"Qué regalan ahí papi?" pregunta Agnes (7) a su progenitor George (34), cuando al desembocar en Harrow Road, una de las principales arterias de Wembley Central, al oeste de Londres, ambos divisan una larga cola de gente apostada en la parada del autobús de la línea 18 con destino al centro de la ciudad. "No regalan nada Agnes, es que hay un gran paro de autobuses y pasa uno cada mucho tiempo. El bus no llega y cada vez se amontona más gente en la parada".
Para peor es viernes, un día siempre complicado en cualquier ciudad del mundo. Es 22 de junio, la fecha fijada tiempo atrás por los conductores de autobuses para concretar un paro que terminó afectando al 80% de los servicios de las distintas empresas del servicio urbano de la capital inglesa. "A ninguno de nosotros le van a dar un bono de £ 500 (unos U$S 800) para trabajar durante los Juegos Olímpicos. Igual van a tener que ir a trabajar en esa época como lo hacen siempre, así que por qué hay que pagarles extra?", pregunta a viva voz una indignada Joanne (41), de profesión trabajadora social, mientras estira su cuello, impaciente, tratando de hacer aparecer el double decker (bus de 2 pisos) que la conducirá de regreso a casa.
Los conductores de autobuses pretenden un bono extra de £ 500 para desarrollar su labor durante los Juegos Olímpicos. La gran bronca nació cuando supieron que para el momento de la magna justa los trabajadores de las distintas empresas de trenes recibirán bonos de entre £ 500 y £ 900 por cabeza. Mientras tanto Boris Johnson, el Mayor de Londres, está furioso con el reclamo. Dice que ya está acordado que las empresas de autobuses recibirán nada menos que £ 8:300.000 (unos U$S 14:000.000) para repartir entre los conductores. Aclara que "no se puede pagar una suma fija indiscriminadamente para cada trabajador, cada empresa tiene que sacar la cuenta de quiénes trabajarán más horas durante los Juegos y a esos sí les corresponderá el incentivo. Nadie cobra extra por trabajar las mismas horas de siempre".
Claro, en el otro rincón los conductores le responden al Mayor que él no puede dejarlos en manos de las empresas. "El Mayor Johnson y Transporte de Londres tienen que comprometerse, asegurarse que las empresas cumplan con sus empleados, que son los que van a colaborar con su modesto granito de arena para el suceso de los Juegos", dice Jeremy (43), un representante del gremio, en un alto de la reunión zonal en el noroeste de Londres. De todas maneras llama la atención que la atmósfera que se respira en el local gremial es jovial, distendida y por momentos hasta divertida, lo cual contrasta claramente con la posición firme que, al menos en apariencia, muestran los trabajadores.
Mientras tanto en Wembley Central, la parada de la línea 18 se ha transformado en una olla de grillos. La gente está perdiendo la paciencia, el autobús no aparece, se escuchan los primeros insultos, el ambiente se va caldeando con discusiones, la cola ya es monumental y...allá a lo lejos se divisa el double decker. Se abren las puertas y la gente literalmente se embute hacia adentro del autobús. La multitud es la viva imagen del ganado arreado o, visto desde otro ángulo, una foto de la indignidad tangible.
"Y todo porque a los tipos se les ocurre reclamar un pago extra por trabajar como siempre, mirá si cada uno de nosotros se pone a hacer lo mismo...! Es el último grito que se oye antes de que se cierren las puertas y el rodado reanude su marcha. Un claro y grotesco contraste con la sonrisa de oreja a oreja del vendedor que ha instalado en la parada una suerte de cafetería ambulante y, dada la situación creada, simplemente está haciendo un negocio redondo. "Esto también es parte de los Juegos Olímpicos", dice casi en un susurro de complicidad, al tiempo que se le dibuja una sonrisa maliciosa.
lunes, 25 de junio de 2012
jueves, 21 de junio de 2012
Los eternos protestantes
Hace meses que el campamento ya no está. Después de largos meses de deteriorar el lugar único y maravilloso donde se yergue orgullosa y ostentosa la imponente Catedral de San Pablo, levantaron sus carpas y se fueron con su protesta a otra parte. En cualquier parte del planeta es igual: los activistas siempre protestan contra lo que no se puede evitar. Claro que ni ellos mismos se creían que el gobierno de David Cameron, como cualquier otro en la Europa convulsionada de hoy, iba a prestar oídos a sus aullidos y levantar a pedido las medidas de austeridad y los cortes que la brutal crisis impuso.
Ahora están ahí de nuevo. Sin carpas, sin campamento, pero siempre protestando. Contra lo que venga, contra lo que sea, la cuestión es aullar a los cuatro vientos, gritar presente, acaparar la atención y, sobre todo, no trabajar, hacerle la cruz a las ocho horas, jamás doblar el lomo. Esta vez el enemigo es el deporte, más concretamente los Juegos Olímpicos que están a la vuelta de la esquina. Ahí están otra vez, muy enojados. Este grupo se llama "Nuestros Olímpicos", pero es igual que todos los demás. Mientras ellas han formado un improvisado grupo musical que entona jingles contra la inconvieniencia de los Juegos Olímpicos y el perjuicio que le causan al sacrificado contribuyente, a quien a la vez pintan como "furioso" en un momento en que el país puede entrar en una nueva recesión, en el otro extremo ellos les contestan también cantando estrofas que dicen de políticos cubiertos de vanidad por la organización del evento, luego de engatusar al pueblo con un costo falso que a principios de 2012 trepó misteriosamente a los 11 billones de libras (en dólares unos 18.5 billones).
Claro que esto no es nada, porque este grupo y muchos otros vienen reuniéndose casi subrepticiamente para planear movilizaciones de todo tipo y color que, en lo posible, interfieran al máximo con el éxito del máximo evento deportivo universal. "Estos Juegos Olímpicos representan todo lo que está mal en el Reino Unido y vamos a hacer de todo para distorsionar su marcha", grita a los cuatro vientos frente a la Catedral de San Pablo, al este de Londres, uno de los más exaltados del movimiento.
Nada les cae bien, se oponen contra todo lo que venga. Los sponsors de los Juegos tampoco se salvan. Claman que uno de ellos tiene responsabilidad en una masacre por escape de gas sucedida en la India durante 1984 y que otro está vinculado a los cortes del gobierno para los discapacitados. La policía les responde todos los días, en forma pública, que durante los Juegos no va a tolerar "espectáculos" en la calle y menos aún en las cercanías de los lugares donde se desarrollarán las propias justas deportivas. Pero el Comité Organizador confiesa que los grupos de activistas crecen todos los días, aún reconociendo su pobre organización. Se sabe que intentarán interponerse en el camino de los portadores de la antorcha olímpica cuando ingresen en Londres y también que las vías de tránsito especialmente reservadas para los Olímpicos VIP y para los propios atletas como medio de arribar en tiempo y forma a los eventos, podrían ser bloqueadas por los revoltosos justamente el 28 de julio, día de la inauguración de los Juegos.
El billón de libras que cuestan los 2.400 guardias de seguridad privados, los 12.500 oficiales de policía, los 13.500 militares y la instrumentación completa del procedimiento de seguridad, ya no está solamente destinado a atender un frente único. Claro, el terrorismo sigue haciendo sonar las alarmas de alerta máxima, tanto que Londres no olvida a sus 39 muertos del 7 de agosto de 2005, el día después de vencer sorpresivamente a París en la candidatura para organizar estos Juegos Olímpicos. Pero ahora, como si la siempre latente amenaza terrorista fuera poco, los activistas se asegurarán que el full time del aparato de seguridad no tenga claudicación alguna.
Ahora están ahí de nuevo. Sin carpas, sin campamento, pero siempre protestando. Contra lo que venga, contra lo que sea, la cuestión es aullar a los cuatro vientos, gritar presente, acaparar la atención y, sobre todo, no trabajar, hacerle la cruz a las ocho horas, jamás doblar el lomo. Esta vez el enemigo es el deporte, más concretamente los Juegos Olímpicos que están a la vuelta de la esquina. Ahí están otra vez, muy enojados. Este grupo se llama "Nuestros Olímpicos", pero es igual que todos los demás. Mientras ellas han formado un improvisado grupo musical que entona jingles contra la inconvieniencia de los Juegos Olímpicos y el perjuicio que le causan al sacrificado contribuyente, a quien a la vez pintan como "furioso" en un momento en que el país puede entrar en una nueva recesión, en el otro extremo ellos les contestan también cantando estrofas que dicen de políticos cubiertos de vanidad por la organización del evento, luego de engatusar al pueblo con un costo falso que a principios de 2012 trepó misteriosamente a los 11 billones de libras (en dólares unos 18.5 billones).
Claro que esto no es nada, porque este grupo y muchos otros vienen reuniéndose casi subrepticiamente para planear movilizaciones de todo tipo y color que, en lo posible, interfieran al máximo con el éxito del máximo evento deportivo universal. "Estos Juegos Olímpicos representan todo lo que está mal en el Reino Unido y vamos a hacer de todo para distorsionar su marcha", grita a los cuatro vientos frente a la Catedral de San Pablo, al este de Londres, uno de los más exaltados del movimiento.
Nada les cae bien, se oponen contra todo lo que venga. Los sponsors de los Juegos tampoco se salvan. Claman que uno de ellos tiene responsabilidad en una masacre por escape de gas sucedida en la India durante 1984 y que otro está vinculado a los cortes del gobierno para los discapacitados. La policía les responde todos los días, en forma pública, que durante los Juegos no va a tolerar "espectáculos" en la calle y menos aún en las cercanías de los lugares donde se desarrollarán las propias justas deportivas. Pero el Comité Organizador confiesa que los grupos de activistas crecen todos los días, aún reconociendo su pobre organización. Se sabe que intentarán interponerse en el camino de los portadores de la antorcha olímpica cuando ingresen en Londres y también que las vías de tránsito especialmente reservadas para los Olímpicos VIP y para los propios atletas como medio de arribar en tiempo y forma a los eventos, podrían ser bloqueadas por los revoltosos justamente el 28 de julio, día de la inauguración de los Juegos.
El billón de libras que cuestan los 2.400 guardias de seguridad privados, los 12.500 oficiales de policía, los 13.500 militares y la instrumentación completa del procedimiento de seguridad, ya no está solamente destinado a atender un frente único. Claro, el terrorismo sigue haciendo sonar las alarmas de alerta máxima, tanto que Londres no olvida a sus 39 muertos del 7 de agosto de 2005, el día después de vencer sorpresivamente a París en la candidatura para organizar estos Juegos Olímpicos. Pero ahora, como si la siempre latente amenaza terrorista fuera poco, los activistas se asegurarán que el full time del aparato de seguridad no tenga claudicación alguna.
sábado, 16 de junio de 2012
Ciclismo tarifado
Los amos del Parque de Richmond son los gamos...y los ciclistas. Los primeros andan en manadas y se comportan como si estuvieran en el medio de una sabana africana. Ahora están aquí, dentro de un rato están allá, total el verde del lugar casi carece de límites se mire para donde se mire. En realidad es una sabana en el sur de Londres, donde ellos posan junto al turista y hasta comen de su mano.
Los segundos propietarios del lugar pedalean equipados de pies a cabeza como si fueran profesionales dirigiéndose a la largada del Tour de France. Y mientras los gamos corren en manadas, ellos lo hacen en familia. El papá al frente marcando el camino, luego la mamá y cerrando el pelotón los nenes, todos impecablemente ataviados para la cita sabatina o dominguera que abarca horas de recorrida por los senderos del parque que corren paralelos al río Támesis.
Ahora han hecho un alto y están almorzando sentados alrededor de una de las mesitas de madera que se erigen junto al curso de agua. Se nota que son ingleses de pura cepa, es que Richmond es uno de los escasos barrios londinenses donde la multiplicidad étnica representa una clara minoría. Allí todavía quedan ingleses. La familia que está disfrutando de la naturaleza y del deporte a la vera del Támesis, no es una excepción.
Doris, la mamá, es quien habla ahora y parece que tiene una queja. "No quiero ni creer en lo que quiere hacer el Locog (Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Londres 2012). El ciclismo ha sido siempre un deporte para que todos lo disfruten gratuitamente y ellos ahora pretenden cobrarle a la gente para ver pasar a los ciclistas en la prueba de ruta, es simplemente vergonzoso". Joleon, el papá de la familia, la apoya a rajatabla: "es una barbaridad, es cierto que la zona en la que quieren cobrar entrada es de difícil acceso y no pueden permitirle el paso a todo el mundo porque podrían producirse accidentes con los ciclistas, pero igual se puede controlar eso perfectamente sin necesidad de cobrarle al público".
La polémica se instaló desde el mismo instante en que la idea surgió en el seno del Comité Organizador. La prueba de ruta tiene el mismo punto de largada y llegada que la Maratón: el Palacio de Buckngham. Mas exactamente el lugar será la clásica avenida llamada The Mall, justo frente a la residencia real y allí se instalarán las tribunas desde donde el público apreciará el evento, para lo cual deberá abonar entre 35 y 100 dólares, dependiendo de la ubicación que elija.
"Hasta ahí está bien, pero no pueden cobrar los 2 kms. de Box Hill con el pretexto de que el tramo de la colina es ideal para escapadas y cortes en el pelotón. Sí, claro, además dicen que tienen que limitar el acceso de gente por razones de seguridad dado lo escarpado de la zona, pero eso lo pueden hacer perfectamente sin cobrar entrada", continúa Doris, realmente indignada.
El argumento central del Locog estriba en que de los 250 kms. que abarca la prueba de ciclismo en ruta, ellos sólo cobrarían en 20, que abarcan tanto la escarpada y muy pintoresca zona de Box Hill como la ruta en zig-zag del monte Donkey's Green (Burro Verde). "Además hay que tomar en cuenta que los hombres recorrerán nueve veces el área tarifada mientras que las mujeres lo harán en dos oportunidades", se defiende un connotado miembro del Locog. Las entradas en venta serían 15.000 y los precios serán proporcionales a los costos que demande la construcción de las tribunas y los servicios higiénicos en la agreste zona.
La carrera, que sería la primera en la historia de los Juegos en que un Comité Olímpico local cobrara entrada, atravesará seis municipios londinenses, cuatro grandes parques entre los que se destaca justamente el de Richmond y la zona campestre de Surrey.
Joleon se levanta de su asiento, toma su bicicleta para seguir el periplo familiar junto a la ribera del Támesis y desgrana un amargo comentario de despedida: "pensar que la prueba de ruta siempre es el consuelo de los fanáticos del ciclismo que no consiguieron entradas para las otras competencias y resulta que ahora les quieren cobrar justo en el mejor tramo..."
Los segundos propietarios del lugar pedalean equipados de pies a cabeza como si fueran profesionales dirigiéndose a la largada del Tour de France. Y mientras los gamos corren en manadas, ellos lo hacen en familia. El papá al frente marcando el camino, luego la mamá y cerrando el pelotón los nenes, todos impecablemente ataviados para la cita sabatina o dominguera que abarca horas de recorrida por los senderos del parque que corren paralelos al río Támesis.
Ahora han hecho un alto y están almorzando sentados alrededor de una de las mesitas de madera que se erigen junto al curso de agua. Se nota que son ingleses de pura cepa, es que Richmond es uno de los escasos barrios londinenses donde la multiplicidad étnica representa una clara minoría. Allí todavía quedan ingleses. La familia que está disfrutando de la naturaleza y del deporte a la vera del Támesis, no es una excepción.
Doris, la mamá, es quien habla ahora y parece que tiene una queja. "No quiero ni creer en lo que quiere hacer el Locog (Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Londres 2012). El ciclismo ha sido siempre un deporte para que todos lo disfruten gratuitamente y ellos ahora pretenden cobrarle a la gente para ver pasar a los ciclistas en la prueba de ruta, es simplemente vergonzoso". Joleon, el papá de la familia, la apoya a rajatabla: "es una barbaridad, es cierto que la zona en la que quieren cobrar entrada es de difícil acceso y no pueden permitirle el paso a todo el mundo porque podrían producirse accidentes con los ciclistas, pero igual se puede controlar eso perfectamente sin necesidad de cobrarle al público".
La polémica se instaló desde el mismo instante en que la idea surgió en el seno del Comité Organizador. La prueba de ruta tiene el mismo punto de largada y llegada que la Maratón: el Palacio de Buckngham. Mas exactamente el lugar será la clásica avenida llamada The Mall, justo frente a la residencia real y allí se instalarán las tribunas desde donde el público apreciará el evento, para lo cual deberá abonar entre 35 y 100 dólares, dependiendo de la ubicación que elija.
"Hasta ahí está bien, pero no pueden cobrar los 2 kms. de Box Hill con el pretexto de que el tramo de la colina es ideal para escapadas y cortes en el pelotón. Sí, claro, además dicen que tienen que limitar el acceso de gente por razones de seguridad dado lo escarpado de la zona, pero eso lo pueden hacer perfectamente sin cobrar entrada", continúa Doris, realmente indignada.
El argumento central del Locog estriba en que de los 250 kms. que abarca la prueba de ciclismo en ruta, ellos sólo cobrarían en 20, que abarcan tanto la escarpada y muy pintoresca zona de Box Hill como la ruta en zig-zag del monte Donkey's Green (Burro Verde). "Además hay que tomar en cuenta que los hombres recorrerán nueve veces el área tarifada mientras que las mujeres lo harán en dos oportunidades", se defiende un connotado miembro del Locog. Las entradas en venta serían 15.000 y los precios serán proporcionales a los costos que demande la construcción de las tribunas y los servicios higiénicos en la agreste zona.
La carrera, que sería la primera en la historia de los Juegos en que un Comité Olímpico local cobrara entrada, atravesará seis municipios londinenses, cuatro grandes parques entre los que se destaca justamente el de Richmond y la zona campestre de Surrey.
Joleon se levanta de su asiento, toma su bicicleta para seguir el periplo familiar junto a la ribera del Támesis y desgrana un amargo comentario de despedida: "pensar que la prueba de ruta siempre es el consuelo de los fanáticos del ciclismo que no consiguieron entradas para las otras competencias y resulta que ahora les quieren cobrar justo en el mejor tramo..."
martes, 12 de junio de 2012
Anillos prohibidos
A Marsha Wagner apenas le da el tiempo para prepararse un té cuando percibe que ha entrado gente en su negocio de cotillón ubicado en el barrio de Harrow on the Hill, en el noroeste de Londres. Recién está abriendo, así que sacude su modorra y también cierto malhumor a raíz de un percance que ha sufrido la tarde anterior, cuando estaba a punto de terminar su jornada. El shopping Santa Ana todavía se despereza, su homónimo San George muestra una actitud parecida, es muy temprano aún pero la primera cliente ya asoma por la puerta del cotillón de Marsha.
"Buenos días, traje mi cámara para sacarle una foto a su vidriera pero veo que quitó toda la decoración que tenía, estaba preciosa, qué pasó?", pregunta la que Marsha presumía era su primer cliente del día pero que, en lugar de entrar al local para comprarle algo, involuntariamente le está metiendo el dedo en la llaga. "Ayer de tarde vinieron dos oficiales de la organización de los Juegos y me dijeron que si no sacaba inmediatamente los anillos y la antorcha olímpicos de la vidriera, ellos me denunciarían y entonces tendría que enfrentar una demanda del sponsor oficial", explica la propietaria del comercio. Y al comprobar con cierta morbosa satisfacción el estupor que sus palabras causan en la visitante, agrega presurosa que "sí, sí, no podía creerlo cuando entraron diciendo que estaba quebrantando la ley, fíjese que para una comerciante tan modesta como yo, el ser demandada por un gigante, nada menos que un sponsor de los Juegos Olímpicos, sería lapidario, terrible".
Hasta las cuatro de la tarde del día anterior la vidriera de Marsha había sido la atracción máxima del Shopping Santa Ana, uno de los centros comerciales que hacen hervir de bullicio y de consumismo cada jornada de esa zona del noroeste de la capital. Los anillos olímpicos, cuidadosamente elaborados de un material semejante al césped artificial, coloridos hasta el encandilamiento, escoltaban a una exhuberante antorcha olímpica que presidía orgullosa la magnífica decoración de la vidriera del comercio. Banderas británicas contorneadas caprichosamente, le daban la jerarquía y el marco que necesitaba la obra. "La gente estaba fascinada con el decorado, una mujer entró, levantó la antorcha y me preguntó el precio. Tuve que decirle que no estaba a la venta, que era un decorado. Y ahora usted aparece con su cámara para sacarle fotos, es increíble", casi exclama una desconsolada Marsha, con la herida reabierta.
Por contrapartida un vocero del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos 2012, explicó a quien quisiera escucharlo que "donde sea que los oficiales de marketing comprueben el uso no autorizado de la palabra "Olímpicos", marcas registradas o símbolos de los Juegos, se tomarán el tiempo que necesiten para explicarle al propietario del comercio que eso no puede hacerlo porque no es legal", aunque también agregó que "si bien cada caso será considerado en particular, impulsaremos una política de educación antes de una eventual penalización".
Sin embargo a Marsha no la convencen estos argumentos. Quién le devuelve las horas de la noche que le robó la elaboración de su obra de arte? "Me llevó mucho tiempo hacer esto para tener que tirarlo a la basura", se queja, para agregar enseguida que "es frustrante porque sólo era un adorno para la vidriera, no estaba haciendo dinero ni publicitando ninguno de mis productos, quería imbuir a la gente del espíritu olímpico y apoyar al Team GB".
A esa altura un veterano de mil batallas, que había entrado al negocio un par de minutos antes, abandona el gesto reflexivo con el que había escuchado a Marsha hasta ese instante y lo cambia por una frase sabia y cortante: "Mmmm...en el '48 (segundos Juegos Olímpicos organizados por Londres) seguro que esto no pasaba. Es cosa de los tiempos modernos, eso seguro. Marketing, puf, inventos modernos para martirizar a la gente".
"Buenos días, traje mi cámara para sacarle una foto a su vidriera pero veo que quitó toda la decoración que tenía, estaba preciosa, qué pasó?", pregunta la que Marsha presumía era su primer cliente del día pero que, en lugar de entrar al local para comprarle algo, involuntariamente le está metiendo el dedo en la llaga. "Ayer de tarde vinieron dos oficiales de la organización de los Juegos y me dijeron que si no sacaba inmediatamente los anillos y la antorcha olímpicos de la vidriera, ellos me denunciarían y entonces tendría que enfrentar una demanda del sponsor oficial", explica la propietaria del comercio. Y al comprobar con cierta morbosa satisfacción el estupor que sus palabras causan en la visitante, agrega presurosa que "sí, sí, no podía creerlo cuando entraron diciendo que estaba quebrantando la ley, fíjese que para una comerciante tan modesta como yo, el ser demandada por un gigante, nada menos que un sponsor de los Juegos Olímpicos, sería lapidario, terrible".
Hasta las cuatro de la tarde del día anterior la vidriera de Marsha había sido la atracción máxima del Shopping Santa Ana, uno de los centros comerciales que hacen hervir de bullicio y de consumismo cada jornada de esa zona del noroeste de la capital. Los anillos olímpicos, cuidadosamente elaborados de un material semejante al césped artificial, coloridos hasta el encandilamiento, escoltaban a una exhuberante antorcha olímpica que presidía orgullosa la magnífica decoración de la vidriera del comercio. Banderas británicas contorneadas caprichosamente, le daban la jerarquía y el marco que necesitaba la obra. "La gente estaba fascinada con el decorado, una mujer entró, levantó la antorcha y me preguntó el precio. Tuve que decirle que no estaba a la venta, que era un decorado. Y ahora usted aparece con su cámara para sacarle fotos, es increíble", casi exclama una desconsolada Marsha, con la herida reabierta.
Por contrapartida un vocero del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos 2012, explicó a quien quisiera escucharlo que "donde sea que los oficiales de marketing comprueben el uso no autorizado de la palabra "Olímpicos", marcas registradas o símbolos de los Juegos, se tomarán el tiempo que necesiten para explicarle al propietario del comercio que eso no puede hacerlo porque no es legal", aunque también agregó que "si bien cada caso será considerado en particular, impulsaremos una política de educación antes de una eventual penalización".
Sin embargo a Marsha no la convencen estos argumentos. Quién le devuelve las horas de la noche que le robó la elaboración de su obra de arte? "Me llevó mucho tiempo hacer esto para tener que tirarlo a la basura", se queja, para agregar enseguida que "es frustrante porque sólo era un adorno para la vidriera, no estaba haciendo dinero ni publicitando ninguno de mis productos, quería imbuir a la gente del espíritu olímpico y apoyar al Team GB".
A esa altura un veterano de mil batallas, que había entrado al negocio un par de minutos antes, abandona el gesto reflexivo con el que había escuchado a Marsha hasta ese instante y lo cambia por una frase sabia y cortante: "Mmmm...en el '48 (segundos Juegos Olímpicos organizados por Londres) seguro que esto no pasaba. Es cosa de los tiempos modernos, eso seguro. Marketing, puf, inventos modernos para martirizar a la gente".
lunes, 11 de junio de 2012
Salud VIP para los olímpicos
Todo estaría minuciosamente planificado. Unas 25.000 personas, pertenecientes a lo que en Londres se ha dado en llamar "la familia olímpica", la cual por supuesto incluye en primera fila a los denominados "Olímpicos VIP", núcleo compuesto por las autoridades olímpicas y del deporte universal, tendrían el privilegio, en caso de ser necesario, de consultar a un especialista tras una espera de sólo 30 minutos en el departamento de Accidentes y Emergencias (A&E) de los hospitales de la ciudad. Si el problema sanitario sobrepasa lo que puedan hacer las clínicas especiales que se instalarán en la Villa Olímpica y en algunos hoteles de renombre, los olímpicos podrían recurrir a los A&E haciendo uso de esos privilegios especiales a los que, sin embargo, no pueden acceder normalmente los residentes permanentes de la ciudad sede de los Juegos Olímpicos 2012.
A la barrida, más que al cruce, salen muchas voces que claman por un tratamiento al menos igualitario en la materia. Los doctores de las emergencias ya manifestaron su preocupación a viva voz por las consecuencias que esto puede acarrear, no sólo en el perjuicio que la medida causaría a los usuarios habituales de la Salud Pública londinense (NHS), sino también en cuanto a las escenas de auténtica rebelión con las que ellos tendrían que convivir prácticamente a diario en sus lugares de trabajo. Es que en Londres, el lapso promedio de espera para ser atendido en un caso de emergencia no extrema, que se da cuando el paciente ha conseguido trasladarse por sus propios medios al hospital de su zona, es de unos 90 minutos, es decir tres veces más de lo que se planifica para la llamada familia olímpica. En adición a esto, el contribuyente no está habilitado para pedir los servicios de un especialista para su dolencia, sino que debe recurrir a los buenos oficios de los doctores de guardia.
Frank Dobson es un político de extracción laborista, naturalmente opositor del actual gobierno de coalición constituido por conservadores y liberales demócratas. Dijo lisa y llanamente que "el acceso con privilegios a los servicios de Accidentes y Emergencias del NHS, sería simplemente ridículo, tanto como tremendamente injusto por cierto". Y agregó que "fíjense que si a Sepp Blatter (presidente de FIFA) se le quiebra un dedo, por qué habría que atenderlo antes que a un contribuyente que concurre a Emergencia con un problema mayor? Simplemente porque es una autoridad del deporte mundial? Al que le parezca que esto es medianamente razonable, que levante la mano ya y entonces sabremos con qué vara medirlo".
Claro que el alegato de Dobson tiene su contracara en los políticos que han sido forjadores del éxito de la candidatura londinense para organizar los Juegos este año. Este grupo afirma sin tapujos ni timidez, que "la promesa hecha al Comité Olímpico Internacional (COI) de privilegios como la atención médica especial para las autoridades olímpicas y del deporte mundial y tantos otros que se han publicitado ya, fue uno de los factores claves para que la balanza se volcara definitivamente a favor de Londres el 6 de julio de 2005". También afirman que "esa clase de actitudes es la que se espera en el mundo del deporte de hoy, le guste o no a la gente".
Sin embargo estas declaraciones, que a primera vista -y a segunda tal vez también- parecen todo un desparpajo, tienen un sustento en lo que afirman los voceros del Departamento de Salud de la ciudad. Ellos juran y perjuran que £1:830.000 (casi U$S 3:000.000) han sido asignados al NHS londinense para que pueda satisfacer los requerimientos de "la familia olímpica" y, al mismo tiempo, asegurarse de que no se resienta la atención normal a los residentes locales.
Pese a la contundencia de dichas cifras, un sector de los liberales demócratas, fracción política que comparte el gobierno con los conservadores, no claudica o, quizás, no cree en las afirmaciones del Departamento de Salud. Se resisten, pero más que resistirse, se retuercen ante la aparente discriminación: "no puede haber una norma para el COI y otra para los contribuyentes que pagan por el servicio de la Salud Pública. La sóla idea de que se salten la cola en las emergencias es horripilante, inaceptable y moralmente equivocada. Y además, el poder ver a especialistas en lugar de los médicos de guardia es algo completamente injustificable y casi imposible de imaginar".
El intercambio de golpes es durísimo por los dos lados. La pelea está planteada. Quizás todo nace en que se habla de instalar privilegios justamente en una nación que los ha negado sistemáticamente a lo largo y ancho de su historia.
A la barrida, más que al cruce, salen muchas voces que claman por un tratamiento al menos igualitario en la materia. Los doctores de las emergencias ya manifestaron su preocupación a viva voz por las consecuencias que esto puede acarrear, no sólo en el perjuicio que la medida causaría a los usuarios habituales de la Salud Pública londinense (NHS), sino también en cuanto a las escenas de auténtica rebelión con las que ellos tendrían que convivir prácticamente a diario en sus lugares de trabajo. Es que en Londres, el lapso promedio de espera para ser atendido en un caso de emergencia no extrema, que se da cuando el paciente ha conseguido trasladarse por sus propios medios al hospital de su zona, es de unos 90 minutos, es decir tres veces más de lo que se planifica para la llamada familia olímpica. En adición a esto, el contribuyente no está habilitado para pedir los servicios de un especialista para su dolencia, sino que debe recurrir a los buenos oficios de los doctores de guardia.
Frank Dobson es un político de extracción laborista, naturalmente opositor del actual gobierno de coalición constituido por conservadores y liberales demócratas. Dijo lisa y llanamente que "el acceso con privilegios a los servicios de Accidentes y Emergencias del NHS, sería simplemente ridículo, tanto como tremendamente injusto por cierto". Y agregó que "fíjense que si a Sepp Blatter (presidente de FIFA) se le quiebra un dedo, por qué habría que atenderlo antes que a un contribuyente que concurre a Emergencia con un problema mayor? Simplemente porque es una autoridad del deporte mundial? Al que le parezca que esto es medianamente razonable, que levante la mano ya y entonces sabremos con qué vara medirlo".
Claro que el alegato de Dobson tiene su contracara en los políticos que han sido forjadores del éxito de la candidatura londinense para organizar los Juegos este año. Este grupo afirma sin tapujos ni timidez, que "la promesa hecha al Comité Olímpico Internacional (COI) de privilegios como la atención médica especial para las autoridades olímpicas y del deporte mundial y tantos otros que se han publicitado ya, fue uno de los factores claves para que la balanza se volcara definitivamente a favor de Londres el 6 de julio de 2005". También afirman que "esa clase de actitudes es la que se espera en el mundo del deporte de hoy, le guste o no a la gente".
Sin embargo estas declaraciones, que a primera vista -y a segunda tal vez también- parecen todo un desparpajo, tienen un sustento en lo que afirman los voceros del Departamento de Salud de la ciudad. Ellos juran y perjuran que £1:830.000 (casi U$S 3:000.000) han sido asignados al NHS londinense para que pueda satisfacer los requerimientos de "la familia olímpica" y, al mismo tiempo, asegurarse de que no se resienta la atención normal a los residentes locales.
Pese a la contundencia de dichas cifras, un sector de los liberales demócratas, fracción política que comparte el gobierno con los conservadores, no claudica o, quizás, no cree en las afirmaciones del Departamento de Salud. Se resisten, pero más que resistirse, se retuercen ante la aparente discriminación: "no puede haber una norma para el COI y otra para los contribuyentes que pagan por el servicio de la Salud Pública. La sóla idea de que se salten la cola en las emergencias es horripilante, inaceptable y moralmente equivocada. Y además, el poder ver a especialistas en lugar de los médicos de guardia es algo completamente injustificable y casi imposible de imaginar".
El intercambio de golpes es durísimo por los dos lados. La pelea está planteada. Quizás todo nace en que se habla de instalar privilegios justamente en una nación que los ha negado sistemáticamente a lo largo y ancho de su historia.
domingo, 10 de junio de 2012
Andarán a los saltos
El color que normalmente se aplicaría para decorar las primeras horas de un lunes, sería indudablemente el gris. Volver al trabajo luego de un fin de semana cualquiera y en cualquier parte del mundo, se hace cuesta arriba. Es casi una premisa universal, aunque en Londres ese gris no se aloje sólo en el ánimo del individuo que se dispone a encarar una dura semana de trabajo, sino que sea una casi perpetua donación de las nubes que cubren el cielo cada día.
Pero siempre existen días que son especiales, no tan grises...y los lunes pueden estar incluidos también. Tal es el caso del pasado 14 de mayo, un lunes que fue justamente muy especial. Desde las primeras horas del día el colorido monopolizó algunas zonas de la ciudad. El centro del bullicio fue el tramo comprendido entre las estaciones de Subte (Underground) de Monument y London Bridge, donde acróbatas de ambos sexos desafiaron la modorra de los transeúntes con piruetas increíbles y saltos poco menos que ornamentales, que a primera vista podrían competir con los de los atletas que invadirán la ciudad en el próximo mes de julio.
Es el comienzo de la segunda "Semana de Caminar al Trabajo" (la primera se organizó en abril último). Mientras entrega algo a las personas que se dirigen a la estación de Monument, casi a orillas del río Támesis, Jimmy (52), un escocés que en los últimos meses ha estado dedicado de lleno a diferentes actividades relacionadas con los preparativos de la ciudad para los Juegos Olímpicos, explica lo que está pasando en la zona: "estoy entregándole a la gente mapas de las diferentes calles para que se animen a cubrir el tramo a pie sin necesidad de tomar el Underground. Muchas personas toman el tren y se bajan en la siguiente estación, cuando ese mismo trayecto se puede hacer fácilmente caminando. Por ejemplo entre Monument y London Bridge, que es la siguiente parada, hay sólo seis minutos de caminata".
Jean (25), belga de nacimiento, está sencillamente exhausto. Es atleta amateur, como casi todos sus colegas acróbatas y está contento de formar parte de esta especie de aventura. Explica que "se trata de hacer razonar a la gente. Londres se va a poner terrible durante los Juegos, el Subte va a estar imposible por momentos, de modo que es muy fácil deducir que para llegar a sus trabajos les va a resultar mucho más simple y rápido hacer a pie determinados tramos cortos, como por ejemplo este que separa Monument de London Bridge". Parece muy claro que el joven quiere ganar algún minutito más para recuperar fuerzas, así que continúa con su explicación: "desde hoy hasta el viernes 18 (de mayo) vamos a estar por acá haciendo nuestras acrobacias entre las dos estaciones. Es que queremos demostrarle a la gente que si cada uno de nosotros puede cubrir el trayecto saltando de esta forma, ellos, caminando normalmente tienen que hacerlo sin inmutarse. Y haciendo un gesto con la cabeza en dirección a su colega, agrega: "y todavía están Jimmy y muchos otros entregando los mapas para mostrarles cuál es el camino más corto que pueden hacer".
Eric (37), lituano, parece supervisar la actividad de entrega de mapas. Es una especie de titiritero, está en todos lados, cuida que ninguno de los que entran en la estación lo haga sin el papel con el trazado de las rutas más cortas entre las estaciones de subte. Se toma un respiro para aclarar que "es que hay nada menos que 47 tramos entre estaciones de subte londinenses que pueden cubrirse a pie en menos de 10 minutos y esto hay que hacérselo entender a la gente, a los trabajadores para que, llegado el momento de los Juegos, no terminen pasando malos ratos o llegando tarde a la oficina cuando las estaciones estén atestadas por la gente que viene a ver los Juegos Olímpicos".
Mientras raudamente se dirige a reanudar sus acrobacias, Jean deja un último mensaje: "nuestras acrobacias son graciosas y fantásticas pero hoy contienen un mensaje mucho más serio para la gente y es que caminar es la alternativa más fácil durante los Juegos Olímpicos".
A pocos metros de la entrada de la estación de Monument, un gran cartel reza: Fase 1 - Mentalizarse de cómo el transporte se verá afectado por los Juegos. Fase 2 - Alternativas: Caminata, cliclismo y telefonear en lugar de tener encuentros personales. Fase 3 - Alentar a la gente a activar esas opciones cuando llegue el momento de los Juegos Olímpicos.
El paragua es un elemento muy familiar en Londres, siempre lo ha sido por supuesto. Claro que ahora, además de usarse para proteger de la lluvia a los londinenses, se abre también para prevenir sobre otros avatares que los cercanos Juegos Olímpicos puedan dejar caer sobre la ciudad.
Pero siempre existen días que son especiales, no tan grises...y los lunes pueden estar incluidos también. Tal es el caso del pasado 14 de mayo, un lunes que fue justamente muy especial. Desde las primeras horas del día el colorido monopolizó algunas zonas de la ciudad. El centro del bullicio fue el tramo comprendido entre las estaciones de Subte (Underground) de Monument y London Bridge, donde acróbatas de ambos sexos desafiaron la modorra de los transeúntes con piruetas increíbles y saltos poco menos que ornamentales, que a primera vista podrían competir con los de los atletas que invadirán la ciudad en el próximo mes de julio.
Es el comienzo de la segunda "Semana de Caminar al Trabajo" (la primera se organizó en abril último). Mientras entrega algo a las personas que se dirigen a la estación de Monument, casi a orillas del río Támesis, Jimmy (52), un escocés que en los últimos meses ha estado dedicado de lleno a diferentes actividades relacionadas con los preparativos de la ciudad para los Juegos Olímpicos, explica lo que está pasando en la zona: "estoy entregándole a la gente mapas de las diferentes calles para que se animen a cubrir el tramo a pie sin necesidad de tomar el Underground. Muchas personas toman el tren y se bajan en la siguiente estación, cuando ese mismo trayecto se puede hacer fácilmente caminando. Por ejemplo entre Monument y London Bridge, que es la siguiente parada, hay sólo seis minutos de caminata".
Jean (25), belga de nacimiento, está sencillamente exhausto. Es atleta amateur, como casi todos sus colegas acróbatas y está contento de formar parte de esta especie de aventura. Explica que "se trata de hacer razonar a la gente. Londres se va a poner terrible durante los Juegos, el Subte va a estar imposible por momentos, de modo que es muy fácil deducir que para llegar a sus trabajos les va a resultar mucho más simple y rápido hacer a pie determinados tramos cortos, como por ejemplo este que separa Monument de London Bridge". Parece muy claro que el joven quiere ganar algún minutito más para recuperar fuerzas, así que continúa con su explicación: "desde hoy hasta el viernes 18 (de mayo) vamos a estar por acá haciendo nuestras acrobacias entre las dos estaciones. Es que queremos demostrarle a la gente que si cada uno de nosotros puede cubrir el trayecto saltando de esta forma, ellos, caminando normalmente tienen que hacerlo sin inmutarse. Y haciendo un gesto con la cabeza en dirección a su colega, agrega: "y todavía están Jimmy y muchos otros entregando los mapas para mostrarles cuál es el camino más corto que pueden hacer".
Eric (37), lituano, parece supervisar la actividad de entrega de mapas. Es una especie de titiritero, está en todos lados, cuida que ninguno de los que entran en la estación lo haga sin el papel con el trazado de las rutas más cortas entre las estaciones de subte. Se toma un respiro para aclarar que "es que hay nada menos que 47 tramos entre estaciones de subte londinenses que pueden cubrirse a pie en menos de 10 minutos y esto hay que hacérselo entender a la gente, a los trabajadores para que, llegado el momento de los Juegos, no terminen pasando malos ratos o llegando tarde a la oficina cuando las estaciones estén atestadas por la gente que viene a ver los Juegos Olímpicos".
Mientras raudamente se dirige a reanudar sus acrobacias, Jean deja un último mensaje: "nuestras acrobacias son graciosas y fantásticas pero hoy contienen un mensaje mucho más serio para la gente y es que caminar es la alternativa más fácil durante los Juegos Olímpicos".
A pocos metros de la entrada de la estación de Monument, un gran cartel reza: Fase 1 - Mentalizarse de cómo el transporte se verá afectado por los Juegos. Fase 2 - Alternativas: Caminata, cliclismo y telefonear en lugar de tener encuentros personales. Fase 3 - Alentar a la gente a activar esas opciones cuando llegue el momento de los Juegos Olímpicos.
El paragua es un elemento muy familiar en Londres, siempre lo ha sido por supuesto. Claro que ahora, además de usarse para proteger de la lluvia a los londinenses, se abre también para prevenir sobre otros avatares que los cercanos Juegos Olímpicos puedan dejar caer sobre la ciudad.
sábado, 9 de junio de 2012
Proscriptas
La piscina del Watford Leisure Centre es un hervidero de gente de todos los grupos sociales, culturales y étnicos. En el gimnasio no queda un sólo aparato libre. Las miradas implorantes de los chicos de la Administración del club, piden más brazos como único medio de llegar al fin de la jornada con un mínimo de energía que, al menos, les permita regresar exitosamente a sus hogares. Watford es una ciudad de unos 75.000 habitantes que limita con Londres por su borde noroeste. Es casi un barrio más de la capital, claro que a sus habitantes no les place reconocerlo.
Zisha y sus amigas, todas adolescentes de entre 16 y 18 primaveras, están practicando mariposa, estilo libre, en fin, lo que venga porque lo importante es que se criaron en un país y en una cultura que les permite practicar el deporte con absoluta libertad y en todas sus modalidades. Zisha es la que lleva la voz cantante, ella marca el cambio de estilo, cuántas piletas hay que recorrer, en fin, todo.
Y, como no podía ser de otra manera, es también la que habla y lo hace hasta por los codos. Habla mucho, estudia lo justo según dice y hay que creérselo, va a bailar con sus amigas y...hace deporte. Es que sus libertades son plenas e irrestrictas, simplemente porque no está en Saudi Arabia donde apenas alcanzó a nacer, ya que a la semana sus padres emigraron con ella hacia las Islas Británicas. Dice tanto en tan poco tiempo que el receptor de su verborragia tiene que esforzarse al máximo para retenerlo todo: "ellas (las amigas) son todas de origen asiático, algunas nacidas acá, otras, como yo, las trajeron de bebés. Sabemos que allá las chicas no tienen educación física en las escuelas, así que mis padres siempre me dicen que valoremos todo esto que ellos consiguieron viniéndose para acá".
Zisha se interrumpe muy brevemente para indicarle a sus amigas un cambio de estilo, pero casi ni toma aire para seguir hablando. El liderazgo le sale por todos los poros: "mis padres me cuentan que en Saudi Arabia son los clérigos radicales los que se oponen a que la mujer haga deporte. Qué ridículo, sabe lo que dicen? Que tanta libertad acerca a la mujer al pecado. A mi simplemente me parece que es un atraso y punto. Es verdad que nosotras (mira a sus amigas que nadan sin parar) nos criamos todas acá y por eso lo vemos todo diferente".
El agua salta para todos lados, la jarana no para, la competencia se descontrola así que Zisha se vuelve a interrumpir para restablecer el orden perdido. Estudia en la Westfield Comunity Technology School, en la zona oeste de Watford y comenta que allí prácticamente las acalambran con la gimnasia, las carreras y los saltos. "En casa dicen que hay clérigos radicales que ya no saben qué más decir para que las mujeres queden marginadas del deporte, llegaron a inventar que el esfuerzo les puede romper la virginidad, qué disparate!", exclama Zisha mientras los ojos de color azabache casi se le saltan de las órbitas.
La jinete de equitación Dalma Malhas ya participó en los Juegos Olímpicos Juveniles de Singapur en 2010. Lo hizo a la sombra del pabellón de Saudi Arabia pero sin el reconocimiento oficial del gobierno de su país. En pocas semanas la historia se repetiría y Dalma competiría en Londres bajo las mismas condiciones.
Zisha y sus amigas son realmente afortunadas. Las mujeres que quedaron en Saudi Arabia y en paísis regidos por la doctrina islamita tienen que esconderse para practicar el deporte. Reema Abdulá (33) es la entrenadora y delantera del Jeddah King's United, un club de fútbol femenino de Saudi Arabia, cuyas integrantes juegan sus partidos y practican con el velo y los vestidos largos puestos. Los muros que las rodean las protegen asimismo de la vista de los hombres. Los vestuarios están acondicionados a la exigencia islamita. Zisha, a quien no se le escapa una, conoce la historia y sabe perfectamente que Reema es además la cabeza de una procesión de mujeres que luchan en Saudi Arabia para que se les permita hacer deporte y, yendo más lejos, "ella aspira a que algún día allá (en Saudi Arabia) puedan ver a una mujer hacer flamear el pabellón patrio en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos".
Zisha y sus amigas, todas adolescentes de entre 16 y 18 primaveras, están practicando mariposa, estilo libre, en fin, lo que venga porque lo importante es que se criaron en un país y en una cultura que les permite practicar el deporte con absoluta libertad y en todas sus modalidades. Zisha es la que lleva la voz cantante, ella marca el cambio de estilo, cuántas piletas hay que recorrer, en fin, todo.
Y, como no podía ser de otra manera, es también la que habla y lo hace hasta por los codos. Habla mucho, estudia lo justo según dice y hay que creérselo, va a bailar con sus amigas y...hace deporte. Es que sus libertades son plenas e irrestrictas, simplemente porque no está en Saudi Arabia donde apenas alcanzó a nacer, ya que a la semana sus padres emigraron con ella hacia las Islas Británicas. Dice tanto en tan poco tiempo que el receptor de su verborragia tiene que esforzarse al máximo para retenerlo todo: "ellas (las amigas) son todas de origen asiático, algunas nacidas acá, otras, como yo, las trajeron de bebés. Sabemos que allá las chicas no tienen educación física en las escuelas, así que mis padres siempre me dicen que valoremos todo esto que ellos consiguieron viniéndose para acá".
Zisha se interrumpe muy brevemente para indicarle a sus amigas un cambio de estilo, pero casi ni toma aire para seguir hablando. El liderazgo le sale por todos los poros: "mis padres me cuentan que en Saudi Arabia son los clérigos radicales los que se oponen a que la mujer haga deporte. Qué ridículo, sabe lo que dicen? Que tanta libertad acerca a la mujer al pecado. A mi simplemente me parece que es un atraso y punto. Es verdad que nosotras (mira a sus amigas que nadan sin parar) nos criamos todas acá y por eso lo vemos todo diferente".
El agua salta para todos lados, la jarana no para, la competencia se descontrola así que Zisha se vuelve a interrumpir para restablecer el orden perdido. Estudia en la Westfield Comunity Technology School, en la zona oeste de Watford y comenta que allí prácticamente las acalambran con la gimnasia, las carreras y los saltos. "En casa dicen que hay clérigos radicales que ya no saben qué más decir para que las mujeres queden marginadas del deporte, llegaron a inventar que el esfuerzo les puede romper la virginidad, qué disparate!", exclama Zisha mientras los ojos de color azabache casi se le saltan de las órbitas.
La jinete de equitación Dalma Malhas ya participó en los Juegos Olímpicos Juveniles de Singapur en 2010. Lo hizo a la sombra del pabellón de Saudi Arabia pero sin el reconocimiento oficial del gobierno de su país. En pocas semanas la historia se repetiría y Dalma competiría en Londres bajo las mismas condiciones.
Zisha y sus amigas son realmente afortunadas. Las mujeres que quedaron en Saudi Arabia y en paísis regidos por la doctrina islamita tienen que esconderse para practicar el deporte. Reema Abdulá (33) es la entrenadora y delantera del Jeddah King's United, un club de fútbol femenino de Saudi Arabia, cuyas integrantes juegan sus partidos y practican con el velo y los vestidos largos puestos. Los muros que las rodean las protegen asimismo de la vista de los hombres. Los vestuarios están acondicionados a la exigencia islamita. Zisha, a quien no se le escapa una, conoce la historia y sabe perfectamente que Reema es además la cabeza de una procesión de mujeres que luchan en Saudi Arabia para que se les permita hacer deporte y, yendo más lejos, "ella aspira a que algún día allá (en Saudi Arabia) puedan ver a una mujer hacer flamear el pabellón patrio en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos".
viernes, 8 de junio de 2012
No molestar: Suite olímpica
Ashkar, uno de los porters de la recepción del majestuoso Hotel Dorchester, ubicado en la Park Lane, famosa por ser la avenida donde se levantan los hoteles más lujosos de Londres, le saca lustre a un Porshe negro descomunal, estacionado a un costado de la entrada principal.
Ashkar (22) es de Sri Lanka, uno de los millones de asiáticos que han llegado a las islas en busca de un futuro mejor, lo cual comprende en casi todos los casos el enviar dinero y unas cuantas valijas llenas de dignidad para su familia. Ahora hace una pausa, aunque no queda claro si es para que descanse el músculo de su brazo derecho o para que no se salte la pintura del coche, habida cuenta del ahínco que pone en la tarea. "Este es de un dignatario olímpico, es un árabe, el Comité Olímpico le reservó hace meses una de las suites más lujosas. Ahora aprovechó que venía a Londres por negocios y la quiso visitar, no sea cosa que después se encuentre con que lo mandaron a una pensión", dice el asiático entre risas.
Aparece en escena Piotr, uno de los recepcionistas. Lo han enviado para que le remarque a Ashkar que no apure el trabajo, que simplemente se esmere al máximo ya que lo importante, por razones obvias, es que el encerado quede perfecto e inmaculado. "Este huésped es uno de los que han confirmado que vienen para los Juegos. Bah, en realidad la confirmación la hizo el Comité Olímpico, él ha venido para ver la suite", aclara Piotr (34), un checo con varios diplomas a cuestas en hotelería. "Saben cuánto vale esa suite-apartamento? 1.500 libras (unos U$S 2.600) por noche y el hombre va a estar diez días".
Enfrente el verde inmaculado del Hyde Park compite con el sempiterno gris del cielo londinense. Un Aston Martin plateado y casi galáctico se desliza por la Park Lane y se mete de trompa en una de las automotoras para coches de lujo, que conviven con los hoteles exclusivos de la zona.
"Hace meses que el Comité Olímpico hizo más de 30.000 reservaciones para dignatarios olímpicos. Y todavía están las grandes multinacionales que reservaron suites para sus mejores clientes. Pero ya han habido casi 7.000 cancelaciones, en estos casos siempre pasa eso en las semanas previas al evento, por lo cual quedan suites disponibles y no sólo acá sino en todos los hoteles de este nivel". Quien esto dice es Zumu (36). Es de Senegal y trabaja en el departamento de Reservaciones del Hotel Atheneum, un 5 estrellas ubicado en la Picadilly Street, frente al Green Park y a escasos metros de Hyde Park Corner, uno de los principales accesos a ese gran espacio verde del centro de Londres.
De regreso en la Park Lane Luke (41), de Dublin, termina de despedir con su mejor repertorio de reverencias, a un importante huésped a las puertas del Grosvenor House, otro de los titanes de la hotelería londinense. "Y, sí, claro, en esta clase de hoteles siempre va a haber disponibilidad, haya o no cancelaciones del Comité Olímpico. Si un huésped tiene 5.000 dólares (atípicamente Luke habla en dólares) para una noche en una suite del Savoy o 6.000 para una velada muy especial en el Ritz y todavía anuncia que se quedará siete o diez días, es seguro que nadie le va a poner obstáculos. Y todavía, en las suites más lujosas, al menos acá, nos encargamos de ponerle un mayordomo para que le ordene los desayunos, las cenas, le pida los taxis y le averigue todo lo que necesite del mundo exterior, qué más puede pedir?", remarca entre sonoras carcajadas.
Y claro que tiene razón. Es indiscutible, no admite dos opiniones. Este tipo de turista con tan altas calificaciones financieras, no se va a quedar sin ver los Juegos, seguro que no. Hay dos razones medulares para ello. La primera es que tiene en abundancia lo que más se necesita para estas emergencias: dinero. Y la segunda es que ha venido al lugar justo, porque el abanico de hotelería exclusiva que Londres puede ofrecerle a un huésped tan encumbrado y todopoderoso, sencillamente es uno de los mejores del planeta. Tanto, que esa fue una de las razones preponderantes para que el 6 de julio de 2005 el Comité Olímpico la eligiera por tercera vez para acunar a la justa deportiva más importante de La Tierra: los Juegos Olímpicos.
Ashkar (22) es de Sri Lanka, uno de los millones de asiáticos que han llegado a las islas en busca de un futuro mejor, lo cual comprende en casi todos los casos el enviar dinero y unas cuantas valijas llenas de dignidad para su familia. Ahora hace una pausa, aunque no queda claro si es para que descanse el músculo de su brazo derecho o para que no se salte la pintura del coche, habida cuenta del ahínco que pone en la tarea. "Este es de un dignatario olímpico, es un árabe, el Comité Olímpico le reservó hace meses una de las suites más lujosas. Ahora aprovechó que venía a Londres por negocios y la quiso visitar, no sea cosa que después se encuentre con que lo mandaron a una pensión", dice el asiático entre risas.
Aparece en escena Piotr, uno de los recepcionistas. Lo han enviado para que le remarque a Ashkar que no apure el trabajo, que simplemente se esmere al máximo ya que lo importante, por razones obvias, es que el encerado quede perfecto e inmaculado. "Este huésped es uno de los que han confirmado que vienen para los Juegos. Bah, en realidad la confirmación la hizo el Comité Olímpico, él ha venido para ver la suite", aclara Piotr (34), un checo con varios diplomas a cuestas en hotelería. "Saben cuánto vale esa suite-apartamento? 1.500 libras (unos U$S 2.600) por noche y el hombre va a estar diez días".
Enfrente el verde inmaculado del Hyde Park compite con el sempiterno gris del cielo londinense. Un Aston Martin plateado y casi galáctico se desliza por la Park Lane y se mete de trompa en una de las automotoras para coches de lujo, que conviven con los hoteles exclusivos de la zona.
"Hace meses que el Comité Olímpico hizo más de 30.000 reservaciones para dignatarios olímpicos. Y todavía están las grandes multinacionales que reservaron suites para sus mejores clientes. Pero ya han habido casi 7.000 cancelaciones, en estos casos siempre pasa eso en las semanas previas al evento, por lo cual quedan suites disponibles y no sólo acá sino en todos los hoteles de este nivel". Quien esto dice es Zumu (36). Es de Senegal y trabaja en el departamento de Reservaciones del Hotel Atheneum, un 5 estrellas ubicado en la Picadilly Street, frente al Green Park y a escasos metros de Hyde Park Corner, uno de los principales accesos a ese gran espacio verde del centro de Londres.
De regreso en la Park Lane Luke (41), de Dublin, termina de despedir con su mejor repertorio de reverencias, a un importante huésped a las puertas del Grosvenor House, otro de los titanes de la hotelería londinense. "Y, sí, claro, en esta clase de hoteles siempre va a haber disponibilidad, haya o no cancelaciones del Comité Olímpico. Si un huésped tiene 5.000 dólares (atípicamente Luke habla en dólares) para una noche en una suite del Savoy o 6.000 para una velada muy especial en el Ritz y todavía anuncia que se quedará siete o diez días, es seguro que nadie le va a poner obstáculos. Y todavía, en las suites más lujosas, al menos acá, nos encargamos de ponerle un mayordomo para que le ordene los desayunos, las cenas, le pida los taxis y le averigue todo lo que necesite del mundo exterior, qué más puede pedir?", remarca entre sonoras carcajadas.
Y claro que tiene razón. Es indiscutible, no admite dos opiniones. Este tipo de turista con tan altas calificaciones financieras, no se va a quedar sin ver los Juegos, seguro que no. Hay dos razones medulares para ello. La primera es que tiene en abundancia lo que más se necesita para estas emergencias: dinero. Y la segunda es que ha venido al lugar justo, porque el abanico de hotelería exclusiva que Londres puede ofrecerle a un huésped tan encumbrado y todopoderoso, sencillamente es uno de los mejores del planeta. Tanto, que esa fue una de las razones preponderantes para que el 6 de julio de 2005 el Comité Olímpico la eligiera por tercera vez para acunar a la justa deportiva más importante de La Tierra: los Juegos Olímpicos.
jueves, 7 de junio de 2012
El indulto
East Acton es uno de los típicos barrios industriales de Londres. De turistas, nada por aquí, nada por allá. Y conejos de la galera tampoco se pueden sacar para embellecer o aunque sea para maquillar el ambiente, porque el entorno es uniformemente gris y no hay magia que lo pueda cambiar. Las fábricas, los galpones y los depósitos lo dominan todo. Se trabaja -y muy duro- desde el alba hasta promediando la tarde, hasta esa hora que fuera tan venerada en el Londres de otra época, como la del té de las cinco.
Pero ahora es de madrugada. Frente a una de las fábricas se enciende una luz y se abre una puerta de una clásica casa londinense con el techo de tejas cayendo a dos aguas. Jeremy (18), un británico afrodescendiente, asoma tímidamente su cabeza mirando hacia el cielo gris, ni más ni menos que como hacen todos los habitantes de estas tierras cuando salen temprano de casa rumbo a sus actividades diarias. "Qué me pongo hoy, el sacón o el impermeable?" El chico reparte su semana entre un trabajo "part time" en la fábrica de sandwiches que se levanta frente a su casa y el entrenamiento en una pista de atletismo situada junto al Hospital de Hammersmith, muy cerca de la estación de subte de East Acton.
Hoy sale con el bolso colgando del hombro porque le toca pista. Y no sólo lleva su ropa deportiva sino una sonrisa de oreja a oreja, que precisamente no muestra cuando es día de fábrica. Jeremy cuenta que llegó a integrar una muy prematura pre-selección olímpica, junto a más de 500 aspirantes en la especialidad de 400 metros llanos, su distancia preferida "porque está más de acuerdo a mi constitución física, así que eso me da más posibilidades". Finalmente, tal como él mismo y su familia preveían, no logró clasificar porque, según afirma, "en 2008 me vieron y me seleccionaron, pero yo sabía que todavía me faltaba muchísimo para poder quedar".
El joven confiesa que su mente lo transporta cada día a la cálida y soleada península de California, donde los atletas británicos de las distintas disciplinas están entrenando para acostumbrarse a una temperatura ambiente que, inclusive, es obviamente más alta que la del verano londinense: "imagino que estoy allí, junto a los grandes, pero el no haber llegado me da fuerzas para entrenar con más ganas cada día. Mi objetivo es estar en los Juegos Olímpicos de 2014 en Río de Janeiro".
A la vez que el verde central y la pista que lo rodea ya se hacen visibles, el adolescente se refiere a un tema que se roba los titulares de cara a la competencia olímpica: "no sé que opinar, Chambers (Dwain), es muy importante para nosotros pero la verdad es que se dopaba y eso es muy grave. Por otro lado merecería una segunda oportunidad".
Dwain Chambers es el único candidato que tiene el Reino Unido para tratar de alcanzar un logro casi imposible, como sería simplemente disputarle -ya no ganarle- al gran Usain Bolt la prueba de los 100 metros llanos, pero a la British Olimpic Association eso no le importa: a como diera lugar pretendían mantenerle la suspensión de por vida que le habían impuesto, cuando en 2003 se comprobó su dopaje sistemático con esteroides anabolizantes. Pero todo indica que no lo lograrán. La Corte de Juzgamiento para el Deporte, con potestades superiores a la British Olimpic Association, basándose en la reglamentación de la Agencia Anti-Doping Mundial, que prevé una suspensión máxima de 24 meses para los infractores, le impondría a los británicos la inmediata habilitación de Chambers, entre 80 atletas del mundo que se encuentran en la misma situación, por lo cual también ellos quedarían habilitados para competir en los Juegos. Tras varios aplazamientos, dado lo espinoso del tema, en las próximas horas todo quedaría definido, pese a que, desde hace ya un tiempo, fuentes de la propia asociación británica vienen adelantando el fracaso de su posición.
Antes de ingresar al vestuario para iniciar una nueva jornada de entrenamiento, Jeremy recuerda que David Miller (ciclista de ruta) también vivió el mismo drama luego de tomar una sustancia prohibida en 2004, pero ahora muy probablemente también le van a levantar la suspensión, también muy a pesar de los miembros de la British Olimpic Association. "No sé qué pensar, de verdad, claro que deportivamente es muy importante también él para nosotros, ya que es el único capaz de ayudar a Mark Cavendish a ganar la medalla de oro en Ruta".
El chico no lo dijo, pero en el equipo británico de atletismo, cuya mayoría de integrantes se encuentran entrenando hoy en la soleada costa oeste de Estados Unidos, las opiniones están peligrosamente divididas. Algunos quieren esa segunda oportunidad para los transgresores, pero otros -tal vez demasiados- no quieren saber de nada que tenga que ver con las palabras "perdón" o "indulto" y hasta lo gritan públicamente en los reportajes. Alguno hasta llegó a afirmar que para un atleta que se dopó, una suspensión de por vida no es precisamente peor que para un médico la prohibición de ejercer su profesión por el resto de sus días. El tema es demasiado espinoso y delicado, a tal punto que opiniones tan encontradas pueden derivar en un clima de convivencia nada conveniente para el equipo anfitrión.
Pero ahora es de madrugada. Frente a una de las fábricas se enciende una luz y se abre una puerta de una clásica casa londinense con el techo de tejas cayendo a dos aguas. Jeremy (18), un británico afrodescendiente, asoma tímidamente su cabeza mirando hacia el cielo gris, ni más ni menos que como hacen todos los habitantes de estas tierras cuando salen temprano de casa rumbo a sus actividades diarias. "Qué me pongo hoy, el sacón o el impermeable?" El chico reparte su semana entre un trabajo "part time" en la fábrica de sandwiches que se levanta frente a su casa y el entrenamiento en una pista de atletismo situada junto al Hospital de Hammersmith, muy cerca de la estación de subte de East Acton.
Hoy sale con el bolso colgando del hombro porque le toca pista. Y no sólo lleva su ropa deportiva sino una sonrisa de oreja a oreja, que precisamente no muestra cuando es día de fábrica. Jeremy cuenta que llegó a integrar una muy prematura pre-selección olímpica, junto a más de 500 aspirantes en la especialidad de 400 metros llanos, su distancia preferida "porque está más de acuerdo a mi constitución física, así que eso me da más posibilidades". Finalmente, tal como él mismo y su familia preveían, no logró clasificar porque, según afirma, "en 2008 me vieron y me seleccionaron, pero yo sabía que todavía me faltaba muchísimo para poder quedar".
El joven confiesa que su mente lo transporta cada día a la cálida y soleada península de California, donde los atletas británicos de las distintas disciplinas están entrenando para acostumbrarse a una temperatura ambiente que, inclusive, es obviamente más alta que la del verano londinense: "imagino que estoy allí, junto a los grandes, pero el no haber llegado me da fuerzas para entrenar con más ganas cada día. Mi objetivo es estar en los Juegos Olímpicos de 2014 en Río de Janeiro".
A la vez que el verde central y la pista que lo rodea ya se hacen visibles, el adolescente se refiere a un tema que se roba los titulares de cara a la competencia olímpica: "no sé que opinar, Chambers (Dwain), es muy importante para nosotros pero la verdad es que se dopaba y eso es muy grave. Por otro lado merecería una segunda oportunidad".
Dwain Chambers es el único candidato que tiene el Reino Unido para tratar de alcanzar un logro casi imposible, como sería simplemente disputarle -ya no ganarle- al gran Usain Bolt la prueba de los 100 metros llanos, pero a la British Olimpic Association eso no le importa: a como diera lugar pretendían mantenerle la suspensión de por vida que le habían impuesto, cuando en 2003 se comprobó su dopaje sistemático con esteroides anabolizantes. Pero todo indica que no lo lograrán. La Corte de Juzgamiento para el Deporte, con potestades superiores a la British Olimpic Association, basándose en la reglamentación de la Agencia Anti-Doping Mundial, que prevé una suspensión máxima de 24 meses para los infractores, le impondría a los británicos la inmediata habilitación de Chambers, entre 80 atletas del mundo que se encuentran en la misma situación, por lo cual también ellos quedarían habilitados para competir en los Juegos. Tras varios aplazamientos, dado lo espinoso del tema, en las próximas horas todo quedaría definido, pese a que, desde hace ya un tiempo, fuentes de la propia asociación británica vienen adelantando el fracaso de su posición.
Antes de ingresar al vestuario para iniciar una nueva jornada de entrenamiento, Jeremy recuerda que David Miller (ciclista de ruta) también vivió el mismo drama luego de tomar una sustancia prohibida en 2004, pero ahora muy probablemente también le van a levantar la suspensión, también muy a pesar de los miembros de la British Olimpic Association. "No sé qué pensar, de verdad, claro que deportivamente es muy importante también él para nosotros, ya que es el único capaz de ayudar a Mark Cavendish a ganar la medalla de oro en Ruta".
El chico no lo dijo, pero en el equipo británico de atletismo, cuya mayoría de integrantes se encuentran entrenando hoy en la soleada costa oeste de Estados Unidos, las opiniones están peligrosamente divididas. Algunos quieren esa segunda oportunidad para los transgresores, pero otros -tal vez demasiados- no quieren saber de nada que tenga que ver con las palabras "perdón" o "indulto" y hasta lo gritan públicamente en los reportajes. Alguno hasta llegó a afirmar que para un atleta que se dopó, una suspensión de por vida no es precisamente peor que para un médico la prohibición de ejercer su profesión por el resto de sus días. El tema es demasiado espinoso y delicado, a tal punto que opiniones tan encontradas pueden derivar en un clima de convivencia nada conveniente para el equipo anfitrión.
miércoles, 6 de junio de 2012
Como en el Kremlin
Son las 6 y media de la tarde de un día hábil y todo lo que ruede ocupa un lugar en las angostas calles de Londres. Autos, camionetas, camiones, omnibuses de dos pisos (Double Decker) y de los comunes que, para peor, ahora son largos como anacondas, con un gran fuelle de goma en el medio que les permite retorcerse para encarar con éxito curvas de noventa grados en calles que normalmente no superan los doce o quince metros de ancho.
Es un caos, es la hora "pico", un mundo de gente ingenua sale de sus trabajo, ya que todos creen en el milagro de retornar temprano a sus hogares para reencontrarse con los suyos luego de una dura jornada. Ayer no lo consiguieron, pasaron largos minutos aprisionados en una calle angosta o en una que no lo era tanto. Pero igual piensan que hoy van a alcanzar la gran proeza, al menos se lo imaginan, así que también se olvidan de la bronca que se agarraron, de la impotencia que se apoderó de ellos hasta que decidieron apagar el motor y matizar la "dulce espera" bajándose del vehículo, fumándose un cigarro e intentando iniciar una charla con el de adelante, quien también optó por el mismo camino de la resignación.
-Me quiere decir qué vamos a hacer los londinenses cuando en el verano se nos vengan los carriles "Zil"? Sabe lo que son?
Y ante el gesto de incomprensión de su improvisado interlocutor, el hombre, ya aburrido hasta el hastío, encuentra el pretexto que buscaba para desenrrollar una larga perorata: "le quiero decir que esto no es nada, espere a que estos cráneos que organizan los Juegos Olímpicos clausuren 48 kms. de calles en todo Londres para el tráfico común, así que usted y yo, más todos estos penitentes que aguantan este martirio diario, tendremos que instalar ya mismo una palanca de vuelo en los coches. Créame, va a ser la única opción para no llegar a casa de madrugada".
-Quéeee? No se lo puedo creer, no había escuchado nada de eso antes, está seguro de lo que está diciendo?
-Como que me llamo Chris. No le pregunto si tiene tiempo para escucharme porque sería como tomarle el pelo, pero la gente ya los bautizó como los carriles "Zil", que era el nombre de las limusinas que transportaban a los altos mandos del Kremlin en la URSS y que tenían trato preferencial al resto del tránsito porque usaban vías exclusivas, que nadie podía invadir, bajo pena de cárcel.
A veces un rumor es sólo eso, un rumor y punto, pero esta vez la información que tiene Chris es "posta", como dirían los uruguayos, porque pese a que Londres se caracteriza justamente por sus calles angostas hasta el extremo, las principales de las pocas y privilegiadas vías que muestran casi orgullosamente dos o más carriles, tendrán una misión exclusiva durante los Juegos Olímpicos 2012.
En esos días del verano boreal, se desplazarán ágilmente por ellas 4.000 BMW y 1.500 omnibuses, que llevarán a competidores, personal de la organización y periodistas, en buen romance gente que no puede sufrir la "tragedia" a la que equivaldría llegar tarde a un evento por culpa del congestionamiento del tráfico.
Y ahí puede verse el chorro principal que mana de la fuente de protestas del londinense común, no precisamente el de a pie, ya que de vehículos y vías de tránsito trata el tema. El que se dirige raudamente a su oficina en la City, el que corre todos los días a abrir la cortina de su negocio, el que tiene que marcar la tarjeta en la oficina sin que valga ningún pretexto, todos ellos aprecian casi sin excepción la solemnidad del momento que su ciudad va a vivir muy pronto, pero no por ello dejan de sentirse discriminados por la medida.
"Pero hay más", le dice Chris a su colega de infortunio, en el medio de la calle donde ambos, junto a cientos más, han quedado anclados por el atolladero. "Qué me contesta usted si yo le digo cuál es la solución alternativa en caso de que las vías especiales no alcancen para la circulación de los "BMW" y los autobuses olímpicos? Usted jamás va a adivinar por dónde los van a llevar en ese caso". Y poniendo su mejor cara de intriga, larga su novedad: "los van a mandar por la senda de los autobuses de línea y a estos los van a hacer circular por la senda común, junto a los autos como el suyo y el mío. Se imagina lo que puede llegar a ser eso? Caos ya no sería la palabra adecuada, su significado quedaría muy débil".
El de adelante comienza a moverse de nuevo, el congestionamiento llega a su fin y la charla también. Por eso a Chris le faltó tiempo para contarle a su interlocutor que ni las ambulancias con la sirenas apagadas, aunque dentro lleven pacientes considerados vulnerables, se salvarán de la prohibición estricta de interferir en la senda de los vehículos olímpicos.
No es sólo la seguridad, el congestionamiento del tránsito también pone lo suyo para alimentar la polémica, ya en las puertas de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Es un caos, es la hora "pico", un mundo de gente ingenua sale de sus trabajo, ya que todos creen en el milagro de retornar temprano a sus hogares para reencontrarse con los suyos luego de una dura jornada. Ayer no lo consiguieron, pasaron largos minutos aprisionados en una calle angosta o en una que no lo era tanto. Pero igual piensan que hoy van a alcanzar la gran proeza, al menos se lo imaginan, así que también se olvidan de la bronca que se agarraron, de la impotencia que se apoderó de ellos hasta que decidieron apagar el motor y matizar la "dulce espera" bajándose del vehículo, fumándose un cigarro e intentando iniciar una charla con el de adelante, quien también optó por el mismo camino de la resignación.
-Me quiere decir qué vamos a hacer los londinenses cuando en el verano se nos vengan los carriles "Zil"? Sabe lo que son?
Y ante el gesto de incomprensión de su improvisado interlocutor, el hombre, ya aburrido hasta el hastío, encuentra el pretexto que buscaba para desenrrollar una larga perorata: "le quiero decir que esto no es nada, espere a que estos cráneos que organizan los Juegos Olímpicos clausuren 48 kms. de calles en todo Londres para el tráfico común, así que usted y yo, más todos estos penitentes que aguantan este martirio diario, tendremos que instalar ya mismo una palanca de vuelo en los coches. Créame, va a ser la única opción para no llegar a casa de madrugada".
-Quéeee? No se lo puedo creer, no había escuchado nada de eso antes, está seguro de lo que está diciendo?
-Como que me llamo Chris. No le pregunto si tiene tiempo para escucharme porque sería como tomarle el pelo, pero la gente ya los bautizó como los carriles "Zil", que era el nombre de las limusinas que transportaban a los altos mandos del Kremlin en la URSS y que tenían trato preferencial al resto del tránsito porque usaban vías exclusivas, que nadie podía invadir, bajo pena de cárcel.
A veces un rumor es sólo eso, un rumor y punto, pero esta vez la información que tiene Chris es "posta", como dirían los uruguayos, porque pese a que Londres se caracteriza justamente por sus calles angostas hasta el extremo, las principales de las pocas y privilegiadas vías que muestran casi orgullosamente dos o más carriles, tendrán una misión exclusiva durante los Juegos Olímpicos 2012.
En esos días del verano boreal, se desplazarán ágilmente por ellas 4.000 BMW y 1.500 omnibuses, que llevarán a competidores, personal de la organización y periodistas, en buen romance gente que no puede sufrir la "tragedia" a la que equivaldría llegar tarde a un evento por culpa del congestionamiento del tráfico.
Y ahí puede verse el chorro principal que mana de la fuente de protestas del londinense común, no precisamente el de a pie, ya que de vehículos y vías de tránsito trata el tema. El que se dirige raudamente a su oficina en la City, el que corre todos los días a abrir la cortina de su negocio, el que tiene que marcar la tarjeta en la oficina sin que valga ningún pretexto, todos ellos aprecian casi sin excepción la solemnidad del momento que su ciudad va a vivir muy pronto, pero no por ello dejan de sentirse discriminados por la medida.
"Pero hay más", le dice Chris a su colega de infortunio, en el medio de la calle donde ambos, junto a cientos más, han quedado anclados por el atolladero. "Qué me contesta usted si yo le digo cuál es la solución alternativa en caso de que las vías especiales no alcancen para la circulación de los "BMW" y los autobuses olímpicos? Usted jamás va a adivinar por dónde los van a llevar en ese caso". Y poniendo su mejor cara de intriga, larga su novedad: "los van a mandar por la senda de los autobuses de línea y a estos los van a hacer circular por la senda común, junto a los autos como el suyo y el mío. Se imagina lo que puede llegar a ser eso? Caos ya no sería la palabra adecuada, su significado quedaría muy débil".
El de adelante comienza a moverse de nuevo, el congestionamiento llega a su fin y la charla también. Por eso a Chris le faltó tiempo para contarle a su interlocutor que ni las ambulancias con la sirenas apagadas, aunque dentro lleven pacientes considerados vulnerables, se salvarán de la prohibición estricta de interferir en la senda de los vehículos olímpicos.
No es sólo la seguridad, el congestionamiento del tránsito también pone lo suyo para alimentar la polémica, ya en las puertas de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
martes, 5 de junio de 2012
El óvalo
Ahora las familias pasean, más bien dan vueltas y vueltas como trompos, los diferentes idiomas se escuchan como siempre, los flashes hacen de luciérnagas a las que nada se les escapa. "Ahora acá, acá te dije, con los guardias atrás mío, dale ahora, pero dale que se van, qué estás esperando?". O tal vez "mirá que bueno para sacar una del grupo acá, con el monumento a la Reina Victoria de fondo".
Hasta que dan las 11 en punto y los primeros movimientos son un claro indicio de que se viene el momento cumbre de la gran ceremonia del Cambio de Guardia de la Reina, para deleitar a miles y miles de turistas que desde temprano se golpean el pecho y hasta se pellizcan porque ni ellos mismos creen que estén a las puertas del mismísimo Palacio de Buckingham.
Cuando el 5 de agosto las damas y el 12 de agosto los atletas masculinos inicien y también finalicen allí, junto a las ancestrales rejas negras del Palacio de Buckingham, la legendaria y mítica Maratón, quedará momentáneamente cerrada la inmensa enciclopedia que guarda la historia de aquel "petit" hotel que el duque de Buckingham mandó construir en 1703 y cuyo carácter de residencia oficial de la monarquía británica recién se lo dio la Reina Victoria a principios del siglo XIX, haciendo la vista gorda a que en 1762 el Rey Jorge III ya lo había utilizado con ese fin.
Allí, con la propia Reina Victoria vigilando todos sus movimientos desde lo alto de su imponente monumento frente al Palacio, comienza a moverse la marea humana conformada por los 100 atletas que recorren a fuerza de sacrificio puro los históricos 42,195 kms., distancia oficial de la Maratón olímpica desde los Juegos de Londres de 1908. Y ellos y ellas están haciendo el mismo recorrido. Y oh sopresa!, ellos y ellas se exigen en la última zancada, llegan boqueando y clamando por un poco de aire...al punto de partida, el Palacio de Buckingham. Así es, esta vez la Maratón no termina en el Estadio Olímpico sino exactamente en el sitio donde comienza. Tanto se dice que los ingleses son diferentes al resto del mundo, que al final ellos mismos se esfuerzan por demostrarlo, así que han trazado un óvalo con largada y llegada en el Palacio de Buckingham.
Tras la partida los atletas se despiden momentáneamente de Buckingham Palace surcando la Avenida del The Mall, esa épica vía ancha flanqueada siempre por decenas de banderas británicas, por la cual llegan a Buckingham las comitivas presidenciales extranjeras, con el objetivo de rendir pleitesía a la soberana.
Más adelante se ven mirando apenas de reojo las mansas aguas del Támesis, tras lo cual giran 90 grados para darse de cara con la impresionante Catedral de San Pablo, cuya enorme cúpula, la segunda más alta del planeta, los bendice por tanto sacrificio. Adentro descansa en su tumba el formidable almirante Nelson, junto a tantos otros personajes épicos, que se sorprenden cuando desde algún lugar en lo alto observan que la gente esta vez no está venerando sus restos en la Catedral, sino afuera, en la calle, vivando y alentando sin parar a los esforzados atletas. La multitud compite en número con la que asistiera con regocijo, en ese mismo lugar, al casamiento del Príncipe Carlos con la Princesa Diana. Lejos estuvo de imaginarse todos estos episodios el Arq. Christopher Wren, cuando entre 1676 y 1710 construyó San Pablo sobre las ruinas de la antigua catedral quemada en el gran incendio de Londres en 1666.
Luego de una corta visita a la City londinense, los titanes se meten en el corazón de la historia de Inglaterra: la Torre de Londres. Defender este formidable baluarte construido en 1066 de los ataques extranjeros, simbolizaba controlar el país entero. Claro que a esa altura a los atletas no les da para pensar en los prisioneros famosos encarcelados allí a partir del siglo XV, ni en las ejecuciones de espías durante las dos últimas guerras mundiales, ni en las fieras que habitaron allí entre 1204 y 1828.
Sólo quieren llegar, sólo quieren completar el óvalo para entonces sí...tocar el cielo con las manos.
Hasta que dan las 11 en punto y los primeros movimientos son un claro indicio de que se viene el momento cumbre de la gran ceremonia del Cambio de Guardia de la Reina, para deleitar a miles y miles de turistas que desde temprano se golpean el pecho y hasta se pellizcan porque ni ellos mismos creen que estén a las puertas del mismísimo Palacio de Buckingham.
Cuando el 5 de agosto las damas y el 12 de agosto los atletas masculinos inicien y también finalicen allí, junto a las ancestrales rejas negras del Palacio de Buckingham, la legendaria y mítica Maratón, quedará momentáneamente cerrada la inmensa enciclopedia que guarda la historia de aquel "petit" hotel que el duque de Buckingham mandó construir en 1703 y cuyo carácter de residencia oficial de la monarquía británica recién se lo dio la Reina Victoria a principios del siglo XIX, haciendo la vista gorda a que en 1762 el Rey Jorge III ya lo había utilizado con ese fin.
Allí, con la propia Reina Victoria vigilando todos sus movimientos desde lo alto de su imponente monumento frente al Palacio, comienza a moverse la marea humana conformada por los 100 atletas que recorren a fuerza de sacrificio puro los históricos 42,195 kms., distancia oficial de la Maratón olímpica desde los Juegos de Londres de 1908. Y ellos y ellas están haciendo el mismo recorrido. Y oh sopresa!, ellos y ellas se exigen en la última zancada, llegan boqueando y clamando por un poco de aire...al punto de partida, el Palacio de Buckingham. Así es, esta vez la Maratón no termina en el Estadio Olímpico sino exactamente en el sitio donde comienza. Tanto se dice que los ingleses son diferentes al resto del mundo, que al final ellos mismos se esfuerzan por demostrarlo, así que han trazado un óvalo con largada y llegada en el Palacio de Buckingham.
Tras la partida los atletas se despiden momentáneamente de Buckingham Palace surcando la Avenida del The Mall, esa épica vía ancha flanqueada siempre por decenas de banderas británicas, por la cual llegan a Buckingham las comitivas presidenciales extranjeras, con el objetivo de rendir pleitesía a la soberana.
Más adelante se ven mirando apenas de reojo las mansas aguas del Támesis, tras lo cual giran 90 grados para darse de cara con la impresionante Catedral de San Pablo, cuya enorme cúpula, la segunda más alta del planeta, los bendice por tanto sacrificio. Adentro descansa en su tumba el formidable almirante Nelson, junto a tantos otros personajes épicos, que se sorprenden cuando desde algún lugar en lo alto observan que la gente esta vez no está venerando sus restos en la Catedral, sino afuera, en la calle, vivando y alentando sin parar a los esforzados atletas. La multitud compite en número con la que asistiera con regocijo, en ese mismo lugar, al casamiento del Príncipe Carlos con la Princesa Diana. Lejos estuvo de imaginarse todos estos episodios el Arq. Christopher Wren, cuando entre 1676 y 1710 construyó San Pablo sobre las ruinas de la antigua catedral quemada en el gran incendio de Londres en 1666.
Luego de una corta visita a la City londinense, los titanes se meten en el corazón de la historia de Inglaterra: la Torre de Londres. Defender este formidable baluarte construido en 1066 de los ataques extranjeros, simbolizaba controlar el país entero. Claro que a esa altura a los atletas no les da para pensar en los prisioneros famosos encarcelados allí a partir del siglo XV, ni en las ejecuciones de espías durante las dos últimas guerras mundiales, ni en las fieras que habitaron allí entre 1204 y 1828.
Sólo quieren llegar, sólo quieren completar el óvalo para entonces sí...tocar el cielo con las manos.
lunes, 4 de junio de 2012
El desafío
No es una hora pico, así que en la estación de King's Cross St. Pancras el movimiento es casi nulo. Sin embargo, en el centro del inmenso hall, las figuras siempre están presentes. Ella, regada en lágrimas, agita su mano despidiéndolo a él que se va hacia un nuevo destino, quién sabe dónde y por qué. Muy cerca, un combatiente regresa a Londres y su amada se le cuelga del cuello con su rostro empapado por lágrimas muy diferentes. Al lado, un joven besa a su novia con pasión, con una mano en la cintura de la chica y la otra apretando fuerte un poco más abajo, mientras las valijas esperan a un costado.
Ellos y ellas parecen sentir, pero resulta que son de bronce y son parte de una magistral escultura que representa una escena típica de cualquier estación de tren. Frente al gigantesco monumento, allá arriba, los aros olímpicos miran y hasta parecen conversar con las figuras, aprovechando que ahora en el recinto sólo respiran de verdad doce personas de carne y hueso, que admiran la escultura y comentan con entusiasmo las diferentes escenas representadas.
Casi todos ellos cargan con algún tipo de discapacitación que hoy por hoy está siendo vapuleada, mas que superada, por el orgullo inmenso que les invade luego de haber sido elegidos por un Comité especial, entre los 8.000 privilegiados que transportarán la antorcha olímpica durante los 12.800 kms. marcados por la organización desde su entrada por el surfístico balneario de Cornwall, al suroeste de Inglaterra, hasta su llegada a la Villa Olímpica. En algún momento entre el 19 de mayo y el 27 de julio, cada uno de los doce ahora reunidos, tratará durante el lapso que le demande transportar durante 300 metros el máximo símbolo olímpco, de superar el shock y la emoción, para que no le tiemble la mano durante la que será una de las horas cumbres de su vida. Ahora están reunidas en el hall de la estación, convocadas por el Comité que los seleccionó, para conocerse y planificar una suerte de trabajo en equipo para cuando llegue el momento ansiado.
Simeon (15) deja por un segundo de admirar la escena en bronce y gira su silla de ruedas para mirar a su interlocutor. Como puede, explica que nació y vive en Bath, al suroeste de Inglaterra, una de las ciudades del país en la que quedaron más marcas del Imperio Romano. El chico nació con una grave discapacitación, pero siempre mostró una rebeldía increíble y conmovedora. "Siempre quiso nadar pese a que al principio no se animaba mucho a hacerlo sólo, pero cuando se largó ya no lo paró nadie. Ahora es tan independiente como puede en el agua y siempre anda con una sonrisa de oreja a oreja". Mientras explica la historia de Simeon, su madre no puede ni quiere ocultar el orgullo que su hijo le produce, más allá aún de la nominación que lo coloca entre los 8.000 privilegiados. Y entonces completa la historia: "ahora también juega tenis y básquetbol en su silla de ruedas, yo sé que sus problemas de salud no le permitirán nunca hacerlo a nivel competitivo, pero me doy cuenta que, aún así, Simeon es un ejemplo brillante a seguir por otros chicos discapacitados".
El perro guía está sentado tranquilamente junto a Raquel (21), procedente de la ciudad de Daventry, muy cerca de Cornwall, la cuna del surf por donde entrará la antorcha al país, procedente de Grecia. El haber nacido prematuramente nada menos que de 5 meses, la dejó ciega, pero nadie le quita su decisión de llevar una vida normal, dentro de lo posible. Para lograr independencia ella eligió estudiar en una Universidad lejana a su hogar y entonces se fue a Plymouth. Claro que cuando está de vacaciones regresa a su casa, pero tampoco allí se queda quieta, así que explica que "integro una sociedad de voluntarios, centralizada en el mantenimiento de las estaciones de tren de las zonas rurales más alejadas, para que la gente de esas áreas campestres esté mejor conectada".
Las figuras de bronce parecen cambiar sus actitudes relativas a bienvenidas y despedidas. Las lágrimas de ella, antes vertidas por la partida de él, parecen ahora producto del shock emocional que le producen las historias que está escuchando de las figuras de carne y hueso que revientan de orgullo porque se les acerca uno de los días más importantes de su vida...y no lo piensan desaprovechar.
Ellos y ellas parecen sentir, pero resulta que son de bronce y son parte de una magistral escultura que representa una escena típica de cualquier estación de tren. Frente al gigantesco monumento, allá arriba, los aros olímpicos miran y hasta parecen conversar con las figuras, aprovechando que ahora en el recinto sólo respiran de verdad doce personas de carne y hueso, que admiran la escultura y comentan con entusiasmo las diferentes escenas representadas.
Casi todos ellos cargan con algún tipo de discapacitación que hoy por hoy está siendo vapuleada, mas que superada, por el orgullo inmenso que les invade luego de haber sido elegidos por un Comité especial, entre los 8.000 privilegiados que transportarán la antorcha olímpica durante los 12.800 kms. marcados por la organización desde su entrada por el surfístico balneario de Cornwall, al suroeste de Inglaterra, hasta su llegada a la Villa Olímpica. En algún momento entre el 19 de mayo y el 27 de julio, cada uno de los doce ahora reunidos, tratará durante el lapso que le demande transportar durante 300 metros el máximo símbolo olímpco, de superar el shock y la emoción, para que no le tiemble la mano durante la que será una de las horas cumbres de su vida. Ahora están reunidas en el hall de la estación, convocadas por el Comité que los seleccionó, para conocerse y planificar una suerte de trabajo en equipo para cuando llegue el momento ansiado.
Simeon (15) deja por un segundo de admirar la escena en bronce y gira su silla de ruedas para mirar a su interlocutor. Como puede, explica que nació y vive en Bath, al suroeste de Inglaterra, una de las ciudades del país en la que quedaron más marcas del Imperio Romano. El chico nació con una grave discapacitación, pero siempre mostró una rebeldía increíble y conmovedora. "Siempre quiso nadar pese a que al principio no se animaba mucho a hacerlo sólo, pero cuando se largó ya no lo paró nadie. Ahora es tan independiente como puede en el agua y siempre anda con una sonrisa de oreja a oreja". Mientras explica la historia de Simeon, su madre no puede ni quiere ocultar el orgullo que su hijo le produce, más allá aún de la nominación que lo coloca entre los 8.000 privilegiados. Y entonces completa la historia: "ahora también juega tenis y básquetbol en su silla de ruedas, yo sé que sus problemas de salud no le permitirán nunca hacerlo a nivel competitivo, pero me doy cuenta que, aún así, Simeon es un ejemplo brillante a seguir por otros chicos discapacitados".
El perro guía está sentado tranquilamente junto a Raquel (21), procedente de la ciudad de Daventry, muy cerca de Cornwall, la cuna del surf por donde entrará la antorcha al país, procedente de Grecia. El haber nacido prematuramente nada menos que de 5 meses, la dejó ciega, pero nadie le quita su decisión de llevar una vida normal, dentro de lo posible. Para lograr independencia ella eligió estudiar en una Universidad lejana a su hogar y entonces se fue a Plymouth. Claro que cuando está de vacaciones regresa a su casa, pero tampoco allí se queda quieta, así que explica que "integro una sociedad de voluntarios, centralizada en el mantenimiento de las estaciones de tren de las zonas rurales más alejadas, para que la gente de esas áreas campestres esté mejor conectada".
Las figuras de bronce parecen cambiar sus actitudes relativas a bienvenidas y despedidas. Las lágrimas de ella, antes vertidas por la partida de él, parecen ahora producto del shock emocional que le producen las historias que está escuchando de las figuras de carne y hueso que revientan de orgullo porque se les acerca uno de los días más importantes de su vida...y no lo piensan desaprovechar.
domingo, 3 de junio de 2012
El predicador
Uno de los grandes desafíos que enfrenta cualquier ciudad que sea seleccionada para organizar los Juegos Olímpicos, es atraer el interés y, más complicado aún, la participación activa y el compromiso de cada uno de sus habitantes. Es esa entrada en calor, esa puesta a punto para que luego de encendido, el motor rinda al máximo. Pero resulta que en algunas partes del mundo, ese trabajito no es nada sencillo.
Londres se ha convertido en las últimas tres décadas en la cuna universal de la policromía de razas, culturas, costumbres, religiones y credos de todo tipo. En un clima con semejante particularidad, resulta muy complicado conseguir que una persona que llegó aquí con el excluyente fin de lograr las metas económicas que jamás pudo alcanzar en su país de origen, termine poniéndose la camiseta de la ciudad y metiéndose en cuerpo y alma en eventos deportivos, aunque esas justas sean nada menos que los Juegos Olímpicos.
Los días de Kevin transcurren vociferando sin pausas sobre una tarima estratégicamente colocada en el inmenso hall central de la estación de Liverpool Street, en el corazón de la city londinense. Si alguien sube a la segunda planta y mira hacia abajo, la imagen que se le presentará será la de uno de los hormigueros más transitados del planeta.
Gente corriendo, gente caminando, ejecutivos, viajeros, oficinistas, gente yendo rauda al encuentro de más gente, gente con valijas, gente y más gente. En el medio de ese maremoto se alzan Kevin y su inseparable micrófono. Hoy está hablándole a su público de los simbolismos que encierra el emblema de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Dice que el logotipo habla aunque no tenga voz: "verán el número 2012, los anillos olímpicos y la palabra Londres y eso no les dirá mucho si no saben que la forma y los colores verde, azul, anaranjado y rosado transmiten a viva voz fuerza y dinámica, están pensados especialmente para atraer a cada uno de ustedes, los londinenses que le dan vida cada día a esta gran ciudad, para que intervengan activamente en la preparación de los Juegos, a que se metan adentro de ellos en cuerpo y alma. El Comité Organizador no representa nada sin ustedes, sería como un cuerpo sin la sangre corriendo por las venas".
Kevin es incansable, parece un predicador, en realidad lo es. También es una de las tantas cartas que el Comité Organizador está jugando en su desesperado objetivo de conseguirle a los Juegos un aliado clave para el éxito final: la gente. Y así Kevin, un cuarentón canoso, londinense de pura cepa, no se detiene
Ahora se centra en las dos mascotas de los juegos, Wenlock y Mandeville, inspiradas en dos lugares del Reino Unido estrechamente vinculados a la justa olímpica. Orgulloso, Kevin enfatiza que en la antiguedad los Juegos de Much Wenlock inspiraron al Barón Pierre de Coubertin para la creación de los Juegos Olímpicos de la era moderna. Siempre a viva voz, agrega también que la segunda mascota pretende homenajear a la ciudad de Stoke Mandeville, donde se realizó una competencia especial para veteranos de la Segunda Guerra Mundial...justo en el día en que comenzaban los Juegos Olímpicos de Londres de 1948.
Sale uno de los centenares de trenes desde la estación de Liverpool Street, pintado con el logo olímpico. Al verlo Kevin interrumpe inmediatamente su explicación y grita: "miren los vagones, ese es el logotipo del que les hablaba recién, ven los colores? De ellos sale la dinámica y la fuerza que necesitan todos ustedes, los londinenses, para que los Juegos alcancen el éxito que esperamos!".
Tarea ímproba la de los tantos Kevin que el Comité Organizador diseminó como semillas a lo largo y a lo ancho de la ciudad de Londres. También es cierto que los ingleses han enfrentado desafíos más complicados y sobre todo más dramáticos que éste y los han sorteado con un éxito rotundo. Con esos antecedentes, seguro que los Juegos Olímpicos de 2012 conseguirán al final el compromiso de los londinenses y serán un éxito rotundo.
Londres se ha convertido en las últimas tres décadas en la cuna universal de la policromía de razas, culturas, costumbres, religiones y credos de todo tipo. En un clima con semejante particularidad, resulta muy complicado conseguir que una persona que llegó aquí con el excluyente fin de lograr las metas económicas que jamás pudo alcanzar en su país de origen, termine poniéndose la camiseta de la ciudad y metiéndose en cuerpo y alma en eventos deportivos, aunque esas justas sean nada menos que los Juegos Olímpicos.
Los días de Kevin transcurren vociferando sin pausas sobre una tarima estratégicamente colocada en el inmenso hall central de la estación de Liverpool Street, en el corazón de la city londinense. Si alguien sube a la segunda planta y mira hacia abajo, la imagen que se le presentará será la de uno de los hormigueros más transitados del planeta.
Gente corriendo, gente caminando, ejecutivos, viajeros, oficinistas, gente yendo rauda al encuentro de más gente, gente con valijas, gente y más gente. En el medio de ese maremoto se alzan Kevin y su inseparable micrófono. Hoy está hablándole a su público de los simbolismos que encierra el emblema de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Dice que el logotipo habla aunque no tenga voz: "verán el número 2012, los anillos olímpicos y la palabra Londres y eso no les dirá mucho si no saben que la forma y los colores verde, azul, anaranjado y rosado transmiten a viva voz fuerza y dinámica, están pensados especialmente para atraer a cada uno de ustedes, los londinenses que le dan vida cada día a esta gran ciudad, para que intervengan activamente en la preparación de los Juegos, a que se metan adentro de ellos en cuerpo y alma. El Comité Organizador no representa nada sin ustedes, sería como un cuerpo sin la sangre corriendo por las venas".
Kevin es incansable, parece un predicador, en realidad lo es. También es una de las tantas cartas que el Comité Organizador está jugando en su desesperado objetivo de conseguirle a los Juegos un aliado clave para el éxito final: la gente. Y así Kevin, un cuarentón canoso, londinense de pura cepa, no se detiene
Ahora se centra en las dos mascotas de los juegos, Wenlock y Mandeville, inspiradas en dos lugares del Reino Unido estrechamente vinculados a la justa olímpica. Orgulloso, Kevin enfatiza que en la antiguedad los Juegos de Much Wenlock inspiraron al Barón Pierre de Coubertin para la creación de los Juegos Olímpicos de la era moderna. Siempre a viva voz, agrega también que la segunda mascota pretende homenajear a la ciudad de Stoke Mandeville, donde se realizó una competencia especial para veteranos de la Segunda Guerra Mundial...justo en el día en que comenzaban los Juegos Olímpicos de Londres de 1948.
Sale uno de los centenares de trenes desde la estación de Liverpool Street, pintado con el logo olímpico. Al verlo Kevin interrumpe inmediatamente su explicación y grita: "miren los vagones, ese es el logotipo del que les hablaba recién, ven los colores? De ellos sale la dinámica y la fuerza que necesitan todos ustedes, los londinenses, para que los Juegos alcancen el éxito que esperamos!".
Tarea ímproba la de los tantos Kevin que el Comité Organizador diseminó como semillas a lo largo y a lo ancho de la ciudad de Londres. También es cierto que los ingleses han enfrentado desafíos más complicados y sobre todo más dramáticos que éste y los han sorteado con un éxito rotundo. Con esos antecedentes, seguro que los Juegos Olímpicos de 2012 conseguirán al final el compromiso de los londinenses y serán un éxito rotundo.
sábado, 2 de junio de 2012
Albert
En la margen sur del paseo del Támesis, entre los puentes de Westminster y Waterloo, mandan las estatuas vivientes. Chaplin, Drácula, Frankestein, el Pato Donald, Mickey y muchos más, se ganan la vida mientras deleitan a los turistas que inundan la zona, vecina del Ojo de Londres y con el Big Ben como centinela al otro lado del río.
Pero hoy se instaló allí alguien que normalmente no frecuenta la zona. Adecuadamente ataviado con el uniforme de la selección inglesa, un adolescente rubio, con formas y apariencias bien locales, hasta el punto que bien podría decirse que se esforzaba al máximo para poner cara de Rooney, dominaba con maestría y arte una pelota de fútbol. Taco, empeine, rodilla, cabeza, pecho, nuca, todo el repertorio usual de un malabarista del balón. Jimmy se devoró la audiencia y los aplausos, a la vez que las estatuas le hacían honor a su condición, quedando petrificadas y absolutamente huérfanas de clientela.
Detrás de Jimmy, un cartel presentaba al malabarista, pero fundamentalmente a su útil de trabajo, un balón llamado "The Albert". Petulante, orgulloso y hasta engreido, resulta que el tal "Albert", pintado de blanco y adornado en azul y rosado con el símbolo de Londres 2012, correrá raudo y sin pausas por el césped inmaculado del estadio "Millenium" de la ciudad de Cardiff, el próximo 25 de julio cuando el fútbol dé su puntapié inicial a su participación en los Juegos Olímpicos 2012. Más de 15.000 personas compitieron para ponerle el nombre al balón y ganó quien acomodó sobre la mesa un juego de palabras: the "Albert Hall", el famoso salón de conciertos y ópera de Londres y the "Albert Ball", el nombre propuesto para el balón del fútbol de los Juegos Olímpicos. Finalmente se aceptó el ingenio del proponente, pero como nombre oficial, quedó simplemente "Albert".
El modelo de paneles triangulares es el mismo de la "Jabulani", pelota oficial del Mundial Sud Africa 2010. La estupenda novedad es que un revolucionario sistema térmico ha sido instalado en el balón, con el loable fin de impedir los increíbles cambios de rumbo que ridiculizaron a tantos arqueros durante el Mundial 2010.
Sin embargo no sólo los cuidavallas se beneficiarán por los "chiches" de la pelota olímpica. Si finalmente concurren a la cita, los Suárez y los Messi no la llevarán más atada al pie como acostumbraban hacerlo hasta ahora, sino que sencillamente la llevarán pegada, gracias a un nuevo material con propiedades adherentes que optimizará el contacto entre la pelota y el zapato del futbolista, con la consiguiente mejora del control del balón.
Mientras tanto, Jimmy continúa dominando al mágico "Albert": taco, empeine, rodilla, cabeza, pecho, nuca. Tic, tac, tic, tac, sus toques malabares suenan como el reloj que acerca al mundo los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Una cuenta regresiva implacable.
Pero hoy se instaló allí alguien que normalmente no frecuenta la zona. Adecuadamente ataviado con el uniforme de la selección inglesa, un adolescente rubio, con formas y apariencias bien locales, hasta el punto que bien podría decirse que se esforzaba al máximo para poner cara de Rooney, dominaba con maestría y arte una pelota de fútbol. Taco, empeine, rodilla, cabeza, pecho, nuca, todo el repertorio usual de un malabarista del balón. Jimmy se devoró la audiencia y los aplausos, a la vez que las estatuas le hacían honor a su condición, quedando petrificadas y absolutamente huérfanas de clientela.
Detrás de Jimmy, un cartel presentaba al malabarista, pero fundamentalmente a su útil de trabajo, un balón llamado "The Albert". Petulante, orgulloso y hasta engreido, resulta que el tal "Albert", pintado de blanco y adornado en azul y rosado con el símbolo de Londres 2012, correrá raudo y sin pausas por el césped inmaculado del estadio "Millenium" de la ciudad de Cardiff, el próximo 25 de julio cuando el fútbol dé su puntapié inicial a su participación en los Juegos Olímpicos 2012. Más de 15.000 personas compitieron para ponerle el nombre al balón y ganó quien acomodó sobre la mesa un juego de palabras: the "Albert Hall", el famoso salón de conciertos y ópera de Londres y the "Albert Ball", el nombre propuesto para el balón del fútbol de los Juegos Olímpicos. Finalmente se aceptó el ingenio del proponente, pero como nombre oficial, quedó simplemente "Albert".
El modelo de paneles triangulares es el mismo de la "Jabulani", pelota oficial del Mundial Sud Africa 2010. La estupenda novedad es que un revolucionario sistema térmico ha sido instalado en el balón, con el loable fin de impedir los increíbles cambios de rumbo que ridiculizaron a tantos arqueros durante el Mundial 2010.
Sin embargo no sólo los cuidavallas se beneficiarán por los "chiches" de la pelota olímpica. Si finalmente concurren a la cita, los Suárez y los Messi no la llevarán más atada al pie como acostumbraban hacerlo hasta ahora, sino que sencillamente la llevarán pegada, gracias a un nuevo material con propiedades adherentes que optimizará el contacto entre la pelota y el zapato del futbolista, con la consiguiente mejora del control del balón.
Mientras tanto, Jimmy continúa dominando al mágico "Albert": taco, empeine, rodilla, cabeza, pecho, nuca. Tic, tac, tic, tac, sus toques malabares suenan como el reloj que acerca al mundo los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Una cuenta regresiva implacable.
viernes, 1 de junio de 2012
El gran simulacro
Londres, Trafalgar Square, un miércoles cualquiera de fines del invierno. Insólitamente un tibio sol amodorra a los centenares de turistas, a quienes les faltan ojos para recrearse aún más, si fuera posible, con la magnífica vista lejana del Big Ben y las Casas del Parlamento, que regalan los famosos balcones del museo de pintura de la National Gallery. De paso admiran el gigantesco obelisco, desde cuya cúpula el Almirante Nelson vigila orgulloso y con autoridad bien ganada, la ciudad de Londres.
Mientras tanto los trabajadores de la zona le sacan el máximo jugo a su descanso del mediodía y se acomodan como pueden en las escaleras de la plaza o donde encuentren un humilde hueco, para degustar un frugal almuerzo y el postre de los inesperados pero bienvenidos rayos solares.
A la vez un tic-tac silencioso marca los tiempos de todos y continúa intransigente la cuenta regresiva. El nuevo personaje de la plaza resta inexorablemente días, horas, minutos y segundos, un trabajito regular para tenerlos a todos en vilo y recordarles que la llama sigue su camino y que los Juegos Olímpicos no tardarán prácticamente nada en meterse en el corazón de la ciudad y de su gente.
La estridencia de las primeras ambulancias y carros de bomberos dirigiéndose hacia la estación del subte (Underground) de Aldwych, no le movieron un pelo a nadie, en una orbe inmensa, interminable, donde siempre están pasando cosas, agradables y de las otras. De ese modo las sirenas de los vehículos de emergencia llegan a transformarse en un sonido casi continuo, prácticamente en un telón de fondo de conversaciones y actividades diarias.
Pero siguieron pasando, bomberos y ambulancias, ambulancias y bomberos. Aquello ya no era rutina, algo estaba sucediendo y no era ni bueno ni agradable, por cierto. Llegado a un punto de alarma, turistas y trabajadores comenzaron a dejar vacía la Trafalgar Square y formaron casi organizadamente, sin proponérselo en lo más mínimo, una gran procesión que, como una marea, se dirigió raudamente al lugar donde ambulancias y carros de bomberos se iban deteniendo y silenciando sus sirenas. "Otra vez no, no ahora!", gritaba desesperada Johanna, mientras guardaba en su bolso el sandwich y el refresco a medio empezar, aludiendo a que podría estar asisitiendo a una probable repetición de los atentados del 7 de julio de 2005.
Los temores de Johanna y muchos más que no paraban de acercarse al lugar, parecieron confirmarse. Los primeros heridos, evacuados de las profundidades de la estación de Aldwych, aparecieron a la vista. Algunos flanqueados por los para-médicos, sangrando profusamente pero caminando todavía. Otros eran transportados en camillas. Las expresiones de horror en todos, heridos, curiosos y personal de asistencia, eran un perfecto telón de fondo para una escena dantesca. Las ambulancias comenzaron a engullir a los heridos, los más graves primero, luego los demás. Los bomberos se lanzaban como meteoritos hacia las profundidades de la estación, mientras más para-médicos los seguían pisándoles los talones.
Olor a tragedia, ambiente de tragedia. Otra vez las horripilantes escenas del 7 de julio de 2005? La estación de subte de Aldwych fue clausurada como tal hace ya mucho tiempo. Actualmente el Underground londinense la alquila para fiestas y filmaciones, pero ninguna de las líneas del subte de la capital inglesa tiene parada allí. 2.500 personas, entre equipos de paramédicos, enfermeras, bomberos, policías y "víctimas" tomaron parte durante dos días del mayor simulacro de enfrentamiento a un ataque terrorista en el Subte londinense que jamás haya tenido lugar en la ciudad del Támesis. Una prueba de fuego para los Comandos de Seguridad, destinados a preservar la paz durante el desarrollo de los Juegos Olímpicos del verano.
Nada quedó librado al azar en el simulacro. Durante dos días hasta los propios comandos e involucrados se creyeron que estaban enfrentando un ataque terrorista. Esto era vital, tenían que creérselo, debía ser así. Para esos 2.500 protagonistas, bomberos, enfermeras, policías, paramédicos, "víctimas", los hechos estaban sucediendo el 8 y el 9 de agosto de 2012, dos de los días más ajetreados en el curso de los Juegos.
Casi 900 millones de dólares serán distribuidos en aviones, buques de guerra, misiles aire-tierra y unos 30.000 hombres entre policía, ejército, guardias de empresas de seguridad privadas y hasta 3.000 voluntarios. Muy cerca de la clausurada estación de Aldwych, casi a la vuelta como quien dice, el nuevo reloj de la Trafalgar Square hace oidos sordos a simulacros, previsiones, inversiones de seguridad. En realidad no escucha ni quiere saber de nada. Está plenamente concentrado en la implacable cuenta regresiva en días, horas, minutos y segundos. El día "D" del comienzo de los Juegos Olímpicos 2012 acecha implacable.
Mientras tanto los trabajadores de la zona le sacan el máximo jugo a su descanso del mediodía y se acomodan como pueden en las escaleras de la plaza o donde encuentren un humilde hueco, para degustar un frugal almuerzo y el postre de los inesperados pero bienvenidos rayos solares.
A la vez un tic-tac silencioso marca los tiempos de todos y continúa intransigente la cuenta regresiva. El nuevo personaje de la plaza resta inexorablemente días, horas, minutos y segundos, un trabajito regular para tenerlos a todos en vilo y recordarles que la llama sigue su camino y que los Juegos Olímpicos no tardarán prácticamente nada en meterse en el corazón de la ciudad y de su gente.
La estridencia de las primeras ambulancias y carros de bomberos dirigiéndose hacia la estación del subte (Underground) de Aldwych, no le movieron un pelo a nadie, en una orbe inmensa, interminable, donde siempre están pasando cosas, agradables y de las otras. De ese modo las sirenas de los vehículos de emergencia llegan a transformarse en un sonido casi continuo, prácticamente en un telón de fondo de conversaciones y actividades diarias.
Pero siguieron pasando, bomberos y ambulancias, ambulancias y bomberos. Aquello ya no era rutina, algo estaba sucediendo y no era ni bueno ni agradable, por cierto. Llegado a un punto de alarma, turistas y trabajadores comenzaron a dejar vacía la Trafalgar Square y formaron casi organizadamente, sin proponérselo en lo más mínimo, una gran procesión que, como una marea, se dirigió raudamente al lugar donde ambulancias y carros de bomberos se iban deteniendo y silenciando sus sirenas. "Otra vez no, no ahora!", gritaba desesperada Johanna, mientras guardaba en su bolso el sandwich y el refresco a medio empezar, aludiendo a que podría estar asisitiendo a una probable repetición de los atentados del 7 de julio de 2005.
Los temores de Johanna y muchos más que no paraban de acercarse al lugar, parecieron confirmarse. Los primeros heridos, evacuados de las profundidades de la estación de Aldwych, aparecieron a la vista. Algunos flanqueados por los para-médicos, sangrando profusamente pero caminando todavía. Otros eran transportados en camillas. Las expresiones de horror en todos, heridos, curiosos y personal de asistencia, eran un perfecto telón de fondo para una escena dantesca. Las ambulancias comenzaron a engullir a los heridos, los más graves primero, luego los demás. Los bomberos se lanzaban como meteoritos hacia las profundidades de la estación, mientras más para-médicos los seguían pisándoles los talones.
Olor a tragedia, ambiente de tragedia. Otra vez las horripilantes escenas del 7 de julio de 2005? La estación de subte de Aldwych fue clausurada como tal hace ya mucho tiempo. Actualmente el Underground londinense la alquila para fiestas y filmaciones, pero ninguna de las líneas del subte de la capital inglesa tiene parada allí. 2.500 personas, entre equipos de paramédicos, enfermeras, bomberos, policías y "víctimas" tomaron parte durante dos días del mayor simulacro de enfrentamiento a un ataque terrorista en el Subte londinense que jamás haya tenido lugar en la ciudad del Támesis. Una prueba de fuego para los Comandos de Seguridad, destinados a preservar la paz durante el desarrollo de los Juegos Olímpicos del verano.
Nada quedó librado al azar en el simulacro. Durante dos días hasta los propios comandos e involucrados se creyeron que estaban enfrentando un ataque terrorista. Esto era vital, tenían que creérselo, debía ser así. Para esos 2.500 protagonistas, bomberos, enfermeras, policías, paramédicos, "víctimas", los hechos estaban sucediendo el 8 y el 9 de agosto de 2012, dos de los días más ajetreados en el curso de los Juegos.
Casi 900 millones de dólares serán distribuidos en aviones, buques de guerra, misiles aire-tierra y unos 30.000 hombres entre policía, ejército, guardias de empresas de seguridad privadas y hasta 3.000 voluntarios. Muy cerca de la clausurada estación de Aldwych, casi a la vuelta como quien dice, el nuevo reloj de la Trafalgar Square hace oidos sordos a simulacros, previsiones, inversiones de seguridad. En realidad no escucha ni quiere saber de nada. Está plenamente concentrado en la implacable cuenta regresiva en días, horas, minutos y segundos. El día "D" del comienzo de los Juegos Olímpicos 2012 acecha implacable.
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