A los 88' Sordel revienta el horizontal en el intento desesperado de rescatar un triunfo que se escapaba. Un minuto después el punta senegalés Mane le copia al "Chengue Morales" en Japón-Corea 2002, justamente ante Senegal, y cabecea el balón afuera más como sacándola al corner que definiendo un partido ante el local en Juegos Olímpicos.
Y todo porque a Konate, en el minuto 81', cuando se moría inexorablemente la esperanza africana de igualarle al anfitrión, se le había ocurrido picarla por encima del hasta entonces inexpugnable Jack Butland, ni más ni menos que como había hecho su compinche Mane, a los 25' del primer tiempo. Claro que esta vez la pelota tomó la dirección correcta y decidió besar suavemente la red del arco local. Y allí se desató la guerra, como en el ciclismo cuando todos ruedan en paz en el pelotón y a algún audaz bien ubicado en la general, se le da por escaparse.
El tedio se cambió por vértigo y cualquiera pudo ganar. Mucho más temprano Craig Bellamy había aprovechado a la perfección un rebote originado tras un tiro libre desde el costado derecho del área rival, efectuado como el otro veterano galés del equipo, Ryan Giggs, sabe hacerlo. Después fue un reparto de limosnas entre el ímpetu y las ganas de Bellamy, los contados toques de pelota de Giggs y el quiero y no puedo de Senegal: Mane que picaba a todas, el volante Souare que bajaba a marcar y trepaba incansable una y mil veces, Balde que veía su media vuelta dentro del área británica anulada por la formidable tapada de Butland, otra vez Mane cabeceando solo para que el lateral Rose se la sacara en la línea.
"A Uruguay le cuestan todos y a todos les cuesta Uruguay". La frase, tan corta como auténtica por donde se la mire, fue volcada en el Twitter poco después de la sufrida victoria celeste en Manchester, por el periodista uruguayo Ignacio Quartino, hoy radicado en Buenos Aires. Porque si se necesita un espejo para que Uruguay se mire y a ambos lados aparezcan también las camisetas del Team G.B. y de Senegal, el paisaje global que se verá reflejará -y reafirmará-ese concepto. Los dos próximos rivales tienen armas diferentes, sellos distintos, producto de una formación futbolística tan antagónica como pueden serlo las características completamente disímiles de los continentes a que ambas naciones pertenecen.
Los dos tienen también como herir a Uruguay, tal como lo hizo con dureza Emiratos Arabes en el primer tiempo del debut, mientras los celestes no salían de la sorpresa porque veían que el juego del gato y el ratón que habían planificado confiadamente, se hacía trizas a las primeras de cambio.
Pero "a todos les cuesta Uruguay" y esta premisa no tendrá por qué cambiar ahora, en estos dos próximos choques. Los de Tabárez tienen armas infinitamente más contundentes que Senegal y el Team G.B. Ya se evaporó el vértigo y la incertidumbre del debut, de modo que de aquí en más todo será cuestión de hacer valer las credenciales. Un Uruguay bien parado en la cancha, manejando el balón con la virtud de la paciencia y, fundamentalmente, con sus goleadores inspirados, es una fuerza mucho más potente que sus próximos rivales en la Serie.
Parece estar en la tapa del libro que ante Senegal hay que controlar a como de lugar las subidas incansables del número 16 Souare, el trepador incansable. La última línea, particularmente la zaga central, deberá atender constantemente al "10" Mane, quien jamás se cansa de picar a espaldas de la línea final adversaria y al propio Konate, autor del gol del empate de ayer ante el Team G.B. Y adelante no hay duda alguna respecto a que Suárez y Cavani deberán enchufarse y descargar todo su voltaje mortal sobre una defensa que, como la de casi todos los equipos africanos, muestra frecuentes lagunas de concentración.
El local ratificó en los hechos la influencia de los veteranos galeses, Ryan Giggs y sobre todo Craig Bellamy. Las precauciones serán pocas a la hora de ir sobre ellos y sobre el punta del Chelsea Daniel Sturridge. Y sí, claro, defensivamente son más fuertes que los africanos, pero parece demasiado obvio que hoy por hoy, si Ramírez y Lodeiro andan claros y, una vez más, Suárez y Cavani rugen y muestran sus colmillos, son pocas las defensas en el mundo que pueden resistir.
No va a ser fácil porque esa palabra no está en el diccionario -general o futbolístico, como más guste- de los que viven al este del río Uruguay. Pero habrá que aceitar la máquina para transformar el concepto: que no les cueste Uruguay, que lo sufran...
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