jueves, 7 de junio de 2012

El indulto

     East Acton es uno de los típicos barrios industriales de Londres. De turistas, nada por aquí, nada por allá. Y conejos de la galera tampoco se pueden sacar para embellecer o aunque sea para maquillar el ambiente, porque el entorno es uniformemente gris y no hay magia que lo pueda cambiar. Las fábricas, los galpones y los depósitos lo dominan todo. Se trabaja -y muy duro- desde el alba hasta promediando la tarde, hasta esa hora que fuera tan venerada en el Londres de otra época, como la del té de las cinco.
     Pero ahora es de madrugada. Frente a una de las fábricas se enciende una luz y se abre una puerta de una clásica casa londinense con el techo de tejas cayendo a dos aguas. Jeremy (18), un británico afrodescendiente, asoma tímidamente su cabeza mirando hacia el cielo gris, ni más ni menos que como hacen todos los habitantes de estas tierras cuando salen temprano de casa rumbo a sus actividades diarias. "Qué me pongo hoy, el sacón o el impermeable?" El chico reparte su semana entre un trabajo "part time" en la fábrica de sandwiches que se levanta frente a su casa y el entrenamiento en una pista de atletismo situada junto al Hospital de Hammersmith, muy cerca de la estación de subte de East Acton.
     Hoy sale con el bolso colgando del hombro porque le toca pista. Y no sólo lleva su ropa deportiva sino una sonrisa de oreja a oreja, que precisamente no muestra cuando es día de fábrica. Jeremy cuenta que llegó a integrar una muy prematura pre-selección olímpica, junto a más de 500 aspirantes en la especialidad de 400 metros llanos, su distancia preferida "porque está más de acuerdo a mi constitución física, así que eso me da más posibilidades". Finalmente, tal como él mismo y su familia preveían, no logró clasificar porque, según afirma, "en 2008 me vieron y me seleccionaron, pero yo sabía que todavía me faltaba muchísimo para poder quedar".
     El joven confiesa que su mente lo transporta cada día a la cálida y soleada península de California, donde los atletas británicos de las distintas disciplinas están entrenando para acostumbrarse a una temperatura ambiente que, inclusive, es obviamente más alta que la del verano londinense: "imagino que estoy allí, junto a los grandes, pero el no haber llegado me da fuerzas para entrenar con más ganas cada día. Mi objetivo es estar en los Juegos Olímpicos de 2014 en Río de Janeiro".
     A la vez que el verde central y la pista que lo rodea ya se hacen visibles, el adolescente se refiere a un tema que se roba los titulares de cara a la competencia olímpica: "no sé que opinar, Chambers (Dwain), es muy importante para nosotros pero la verdad es que se dopaba y eso es muy grave. Por otro lado merecería una segunda oportunidad".
     Dwain Chambers es el único candidato que tiene el Reino Unido para tratar de alcanzar un logro casi imposible, como sería simplemente disputarle -ya no ganarle- al gran Usain Bolt la prueba de los 100 metros llanos, pero a la British Olimpic Association eso no le importa: a como diera lugar pretendían mantenerle la suspensión de por vida que le habían impuesto, cuando en 2003 se comprobó su dopaje sistemático con esteroides anabolizantes. Pero todo indica que no lo lograrán. La Corte de Juzgamiento para el Deporte, con potestades superiores a la British Olimpic Association, basándose en la reglamentación de la Agencia Anti-Doping Mundial, que prevé una suspensión máxima de 24 meses para los infractores, le impondría a los británicos la inmediata habilitación de Chambers, entre 80 atletas del mundo que se encuentran en la misma situación, por lo cual también ellos quedarían habilitados para competir en los Juegos. Tras varios aplazamientos, dado lo espinoso del tema, en las próximas horas todo quedaría definido, pese a que, desde hace ya un tiempo, fuentes de la propia asociación británica vienen adelantando el fracaso de su posición.
    Antes de ingresar al vestuario para iniciar una nueva jornada de entrenamiento, Jeremy recuerda que David Miller (ciclista de ruta) también vivió el mismo drama luego de tomar una sustancia prohibida en 2004, pero ahora muy probablemente también le van a levantar la suspensión, también muy a pesar de los miembros de la British Olimpic Association. "No sé qué pensar, de verdad, claro que deportivamente es muy importante también él para nosotros, ya que es el único capaz de ayudar a Mark Cavendish a ganar la medalla de oro en Ruta".
     El chico no lo dijo, pero en el equipo británico de atletismo, cuya mayoría de integrantes se encuentran entrenando hoy en la soleada costa oeste de Estados Unidos, las opiniones están peligrosamente divididas. Algunos quieren esa segunda oportunidad para los transgresores, pero otros -tal vez demasiados- no quieren saber de nada que tenga que ver con las palabras "perdón" o "indulto" y hasta lo gritan públicamente en los reportajes. Alguno hasta llegó a afirmar que para un atleta que se dopó, una suspensión de por vida no es precisamente peor que para un médico la prohibición de ejercer su profesión por el resto de sus días. El tema es demasiado espinoso y delicado, a tal punto que opiniones tan encontradas pueden derivar en un clima de convivencia nada conveniente para el equipo anfitrión.

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