suerte de bienvenida anticipada al tercer milenio y abarcó "el lejano oriente" de la capital inglesa, desde el centro financiero en la City hasta el épico Greenwich.
Los viejos muelles del Támesis fueron transformados en modernos puertos de yates, los bares y restaurantes aparecieron como en un pase de magia, los conductores de los trenes se bajaron de apuro porque ultramodernos sistemas automáticos de desplazamiento se desesperaban para ser instalados en las nuevas unidades de la línea llamada Docklands. Fantásticas estaciones brotaron como robadas a alguna galaxia, shoppings, rascacielos de formas caprichosas forrados de cristal por sus cuatro costados, toda una orgía de modernismo y ambición, un rotundo "No" a quedarse solamente con la historia, con siglos y siglos de tradición y, en cambio, desdoblarse de golpe hacia el futuro.
Una gran cola se ha formado como de la nada frente a la puerta de entrada de una importante agencia de empleos ubicada en Baker Street, en pleno centro de la capital inglesa. A pocos metros otras dos filas de gente esperan turno para ingresar al Museo de los Beatles y al de Sherlock Holmes. Son turistas, así que Sven (31), irlandés, sabe que ellos están ajenos a lo que él tiene en mente mientras espera su turno: "soy carpintero, últimamente consigo empleos temporarios más que nada, pero ahí (mira hacia el frente de la agencia) puede estar la oportunidad de mi vida y la de muchas personas. Esta gente representa a una gran empresa de construcción que va a transformar a la Villa Olímpica en un gran barrio residencial. Los trabajos comenzarán no bien finalicen los Juegos. Las residencias de los atletas serán apartamentos de un costo mucho más bajo que en el resto de Londres y además se construirán nuevas escuelas, guarderías y espacios para practicar deporte".
Glenn (24), londinense, termina su descanso del mediodía y está regresando a su puesto de entrevistador en la agencia de empleos. Está apurado porque explica que "estamos trabajando a toda máquina, sabíamos que la oferta iba a atraer a mucha gente pero nunca pensamos que iba a ser tanta. Lo que pasa es que el proyecto es muy bueno, piensan construir 10.000 nuevas casas en la zona del Parque Olímpico durante las próximas dos décadas, así que son miles los empleos que están ofreciendo". Claro que fuentes del gobierno de coalición comandado por David Cameron, ya se han ocupado rápidamente de rotular como propio el emprendimiento, como parte del proyecto de crecimiento del país que, según ellos, navega a contrapelo de la formidable crisis económico-financiera que castiga a Europa.
Glenn corta su exposición y entra a su lugar de trabajo rápidamente, así que Sven, quien ha leído el proyecto como para hablar de él con propiedad absoluta, no duda en proseguir explicándolo: "el Parque Olímpico va a quedar dividido en dos partes separadas por un curso de agua. La zona norte será más dedicada al aire libre y allí permanecerán el Velódromo y otras instalaciones deportivas, mientras que la mitad sur será más de puertas adentro, una suerte de área cultural, con bares, shoppings y edificios altos desde los cuales el visitante podrá apreciar distintas vistas de Londres".
Y sí, estaba cantado. Después que se apagara el fuego olímpico Londres no se iba a quedar vestido y sin visita. El día después no iba a ser el gran problema, al menos esta vez ese no sería el caso. No correría la pregunta del millón que tantos países se han formulado apenas el último atleta desapareciera dentro del avión de regreso a su país: "y ahora qué hacemos con todo esto?"
El este de la gran ciudad siempre fue identificado por los habitantes de la capital inglesa como una especie de zona prohibida, un barrio duro, de raíces complicadas. El aprovechamiento del Parque Olímpico será simplemente el gran golpe de gracia para consolidar la obra iniciada en la última década del Segundo Milenio, un imán gigante para atraer más y más residentes a una gran zona de la ciudad que, más rápido que ligero terminará tirando a las aguas del Támesis aquel ya perimido cartel de "Zona prohibida".
Los viejos muelles del Támesis fueron transformados en modernos puertos de yates, los bares y restaurantes aparecieron como en un pase de magia, los conductores de los trenes se bajaron de apuro porque ultramodernos sistemas automáticos de desplazamiento se desesperaban para ser instalados en las nuevas unidades de la línea llamada Docklands. Fantásticas estaciones brotaron como robadas a alguna galaxia, shoppings, rascacielos de formas caprichosas forrados de cristal por sus cuatro costados, toda una orgía de modernismo y ambición, un rotundo "No" a quedarse solamente con la historia, con siglos y siglos de tradición y, en cambio, desdoblarse de golpe hacia el futuro.
Una gran cola se ha formado como de la nada frente a la puerta de entrada de una importante agencia de empleos ubicada en Baker Street, en pleno centro de la capital inglesa. A pocos metros otras dos filas de gente esperan turno para ingresar al Museo de los Beatles y al de Sherlock Holmes. Son turistas, así que Sven (31), irlandés, sabe que ellos están ajenos a lo que él tiene en mente mientras espera su turno: "soy carpintero, últimamente consigo empleos temporarios más que nada, pero ahí (mira hacia el frente de la agencia) puede estar la oportunidad de mi vida y la de muchas personas. Esta gente representa a una gran empresa de construcción que va a transformar a la Villa Olímpica en un gran barrio residencial. Los trabajos comenzarán no bien finalicen los Juegos. Las residencias de los atletas serán apartamentos de un costo mucho más bajo que en el resto de Londres y además se construirán nuevas escuelas, guarderías y espacios para practicar deporte".
Glenn (24), londinense, termina su descanso del mediodía y está regresando a su puesto de entrevistador en la agencia de empleos. Está apurado porque explica que "estamos trabajando a toda máquina, sabíamos que la oferta iba a atraer a mucha gente pero nunca pensamos que iba a ser tanta. Lo que pasa es que el proyecto es muy bueno, piensan construir 10.000 nuevas casas en la zona del Parque Olímpico durante las próximas dos décadas, así que son miles los empleos que están ofreciendo". Claro que fuentes del gobierno de coalición comandado por David Cameron, ya se han ocupado rápidamente de rotular como propio el emprendimiento, como parte del proyecto de crecimiento del país que, según ellos, navega a contrapelo de la formidable crisis económico-financiera que castiga a Europa.
Glenn corta su exposición y entra a su lugar de trabajo rápidamente, así que Sven, quien ha leído el proyecto como para hablar de él con propiedad absoluta, no duda en proseguir explicándolo: "el Parque Olímpico va a quedar dividido en dos partes separadas por un curso de agua. La zona norte será más dedicada al aire libre y allí permanecerán el Velódromo y otras instalaciones deportivas, mientras que la mitad sur será más de puertas adentro, una suerte de área cultural, con bares, shoppings y edificios altos desde los cuales el visitante podrá apreciar distintas vistas de Londres".
Y sí, estaba cantado. Después que se apagara el fuego olímpico Londres no se iba a quedar vestido y sin visita. El día después no iba a ser el gran problema, al menos esta vez ese no sería el caso. No correría la pregunta del millón que tantos países se han formulado apenas el último atleta desapareciera dentro del avión de regreso a su país: "y ahora qué hacemos con todo esto?"
El este de la gran ciudad siempre fue identificado por los habitantes de la capital inglesa como una especie de zona prohibida, un barrio duro, de raíces complicadas. El aprovechamiento del Parque Olímpico será simplemente el gran golpe de gracia para consolidar la obra iniciada en la última década del Segundo Milenio, un imán gigante para atraer más y más residentes a una gran zona de la ciudad que, más rápido que ligero terminará tirando a las aguas del Támesis aquel ya perimido cartel de "Zona prohibida".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)