martes, 31 de julio de 2012

La fiesta a todo pedal

Resuenan las campanas de la iglesia cercana, el helicóptero de la BBC se detiene sobre la multitud  a ambos lados del puente Putney Bridge, sobre el Támesis, al oeste de Londres. Los policías que abren la marcha de la gran caravana hacen sonar sus sirenas, saludan con la mano a la gente, hacen piruetas con sus motos provocando sonoras exclamaciones, viven la fiesta a pleno sin pudores ni prejuicios.La prueba de ciclismo en ruta se acerca al punto final. Se vienen los ciclistas, también se avizora el gran fracaso de Mark Cavendish y el Team G.B. que lo secunda, pero igual la chica le confiesa al hombre que tiene al lado que está excitada con el momento único, inigualable. Le dice que se le ha puesto la piel de gallina, que no puede creer que esté allí.
Claro, por supuesto que no están más las "Spica" pegadas al oído que le cantan a la gente por dónde van los ciclistas, cuánto les falta para pasar por donde ellos esperan ansiosamente, si hay escapados o si llegan todos juntos. Simplemente el vecino circunstancial abre su I Pad e inicia el rastreo: "esa bandera es de Uruguay, no? A ver, a ver". El pulgar se desliza expertamente por la pantalla: "acá está, Soto se llama?, sí, viene en el lugar 118". Enseguida comenta con los de su derecha, portadores de una de las miles de banderas británicas, que aparentemente ni Mark Cavendish ni el propio Wiggins, flamante ganador del Tour de Francia, llegan con chance alguna de ganar oro, plata o bronce. Y cierra su cibernética información: "les faltan 12 kms. para llegar aquí". El sentimiento surge solito: pobre "Spica", qué tiempos aquellos!
Atrás quedan los sandwiches consumidos sobre el césped del parque cercano al puente, mientras la pantalla gigante atrapa a decenas de familias con escenas que dicen de escapadas y trepadas de dientes apretados, mientras a un costado una orquesta de adolescentes de una isla muy chiquitita del Pacífico sur comparte con el tibio sol la amenización de la espera. Un viejo estadio desnudo mira al parque desde arriba. "Son uruguayos? Bueno, este es el estadio donde vuestro Suárez (Luis) nos levantó el dedito mayor de su mano izquierda, ja, ja", aclara simpáticamente Mick, hincha del Fulham de la Premier League inglesa, mientras su cabeza mira hacia el gigante dormido, un estadio tan ancestral como histórico y pintoresco.
Después la historia sigue en el The Mall, la avenida que termina prácticamente besando al Palacio de Buckingham, punto de partida y de llegada de las dos pruebas de ciclismo en ruta, la de los hombres y la de las mujeres. El mismo papel le cabrá en las dos maratones, la masculina y la femenina. Allí los colombianos saltan, se abrazan, se sacan fotos, acaparan micrófonos y cámaras aclamando al "Gran Urán", como ellos han bautizado al brillante medalla de plata de la prueba de ciclismo en ruta. El lugar se ha vaciado pero ellos no quieren irse, pretenden que la fiesta siga para siempre, simplemente no lo pueden creer.
Muy cerca de allí, en el otro extremo del The Mall, a un salto de la épica Trafalgar Square, una multitud abandona el estadio de Volleyball Playa, erigido como un fantasma nada menos que en la explanada del edificio de los guardias de a caballo de la Reina. Los policías, distendidos como siempre, sonríen con ganas y posan junto a la gente, mientras alguien, megáfono en mano, incita al público a circular por la derecha de la calzada desnuda de autos y de buses.
Londres está mas exhuberante que nunca. La fiesta comenzó y la viven todos. Paralelamente la organización es fantástica, brilla, se destaca y...no necesita del "stress". Al "stress" lo ahogaron en el Támesis y ni piensan en reflotarlo...

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